Capítulo 8
A la mañana siguiente me despierto de madrugada, sorprendiéndome en ese momento porque normalmente si no disparan un cañón en mi habitación ni siquiera me despierto muerto.
Bajo las escaleras y me preparo una taza de café mientras como unas galletas.
Después de desayunar me visto con unos vaqueros rotos y una camiseta blanca, pero cubro el tatuaje con una chaqueta vaquera.
Me pongo los zapatos y después de despedirme de mi padre salgo.
Le envío un mensaje a Megan y pronto ella y los demás están listos.
- ¿Estás loco? Estaba durmiendo lo mejor posible. -
- Eres una ghira. -
- ¿Por qué ya estamos listos para partir tan pronto? -
- No es tan temprano, son las siete y con el tiempo que tardamos con las motos llegaremos a tiempo. Así que menos quejas y súbete a las motos de soldado. -
- Sí, sargento con falda. -
Kail no discute y es la primera en levantarse, seguida por Jonathan y Megan, quienes me dicen que me vaya a la mierda con el dedo medio... tanto amor matutino.
- Si me da más órdenes, sargento, puede que me emocione mucho. -
- Hay un tal Michael... ¡SÚBETE A LA MOTO Y NO ME FALTES! -
Saca la lengua y los demás se ríen, soy el hazmerreír Alfa.
Yo también me subo y arrancamos a toda velocidad.
Una vez llegamos aparcamos y poco después llegan una serie de deportivos negros brillantes.
Los vampiros no conocen la palabra discreción.
Me bajo de la moto de motocross, pongo el caballete y una vez me quito el casco me arreglo el pelo.
Los miro por un momento sin ninguna emoción antes de dirigirme al interior de la escuela.
- Vamos. -
Kail se queda allí mirando a Alan, pero cuando le pongo una mano en el hombro, sale de sus pensamientos y nos sigue.
Saco mis cosas del casillero y al cerrarlo encuentro a un vampiro frente a mí apoyado contra los casilleros.
- ¿ Quieres levantarte? -
- Abbigaille Blackwood era un nombre que me sonaba familiar, eres la hija de Trevor ¿verdad? -
- Ya conoces mi buen padre, no es que haga falta ser un genio. -
- Qué tierno eres. -
Lo miro de reojo.
- Te atreves a llamarme tierno otra vez y te juro que te arrancaré el brazo a Nunez. -
Sus ojos brillan de color amarillo, pero ¿qué tipo de poderes tiene este tipo?
De todos modos, estoy a punto de moverlo cuando aparece un mensaje por el altavoz.
- Señorita Blackwood y señor Nunez, por favor diríjanse a la oficina del director. -
Frunzo el ceño, lo esperaba incluso si esperaba lo contrario.
- Oh, alguien era una chica mala. -
Le gruño y lo empujo con el hombro aunque lamentablemente ambos vamos en la misma dirección, pero si por casualidad muere ¿sería una tragedia?
No porque sería un honor para mí enviarlo al otro mundo...
- ¿Tiene alguna explicación válida para justificar lo ocurrido ayer? En los muchos años de mi presidencia, durante el primer día de clases nunca había sucedido que un vampiro instigara a un hombre lobo y que este último perdiera la cabeza. -
Estoy a punto de explicar cuando el vampiro da un paso adelante y habla.
- Fue culpa de mis padres, pero ya tomé medidas para darle una lección al culpable. -
Matándolo en segundos.
- Sí, pero esto no tendrá... -
- ¿ Repercusiones? Absolutamente no y ¿sabes por qué? Porque soy el príncipe de mi raza y en mi presencia nadie debe desobedecer mis órdenes, todos saben lo que pasaría de otra manera. -
Me asusta, pero es mejor que él no lo sepa.
- Está bien, ¿y usted, señorita, tiene algo que decir? -
Miro sus ojos, ahora azul claro, antes de responder.
- No. -
- Aaah, espero que no vuelva a pasar, puedes irte. -
Asiento y me voy rápidamente.
Una vez que la puerta se cierra no puedo evitar observarla.
- ¿Qué es? -
- Estoy tratando de entenderte. -
- ¿ También impresioné a una loba? -
Le gruño.
- Olvídalo, tienes a los de tu raza para pensar en tus necesidades y luego trato de entender cuál es tu objetivo. -
Él apoya su espalda contra la pared mientras yo mantengo la distancia.
- ¿Parezco alguien con segundas intenciones? -
- Mucho. Nunca he confiado en vampiros desde que tengo uso de razón y creo que es mutuo, pero no te preocupes, tendré cuidado contigo. -
Estoy a punto de seguir mi camino cuando me agarra la muñeca y su aliento roza mi cuello.
- No hago esto ni por ti ni por mi raza, pero ahora que me has desafiado tan abiertamente me aseguraré de hacer placentera tu estadía en esta escuela. -
Por ira le golpeé con el codo entre las costillas y en cuanto recuperé algo de espacio le doy un cabezazo bajo la barbilla.
La mirada que le doy está llena de odio antes de irme y unirme a los demás.
- Bueno, ¿cómo te fue? -
Miro a Megan, ¿de dónde diablos vino? Cuando entré al salón ella no estaba allí, a menos que se escondiera debajo del escritorio.
- Sermonear y prometer que no volvería a suceder, no es gran cosa. -
- ¿ En realidad? -
- ¿ Esperabas que nunca regresaría? -
- En cierto modo. -
Entrecierro la mirada y ella se ríe.
¿Cómo se convirtió en mi amiga si se burla de mí las veinticuatro horas del día? Ah, no, espera, por eso se convirtió en una.
Buenos días muchachos. -
Tomo asiento en cuanto entra el profesor de naturología, algo sobre los tipos de seres vivos presentes en nuestro mundo.
- Soy el profesor. Tom, aunque prefiero que me llamen simplemente Tom. -
La puerta se abre y entra ese cadáver.
- Pero que placer, ¿te seguiré teniendo por cuantos años Alan? -
- Los necesarios. -
Cuando sube las escaleras, mira en mi dirección y sus ojos ahora son escarlatas como la sangre.
- Pss, Abby, ¿estás bien? -
- Cierto. -
Le sonrío a Meg, no quiero que se preocupe, de lo contrario se asustaría.
- Bueno comencemos para los que no me conocen, soy el profesor de naturología y me ocupo principalmente de las especies existentes en su mundo y aunque sea humano tengo vastos conocimientos. -
Realmente interesante, así que la pregunta a hacerle surgiría de forma espontánea, ¿cómo se mata a un vampiro aparte de romperlo en mil pedazos? Pero para evitar más peleas reprimo mis instintos.
- Tú. -
Indique a Megan mirando a su alrededor.
- Sí, tú, eres un hombre lobo, ¿verdad? -
- S-sí, pero ¿cómo lo hizo? -
- Tus ojos y cabello, generalmente mujeres lobo no tienen colores claros y además tu tez está bastante bronceada para el otoño, ¿verdad? -
Se pone ligeramente roja, ¿qué me oculta Meg? Por supuesto el profesor tiene una apariencia juvenil, pero no creo que le guste, o al menos, en la próxima luna llena sabremos quién es su pareja, porque la joven siempre se ha escapado y se ha refugiado en la casa. .
- Tú en cambio... -