Capítulo 4. Acosador
Por Javier
Cuando llegué el martes a las 8:30, faltaba para abrir, ella ya estaba en su escritorio, trabajando, me asome para pedirle informes, ésta vez de compras, sé que de eso se encarga mi hermano, sin embargo, igual que el día anterior, vino con las carpetas.
Respondió todas mis preguntas, algunas incisivas, pero sabía de qué se trataba cada tema, era como si hubiese estado estudiando las respuestas para un 10, sin embargo se las repreguntaba para ver dónde se equivocaba, por fin la dejé ir.
Ví que miró su celular, ¿Esperaba alguna llamada? ¿De mi padre? ¿Tendría otro amante?
A las 13:30 la vi subir a su departamento y bajar con un bolso, parecía que tenía libros, eso se adivinaba por el peso.
¿Vendería información nuestra? ¿A quién?
Volvió a las 16 hs, fue directo a su oficina y comió algo que le trajeron, es decir que no había almorzado.
Me enfrasqué nuevamente en mi trabajo, a las 20 me retiré, ella ni levantó la vista.
Decidí cenar en la planta baja y volver a la oficina.
Por Camila
Siento que Javier está evaluando mi trabajo y lo hace continuamente, controlaba todo lo que hago, me formó don Antonio y completé mis conocimientos en la facultad, sigo estudiando, hoy cursé, no me dijo nada cuando me ausenté, su padre sabía que estudiaba y me alentaba a ello y mis ausencias eran para ir a la facultad.
A la 20 hs lo vi pasar, me asombré cuando cerca de las 21 hs volvió, fue directo a su oficina, yo no había cenado y no tenía ganas de cocinar, encima tenía algo de trabajo pendiente por lo que preferí que me suban algo rápido para picar, así me quedaba trabajando y también tendría tiempo para estudiar.
Cerca de las 11 pm subí a mi departamento, él ya se había ido, sin saludar.
Estudié hasta las 2 am, estaba cansada, pero tampoco podía dormir... pensando en él…
A las 8 ya estaba en mi escritorio, él llegó a las 8:15 , más temprano que ayer.
¿Lo estoy controlando?.
Hoy no me llamó.
Yo cursaba a las 15 y volví a las 17 hs.
Cuando entré, me llamó.
—Pasea mucho señorita, ¿Trabaja afuera?¿Tal vez para la competencia? ¿Le vende nuestros datos?
No podía creer lo que me estaba preguntando ¿Quién se pensaba que era? ¿No le demostré que todo estaba en perfecto orden?
¿Acaso pensaba que su padre confiaría en cualquiera persona?
—Disculpe señor, no tiene por qué ofenderme, siempre le demostré mi lealtad a su padre y mi eterno agradecimiento, jamás traicionaría a don Antonio.
Por Javier
Yo estaba parado, cerca del ventanal, giré y me acerqué despacio.
—¿Traicionar? No estoy hablando que te encamaste con otro, solo que vendés nuestros datos.
Yo ya esperaba el cachetazo.
La iba conociendo.
Cuando levantó la mano se la agarré en el aire y con fuerza la llevé detrás de su espalda, quedamos pegados, sentía su perfume, su aliento, sus labios…
¡Maldita sea! Otra vez la estoy besando como un salvaje, excitado, le pegué mi miembro erecto, caliente, a su cuerpo, me está sintiendo, trata de alejarse pero no la dejo, sigo comiéndole la boca, cuando suena un celular, era el de ella, aprovecha para empujarme, estábamos jadeando los dos.
Trato de tomar aire, mientras que a ella se le caían las lágrimas.
Me di cuenta que no quería salir en ese estado, trataba de tranquilizarse.
—Puede retirarse.
Se limpió las lágrimas y contestó el teléfono mientras se dirigía hacia la puerta.
—Hola don Antonio, sí, en un segundo estoy en mi oficina.
Escucho lo que dice.
Me tensé, problemas en el horizonte…
Todo lo hacía para que ella se vaya de una buena vez.
La quiero lejos.
¿Los besos también son para que se vaya? Me pregunta una voz interna.
Sí, son para que vea lo puta que es, que nadie la respeta y se vaya.
Pero me tenía que acomodar mi miembro que seguía duro y yo seguía con su sabor en mi boca.
Es una puta, sabe excitar a un hombre, me sigo diciendo sin querer reconocer que ella no había hecho nada y yo estaba fuera de control.
A la media hora, entra mi padre con cara de pocos amigos.
—¿Qué le hiciste?
—¿Te fue con el cuento? ¿Aparte de puta, chismosa? ¿Sabías que sale en horario de trabajo?¿Pensaste que puede estar vendiendo información nuestra?
Grito exasperado para hacerle ver lo peligrosa que es esa mujer que lo tiene cegado.
—¡Deja de llamarla así!
