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Capítulo 5

***

Marco sabía que todo terminaría de esta manera. En detrimento de cualquier forma de romance, pidieron dos pizzas y se sentaron en el sofá a ver una película. Alessandra estaba agachada sobre su pecho y vestía una de sus camisas desechadas, mientras los dedos del hombre se metían en su cabello y en ocasiones agarraba algunos mechones para jugar. Ninguno de los dos seguía la película: ella ya estaba de camino al mundo de los sueños, como ocurría cada vez que se acurrucaba sobre su pecho, arrullada por los regulares latidos de su corazón; él, sin embargo, alternaba su mirada entre la pantalla y el rostro relajado de su novia, con su cabello que tanto amaba en sus manos.

Podrían haber encontrado muchas otras formas de celebrar su aniversario, pero estar abrazados en el sofá, después de hacer el amor, con ropa cómoda y con el perfume del otro, los hacía felices. Marco, como siempre, tocó la naricita de Alessandra con su dedo índice y se rió entre dientes al verla arrugarse. Se sentía relajado, pero como ocurría a menudo, su relajación se estaba acabando.

El sonido agudo y molesto del timbre invadió el salón y Ferraro, molesto, tuvo que poner fin a aquella mágica velada de intimidad.

Se puso de pie, moviendo el cuerpo de Alessandra y cuando abrió la puerta, frunció el ceño confundido.

- ¿Luca? - espetó el abogado asombrado - ¿Qué carajos haces aquí? -

Luca resopló como un toro enojado y entró en la casa, pasando a Ferraro.

- Discutí con Flaminia. - murmuró enojado, mirando a su alrededor - ¡Hola Ale! -

Alessandra de repente se dio vuelta y puso los ojos en blanco.

- Hola Luca - exclamó sorprendida, pero al ver su cara de fastidio entrecerró los ojos con recelo - ¡Espera! ¿Discutiste con Flaminia? -

Luca soltó un gemido frustrado y se desplomó en el sofá.

- Estaba en el bar con un cliente y estábamos hablando de trabajo, cuando pasó Flaminia y me envió un mensaje diciéndome que no volviera a aparecer nunca más - explicó cansado, llevándose los dedos a las sienes.

- ¿Y por qué estaba tan enfadada? - preguntó Alessandra, aturdida.

- Porque la cliente en cuestión era Bárbara, mi ex.- aclaró poniéndose cómodo.

Alessandra y Marco pusieron los ojos en blanco y se miraron perplejos.

- Bueno, creo que es normal que le molestara.- Comentó Ferraro cruzando los brazos sobre el pecho.

Luca lo miró furioso y estiró las piernas sobre la mesa.

- ¡Qué puedo hacer, si la empresa para la que trabaja es cliente nuestro! - el hombre se agitó, gesticulando, luego se giró y miró a Alessandra - Dame una manta -

- ¿Tú también quieres palomitas de maíz? , mientras extendía el plaid en dirección a Luca.

- Mm. - murmuró encogiéndose de hombros - ¡Si los tienes, de buena gana! -

Alessandra frunció el labio, molesta por la intrusión del joven y Ferraro, resignado, le ordenó con su mirada que tuviera paciencia.

- ¿Has intentado explicárselo? - averiguó Marco con cautela.

- ¡Por supuesto que sí! - espetó Luca nerviosamente - Pero ya sabes cómo es Flaminia, ella se convence de una cosa y no quiere entrar en razones - ¡

Alessandra y Marco no sabían exactamente qué hacer!

Seguir hablando de ello estaba fuera de discusión; Luca estaba dotado de un orgullo sin límites e instarlo a aclarar era un desperdicio de esfuerzo, mientras que Flaminia, por su parte, era testaruda como pocas personas en el mundo.

En esencia, no hicieron nada: los tres se sentaron en el sofá (Luca obviamente estaba en el centro) y vieron una película estrafalaria para calmar los ánimos.

No podrían haber sabido que esto era sólo la calma antes de la tormenta.

El sonido del timbre resonó por todo el apartamento nuevamente, alertando a todos.

Marco y Alessandra resoplaron molestos y Luca, sintiendo una extraña premonición arrastrándose por sus entrañas, miró hacia la puerta con sospecha.

Alessandra se puso de pie, murmurando para sí misma, y cuando abrió la puerta, un suave gemido escapó de sus labios.

- Flami...- gimió, temerosa de lo que pudiera pasar poco después.

- ¡Lo odio, lo odio! - gritó Flaminia, entrando en la casa - ¡Ya estaba harta de imbéciles y en cambio me comprometí con el rey! - ¡

Alessandra se puso una mano en la frente, desmoralizada, mientras Flaminia, con la cara roja! y con los ojos llenos de ira, se quitó el abrigo y se sentó en la sala.

