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5

     Al llegar a casa busqué a mamá pero no la encontré, supuse que estaría en el trabajo aún. Dejé el bolso en el sofá y me dispuse a ir a la cocina, ya que mi estómago rugía y exigía comida. Me preparé un sándwich acompañado de leche. Me senté en la encimera de la cocina, disponiéndome a comer.

Mi mente viajó a lo sucedido hoy, ese chico. Su mirada en la mía, su sonrisa llena de sorna y diversión ¿acaso ya nos habíamos visto? ¿Es posible? Negué con la cabeza ya que si eso hubiera pasado lo recordaría, quizás se me parece a alguien más y es todo.

Al terminar de comer me dirigí a mi habitación, sentándome en el escritorio y abriendo mi ordenador. Revisé el Facebook para ver si tenía alguna solicitud o algún mensaje y si, tenía un mensaje de Alessa.

Te llamo en 5

Fruncí el ceño ¿en 5 que? ¿Horas, minutos, segundos? Supuse que eran segundos al ver en la pantalla que me estaba invitando a hacer video chat. Le respondí al momento.

—Me imagino que Karina te soltó hasta ahorita —fue lo primer que me dijo. Estaba sentada en su escritorio, limándose las uñas.

—Imaginas bien —respondí, poniendo mis codos en la mesa— ¿cuál es la urgencia?

Alessa dejó de limarse las uñas y ahora me miró atenta.

—Sé como se llaman —dijo. Fruncí el ceño, esta continuó al ver que no entendía—: Los chicos nuevos, el rubio se llama Basael, el pelirrojo se llama Kanael y el pelinegro se llama Afael ¿no es raro? Todo termina con el.

Puse los labios en una sola línea y elevé mis cejas ¿cómo se dio cuenta tan rápido? Así que Afael, ¿he? Extraño nombre. Como ellos.

—¿Cómo...? —iba a preguntar pero ni me dejó terminar de hablar.

—Ni me lo preguntes, tengo mis fuentes —sopló sus uñas.

Negué con la cabeza, Alessa era así.

—¿Sabes que es más extraño? —pregunta. Negué con la cabeza—. El chico ese llamado Kanael, es guapo, muy guapo, a la salida me lo encontré y me sonrió.

—¿En serio? —cuestione perpleja.

Asintió. Y no sabía porqué estaba sin celebrar ni nada, lo cual me pareció muy raro.

—¿Y porqué no estás celebrando o algo así ? —cuestione lo que había pensado.

Esta se lo pensó.

—Tienes razón —se enderezó—. Es buena señal, ¿no? Lo que pasa es que lo notaba extraño como Afael y Basael. Ya, no me hagas caso, ¿vas a ir a Gigi's?

Gigi's era una cafetería a la que asistíamos todas las noches a platicar o algo así, beber malteadas o comer algo. Casi todos los de la preparatoria asistían.

—Está bien, me cambiaré —me despedí. Cerré la laptop, poniéndome de pie para buscar algo de ropa. Elegí un pantalón talla alta y una camisa mangas largas que me la puse por dentro. Escogí unas botas de lana que me llegaban a la rodilla y mi abrigo para después. Peiné mi cabello, dejándolo en una cola alta.

Estaba bien.

Salí de mi habitación, cogiendo las llaves del coche y saliendo afuera. Me sobresalte al ver a la persona que estaba sentada en la banca de la acera con un cigarrillo en las manos.

Afael.

¿Que hace aquí?

Tragué grueso. Mi coche estaba casi cerca de la banca así que tendría que verlo y él me vería. Antes de llegar su voz hizo que me quedar quieta:

—Las casualidades de la vida —murmuró este sin mirarme.

Al no obtener respuesta de mi parte este giró su rostro, observándome.

—¿Te vas a quedar allí parada, Coralee? —cuestionó con algo de diversión en su voz.

—¿Que... Que haces aquí? —le pregunté con un hilo de voz, apurando el paso. Ahora quedé a pocos centímetros de él. Afael se puso de pie, dando unos cuantos pasos más a mi.

—Vivo aquí —respondió.

Fruncí el ceño.

—¿Cómo? —inquirí sin entender.

—En esa casa de allí —señaló la casa a la par de la mía—. Ahora soy tu vecino, Coralee. ¿No te da gusto?

