Irene
La mañana estaba cálida y apacible. Era domingo,Noé se levantó justo antes de que la chicharra sonara dando aviso a todos los jóvenes para empezar la rutina del día.
Se dirigió a paso veloz a las regaderas,llevaba su frazada lista y un trozo de jabón de barra.
lavó su cuerpo con afán,limpió su cara restregando fuertemente,vistió con su camisa azul que tanto le gustaba,lo hacía verse un par de años mas grande.
Uno de los prefectos tomó un silbato sacando a los jóvenes de su charla.
—¡Muy bien grupo! en orden caminen a paso firme—ordenó el hombrecillo.
No pasó mucho tiempo,pronto llegaron a la entrada del recinto religioso,con una gran cúpula.
Las bancas de madera café oscuro brillaban por el barniz recién colocado con el que fueron bañadas.
Noé se sentó en la sexta fila de enfrente hacia atrás,justo en medio,en su lado derecho estaba sentado Horacio,un compañero de habitación contigua y de lado izquierdo René, él se hospedaba en una de las habitaciones de enfrente de dónde se ubicaba la de Noé.
El sermón aún no comenzaba,la gente llegaba desmañanada a la entrada del recinto,mojando dos dedos en la pila de agua bendita que estaba en el vestíbulo del lugar,haciendo una señal de la cruz en sus frentes arrugadas,la mayoría que asistía a esas horas de la mañana al sermón era gente adulta.
Estaba impaciente,estar ahí no era muy agradable para él,las imágenes que habían en la capilla le daban temor,ver estatuas ó imágenes talladas tan perfectamente con ojos tan reales le provocaban algo de miedo.
Giró la cabeza para ambos lados viendo llegar a más gente. Instintivamente se giró hacia atrás .
Vio llegar a la rubia que había visto un par de veces antes. La vio llegar acompañada de su sirvienta.
Se veía especialmente bella,con el cabello levemente ondulado, rubio natural.
Un vestido del color cielo y unas calzas blancas.
Los ojos como dos aceitunas que penetraban los suyos sin siquiera parpadear.
Tragó saliva un poco nervioso. Pero no tanto cómo creyó que sería si volviera a verla. Extrañamente ya no sentía esa inquietud tan grande por ir a conocerla. Aunque siguió hallandola encantadora.
El sermón era largo y aburrido. Les pedían lo mismo domingo tras domingo ;Amarse los unos a los otros,ser piadosos y benevolentes con los menos afortunados. Un sin fin de absurdos .
Noé siempre pensó que saliendo de ese lugar los hombres quedan desmemoriados.
Caminaban de vuelta en grupos para regresar al internado. Cuando una tímida mujer se aproximo a él. De su delantal blanco sacó un trozo de papel arrugado y se lo extendió a Noé para que lo tomará.
Noé dubitativo tomó el trozo de papel y comenzó a leerlo en voz baja,no entendía muy bien,pero de algo estaba seguro. Era sin duda de la rubia.
-HOLA,ME LLAMO IRENE DE RIVERA,
HE NOTADO POR EL POCO TIEMPO QUE LLEVO VINIENDO, QUE CADA VEZ QUE LLEGO ME OBSERVA DETENIDAMENTE.
NO ME INCOMODA,PERO SI ME GUSTARÍA SABER EL PORQUÉ Ó SI ACASO NOS CONOCEMOS DE ALGÚN LADO,AUNQUE LO DUDO,SU ROSTRO NO PODRÍA OLVIDARLO JAMÁS...
Irene,ese era su nombre...
—¿La señorita espera respuesta?—preguntó a la mujer—ella sólo asintió.
—Bueno,dígale que no me conoce de ningún lado,pero me gustaría presentarle mis respetos en persona.
La mujer observó a Noé con cautela y se alejó. Noé podía notar cómo se murmuraban la mujer e Irene.
En un acto insólito para él,la chica se giró para mirarlo,le esbozó una sincera sonrisa y asintió con la mirada fija en él. Le estaba concediendo el permiso para cortejarla.
Pero quizá fuera el domingo que venía, porque ahora tenía que retirarse con su grupo. Pasó por un costado de ella,seguía mirándolo con atención,cuando justo pasó por un lado de ella,ésta le sonrió tímidamente.
Su sonrisa no era tan bella como la sonrisa de Matías,pero igual era hermosa.
