PRÓLOGO:
Axel siempre supo que su destino estaría condenado desde el momento en que su casta fue decidida por la diosa Luna y el dios de los lobos, nacer omega en un mundo como el que le había tocado vivir era demasiado, incluso como príncipe de una nación, no le quitaba la maldición de su estirpe, OMEGA, parecía una mala palabra que acarreaba el alma, el frío que que constituía no ser más que la posesión de los seres superiores, los alfas, bárbaros en su mayoría, llenos de malsanas intenciones, culpables de los mayores desastres, creadores de calamidades.
Ahora en la noche, con la diosa brillante y esplendorosa, levanta la vista y mira lo que podía decirse, es uno de las pocas entidades ancestrales que le inspiran fé, el dios de los lobos, el padre de toda su raza, a quien por años los súbditos y la familia real le ha rendido tributo, Fenrir, el rey entre reyes, dios de dioses, quien marca el inicio y el final, los pone en tierra y da la misión de vida a los lobos, el eterno enamorado de la luna, y señor de los lycans, y ahora Axe se pregunta, muy dentro de sí, mientras su lobo se remueve furioso en su pecho por las emociones de su lado humano, si sus plegarias podrían ser escuchadas, si con aullar de tristeza y desolación a la luna y con la esperanza de que el dios lobo lo escuche allá arriba en su templo, si con caer de rodillas y listo para inclinarse con la frente pegada al frío suelo, para rezar mientras su cuerpo tiembla de ira e impotencia y las lágrimas surcan su rostro, podría ser realmente escuchado y librado de su destino.
Camina por el ancho corredor, sintiendo su lobo alerta, con las orejas atentas a cualquier sonido y la mirada animal, se siente abatido, pesado pero decidido, la noche surcaba Asmax, de hecho el calor comenzaba a ser insoportable y el clima no daba tregua a dar ni siquiera una pequeña briza, Axe sentía el sudor correr por su frente, manos y espalda mientras la tela incómoda se pegaba a su torso como si no pudiera ser de otra forma, con las velas encendidas, iluminando el panteón del dios Fenrir y otros pequeñas deidades, oscuro a ojos humanos pero él, incluso si no tuviera su loba allí, guiandolo, podría ir ciegas, a paso seguro, porque sabría encontrar cada escondrijo y no sufrir daño alguno.
Con cuidado se detuvo delante de la deidad y en el tabloncillo de madera forrada en terciopelo rojo se arrodilló colocando sus manos juntas, respirando hondo, sintiendo el aire pasar dolorosamente a sus pulmones, comenzando con susurros que fueron tomando forma y volumen mayor, alrededor, su aroma se arremolinaba con fuerza, y su loba gruño de molestia al sentir la incertidumbre y dolor de Axe, para él, un hombre que había crecido en un país que pese a todo respetaba las castas, el hecho de ir a una nación como Craenia le hacía chillar de agonía, y ella, su loba y fiel compañera y protectora lo sabía.
⎯Oh padre de los lobos, uno de tus hijos te necesita, e incluso si mi fe no es absoluta, aún así hoy vengo a ti a pedir ayuda⎯se lamió los labios con nerviosismo, si bien creía con fervor en lo que se le fue inculcado, rezar nunca había sido su fuerte, ni siquiera iba lo suficiente a la iglesia⎯Dar presencia en las tierras de Craenia, será mi propia perdición, como omega, en un mundo tan cruel como el que nos tocó vivir, ir allí sería abrir las puertas al infierno, sin embargo, mi señor, la guerra parece arroparnos con su aroma a sangre y desolación, Aspor quiere destruirnos, dejándome en una posición sumamente difícil, ya que de no acceder, sólo nos condenaría a todos solo a muerte y devastación, nunca he pedido nada mi señor, nunca, pero esta vez quiero, merezco ser egoísta, líbrame de este desafortunado destino, sin tener que vivir con la muerte de todo un pueblo sobre la espalda como castigo.
La vida era injusta, poner a su gente justo ahora en una posición de guerra no era lo que hubiera esperado, no cuando su padre y alfa, al fin pensaba descansar junto a su madre, dejando atrás una vida de sobresaltos y amenazas. Asmax era pacífico, un remanso de paz para los lycans, no habían cruzado más que simples palabras con otros reinos en años, no entendía, incluso con la sabiduría de su loba de por medio, qué había pasado, ¿cómo era posible tal cosa?. Axe juraba que por más que pensara e intentara encontrar algo factible que le explicara de forma lógica el actuar del enemigo, no la encontraba, era como si solo hubieran decidido irse en su contra, como si algún ser maligno le envenenara la mente y pidiera la sangre de Asmax
A lo lejos sonó un cuerno, era parecido a las armonías de guerra de su pueblo, solo que esta era más ecuánime y baja, como una orden que debe ser tomada sin refutar, y solo podría significar una cosa, habían aceptado la alianza con Craenia en aras de proteger ambos reinos de Aspor.
