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CAPÍTULO UNO:

   ⎯Sentí la sonata del cuerno anoche, imagino que ya han tomado una decisión con respecto al acuerdo político.

El silencio en la mesa fue simplemente gélido, incluso los cubiertos pasaron a completo mutismo, la servidumbre parecía aguantar la respiración, y los aromas de todos mezclados era casi imsoportable, Axe por un segundo deseó estar en cualquier otro lugar que no fuera ese, tan incómodo como podría él y su loba, su aroma estaba a flor de piel, sus nervios y enojo no habían mermado y le estaban haciendo casi imposible no desprender feromonas por doquier, ahora mismo podrían simular estar en un jardín lleno de rosas, con la magnitud de su propia esencia junto a las de su hermana y madre esparcidas por la habitación, nunca había querido escapar con tanta desesperación, no había logrado conciliar el sueño en toda la noche, y Igna, su loba no paraba de moverse alrededor por los espacios de su mente, honestamente dudaba poder descansar debidamente en lo que le quedaba de vida, eso junto a su reducido apetito, quizás le hicieran morir de cansancio antes de llegar a Craenia.

La mañana ya había llegado y con esta la realidad que parecía abofetear a Axe con una fuerza que le era ya imposible de ignorar, anoche, una vez que el cuerno había dado su última tonada de informe, por un segundo pensó captar el lamento del mismo en la melodía, era lenta y poco agradable a los tímpanos incluso jura haber oído uno que otro lobo aullando junto a la misma, pero tan melancólica que puede llegar ser, también podría considerarse hermosa a quien realmente supiera apreciar su belleza, la última vez que había tenido la desdicha de escuchar el lamento del cuerno, fue cuando era apenas un cachorro y su padre partía a la guerra, sus memorias de esa época son algo difusas, pero eso, lo recuerda bien.

⎯Tienes razón⎯habló por fin su padre, tomando un sorbo de agua, dejando ambos codos a un lado del plato que resguardaba el alimento, mirándolo directo a los ojos, Kellar André Noir, alfa y rey de Asmax, quien era el vivo ejemplo del sacificio, las marcas que portaba su espalda, cuello y abdomen lo probaba, según él, la única recompenza que recibió a lo largo de los años y que le mantuvo dispuesto a siempre darlo todo, fue su esposa, Lena Marielle Noir, su hermosa mujer de piel aceitunada y ojos verdosos, y sus dos hijos, Erika Alette Noir, primogénita, que se había presentado como beta, y Axe, el único omega hombre en la monarquía Noir en años, siempre una sonrisa de aliento para ellos, su familia, su manada, mas ahora, el atractivo y masculino rostro se encontraba estóico, incluso con una imprturbable serenidad, no obstante Axe leía mucho más allá, sabía que si su padre pudiera cogerlo de la mano y meterlo en una burbuja, lo haría sin dudar, los ojos grises opacos, casi negros por las propias emociones del alfa le hicieron bajar la mirada solo un segundo antes de recomponerse y mirarlo con decisión.

⎯¿Cuándo parto hacia Craenia?⎯el rey Kellar André no desvió la mirada, incluso parecía feliz de la postura y actitud de Axe.

⎯Esta misma tarde⎯dijo esta vez en su dirección con pesado tono.

Axe había llorado por horas ante la positiva alianza entre Asmax y Craenia, solo el hecho de que la guerra era imparable y la vida de todo su pueblo estaba en juego le había hecho aún con dudas dar su brazo a torcer. Axe asintió, su aroma incluso más fuerte pero esta vez agrio, no quería parecer débil y jura que no lo és, pero todo esto lo estaba sobrepasando a pasos agigantados, sin emitir palabra alguna se dio un sorbo de vino antes de tomar un bocado entre los labios, tragando con fuerza esperando hacer más fácil el solo hecho de intentar ingerir la más mínima cosa, su vida no terminaba, esta era solo una prueba, tenía que serlo.

