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CAPÍTULO DOS:

MAR DE LOS MUERTOS

FRONTERA MARÍTIMA ENTRE

CRAENIA Y ASMAX

Hace tiempo, cuando pequeño, su padre una vez le dijo, que siempre habían sacrificios que hacer, y que ante estos, cuando la vida te pone pruebas, sólo habían dos opciones, ir de frente o dar marcha atrás como un cobarde, o un hombre sabio.

Todo estará bien, cálmate, susurró la loba con tranquilidad moviendo su cola, acostada en el suelo, Axe podía observarla en alguna especie de prado en su mente, como un oasis personal, él respiró hondo, intentando concentrarse en su hermoso pelaje blanco y ojos azules, Yo estoy contigo, vivir o morir, pero siempre juntos, ¿recuerdas?, Axe asintió, era algo real, una vez los cachorros alcanzaban la edad de entre los doce y quince años y manifestaban la que sería su casta por lo que resta de vida, se trabajaba en el contacto de los mismos con su lobo interno, hasta que existiera una conexión tan fuerte que actuarán como uno, incluso tomando un juramento de vida en el que el lobo y humano se comprometían a siempre ver por el otro, o de lo contrario, de hacer algo que pondría en peligro a la otra parte moriría, Axe sabía que su loba nunca lo dejaría a la deriva. sin embargo su tranquilidad sólo lo llenaba de una incertidumbre arrolladora y tétrica cuando hasta hace horas, antes de cruzar el mar negro y finalmete estar cerca de las aguas de Craenia, estaba aún tan renuente como él a todo esto, y allí estaba, a nada de entrar en las tierras de Craenia, sabiendo que su mundo daría un giro de ciento ochenta grados para siempre, lo peor, es que no sabía qué tan positivos o negativos serían estos cambios.

Esto era un simple acuerdo político, una alianza forzada por el miedo y la incertidumbre, alimentada por la desesperación y una amenaza de guerra, pactada por el aliciente de salir victoriosos de una imparable contienda, ni el reino de Craenia ni el reino de Asmax querían semejante unión, aún recuerda los gritos indignados de su gente cuando su padre dio el anuncio, no quiere imaginar entonces los que acompañaron a los súbditos de la corona de Craenia.

Craenia y Asmax han sido enemigos por años, no se han alistado cañones o alzado las armas, tampoco desenvainado una espada, pero se sabe, se nota la tensión, es una guerra silenciosa que ha avanzado décadas y no da augurios de querer terminar, para Asmax los del trono de rosas no son más que escoria, para Craenia los del trono de oro no son más que bárbaros, una enemistad que comenzó con la fractura de una gran hermandad y la muerte de dos lycans, nadie sabe qué pasó realmente, pero tuvo la importancia suficiente para llegar al día de hoy.

Son dos naciones que se han llamado por más apelativos hirientes de los que se puedan recordar, por años Asmax estuvo abierto a nuevas personas, siendo un pueblo de lycans, sin embargo, contrario a muchos, ellos no habían perdido el contacto con sus lobos, se sentían orgullosos de tener ese lazo íntimo y ancestral otorgado por la diosa luna y Fenrir, algo que para el reino de Craenia era una aberración, ya que según ellos, con las bestian venían los instintos y estos eran el camino a la decadencia, la única vez que dejaron entrar a otros fue como abrirles las puertas del infierno y dejar entrar al mismísimo diablo, Axe no se engaña, ha conocido personas maravillosas en sus viajes a otros continentes, quizás entre los súbditos de Craenia las haya, pero su realeza es tan arcaica y cerrada que comienza a dudar de ello.

Su madre puso el grito en el cielo, su padre había flexibilizado solo porque de otra forma estarían perdidos, su hermana mayor intentó ocupar su lugar para salvarlo de tal destino, sin embargo el rey de Craenia fue preciso, sólo el hijo omega, para unirse en matrimonio con su hijo mayor, Axe al saberlo lloró por días, sí que lo hizo, sin embargo, era una verdad absoluta, contraer matrimonio o muchos cuerpos sin vidas y ensangrentados sería el cuadro que lo perseguiría toda su vida.

⎯Finalmente estámos aquí, Axe⎯asintió al escuchar la voz de Cedric⎯Será mejor que te alistes, príncipe⎯el joven omega se alejó del borde y colocó en medio del gran barco, sus ojos azules oscuro relucían, sutil maquillaje que solo resaltaba su belleza, el cabello negro, largo y lacio suelto por todo su torso acentuando su silueta y razgos, finos rasgos de piel blanca, labios pequeños y gruesos besados por el sutil labial, el delgado cuerpo envuelto en un sencillo quimono negro de fina tela y unos pequeños dibujos en forma de dragón, con un cinturón de diamantes que cubría toda la cintura incrustados en la oscura tela asentuando sus caderas.