Lo miré anonada ¿mi vecino? ¿Pero como? Conocía a los antiguos dueños y no miraba indicios de que se quisieran mudar, es más, la señora alguna vez me comentó que le gustaba mucho vivir aquí y que aquí moriría. ¿Entonces? Además, ni siquiera se despidieron de mi.

—No te entiendo —murmuré, mirándolo atenta.

Sonrió de lado, gesto que provocó que algo se removiera dentro de mi.

—Claro que lo haces, solo quieres que hable de más, ¿no? —retrocedió, sentándose en el respaldar de la banca—. Eres lista, Coralee, ahora me doy cuenta de que no debo de subestimarte.

Me crucé de brazos, mordiéndome mi labio inferior.

—Eres... extraño, ¿lo sabias? —se me escapó, es que ni siquiera lo pensé, mi boca solo dijo lo que había pensado antes.

Me miró.

—Lo sé.

Asentí para mis adentros recordando que mis amigas deben de estar en Gigi's ya y me deben de estar esperando.

—Supongo que te tengo que dar la bienvenida, ¿no?

—No creo que seas del tipo que dice cosas sin sentirlas.

Lo miré atónita ¿cómo lo supo? Era cierto, no me gustaba hablar sin sentir las cosas, es decir que no le iba a dar la bienvenida si no me agradaba que estuviera aquí. Y eso me desconcertó.

—¿Quien eres en realidad? —quise saber.

—Afael —respondió—. Pero eso ya lo sabías.

Se puso de pie y sin decir nada se dirigió a su casa, adentrándose, y yo me quedé allí, quieta, sin saber que hacer ni que decir ¿cómo supo que  ya sabía su nombre? ¿Acaso me espiaba? Miré la casa, la ventana de mi cuarto estaba frente a una de las ventanas de la ahora su casa ¿acaso será su cuarto? Mi teléfono sonó anunciando un mensaje, lo leí de inmediato.

Alessa: te estamos esperando.

Me reincorporé, adentrándome en mi auto, arrancando lo más rápido posible de allí.

***

—Es muy extraño, la verdad, también me siento observada, cuando me quedé sola en casa luego de llegar me sentí extraña. Nunca lo había sentido. —Karina dio un sorbo a su malteada. Había llegado hace varios minutos, les comenté que a horas los chicos extraños serán mis vecinos.

—Olvidémonos de eso, chicas, son guapos y serios. No tiene nada de malo —repuso Alessa—. ¿Alguna vez han leído un libro?

Karina y yo la miramos expectante ¿acaso ella sabía leer?

—¿Tú si? —se burló Karina.

Alessa se encogió de hombros como restándole importancia.

—Mi hermana un día dejo uno en mi habitación y como mi mamá me había quitado el celular pues no tuve mas remedio que entretenerme con eso. Me gustó la historia, siempre es el típico chico mujeriego, guapo y popular.

Karina y yo nos dimos una mirada rápida.

—Wow... Alessa leyó un libro —repasó Karina, sin creérselo. Yo si un sorbo a mi malteada de fresa sonriendo divertida, mientras Alessa solo la fulminó con la mirada.

Habían varias mesas llenas, eran alumnos de la preparatoria, la del fondo estaba llena por todos los del equipo de fútbol que se pone a platicar sobre jugadas o chicas. Habían parejas, amigas y así. Era un bonito lugar y siempre fue mi favorito.

—Oh, Oh —la voz de Alessa me trajo de vuelta a la realidad—. Miren quiénes vienen allí.

Miramos por la ventana, se estaban parqueando tres coches. Uno era un Ferrari rojo, otro era un Audi negro y el último una Homer color plomo. Del Ferrari salió  nada más ni nada menos que Kanael, del Audi negro venía saliendo Basael y de la Homer, obviamente era Afael.

Genial.

Todos los de Gigi's pusieron su atención en ellos, incluso las chicas de la otra esquina, que eran las porristas, empezaron a suspirar y decir que alguno de ellos iba a ser su novio. Pues parece que se habían convertido en los ahora populares de la escuela, dejando a los del equipo atrás. Y eso a ellos nos les gustó.

Los tres entraron a Gigi's con aires despreocupados, pasando su mirada por las mesas, la única que estaba vacía era... la de nuestro lado. Genial.

Bajé la vista, encogiéndome un poco en el asiento para que Afael no me notará.

