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Capítulo 2. Mismo barrio

Por Antonella

—Estuve charlando con Teresa.

Dice mi tía, llamando mi atención.

Teresa es una prima de ella.

También fue prima de mi madre.

Sigo comiendo en silencio.

—La invité a que pase unos días con nosotros, viene con su marido, también con Pía y su pareja.

Ahora sí, mis manos temblaban.

Tuve que disimular.

La mirada de Sandy en mi rostro, me decía mil cosas.

En ese momento, le contesté algo a Kate.

—Nunca fueron muy compinches con Pía.

Mi tía se refiere a nosotras dos, a Sandy y a mí.

—Es verdad.

Lo concedo yo.

La revolución que siento por dentro, es mucha.

Nadie sabe, solo Sandy, de esa revolución que tengo en mi corazón.

Trato de disimular todo lo que siento.

Tampoco tiene sentido que alguien se entere, es algo que pasó, que está en el pasado y que no puede volver.

Una inmensa melancolía se apoderó de mí.

—¿Estás reconsiderando acompañarme?

Me pregunta mi marido.

—No, ya te dije que no voy.

Al final, por una razón u otra, siempre estoy sola.

Al lado de Marcelo también me siento sola.

Marcelo llegó a mi vida en un momento en que yo no estaba demasiado bien, y realmente no sé qué buscaba él en una relación, siento que se llevó parte de mi juventud y no entiendo por qué lo permití.

Terminamos de almorzar y me dispongo a ayudar a mi tía con los platos, llevo todo a la cocina.

—Ahora lava todo Maria.

Dice mi tía.

Maria vive en forma permanente en el campo, es la señora que limpia la casa y ayuda a mi tía a cocinar.

Voy hasta mi dormitorio y le hago la valija a mi marido.

—Es increíble que te quedes.

—Es increíble que quieras que te acompañe, para que yo esté en casa.

—Me podés esperar en el auto.

—¿Pensás que no tengo dignidad?

—Estás exagerando, como siempre.

—No digas idioteces, ninguna mujer te hubiese permitido todo lo que yo te permití.

—Vos sabía que tenía un hijo.

—Si, tenés un hijo, pero Bianca es tu ex esposa, no tu esposa.

—Sabés que es complicada la situación.

—Porque vos lo permitís.

—No puedo hacer otra cosa.

—Sí, podés hacer otra cosa.

—¿Pretendés que no vaya a la entrega de diploma de mi hijo?

—Nunca te diría algo así.

—Es lo que parece que querés.

—Siempre fuiste muy injusto conmigo, lo único que te pido, es que ella no se suba a mi auto, ni por una cuadra.

—Seguís exagerando, no puedo llevar a mi hijo y a mi madre y a ella mandarla a pié.

Me indigne.

—Andá con tu auto.

—El tuyo es más cómodo y vos acá no lo vas a usar.

—Solo te digo que no quiero que ella suba a mi auto ¿Cuándo volvés?

—No sé si volveré, son varias horas de viaje.

—Si ella te pidiera que la busqués, vas hasta el Congo.

—Es la madre de mi hijo.

—Yo soy tu esposa.

—Dijiste que volvés con Sandy.

Es inutil seguir hablando con él.

—Que ella no suba a mi auto.

Dije y salí de mi habitación.

Cuando estoy por ponerme bronceador, mis sobrinas me piden que vaya al agua con ellas.

Así lo hice.

Jugué con las niñas cerca de una hora, hasta que salieron del agua y pude sentarme al lado de mi prima.

Luca estaba a su lado y también mi tía, por lo que con Sandy solo hubo miradas, pero no pude hablar nada.

Mi marido decidió volver al día siguiente, por la mañana.

Ok, una noche más a su lado.

Realmente casi no teníamos intimidad, menos estando en el campo, aunque siempre había una excusa para no tener sexo.

Muchas veces pensé que yo me veía más atractiva de lo que en realidad era.

No despertaba en él esa pasión descomunal, esa que aparece siempre en las novelas.

Entiendo que es solo una novela, que es ficción, pero he recibido besos más apasionados cuando filmaba alguna escena romántica.

Es todo fingido y realmente nunca sentí atracción por alguien con quién me besé en alguna novela.

Al principio, con Marcelo, sí había más pasión, no mortal, pero había, nos llevábamos muy bien sexualmente, pero todo fue cambiando, no es que nos llevemos mal…es que no existe el sexo entre nosotros, lo hacemos una sola vez y cada tanto.

Soy delgada, tengo buen cuerpo, en la calle suelo llamar la atención de los hombres, me visto sexi, siempre estoy arreglada, mucho más que su ex esposa.

Sin embargo, no importa qué perfume use o que camisón me ponga, él se queda hasta última hora mirando tv y luego, al acostarse, girando, apaga la luz.

Un tibio hasta mañana y la mayoría de las veces no es acompañado ni por un beso en los labios.

Mi cabeza a veces explota, porque cuando le saco el tema sexual a mi marido, él dice que ya no es un niño, para hacer el amor a cada rato.

A eso se le suma su ex esposa.

También a mi suegra todo lo que yo hago, le molesta..

Él permite que su madre me llame la atención continuamente y ella casi me trata de inutil, solo por ser actriz.

¡Como si ella me pagase las clases de actuación, de canto o de baile!

Todo lo que hago sale de mi bolsillo.

Mientras que Bianca no aporta un peso en su casa.

Marcelo se va mañana y creo que es una despedida anticipada.

Cada vez estoy más segura de que llegó el momento de terminar con mi matrimonio.

Pienso en nosotros y trato de rescatar lo bueno que hubo en mi matrimonio.

Mi mente queda en blanco, fueron muchos años, muchas noches donde solo hubo silencio.