«Rayos»-mascullo malhumorado. Ahí iba otra vez a recordar a Matías,siendo que él ni siquiera una vez le había escrito.
Tenía que saber algo de los suyos o abandonaría ese lugar,ni siquiera su padre le había mandado nada.
En una fracción de segundo se había descompuesto su estado de ánimo de un momento atrás,había desaparecido de la nada,su rostro ahora denotaba tristeza o melancolía,era difícil de entender.
Casi llegaban al edificio del internado cuándo su compañero René lo detuvo.
—¡Noé! ¿te pasa algo? Te veo muy extraño,estás distraído en clases,sólo en un principio estabas atento,ahora jamás lo estás.
Noé agachó la cabeza,como si fuera a recibir un regaño de su padre. Desvío la vista,por ningún motivo quería escuchar algún reclamo,sólo podía pensar en que no recibía noticias de los suyos,de Matías.
—Noé ¿qué pasa? ya no eres el mismo,ahora estas todo el tiempo callado,nada parece animarte amigo,estoy sinceramente preocupado por ti.
Por fin giró un poco para verlo,pero fue exactamente cuando las lágrimas descompusieron su rostro.
—Ya lo ves,algo te sucede amigo. Lo abrazó, quizás para darle un cierto consuelo para algo que todavía no sabía que era.
—E..es sólo que no se nada de mi padre aún y eso me tiene un poco preocupado.
Rene no era un muchacho tonto,habían sido amigos desde antes que Noé hiciera el último viaje para ver a su padre,algo en él había cambiado. Había visto a la señorita que Noé siempre miraba darle una nota a su sirvienta y ésta acudir a Noé. Era algo de lo que Noé había hablado antes de hacer ese viaje,ahora parecía no importarle.
—¿Es eso lo que te tiene triste?—Lo miró sin saber si creer o no sus palabras.
Jamás antes se ponía así porque su padre no le mandara carta. Eso era absurdo.
—Sí,es sólo eso—respondió todavía con un tono de voz triste.
—Esta bien si no me tienes confianza,pero dudo mucho que sea por eso,has estado internado la mitad de tu vida,tu padre no siempre manda carta por sus deberes en la hacienda que trabaja y aún así jamás te vi descompuesto por eso.
Fue entonces cuando dirigió su mirada a él,cómo tratando de buscar él mismo una respuesta que no podía entender.
Extrañaba a Matías y mucho,no sabía que rayos pasaba con él,había prometido no olvidarlo y éste parecía haber olvidado su promesa.
En todo el tiempo que tenía internado ni una,ni siquiera una sola carta le había mandado«¿qué acaso su molestia era tan grande? ¿Acaso por eso iba a dejar de hablarle?».
Rene lo dejó solo al percatarse que Noé no tenía ánimos de hablar con nadie.
Noé entró a su habitación y se tiró en la cama,cerró la mano en un puño y se golpeó la frente con ella no muy fuerte.
«¿Porqué? ¿Porqué Matías? ¡Maldita sea! ¿porqué no escribes? ¿porqué no vienes?».
Sus ojos comenzaron a aguarse de vuelta,se sentía patético llorando de esa forma por no tener noticias de Matías. No había querido dejarlo,todo era culpa de su padre,de él y sólo de él que se había empeñado en que se fuera a estudiar fuera para aprovechar la supuesta beca que el director le había ofrecido a su padre al darse cuenta que Noé era uno de los mejores de la región, no sólo de su internado. Bien hubiera podido haber terminado la escuela media en Santa Clara y después ya la escuela mayor en la capital,pero no, su padre era el hombre mas obstinado de todos.
Pestañeó para evitar que siguiera saliendo todo ese mar de lágrimas,cuando escuchó que alguien llamaba a su puerta.
—¿Quién?—preguntó para darse tiempo,enjuagar sus ojos con cuidado,o si no los enrojesería y no quería dar explicaciones de porqué lloraba.
—El prefecto Fonseca—Respondió él hombre tras la puerta.
Noé palideció. No quería que lo viera así,pero abrió de toda formas.
El hombre le lanzó una curiosa mirada,pero no mencionó nada al respecto.
—Joven Álvarez,le llegó carta.
—¿Carta? «¡dios!»..sintió el corazón acelerarse de un sólo golpe,el hombre se la puso en frente y él trató de no arrebatarsela de las manos.