Así como se acercaban al embarque y las aguas se movían, así lo hacían las telas de sus prendas, entrelazando ambas manos en lo bajo de su vientre, la frialdad de los anillos a juego con los largos pendientes de diamantes y oro, y un colgante de plata creando escalofríos en su piel.

El barco arribó en la orilla, las anclas fueron echadas y la tabla puesta para su entrada a tierras de Craenia, tomó aire profundo a sus pulmones, su loba asintió y tomando eso como apoyo dio el primer paso seguido de sus guardias y damas de la corte, cada paso sentía que moría, tenía miedo, estaba temblando, ganas no le faltaban para dar media vuelta y salir de ahí sin mirar atrás, sin embargo no lo haría, controló su aroma evitando dejarse en evidencia, esas lágrimas y huidas solo la harían parecer débil y él no lo era, los omegas de su pueblo son guerreros, fuertes lycans llenos de valor y él no sería menos, estaba frente al enemigo, casamiento o no, acuerdo político o no, eran enemigos.

Dio el primer paso, ese que marcaría un antes y un después.

⎯Bienvenido príncipe omega de Asmax⎯saludó un señor con traje verde obscuro, porte elegante, ojos arrugados, piel blanca, aura altanera y bigote⎯Mi nombre es Abraham Poatta, he venido a recibirlo en nombre de la corona de Craenia⎯Axel lo observó de arriba hacia abajo, inhalando sutilmente el aire alrededor, uva, intentó captar algo más sin embargo no era necesario, Abraham era un beta, Axe sonrió con total hipocresía al sentir como su loba parecía interesada y ligeramente molesta, a Axe le habían enseñado que cuando una visita llegaba al reino debía ser recibida por alguien de la realeza, no por cualquiera en supuesta representación de la misma, y el hecho de que nadie de la monarquía de Craenia asistiera a recibirlo era una clara muestra de lo que le esperaba, en otros instantes Axe hubiera creado una escena y demostrado su carácter, sin embargo, allí, no lo llevaría a nada excepto dar veracidad del poco exacto pensamiento que tenían sobre Asmax y su gente.

⎯¿Por qué los reyes no han asistido a mi recibimiento?⎯preguntó a lo que Abraham miró a los demás antes de darle una sonrisa.

⎯Lo están esperando en palacio su alteza, ellos tenían asuntos importantes que atender⎯alzó una ceja mirando al hombre.

⎯¿Asuntos importantes?⎯el beta asintió⎯¿Quiere decir que yo no lo soy?⎯Abraham pareció entrar en pánico y negó rápidamente, las damas y guardias mirándolo con diversión⎯Bien, llévame con su alteza.

Abraham observó a el príncipe omega con lo que se podría decir sorpresa y curiosidad, desde que se dio a conocer sobre el acuerdo político no se hablaba de otra cosa y se vio cuando a cada metro que avanzaba el coche había algunas habladurías alrededor, alfas, omegas y betas, muchos sorprendidos, algunos interesados y otros horrorizados por la presencia de alguien, no, del príncipe omega de Asmax allí, porque solo significaba que era realidad el acuerdo político.

Llegaron a las puertas del gran castillo, el príncipe omega ni siquiera reparó en la estructura, solo siguió a Abraham con el rostro serio, su séquito y guardia igual.

⎯Mi rey, el príncipe omega de Asmax, Axe Didier Noir, ha llegado⎯presentó dejando a la vista de los monarcas al joven omega de piel pálida, quien dio un par de pasos acercándose al comienzo de las escaleras que daban al trono con mirada afilada.

⎯Axe Didier Noir, príncipe omega y segundo heredero del reino de Asmax⎯se presentó ante los reyes saludando con un sutil movimiento de cabeza.

⎯Es un honor príncipe Axe, bienvenido al reino de Craenia⎯respondió Eric Arnaud Féret, alfa y rey de Craenia con una apretada sonrisa, a su lado la reina con rostro serio y pulcro silencio, el aroma lo golpeó, era una alfa, sin embargo el tono amargo de su aroma casi lo hace vomitar ahí mismo, era un mujer alta, delgada, de cabello castaño y ojos verdes, al otro lado dos de sus tres hijos nacidos, uno de cabello castaño, con los ojos de su madre y unas hermosas finas facciones, que sólo olía a café, era un beta, a su lado había alguien más observándola con gran atención en sus vistosos ojos grises, el monarca se acercó hasta el príncipe omega y lo tomó de la mano⎯Se que no estamos en las mejores relaciones pero espero que al menos sea tolerable su estadía aquí⎯Axe sonrió.

⎯Eso espero, su señoría⎯miró por encima del hombro de Eric con fingida simpatía, su loba gruñó y Axe juró verla sonreír sólo como un lobo podría hacerlo.

La tensión se sentía en el ambiente, todos en silencio y alerta, Axe lo sabía, había entrado a un campo de batalla, del que no sabía si saldría impune.

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