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05

Tiempo atrás.

La morena se había levantado de mal humor. Sentía que todo estaba yendo por el camino equivocado, y que ella no se lo merecía. Se había esforzado demasiado como para que él viniera y arruinara todo. No entendía la insistencia que tenía ese hombre en lograr sus objetivos, incluso si eso significaba arruinar los de ella. No le importaba nada, en verdad era una mala persona.

Había trabajado duro para tener esa oportunidad, y se sentía muy molesta de que Matthew nuevamente hubiera ganado y ella no pudiera hacer nada al respecto. No entendía su insistencia en quitarle siempre sus oportunidades. Ella también se había esforzado mucho para lograr ese puesto de trabajo y acompañar a su padre en todo. Pero, incluso con toda su experiencia y talento, Loren no podía considerarse mejor que él. Tenía que admitir que la compañía de Matthew era muy poderosa. Tanto él como su padre, Mauricio, habían construido un imperio y eso era una gran competencia con la que tenían que lidiar todos los días de sus vidas.

Matthew no tenía corazón. Le estaba haciendo la vida imposible y eso empeoraba con el paso de los años. Loren se sentía peor que nunca. Había pasado la noche llorando. Perder la oportunidad de llevar a cabo algo tan importante por culpa de él le dolía demasiado. Estaba muy molesta por eso. Todo sería diferente si ese idiota no se hubiera metido, pero lo hizo y ahora solo deseaba que algo muy malo le ocurriera. La muchacha se quedó en su cama, realmente no quería ir a trabajar ese día. Se sentía fea y sin ganas de hacer nada en absoluto. Pero sabía que en cualquier momento su madre tocaría la puerta, así que se dio prisa en levantarse. Aunque no era una niña pequeña, sabía que tenía el deber de ir a trabajar, incluso si no quería hacerlo.

No era un buen día. Definitivamente no se sentía animada como en las mañanas normales para ir al trabajo y comenzar con sus actividades. Ese día solo deseaba quedarse en casa, pero el deber de asistir a la compañía la obligaba a dejar ese deseo de lado.

Cuando estuvo al borde de la cama, se puso a pensar en quién pudo haberle contado a Matthew sobre su proyecto. No tenía idea de quién había sido. De todas maneras, Loren sabía que tenía que intentar llegar al fondo de todo eso y descubrir quién había sido esa persona malintencionada. Era evidente que se trataba de alguien dentro de su propia compañía, lo cual podría llevar a su despido, aunque sería difícil obtener el nombre exacto de esa persona.

Loren abandonó la cama y se dirigió al baño para darse una ducha, aunque no tenía muchas fuerzas para hacerlo rápido. Había pasado casi toda la noche sin dormir, por lo que se sentía sin energía y con ganas de meterse de nuevo en la cama. Se quedó frente al lavabo y se lavó la cara, cepilló sus dientes y luego entró en la bañera. Si dependiera de ella, pasaría todo el día allí metida. Volver a la compañía significaba enfrentarse a la realidad, ver los planes arruinados y darse cuenta de que todo su esfuerzo, sin dormir y estresarse, había sido en vano. No era justo, y todo por culpa de Matthew Kingman, un ladrón, al igual que su padre.

El odio entre las familias Kingman y la de Loren se manejaba en el mismo círculo, y era tanto que ya no le sorprendía. Pero lo que pasaba entre esas familias era algo más complicado, algo que ni siquiera Loren se imaginaba. Esa era la verdadera razón por la cual las familias se odiaban a muerte y continuaban sabotear los planes del otro. Claro está que el padre de Loren era una persona pasiva en todo esto, lo cual no ayudaba en absoluto.

Cuando Loren era adolescente, ya había tenido varios problemas con esa familia. De hecho, se había encontrado con Matthew en varias reuniones a las que ella asistía. Tenía que admitir que era un hombre bastante atractivo y llamaba mucho su atención, pero su actitud asquerosa lo arruinaba todo. Era demasiado egocéntrico y siempre se creía mejor que los demás. Era justo ese tipo de personas a las que Loren odiaba con todo su ser, personas que por estar un peldaño por encima creían que eran superiores a los demás.

Aun así, Loren había tenido la esperanza de que Matthew resultara ser una excepción en los negocios. Pero resultó ser igual que su progenitor. Quería dejar de pensar en eso, pero no podía evitarlo. No podía sacarse de la cabeza el hecho de que ese idiota le había robado su oportunidad. ¡Era su oportunidad! Maldición, y ya no la tenía. Tenía ganas de ir a verlo y darle un golpe en la cara, pero sabía que su padre se lo impediría. No entendía qué había pasado para que su padre fuera tan dócil. Eso era algo que siempre se había preguntado, pero aún no tenía una respuesta. Solo sabía que esa familia era una porquería en la que nunca había confiado, especialmente después de todo lo ocurrido.

Entendía que la competencia era dura, pero los Kingman realmente eran dañinos. Todos los problemas en los que se habían visto involucrados los Kingman eran por su culpa. Por eso, a lo largo de los años, las cosas se habían intensificado. Ella sentía que nada iba a cambiar, sin importar cuántas veces intentaran hacer las paces.

Su padre odiaba al padre de Matthew , y ella odiaba a Matthew con todo su corazón.

Al final, salió de la bañera y se dirigió a su habitación para vestirse. Todavía sentía ganas de quedarse en casa y no ir a trabajar, pero recordó que su padre tenía mucho por hacer, por lo que no podía hacerle eso. Sería malo para él si ella simplemente no hacía nada ese día. Así que comenzó a buscar algo en su armario, aunque dudaba mucho sobre qué elegir. Tenía muchas opciones para elegir, pero siempre se quedaba indecisa. Frunció los labios mientras se sumergía en toda esa variedad de ropa. A pesar de dudar, había varias opciones que le gustaban. Finalmente, dejó sobre la cama sus favoritas antes de decidirse por una.

Sin embargo, Loren decidió quedarse en la cama junto a toda la ropa que había seleccionado, porque sentía que no debía ir a trabajar si realmente no quería. Aunque estaría allí, sabía que no rendiría lo suficiente. Tal vez debería llamar a su padre y avisarle, así no se preocuparía por ella y podría delegar sus tareas a alguien más. Además, ella podría retomar sus pendientes desde su portátil en su habitación. A veces trabajaba así, aunque no era su forma favorita de hacerlo. Pero era algo bueno para momentos como este, en los que se sentía menos estresada. Aun así, no dejaba de recordar que esa no era su forma favorita de trabajar.

En definitiva, el texto ha sido corregido y mejorado para que fluya mejor y sea más comprensible.

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