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Capítulo: 04

Nuestros ojos se encontraron, mi corazón empezó a latir fuerte. Muy, muy fuerte, tenía miedo de este hombre. Me miraba con ojos aterradores. Para evitar a este monstruo, empecé a empujarme hacia atrás.

No olvides lo que te he dicho, ¿eh? gritó.

Se levantó y volvió a mirarme. Ocupó su lugar habitual, mi madre, que había ido a por no sé qué, acababa de entrar en la habitación con un vaso de agua. Se acercó a mí.

Ten esto. Te calmará.

Cogí la cosa de su mano y tragué, tomando un poco de agua para poder tragarla.

Descansa un poco, cariño. Vendré a despertarte a la hora de cenar. Cariño vámonos, déjala descansar.

Las dos salieron, dejándome sola. Volví a mi lugar de siempre, mi lugar de tristeza, me hundí de nuevo en mis lágrimas. No sé cuánto tiempo pasé lloriqueando pero lloré mucho. Diría que lloré prácticamente todas las lágrimas de mi cuerpo.

A la hora de cenar, mi madre vino a llamarme. Me enjuagué la cara y me uní a ellos. Cuando llegué al salón, me senté al lado de mi madre. Me sirvió comida, era cuscús, mi comida favorita pero, por desgracia para mí, no tenía apetito.

Sólo jugaba con la comida, cada vez que intentaba coger algo, aún recordaba lo que me había hecho mi padre.

¿Qué te pasa? preguntó mi madre

No mamá. Estoy bien. Sólo me duele la cabeza.

Intenta tomar algo, hija.

No te preocupes mamá.

Comencé por tragar algunas cosas, después de tragar algo me despedí de ellos y fui a recostarme en mi cama con la esperanza de dormir un poco.

Todo se había vuelto muy silencioso, no oía nada, parecía que mis dos padres ya estaban dormidos. Me levanté para cerrar la puerta, pero lamentándolo mucho, vi que había algo bloqueando la puerta. Encendí el interruptor de la luz para poder ver con más claridad. Me quedé totalmente sorprendida, era mi padre. Entró en la habitación y cerró la puerta tras de sí.

Me empujó a la cama sin siquiera darme unos minutos para explicarme. Me levantó el vestidito y me metió la mano en la vagina. Quise gritar, pero me tapó la boca con la mano.

Se bajó los pantalones y volvió a sacar su varita mágica. Me lo metió en la boca y me pidió que lo chupara como si me estuviera cepillando los dientes, cogí la cosa con la mano y empecé a cepillarme con ella.

Más fuerte. gritaba.

Subía el volumen cada vez que lo decía, no sabía lo que hacía. No sentía nada, siempre me estaba dando esas órdenes.

En algún momento, me sacó la varita mágica de la boca, se la volvió a meter en el pantalón y salió de mi habitación.

Cuando salió, fui a cerrar la puerta. Lo único que podía hacer para evitar estas cosas era cerrar con llave la puerta de mi habitación. Cuando terminé de cerrarla, me metí en la ducha. Pasé un buen rato lavándome los dientes, no podía dormir tan fácilmente sin lavarme los dientes.

Me di la vuelta en la cama y me acosté. No pegué ojo en toda la noche. Aunque estuvieras en mi lugar, no dormirías.

A la mañana siguiente me levanté muy temprano, lavé los platos y algunas pequeñas tareas. Cuando terminé de hacer las tareas domésticas, me fui a la ducha para darme un baño.

Me estaba bañando tranquilamente cuando mi padre entró en la ducha sin ni siquiera llamar. Me apretó contra la pared y me penetró con su vara.

No pude gritar, aguanté el dolor a pesar mío, mi padre volvió a aprovecharse de mí por segunda vez. Cuando terminó, salió de mi ducha y me dejó llorando.

Tomé mi baño y salí mientras me vestía con mi uniforme. Cuando llegué al salón, mi padre se ofreció a dejarme hoy, ya que quería llevarme allí, mi madre aceptó sin rechistar porque era menos problema para ella.

Buenos días cariño, te deja tu padre.

De acuerdo, mamá.

Me dio mi desayuno y salí con mi padre. Cogió su coche, que le permitía ir a donde quisiera. Me pasé todo el viaje evitando la mirada de mi padre, que intentaba mirarme por el retrovisor mientras yo iba sentada en el asiento trasero.

Oye Emily, cuando llegues al colegio, compórtate y no digas nada a nadie.

Con las dos manos entre las piernas, asentí dándole la razón a mi padre. Me sonrió y me dejó en el colegio. Antes de marcharse, volvió a recordarme las mismas cosas y desapareció en el aire.

Continuación

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