—¡Te tiene encandilado!
—¿Podés dejar de ser idiota en algún momento?
—¿Yo soy el idiota?¿Porque se va? Lleva libros ¡¡¡Deben ser nuestros!!!
—¡Estudia! ¡Va a la facultad!
—Vos me dijiste que es licenciada en administración de empresas ¡Ya se recibió! ¿No te das cuenta?
— Hijo —dijo cambiando de tono— empezá a madurar, ¡Por favor!
—Bueno, ya que no me creés, voy a quedarme en el otro departamento de arriba, vas a ver cómo descubro todo, cuando te vas, hasta machos debe traer.
Mi padre sonrió, no comprendí.
—Ella puede hacer lo que quiera de su vida.
—¿Sos tan liberal ahora? Aparte, de noche, no puede entrar nadie, nos pueden robar y...
—¡Basta de idioteces! ¡Por favor! Sí, quedate, y hacelo desde hoy.
Se fué, pero no podría decir que enojado.
Mierda, no tengo ropa...el departamento está amueblado, de hecho mi hermano se queda a veces, eso dice, se debe encamar con la trola.
Voy hasta el sector de caballeros y elijo algunas prendas.
Va a ser una sorpresa, la voy a enganchar en algo y esta misma noche.
Dejo todo en el departamento, es cómodo y bastante lujoso, podría vivir un tiempo allí.
Como todas las noches, ceno en la planta baja, regreso a la oficina y ella sigue allí, trabajando, mientras come algo de pasada.
Claro, quiere dárselas de buena empleada.
Un poco antes de las 11 de la noche, se acerca a mi oficina y desde el umbral me dice:
—Señor Javier ¿Pone usted la alarma?
—¿Ya se cansó de hacerse la trabajadora implacable?
—Buenas noches.
Saluda y se va ignorándome.
¡La odio!
Miro como se aleja.
¡Ese culo! ¡Qué ganas de…Cómo la odio!
Esperé unos minutos y luego, sigilosamente entré al departamento, traté de escuchar ruidos que vinieran de su departamento, nada...apenas pasadas las 12, cerré con cuidado la puerta de mi departamento y abrí, con más cuidado, la puerta del suyo.
Me sorprendí, se había quedado dormida en el sillón, con un libro sobre ella, otros estaban apoyados de cualquier forma en una pequeña mesita, la iluminación provenía de una lámpara que iluminaba cerca de su cabeza, se ve que era solo para la lectura.
Se la veía cansada.
Los libros eran de contaduría, lo sé, los estudié.
Ahora recordé que mi padre me dijo que estudiaba.
Ví la pollera y el saco apoyados en el respaldo de una silla y los zapatos de tacón, al lado del sillón.
Ella estaba tapada hasta la cintura con una manta ¿Pero eso significaba que estaba en ropa interior?
Soy un pervertido, me fije si se notaba qué traía puesto.
Hace un movimiento y gira para el lado de la pared, se ve un poco del elástico medio violeta, de una tanguita, trago saliva.
Ella se mueve incómoda, veo como que se toca las tetas dormida, mi amigo se despierta…
Sin percatarse que estoy observando, se saca la camisa y se desabrocha el corpiño, que hace juego con su tanguita, es de encaje, se lo termina de quitar, dejando sus pechos al aire.
Se acomoda para seguir durmiendo, ahí en el sillón, el libro se cae al suelo, ella se incorpora, ¿Se irá a la cama?
Me ve y pega un grito, no muy alto, es como que se quedó sin voz, o está medio dormida.
—¿Qué hacés acá? —dice asustada, o simula estarlo.
—¡Vamos, si te desnudaste para mí!
Se mira y ve su cuerpo casi desnudo, yo me acerco rápidamente y la beso, mientras llevo mis manos a sus pechos.
Estoy hirviendo de deseo ¿Esto es lo que mi padre y mi hermano disfrutan? Me pregunto y eso me envenena.
Bajo una mano a su entrepierna, la meto por debajo de su tanguita, está húmeda, pero no lo suficiente.
—Dale Camila, terminá de mojarte para mí ¡La vamos a pasar genial!
—Por favor, no, no lo hagas, andate por favor.
La sigo tocando y besando.
—¡No, por favor! Te vas a arrepentir —dice ¿Asustada? Mientras llora cada vez más angustiada.
Yo me bajo el pantalón de pijama que traía puesto, también el boxer, mi miembro salta, duro, apuntando al techo, ella lo mira y me mira, se tapa los ojos y sale corriendo, llevándose una silla por delante, se cae y se levanta en un segundo y se encierra en el baño.
—¡Vamos Camila, si dejaste la puerta abierta para mí!
—Por favor, andate.
No dejaba de llorar.
¿Qué le pasa? ¡Si está acostumbrada!
Vuelvo a mi departamento y sigo sin entender el comportamiento de ella.