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Capítulo 2. ¿Soy tu chica?

Por Melina

Al ratito de entrar en mi habitación y luego de dejar mi capa guardada, uso una especie de capa, finita, de verano, así mis padres no me molestan por cómo me visto, con ella salgo tapadita.

Me desnudo, amo dormir desnuda y apenas me tapé, recibí un mensaje de Cristían, diciendo que estaba enamorado de mí.

Creo que conocí al gran amor de mi vida.

Claro que acababa de pelearme con mi novio después de un año de salir y hasta ahora él era el gran amor de mi vida.

Ahora siento que mi gran amor es el chico que acabo de conocer, es muy loco, no sé nada de él, pero me siento tan atraída que casi tengo relaciones sexuales con un extraño.

Despertó algo en mí, que ni siquiera mi ex me hizo sentir…

Cuando empecé a salir con mi ex, sí sentía esas mariposas en el estómago...y con este chico, sentí algo así, pero la parte sexual.. eso no lo sentí con mi ex, cuando lo conocí.

Me tuve que controlar, estoy segura que me desvestía en su auto y eso tampoco era correcto.

Me levanté con un poco de dolor de cabeza, dormí poco, así que apenas terminé de almorzar, me fui a dormir.

El celular me sonó a las dos y media, era él.

Estoy feliz, esa pequeña siesta me dejo como nueva.

—Mami, tengo que reunirme con las chicas de la facultad y no sé a qué hora vengo, por las dudas no me esperen a cenar.

Me vestí con una mini, cortísima, fucsia y una remerita fucsia con letras gigantes negras, que decía SEXI, y botas blancas, cortitas, de taco alto, me puse mi super capa y agarré un par de libros.

En la puerta de mi casa estaba él, diablos, espero que mi madre no se asome.

Subo rápido a su auto, ayer no lo pude ver bien, es un BMW, negro y nuevo.

—Hola princesa.

Me dice Cristian y juro que morí.

—Hola príncipe.

Le digo yo, siguiéndole el juego.

Me empezó a besar, yo me separo rápido.

—Arrancá, por favor, le dije a mi mamá que iba a reunirme con amigas para hacer un trabajo para la facultad.

—¿Por eso los libros?

—Sí, si no hubiese desconfiado y como salí anoche, me hubiese hecho mil preguntas y otra vez me habría dicho que era mi culpa pelearme con mi ex novio, que era un buen chico, que yo soy insoportable con mis caprichos y esas cosas.

—¿Sos caprichosa?

—No, pero tengo mis reglas…

—¿Cuáles son?

—Respeto, algo de libertad, fidelidad absoluta… mi ex decía que soy celosa y creo que un poco lo soy...pero también respeto la libertad, como te dije antes.

—¿Qué estudias?

—Psicología, en la UBA, estoy en primer año.

—Yo me recibí de kinesiólogo, en una universidad privada, porque por mi trabajo no pude ir a la UBA, no me daban los tiempos, también metí unas cuantas materias de medicina, esas sí fueron en la UBA, pero por el tiempo… dejé y terminé estudiando kinesiología …

—¿De qué trabajas?

Veo como sonríe, por dios, su sonrisa es mortal.

—Soy futbolista

—¿Dónde jugás?

—Jugaba en un club de la B y hace dos años me vendieron a un club de la A, ahora están en tratativas de venderme al exterior.

Mierda encima se va…pensé.

—Te felicito ¿De qué jugás?

—Arquero.

—Que puesto difícil, un primo mío hizo toda la… no sé como se dice, bueno, desde chico jugó en un club y todos los años probaban arqueros nuevos y cuando llegó a la edad para jugar en la A, lo dejaron sin contrato, ahora es dentista.

—Suele pasar, a veces es cuestión de suerte.

—Sí, seguro.

Cuando me bajé del auto, me saqué mi super capa, que como es de una tela finita, la guardé en mi cartera.

Cuando me miró, se le fueron los ojos a mis piernas y fue subiendo su mirada hasta llegar a mis ojos.

—Sos hermosa, muy hermosa.

Dijo mientras me pasaba un brazo por los hombros y caminamos hacía una confitería.

Entramos a un lugar para tomar algo, era muy ¿Discreto? No, más bien parecía un lugar solo para parejas, más bien era íntimo, con música de fondo, la música era suave, había mesas pequeñas y en lugar de sillas había sillones, todo muy lindo, casi romántico.

Seguimos charlando y sus manos se iban hacia mis piernas, me estaba erizando la piel con cada toque suyo, creo que él se dio cuenta.

Estábamos en un lugar público, aunque no nos veían desde ningún ángulo, se que él se estaba aguantando por acariciarme más...íntimamente, lo sentía en cada beso que me daba.