La vida pasa y si ahora estamos así, más adelante va a ser peor.

Me pierdo pensando y creo que es lo mejor.

Marcelo está como si nada, como si no supiera que lo nuestro está acabado.

Que ya no tiene sentido estar juntos.

Me costó decidirme.

Fué más lo que me costó asumir que me había equivocado, que el dolor por un amor que se marcha.

Es que el amor hace rato que no existía.

Existe cariño y de mi parte también respeto, aunque Marcelo piensa que soy yo la que no respeto a los demás, no sé qué pretende de mí.

Siento que realmente fue un error muy grande haberme casado con Marcelo.

Perdí 6 años de mi vida a su lado y no gané nada, solo me desgasté mentalmente.

No es un mal hombre, es trabajador, es un excelente padre, del hijo de otra mujer, pero eso igual cuenta.

Es un hombre culto, eso llamó mi atención desde un principio y lo admiré.

Mi suegra y su hermana también son personas muy cultas, pero eran bastante cerradas en algunos temas.

Mi cuñada también es licenciada en economía y mi suegra es profesora de matemáticas.

Todos se creen superiores y es verdad, intelectualmente lo son, pero nada más.

Conmigo nunca se portaron bien.

Eso no es ser superior.

Al principio de la relación, me ponía mal, ahora trato que eso no me haga mella.

Por otro lado, sé que en cuanto me separe, no las voy a ver nunca más.

Me dí cuenta que me perdí tanto en mis pensamientos, que no tengo idea de que estaban hablando.

—Anto…

Dice Sandy.

Fue cuando ví que una camioneta estaba se estaba estacionando en un costado.

Mi corazón latía fuerte.

Tampoco eso tenía sentido, era simplemente otro hombre al que no pude conquistar.

La frustración se adueña de mí.

Definitivamente, no debo ser tan hermosa como me creo, no sé qué sucede conmigo.

Creo que soy una buena mujer, generosa, agradable y atractiva.

Tengo 28 años, no soy una niña y sin embargo nunca tuve a un hombre enamorado de mí, hasta perder la cabeza.

No tuve un gran amor, al menos que alguien sienta por mí, que yo soy su gran amor, que desfallezca por mí.

Veo como bajan del auto mis tíos, mi prima con su hijo, de aproximadamente 8 años y él…

El niño es del primer matrimonio de mi prima.

Ahora no está casada y por lo que sé, tampoco convive con su actual pareja…

Quizás nunca pude dar lo que otras mujeres dan.

No sé en qué fallo.

Soy apasionada y me doy por entero.

Saludan a mis tíos, que no estaban demasiado lejos nuestro.

Se acerca mi prima, prima segunda, porque nuestras madres eran primas.

—Hola chicas, siempre juntas ustedes dos.

Dice Pía.

Nos paramos todos, saludamos a nuestros tíos, les presenté a mi marido y mi prima pretendió presentarnos a Fabrizio.

Ella sabía, que habíamos sido novios.

—Hola Fabrizio.

Dijo yo ¿Para qué voy a simular que no lo conozco?

Sandy también lo saludó por su nombre.

—¿Conocen al novio de mi hija?

Preguntó mi tía y parecía espantada.

—Tía, somos todos del mismo barrio.

Le contesté yo, restándole importancia.

Por supuesto que noté el asombro de Fabrizio cuando me vió.

Fue todo muy correcto, él saludó a mi marido, no se conocían, mi marido no era del barrio.

El que estaba observando todo, era Luca.

Espero que no abra la boca.

Luca tampoco lo conocía, al menos no personalmente, creo.

Ellos llevaron sus valijas adentro, mi marido se alejó para prender un cigarrillo.

Sandy trató de disimular, al llamarlo por su nombre, porque sabía toda la historia, la historia que yo tenía en mi cabeza, era mía y aunque era evidente que el protagonista masculino existía, yo no era la que encabezaba el rol principal junto a él.

Suspiro profundamente.

—Anto, vos sos más linda.

Dijo Sandy, acercándose a mí.

Yo le sonreí.

—¿Ya están secreteando ustedes dos?

Pregunta Teresa.

Es insoportable esa mujer, tanto, que estoy considerando volver con mi marido, pero eso tampoco tiene sentido.

De repente es como que siento que no tengo un lugar de pertenencia, un lugar en donde esté cómoda, donde no haya agresiones, donde pueda estar en paz.

No pido mucho más que eso.

Amor no tengo, amor de hombre.

Le iba a contestar, pero decidí no hacerlo, porque luego, como siempre, van a decir que soy yo la que busca problemas.

Para muchos soy problemática, porque no permito que los demás se metan en mi vida.

Siempre fue así, pareciera que me tuvieran bronca por algo.

Desde que éramos chicas, si estábamos de sobremesa, en algunas reuniones familiares, me llamaban la atención si hablaba mucho, o poco y si escuchaba música, me cuestionaban hasta la música que escuchaba.

Eso lo hacía sobre todo Teresa, cuando Pía comenzó a escuchar el mismo tipo de música que escuchaba yo, esa música pasó a ser divina.

Mis padres nunca me defendieron, es más, hasta terminaban diciendo lo mismo que Teresa.

¿Seré yo, que soy susceptible?

Lo que sucede es que no veo que a Pía la traten así, ni siquiera a Sandy le cuestionan algo.

Salvo cuando Sandy se separó de su primer esposo, duró casada menos de un año, se dió cuenta que la relación no iba y se separó de inmediato, me parece barbaro lo que hizo.

Yo, en cambio, perdí 6 años de mi vida al lado de Marcelo, llenándome de bronca por los maltratos recibidos de parte de su familia y él nunca reaccionó.

Sí, quiero un amor de telenovela.

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