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04

Actualidad.

Luego de un rato llorando en su habitación, se levantó, seguir así no iba a solucionar nada. Sabía que tenían que irse, o sería peor. Maldición, en ese momento se acordaba de la palabras de ese hombre, le había dejado en claro que se pondría en pie, que su compañía estaría en problemas, pero ella no creía que eso iba a pasar, y ahora todo esto. Él tenía algo que ver, definitivamente lo hizo de nuevo.

Pronto se puso a empacar, se arregló y se esforzó en demostrar que todo estaba bien, incluso cuando se desmoronaba por dentro, su vida era un completo infierno ahora, no quería estar en una situación así, pero ¿qué podía hacer?

En cuanto su madre la vio, la abrazó con fuerza, y Loren no quería soltarla.

—Mamá...

—Loren, esto es algo que se escapa de nuestras manos. Ya sabes que será complicado, esto es algo terrible. Pero tú padre me dijo que buscaría la manera, no lo sé, tal vez ya está pensando en algo.

No podía quedarse tranquila sabiendo eso. Todavía no estaba segura de que las cosas iban a tener una solución, claramente eso podría no pasar, y era una cuestión que la tenía inmersa.

—Papá es un idiota, eh, ¿por qué todo sale mal?

—El manejo no fue el adecuado.

—Así que Matthew tenía razón...

—¿Eh? —se separó de su hija y la miró a los ojos, ella suspiró hondo.

—Matthew me advirtió de esto, supongo que algo sabía. No lo sé, pero tengo el presentimiento de que ese idiota tiene algo que ver con todo esto, lo siento aquí, mamá —apuntó.

Rosa sabía algo más, pero sí se lo decía en ese momento, entonces su hija no querría irse, todo sería peor. Por eso decidió guardar silencio, así evitarse una situación así.

...

Durante todo el vuelo, Loren estuvo pensativa, preocupada muchísimo por el futuro. Perderlo todo solo estuvo en una pesadilla y ahora pasaba a la realidad, se sentía muy mal y triste. No encontraba qué podría hacer su padre, ¿pedir ayuda o mendigar? Maldición, no pensaba las cosas, por su culpa estaba ocurriendo todo eso.

Y su inquietud era que no podía hacer nada, incluso si no quería estar de brazos cruzados.

Cuando llegaron a los Estados Unidos, Loren pensó en ir primeramente a la compañía pero su madre la convenció de ir a casa. Se dió cuenta de que su progenitora también estaba actuando un poco extraño. Parecía que algo le estaba ocultado, no le quería decir. O quizá solo era ella pensando eso.

Se llevó la sorpresa de ver un lujoso deportivo negro, uno que no era de ellos, así que llegó a la conclusión de que su padre no estaría solo. Se giró y miró a su madre.

—¿Papá está con alguien? —le soltó y Rosa asintió sin decir otra palabra.

Loren tuvo esa corazonada al entrar, y no se equivocó. Pero la estupefacción estaba en ella de solo ver a Matthew Kingman y su padre en la sala.

—¿Es eso lo que quieres, Matthew , a mi hija Loren?

—Es justo eso, y esta pesadilla, en la que no tengo absolutamente nada que ver, habrá terminado para ustedes los Jones. Solo denme a Loren como esposa.

Loren abrió los ojos como platos y se presentó en la sala, indignada con lo que pasaba. Ganas de soltar improperios no faltaban, pero se contuvo otra vez.

—¿De qué demonios están hablando? —soltó.

La sonrisa de Matthew era soberbia, aires de un ganador. Loren saboreaba el amargo de la derrota.

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Después de un rato llorando en su habitación, Loren decidió que ya era suficiente. No podía quedarse hundida en la tristeza, tenía que hacer algo al respecto. Sabía que debían irse de allí, o las cosas empeorarían. Maldición, recordaba las palabras de aquel hombre que le había advertido que su compañía estaría en problemas, pero ella no creía que eso fuera a suceder. Ahora todo parecía indicar que tenía algo que ver con todo esto, definitivamente lo había vuelto a hacer.

Se levantó y comenzó a empacar rápidamente. Intentó arreglarse y demostrar que todo estaba bien, a pesar de que se desmoronaba por dentro. Su vida se había convertido en un verdadero infierno y no quería seguir viviendo así. Pero ¿qué más podía hacer?

Cuando su madre la vio lista para partir, la abrazó fuertemente y Loren se aferró a ella.

—Mamá...

—Loren, esto está fuera de nuestro control. Sabes que será difícil, esto es algo terrible. Pero tu padre me dijo que buscaría una solución, tal vez ya esté pensando en algo.

Pero Loren no podía quedarse tranquila con eso. No estaba segura de que su padre fuera a encontrar una solución, las cosas podrían empeorar y eso la asustaba.

—Papá es un idiota, ¿por qué todo tiene que salir mal?

—El manejo no fue el adecuado.

—Así que Matthew tenía razón...

—¿Qué quieres decir con eso? —su madre la miró directamente a los ojos y Loren suspiró profundamente.

—Matthew me advirtió sobre esto, creo que sabía algo. No lo sé, pero tengo la sensación de que ese idiota está involucrado en todo esto, lo siento aquí —señaló su corazón.

Rosa sabía algo más, pero si se lo decía en ese momento, su hija no querría irse. Decidió guardar silencio para evitar una situación aún más complicada.

...

Durante todo el vuelo a Estados Unidos, Loren no podía dejar de pensar en el futuro incierto que les esperaba. Habían perdido todo, lo que alguna vez fue una pesadilla ahora se había convertido en una terrible realidad. Se sentía mal y triste, sin saber qué podría hacer su padre. ¿Pedir ayuda? ¿Mendigar? Maldición, no había pensado en las consecuencias de sus acciones. Todo esto era culpa suya.

Al llegar a Estados Unidos, Loren pensó en ir directamente a la compañía, pero su madre la convenció de ir a casa primero. Notó que su madre también estaba actuando de manera extraña, como si le estuviera ocultando algo. O tal vez solo era su imaginación.

Cuando llegaron a casa, se sorprendió al ver un lujoso automóvil deportivo negro que no les pertenecía. Loren giró la cabeza hacia su madre, buscando una explicación.

—¿Papá está con alguien? —preguntó, y Rosa asintió sin decir una palabra más.

Loren tenía la corazonada de que algo así sucedería, pero nunca pensó que fuera cierto. Su sorpresa fue aún mayor al entrar a la sala y encontrarse con Matthew Kingman y su padre.

—¿Es esto lo que quieres, Matthew ? ¿A mi hija Loren? —preguntó su padre.

—Exactamente eso, y esta pesadilla en la que no tengo absolutamente nada que ver, habrá terminado para ustedes, los Jones. Solo denme a Loren como esposa.

Loren abrió los ojos desmesuradamente y entró a la sala, indignada por lo que estaba sucediendo. Tenía ganas de soltar improperios tuvo.

—¿De qué demonios están hablando? —exclamó.

Matthew sonreía con soberbia, como si se sintiera un ganador. Loren sabía que había perdido.

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