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Capítulo 2: Un Encuentro Inesperado

La cafetería donde Alexander Blake había decidido reunirse con Emily Hartley no era el lugar que cualquiera esperaría para un multimillonario. Era pequeña, acogedora, y decorada con un toque bohemio que probablemente habría resultado atractivo para Emily. Alexander sabía que no podía invitarla a su oficina; eso habría dejado muy claro el abismo que los separaba.

Emily llegó cinco minutos tarde, un gesto que Alexander no estaba acostumbrado a tolerar, pero cuando la vio entrar, entendió por qué el abogado había insistido en que ella era la candidata ideal. Era todo lo opuesto a las mujeres que solían rodearlo. Con su cabello castaño recogido de manera descuidada y un bolso de tela colgado al hombro, parecía más cómoda en aquel entorno que él. Llevaba unos jeans gastados y una chaqueta de cuero, con manchas de pintura en las mangas que probablemente no había notado.

Ella recorrió el lugar con la mirada, y al identificarlo, se detuvo. Sus ojos verdes se estrecharon en una mezcla de curiosidad y desconfianza antes de caminar hacia él.

—Alexander Blake, supongo —dijo Emily, sentándose frente a él sin esperar a que la invitara.

—Señorita Hartley —respondió Alexander, inclinando ligeramente la cabeza. A pesar de su incomodidad evidente, mantenía su expresión impasible. Era un hombre acostumbrado a negociar, pero esta vez era diferente. Esta no era una reunión de negocios ordinaria.

Emily apoyó los codos en la mesa y lo miró directamente. —Me dijeron que querías hablar de una propuesta. Así que, adelante, sorpréndeme.

Alexander no era hombre de rodeos, pero incluso para él, la situación era delicada. Inspiró profundamente antes de responder.

—Es una propuesta de matrimonio —dijo con calma, observándola cuidadosamente para captar su reacción.

Emily parpadeó. Luego soltó una risa nerviosa, como si pensara que era una broma. Pero cuando vio la seriedad en el rostro de Alexander, su risa se apagó.

—¿Qué? —preguntó, inclinándose hacia atrás. Su expresión era una mezcla de incredulidad y alarma.

—Sé que suena extraño, pero permíteme explicarlo. Es un acuerdo estrictamente profesional. Un matrimonio de conveniencia. Nada más.

Emily cruzó los brazos, todavía procesando lo que acababa de escuchar. —¿Por qué yo? —preguntó, con una nota de desafío en la voz.

Alexander apreciaba la franqueza, aunque no estaba acostumbrado a que lo cuestionaran. —Porque, según tengo entendido, tú también necesitas algo. Mi abogado me habló de la situación financiera de la galería de tu familia.

Emily lo miró con los ojos entrecerrados, claramente molesta. —¿Qué derecho tenías a husmear en mi vida?

Alexander no apartó la mirada. —El mismo derecho que tienes tú para escuchar esta propuesta. No vine aquí a menospreciarte, señorita Hartley. Vine porque creo que esto podría beneficiarnos a ambos.

Emily lo estudió por un momento, y luego, con un suspiro, relajó ligeramente su postura. —Bien. Hablemos de beneficios, entonces. Si me caso contigo, ¿qué gano yo?

—Dinero —respondió Alexander sin rodeos—. Pagaré las deudas de tu galería y te proporcionaré una cantidad adicional suficiente para asegurar que no tengas problemas financieros en el futuro.

Emily arqueó una ceja. —¿Y tú? ¿Qué ganas tú de todo esto?

—Mantengo mi empresa —dijo, tan frío como si estuviera discutiendo un balance financiero—. Hay una cláusula en el testamento de mi abuelo que exige que me case antes de cumplir 35 años. De no hacerlo, perderé el control de mi empresa.

—Así que, básicamente, buscas una esposa temporal para cumplir con esa cláusula. —Emily negó con la cabeza, como si todavía no pudiera creer lo que estaba escuchando.

—Exactamente. —Alexander se inclinó ligeramente hacia adelante—. Sería un contrato por un año. Cumpliríamos con los requisitos legales y, después, cada uno seguiría su camino.