Luego de dos horas de estar ahí, decidimos dar una vuelta...en realidad llegamos a un edificio muy lujoso y moderno.

—Es mi departamento.

Yo lo miro, eso de estar con él, solos en un departamento, no me gusta nada, no porque me vaya a forzar a hacer algo, es que tengo miedo de mí misma, este chico me encantaba.

—Tranquila, no te voy a hacer nada que no quieras.

Precisamente de eso tenía miedo, porque él nublaba mis sentidos.

Era algo que no estaba pudiendo manejar, espero tener voluntad…

El departamento es un piso entero, tenía cuatro habitaciones, más un living comedor, una cocina maravillosa, de esas que aparecen en las películas, todo era divino, pero el que era realmente divino, es Cristian.

Apenas llegamos, preparó café, nos sentamos en unos sillones, color cereza, eran de un rojo oscuro, todo en ese departamento hablaba de él, exudaba masculinidad y no cualquiera, la de él.

Lo miraba y no podía creer lo hermoso que era ese hombre.

—¿Te gusta la psicología terapéutica, psicoanálisis?

Me pregunta.

—Me gusta la parte social, la investigación, como reacciona la gente social e individualmente, eso se vé a través de las encuestas, hasta se puede cambiar la imagen de las personas según las encuestas, los políticos las usan muchísimo.

—¿Te interesa la política?

—Un poco, sí, pero no para dedicarme a encuestas políticas, prefiero hacer encuestas sobre productos y si son encuestas sobre personalidades, que no sean políticos.

—Es interesante.

—Sí, me apasiona el tema, mi amiga Andy tiene un contacto, en una consultora, ella está por recibirse de psicóloga y me está diciendo de crear nuestra consultora para la coordinación de encuestas y firmar un contrato con la empresa que ella conoce.

—¿Y por qué no lo hacés? No te veo convencida.

—Es que no conozco tanto del tema, ella quiere irse a España, la sede sería allá, yo tengo que seguir estudiando, estaríamos un año o dos, acá y luego nos tendríamos que instalar allá y por ahora tengo que trabajar en otra cosa para pagarme mis estudios, ropa, etc.

—¿Tus papás no te ayudan?

—Me dan casa y comida, no aporto en casa, pero mis gastos los cubro yo y con la consultora, al principio serían gastos, aunque las ganancias, después de un tiempo, son enormes, pero me sacaría tiempo de la facultad.

—¿De qué trabajas?

Me pongo colorada, no sé porqué me dio vergüenza decirselo.

—Soy modelo publicitaria.

Él sonríe y me mira de una forma rara, en realidad no tan rara, pero sí con mucho deseo.

—Ya decía yo que sos la mujer más hermosa que conocí.

Nos reímos.

—Me dá lo suficiente para pagarme la carrera, la semana que viene me entregan el auto que me compré y solo hice un par de campañas, una es de ropa interior.

—O sea que a mi chica la van a ver semidesnuda, miles de hombres.

—¿Soy tu chica?

Le pregunto divertida.

—Podés ser mucho más que mi chica..

Se me acerca y empezó a besarme, suave, con delicadeza, pero a los minutos se torna un beso apasionado, de esos que te dejan sin aliento, sus manos se deslizan hacia mis pechos, por debajo de la remerita, se encuentra que hoy sí, llevo corpiño, refunfuña algo que no le entendí, y busca por debajo del sostén, encuentra mis pezones ya erectos, esperando por él, ésto no va a terminar bien…

Con la otra mano va subiendo por mis piernas, hasta llegar a mi tanguita, más que tanguita es una colaless, súper pequeña y mi diminuta minifalda ya estaba casi de cinturón, me toca a través de la tanguita sintiendo mi húmedad, siento un gemido, ronco, ahonda su beso y busca por debajo de mi ropa interior, juega con mi clítoris y ahora soy yo la que gime involuntariamente.

Introduce dos dedos en mi vagina, los saca y los vuelve a entrar varias veces, ya quiero que me penetre, arqueo mi espalda, para sentir más profundamente su pene erecto.

Nos separamos un poco, él me desabrocha el corpiño y me saca toda la ropa, quedo desnuda y lo ayudo a sacarse la remera, dios, esos abdominales son increíbles, se los acaricio mientras él se saca pantalones y el boxer, todo junto y busca algo en el bolsillo del jeans, escucho rasgar el envoltorio del preservativo, estoy totalmente excitada.

Ya son siete meses, desde que me peleé con mi ex, que no tengo sexo y no me di cuenta cuanto lo necesitaba, hasta ayer que lo conocí a Cristian.

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