⎯Entenderé si por un segundo, dejas esa terquedad y rigidez y te comportas como el joven que eres, Omega⎯el príncipe omega negó y siguió comiendo con fuerza, empujando la comida en la boca, olvidando la etiqueta con la evidente tensión y fuerza marcada en sus rígidos movimientos, su aroma podría sentirse a lo largo de los pasillos, haciendo que los alfas alrededor quisiera protegerlo, incluído su padre⎯Sé que no quieres esto, y no sabes lo orgulloso que estoy, de que pongas a nuestro pueblo por encima de ello, te lo digo como padre y alfa, eres un heredero digno del apellido Noir⎯Axe no respondió, masticó la comida casi atragantándose con ella, la mirada de su madre y hermana-hasta ahora en silencio-debían ser de pena pura, la evidente tristeza que desprendía su progenitora era evidente, sabían que se estaba conteniendo a sí mismo y a su lobo, siempre hacía eso desde pequeño, cuando no quería hablar y dar rienda suelta su furia.

Para cuando logró tragar solo sintió los brazos de su padre alrededor por el costado de la silla, junto a su aroma de Menta, eucalipto y sandía, como manto, sobre él, como si quisiera hacerle entender que todo estaba bien, el alfa de su padre mandó un sentimiento cálido a su propio omega interno, dejándole un beso en el cabello, Axe miró a un lado encontrando los cristalizados orbes de su progenitor, tristes pero con ese retazo brillante que ella conocía tan bien.

⎯Eres mi niño, Axe Didier Noir, mi niño hermoso, y dios salve a quien intente hacerte daño, tu alfa lamenta hacerte esto, mucho, espero algún día puedas perdonarme.

Para cuando su padre terminó de hablar las lágrimas de Axe rodaban por sus mejillas, el llanto brotó de su pecho y emitió sonido desde su garganta que demostraba su dolor y el de su loba quien aulló con fuerza en un canto de agonía, su padre sólo lo abrazó y dejó que se desahogara, mientras su madre, y hermana, observaban la escena con congoja y, la servidumbre, suspiraba de pena.

La familia sobre la familia, y sobre esta, solo el pueblo, ese el lema de la corona de Asmax.

Para cuando cayó la tarde en el puerto y Axe se despedía de su madre, padre y hermana con sonrisa tambaleante y melancólica, el pueblo se posicionan estratégicamente para ver a su príncipe omega partir, Lena Marielle, su madre lo miró con esos brillantes ojos verdes de ella y le besó la frente antes de abrazarlo y darle su bendición, dejando salir su aroma a miel, piña y galletas como si quisiera que lo tuviera de recuerdo, después su hermana hizo lo mismo con su aroma a piña y se lamentó por enésima vez, al no poder ocupar su lugar, Kellar André sin embargo fue menos emotivo, como su casta lo dictaba, lo abrazó con fuerza, lo miró directo a los ojos y volvió a repetirle lo orgulloso que estaba del hombre y omega en que se había convertido, a todo aquello Axe solo pudo cerrar los ojos, suspirar y sonreír.

Cuando los baúles comenzaron a llenar el barco, Axe miró a todos aquellos que se habían tomado el tiempo de ir a verlo partir, ahí estaba su gente, omegas que habían sido como segundas madres, alfas y betas que quería como un padre, cachorros que merecían un futuro tanto o mejor que un presente lleno de guerras.

Con cuidado se posicionó de frente a estos y con suavidad colocó las rodillas en suelo, se inclinó sobre la madera del puerto y dejó su frente descansar en esta para después dejar un beso y levantarse, y sin miramientos dio media vuelta subiendo al barco quedando de espaldas a todos aguantándose de la madera, rogándole a su loba que no lo dejara caer.

El aroma lo golpeó incluso antes del sonar de los pasos en la madera, tierra mojada, canela y sangre, algo inaudito y real como el hombre a su lado.