—Vienen para acá —susurró Karina muy cerca de mi oído. Escuché pisadas, hasta que noté que se sentaron en la mesa disponible. Al subir la vista me encontré a Afael frente a mi. Encima lo voy a tener que estar viendo, no puede ser. Éste, al notarme, me guiñó un ojo.

—¡Te guiñó un ojo! —exclamó Karina en un susurro dándome pequeños empujones. Alessa abrió los ojos del asombro y casi escupe la malteada que estaba bebiendo.

—¿Quien? ¿Fue Kanael? —inquirió ella, demasiado bajó. Es que ahora no podíamos hablar con libertad ni a gritos.

—No —respondí de inmediato.

—Fue Afael.

Alessa suspiró aliviada. Pude notar que venía alguien en camino, volteé mi vista y pude notar a la capitana de las porristas, Francia Dunn, dirigirse a la mesa de los tres chicos. Aún llevaba puesto el uniforme al igual que las demás.

—Hola, chicos —Les dijo esta—. No nos hemos presentado, soy Francia Dunn —se presentó.

—Soy Afael —respondió, dándole una sonrisa coqueta. Maldito—. Y ellos son mis hermanos Basael y Kanael.

—Está coqueteando con ellos —bramó Alessa cabreado—. Kanael es mío.

Karina rodó los ojos.

Aparté mi vista, no quería parecer... enojada viendo la escena. Viendo cómo Afael ligaba con Francia.

—¿Quieren algo más? Voy a pedir otro —les dije, levantándome. Mi malteada ya se había acabado. Estas negaron, prestando demasiada atención a lo que Francia, nombre de país tenía para decir. Caminé hacia la barra, sintiendo miradas en mi. —Hola, Gigi —le dije a la mujer sonriente frente a mi—. ¿Me das otra malteada, por favor?

—Está bien —se giró a hacerla.

—Hola —me saludó alguien. Volteé a él de inmediato, era uno de los chicos del equipo.

—Hola —sonreí algo confundía ya que nunca me había hablado.

—Coralee, ¿cierto? —se apoyó en la barra.

¿Soy yo o estaba nervioso?

—Si —asentí.

—Oye, no te espantes pero te he estado observando estas últimas semanas —dijo—. Eres linda.

¿Esta ligando conmigo?

—Eso ella ya lo sabe —intervino otra voz detrás de mí. Me tensé en ese momento y sentí como la piel se me erizó. Giré a él. Afael estaba de pie, apoyado también en la barra, mirando un poco amenazante a este chico.

—Imagino que si —respondió el dejándolo de lado y volviendo a mi—. Oye, ¿te gustaría dar un pasado el viernes por la noche? Prometo no llevarte tarde a casa —sonrió. Una sonrisa que me pareció sincera.

¿Era una cita acaso? No pude evitar ponerme algo nerviosa ya que jamás había asistido a una cita y ni siquiera había dado mi primer beso. Deprimente, ¿he?

—Disculpa... —me detuve en seco.

—Larry.

—Larry —sonreí—. La verdad no lo sé.

—Anda, veras que la pasaremos bien.

—Ya dijo que no —espetó Afael detrás de mi. Lo miré con el ceño fruncido.

—¿Disculpa? —inquirió. ¿Quien se cree que es?

Larry lo miró expectante, cabreado. Pero Afael parecía no tenerle miedo.

—No te disculpes, Coralee, lo hago con gusto. —me guiñó un ojo.

¿Que le pasaba? ¿Quien se creía que era este? De todas formas no iba a dejar que Larry pensara que este me mandara, el chico se mira buena persona y solo saldremos como amigos. Nada.

—Larry, nos vemos el viernes en la noche —le dije, sonriendo.

—Ya veras que no te arrepentirás —me dijo, dirigiéndose a su mesa. Ahora miré a Afael, que me miraba con los puños apretados, pero lo supo acular.

—¿Que sucede contigo? —me cruce de brazos.

—Solo quería ahorrarte una decepción —se excusó pareciendo causal.

—Tú que vas a saber de mi vida. —me burlé, intentando pasarlo, pero lo que me respondió hizo que me quedara de pie en el mismo lugar. Era imposible que supiera eso:

—Se lo suficiente como para darme cuenta de que no has dado ni tu primer beso.

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