- ¡Es mejor que no aparezca hoy, sino te juro que este es el momento en que lo mato - amenazó enojada!

Luca dio un salto y, acurrucándose bajo la manta, se volvió hacia Ferraro.

- ¡Ferrá, escóndeme! - susurró aterrorizado.

Luca no tuvo tiempo de esconderse, porque pronto encontró la figura de Flaminia frente a él.

Se miraron durante un momento que pareció interminable: él intimidaba, ella asombraba de tenerlo delante.

- ¡TÚ! - gritó, señalándolo con el dedo.

Luca quedó instantáneamente petrificado.

- ¡¿Qué carajos haces aquí?! - espetó ella enfadada.

- ¡Hola muñeca! – exclamó esbozando una sonrisa torcida.

- ¡No lo intentes! - amenazó con dureza - ¡Esta vez no te saldrás con la tuya! - ¡

Esa amenaza golpeó a Luca como una bofetada certera y la ira se apoderó de su cuerpo con arrogancia.

Él se levantó furioso y con su imponente presencia se colocó frente a ella.

- Ahora divirtámonos.- Susurró Marco al oído de Alessandra.

- ¡No hice nada en absoluto! - gritó el contador, lívido de ira - ¡El problema eres tú! ¡Solo estaba trabajando!-

Flaminia alzó las cejas y cruzó los brazos sobre el pecho.

- ¿Y qué papel tenía Bárbara? - escupió con desprecio.

- Es una de mis clientas, ¡joder! - gritó exasperado - ¿Quieres entender que no te engaño con nadie? -

¡Te vi, Luca! ¡Vi esas sonrisas y esas risitas! - replicó enojada.

- ¡Es un negocio, cariño! - bromeó el contable guiñándole un ojo.

Alessandra y Marco tuvieron que contenerse para no estallar en carcajadas, pero el rostro de Flaminia no estaba marcado por ningún rastro de hilaridad.

Apretó los dientes, temblando de ira e hizo un enorme esfuerzo para reprimir las ganas de darle una bofetada.

- ¿Crees que escribí "idiota" en mi cara? - siseó ella con frialdad.

Marco y Alessandra siguieron aquella diatriba divertidos, pero ninguno de los dos pensó en intervenir.

- ¡No, sigue escribiendo "loca"! - tronó Luca con desdén - ¿Es posible que sigamos en esto - la acusó, decepcionado?

Flaminia enderezó el torso, pero no respondió. Se mordió el labio inferior, nerviosa, y centró la mirada en sus pies, pero la expresión de superioridad no la abandonó.

Luca contuvo el aliento, frenando la impulsividad de su lengua y se tomó unos momentos de silencio antes de suspirar con cansancio y seguir hablando.

- El problema es que no confías en mí - afirmó Luca con gravedad, mirando fijamente a su prometida - En poco más de un año de noviazgo, nunca te he hecho faltar nada, y menos mi lealtad - aclaró con dureza. No lo merezco, Flaminia.- murmuró amargado.

Flaminia saltó, completamente impactada por las palabras de su hombre y cuando volvió a encontrarse con los ojos decepcionados del chico, se derritió como gelatina.

Todas las razones que tenía para estar enfadada con él parecían cosas frívolas y poco serias.

Se sintió estúpida en ese momento.

Ella frunció los labios y la dureza de su mirada dio paso a una ternura que suavizó su expresión.

- Me dolió verte con ella…- murmuró dócilmente.

Luca sonrió y el corazón le tembló en el pecho. El niño se acercó y, agarrándole las manos, le acarició las palmas suavemente.

- ¡Nunca traicionaría a mi muñequita! - la tranquilizó, acariciando su rostro, antes de depositar un dulce beso en sus labios.

Alessandra, que había presenciado todo en silencio, se volvió hacia Marco y sonrió feliz, pero no encontró cómplice en el hombre.

Ferraro miró a las dos parejas comprometidas con una ceja levantada con escepticismo y su labio se curvó en una mueca.

- ¿Y eso es todo? - murmuró Marco molesto - ¡Me esperaba un argumento cómico - protestó decepcionado!

- ¡Marco! - exclamó Alessandra dándole un codazo.

Flaminia y Luca, que hasta entonces estaban demasiado absortos en sus besos y en la nueva paz, se volvieron hacia sus espectadores y se echaron a reír.

- ¡No te preocupes, Marco! ¡De todos modos Luca no la verá hasta dentro de un mes - bromeó Flaminia, guiñándole un ojo.

La sonrisa de Luca desapareció de repente.

Se sobresaltó, desconcertado, y reemplazó la expresión feliz y dichosa por una de indignación.

- ¡¿Qué?! - espetó, abriendo mucho la boca - No, me estoy rebelando - decretó resueltamente.

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