⎯Tranquilo, Omega⎯pidió viendo al joven omega parado al borde del barco, aguantado a la madera con las manos hechas un puño admirando el mar mientras subían todo lo necesario para el viaje, Axe volteó a darle una rápida mirada sonriendo, una sonrisa pequeña y tensa que le costó las fuerzas que no tenía.

⎯Le pides demasiado a este pobre omega, Cedric⎯su voz salió forzada, triste, baja y uniforme sin despegar la mirada de las saladas aguas⎯Hoy comienza el camino a contraer nupcias con el enemigo, un alfa que seguro me hará de la vida un infierno⎯frunció los labios en una mueca y negó, tanto él como su lobo derrotados y enojados por no poder hacer nada al respecto⎯La calma que me pides dista de ser una opción. Ni siquiera mis dioses me salvarán de esto, quizás es hora de resignarme, mas no lo acepto, no es justo.

⎯Si estuviera en mis manos no irías allí, no estoy a favor de esto, Igor tampoco⎯dijo, Axe sonrió al ver al humano y a la bestia dentro de él, Igor, igual de preocupados por él, sonrió desprendiendo su aroma lleno de amor y cariño, Cedric también dejó ir el suyo, era una briza de apoyo, una caricia de cariño que valía más que cualquier cosa, entre omegas esa era una de las mayores muestras de afecto, y él no podría comportarse de otra forma, el siempre buen y dispuesto Cedric.

⎯Está bien, Cedric, ya no importa, los necesitamos⎯se encogió de hombros⎯mi lobo y yo lo sabemos, solos no podremos contra el reino de Aspor, y Craenia quedará reducida a cenizas sin nosotros⎯giró el rostro observando el omega a su lado, alto, fuerte, lleno de músculos, de cabello blanco y lacio, cejas simétricas y adornadas con un aro de oro, ojos mieles, labios finos, piel oliva, ligeramente tostada por el sol; alzó la mano dejándola estar en la mejilla del albino con una sutil caricia que hizo a Cedric cerrar los ojos y sentir, sonrió, iba extrañar a ese omega con todo su corazón, a su hermano de otra madre, a su querido Cedric, irían juntos, pero la unión no sería la misma⎯¿Crees que ellos han aceptado de buena gana?⎯preguntó retirando la mano sin dejar de sonreír, sus ojos tranquilos al igual que su postura, pero con un corazón retumbante e inseguro⎯Años de malas intenciones no se olvidan cariño, pero estamos tan necesitados el uno del otro, que he de cruzar el mar y contraer matrimonio con el heredero del trono de Craenia.

⎯Una palabra Axe, una sóla y te ayudaré a desaparecer de la tierra, no habrá alfa, beta u omega que pueda encontrarte, sólo, dilo⎯el omega negó dando una casi imperceptible y se puede decir tímida risa, respiró hondo y miró al mar cerrando los ojos, empapándose con el viento que soplaba por todo el puerto, el salitre, el sonar de las olas, el sol calentando su piel⎯Axe, por favor.

⎯Solo crearía los cimientos de una inminente masacre, Cedric⎯dijo con un atisbo de dolor, sus ojos amenazaban con cristalizarse⎯Lo pensé muchas veces, la diosa Luna y Fenrir están conscientes de ello, rezé por libertad, pero no puedo⎯suspiró⎯Llevo la corona de una nación sobre mi cabeza, un pueblo sobre mis hombros y las vidas de cada una de nuestra gente en mi conciencia, no podría sacrificar a todo nuestro pueblo por mi felicidad.

⎯Serás miserable.

⎯Así sea, Cedric⎯dejó ir un suspiro que le dio el adiós a su patria⎯Así sea.

Esas habían sido las últimas palabras que oyó el reino de Asmax de los labios de uno de sus herederos, en el hermoso puerto de Uprad, capital de Asmax.

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