Hubo un silencio incómodo mientras Emily procesaba sus palabras. Finalmente, se inclinó hacia él, con una expresión desafiante.

—¿Y qué pasa con las condiciones? Porque estoy segura de que un hombre como tú debe tener reglas para todo.

Alexander permitió que una leve sonrisa cruzara su rostro. —Eres perspicaz, señorita Hartley. Sí, hay algunas condiciones. Este matrimonio sería estrictamente profesional. No habría intimidad, ni expectativas emocionales. Sólo tendríamos que aparecer juntos en algunos eventos públicos y asegurarnos de que la relación parezca real.

Emily dejó escapar una risa seca. —¿Ni siquiera puedo pintarte como mi musa?

Por primera vez en toda la reunión, Alexander se permitió una ligera carcajada. —No soy un hombre de artes, pero si eso ayuda a convencer a la gente, no tengo objeciones.

Emily lo observó por un momento, tratando de leerlo. Finalmente, dejó escapar un suspiro.

—No voy a decir que esto no suena tentador. Pero aún tengo preguntas. ¿Qué pasa si alguien descubre la verdad? ¿Qué pasa si deciden investigarnos?

—Nadie lo hará. —La voz de Alexander era firme—. Tengo los recursos para asegurarme de que este acuerdo sea completamente discreto. Y si alguien sospechara, ambos seremos lo suficientemente convincentes para disipar cualquier duda.

Emily apoyó los codos en la mesa, frotándose las sienes. Estaba claro que la oferta la intrigaba, pero también era un riesgo. Finalmente, levantó la mirada y habló.

—Dame tiempo para pensarlo.

Alexander asintió. Había esperado esa respuesta. —Tómate el tiempo que necesites. Pero recuerda que el plazo se agota. Si decides aceptar, haremos un contrato detallado para proteger a ambas partes.

Emily se levantó, agarrando su bolso. —Gracias por el café. Fue... interesante, por decir lo menos.

Alexander la observó mientras se alejaba. Había algo en ella que lo desconcertaba. Era directa, honesta, y no parecía impresionada por su estatus. Tal vez, pensó, ella sería exactamente lo que necesitaba.

***

Esa noche, Emily no podía dejar de pensar en la propuesta. Estaba en su pequeño apartamento, rodeada de lienzos inacabados, con un té olvidado enfriándose en la mesa. Clara, su mejor amiga, había venido a visitarla y ahora la miraba con la boca abierta después de escuchar lo que había ocurrido.

—¡Es una locura! —exclamó Clara, tirándose en el sofá—. ¿De verdad estás considerando casarte con un multimillonario que ni siquiera conoces?

Emily se encogió de hombros. —¿Qué otra opción tengo? Si no consigo el dinero, la galería cerrará. Esto podría ser la solución.

Clara frunció el ceño. —Sí, pero un matrimonio falso... ¿No te parece un poco... extremo?

—No es como si fuera un matrimonio de verdad. Es un contrato. —Emily suspiró, enterrando la cara entre las manos—. Y si funciona, podría salvar la galería y empezar de nuevo.

Clara la miró en silencio, y luego, con un tono más suave, dijo: —Tienes razón, Em. Pero asegúrate de que no te estés metiendo en algo que no puedas manejar.

Emily asintió. Sabía que Clara tenía razón. Esto no era sólo una solución fácil. Era un compromiso que cambiaría su vida, aunque fuera por un año.

***

Al otro lado de la ciudad, Alexander estaba en su estudio, revisando los detalles del contrato que había solicitado a sus abogados. Mientras leía, no podía dejar de pensar en Emily. Había algo en ella que lo hacía dudar de su decisión, aunque no entendía por qué. Tal vez era su autenticidad, o la manera en que no parecía intimidada por él.

Por primera vez en años, Alexander sintió algo que no podía describir del todo. Tal vez era anticipación. O tal vez, pensó mientras apagaba la luz, era el comienzo de algo que ni siquiera él podía controlar.

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