Sólo dijo gracias,para no verse desesperado.
—Bueno lo dejo solo—respondió el hombre.
En cuánto el cerró la puerta,Noé corrió a ponerle el pestillo a ésta para que nadie lo molestara,se arrojó a su cama para leerla,esperaba desesperadamente que fuera de Matías,pero no. Era de su padre.
-HIJO:
LAMENTO NO HABER ESCRITO ANTES, PERO MI TRABAJO ME DA POCO TIEMPO.
ESPERO QUE ESTÉS PONIENDO TODO TU EMPEÑO EN LOS ESTUDIOS,PARA ESO ESTAS TAN LEJOS.
YO ESTOY BIEN,POR MI NO TE PREOCUPES.
EL PATRÓN TE MANDA SUS SALUDOS IGUAL CATALINA,CHUCHO Y JOSEFINA...
—Rayos—masculló,le mandaban saludos hasta las gallinas,pero ¿porqué rayos no decía nada de Matías?...seguía leyendo.
—ACÁ TODO ESTA MUY TRANQUILO,DESPREOCUPATE..¡AH!!..ANTES QUE LO OLVIDE,A EL JOVEN MATÍAS TERMINARON MANDANDOLO AL INTERNADO,NO TIENE CASO QUE ESCRIBAS PARA ACÁ,PUES ÉL ESTA MUY LEJOS..NI SIQUIERA ESTOY SEGURO QUE LE LLEGUEN CARTAS HASTA ALLÁ.
BUENO ME DESPIDO DE TI CON UN ABRAZO FUERTE..PON TODO TU EMPEÑO HIJO..PON ORGULLOSO A TU VIEJO.
Y ahí terminó la carta,la tortuosa nota que ahora quemaba las palmas de sus manos.
—Se fue,se fue muy lejos...por eso no escribe,por eso no puedo escribirle yo.
No sabía bien que sentir,ahora estaba fuera de sus manos el tener alguna noticia el uno del otro,ahora ni siquiera la nota de Irene lo ponía de mejor humor.
Las visitas al santuario religioso,se volvieron mas esporádicas,tenía que recuperar parte de su vida,era consciente de que se había vuelto una persona antisocial,pero no era algo que le importara ahora.
*
Irene seguía sorprendida por la educación del muchacho,solía ser demasiado formal,puesto que ni por una sola vez se había propasado con ella,hasta cierto punto deseaba que lo hiciera,que le arrebatara el aliento con esos cálidos labios rojos que él poseía y la perturbaban de sobre manera al momento que charlaban. Pero había dejado de verlo,y no lograba comprender el porqué.
Cuando lo había visto y charlado con él
había sido una tortura tenerlo tan cerca y no poder ser rodeada de su cálido abrazo y devorados sus labios por esos labios que poseía y deseaba con locura. Podía sentir un delicioso cosquilleo en el cuerpo cuando lo veía llegar con su grupo de compañeros.
—¿Cómo puedo hacer para que se declare?—Quiero ser su novia,su prometida y esposa. Pero él no se atreve y no se porqué.
Le amo demasiado,pero temo parecer desesperada si yo le hablo de mis sentimientos,por otro lado,alguna otra señorita podría gustarle mas y robarlo para siempre de mi lado—¿Qué hago?−sonó tan desesperada con su petición que la muchacha sintió pena.
La sirvienta la observó con cautela.
—Es usted una señorita,no puede declararse,pero puede darle a notar que es una buena opción de esposa a futuro,háblele de sus cualidades,ofrezcale alguna vez prepararle algo con sus propias manos,agradecerá el detalle y se dará cuenta lo buena esposa que podría llegar a ser y por último jamás le preste atención a ningún otro muchacho y que él pudiese darse cuenta,ese sería un grave error.
—Tienes razón.
Se sorprendió a si misma de haber hablado con la mucama,no era algo que soliera hacer,odiaba ese tipo de contacto con la servidumbre. Borró la sonrisa y la despidió.
—Puedes retirarte—ordenó—Y ni una palabra de esto a mi madre ¿entendido?.
La mujer asintió y bajó el rostro para después retirarse.
No puedo evitar volver a sonreír al pensar en Noé, él era una especie de sueño,un caballero,alguien con quien quería pasar el resto de su vida.