Axe cerró los ojos y respiró hondo.
A veces, llevar una corona era demasiado.
Esa noche tanto él como su loba, se sentían más tristes y débiles que nunca.
.......
⎯Nuestro alfa finalmente ha enviado respuesta a Asmax en cuestiones de la alianza, y han sido positivas⎯la voz de Karel Fabien sonó baja sentándose a su lado, el contrario no volteo a mirarlo, de hecho parecía demasiado concentrado en ver el mar, el atardecer bañaba las aguas del puerto y las aves daban sus últimas acrobacias antes de retirarse⎯Erwin⎯llamó dejando posar la mano en el hombro del aludido⎯Sé que esta no es la mejor situación, pero dependemos de esto, somos débiles por nosotros mismos, nuestro ejército...⎯la risa que le llegó por parte de este hizo que retrocediera solo unos pasos y mirara como si le viera por primera vez, era tan fría, vacía, carente de todo lo que podría hacerla humana, su hermano era un alfa, y el animal dentro de sus ojos estaba furioso, tanto o incluso más que el humano, ya que ser obligado a tal cosa como un acuerdo matrimonial en el que no daba ni voz ni voto, demostraba que no era lo suficiente alfa para llevar las propias riendas de su vida, Erwin gruñó, casi animal y primitivo, dejando ir una mueca cuando se dio cuenta del hecho, chistó y sonrió cínico.
⎯Entonces amarrarme a mi y a mi lobo, a un matrimonio arreglado con un omega que jamás he visto en mi vida, parece ser la solución a todos nuestros problemas, ¿verdad?⎯sonrió⎯Eso es demasiado ingenuo, incluso para ti, Karel. Conocemos a muchos monarcas, ¿tenía que ser de Asmax precisamente?.
Nuestro alfa quiere el bien del reino.
⎯Tu alfa solo busca su propio bien, mi querido Karel⎯rebatió en tono bajo, incluso calmado, para Karel era a veces-y solo a veces-fascinante ver la pasividad con que Erwin se tomaba las cosas, podría decirse que antes de este día nunca había visto a su hermano actuar como lo dictamina su casta, posesivo, peligroso y agresivo, más bien era todo lo contrario, como si no le importara nada, Karel llegó a pensar que incluso que carece de alma, su hermano mayor era todo lo opuesto a él, alfa, fuerte, decidido e iba de frente, era normal que padre lo eligiera para tomar el trono después de Mael partiera, ahora mientras lo veía ahí-sentado como si la derrota fuera parte de sí mismo-sobre una roca, sentía que a quien acompañaba esa solitaria noche era un desconocido.
Erwin se levantó y miró al horizonte, solo una vez más antes de pasar de largo y dejar a Karel allí, Erwin estaba metido en sus propios pensamientos, sintiendo a su lobo moverse en su oscuro medio, con las fauces afuera, gruñendo, mientras él se cuestionaba qué podría hacer para salir de ello incluso ahora que sabía que era tarde y a estas alturas el príncipe omega de Asmax, debía estar feliz, haciendo arreglando el embalaje para venir a Craenia.
Suspiró y miró el castillo, aún a lo mejor, era una alianza, solo eso, pura conveniencia y necesidad de sobrevivir y no caer ante lo que amenazaba con venir, él era el heredero de Craenia, alfa, hijo del rey, no debía preocuparse, eran sus tierras, su reino, el príncipe omega de Asmax era quien debía temblar de miedo.
Se necesita una alianza, una alianza entre reinos lycans, un matrimonio que beneficie a dos partes con el fin de ganar algo, sin embargo, ¿qué pasa cuando estos dos reinos en cuestión se odian?, si se desprecian los unos a los otros, alfas, betas y omegas, intentando sobrevivir en el mundo que les ha tocado como prisión.
Y ellos, pobres niños herederos de coronas malditas y llenas de prejuicios deben unirse, deben luchar contra sí mismos y todo aquello que saben, deben protegerse, proteger sus almas, sus vidas, pero, más importante que todo...
Sus almas.
Porque todo fue escrito, y la luna no se equivoca, a veces tu destino puede ser encontrado en tu peor enemigo.
Y quizás los secretos que se juraron llevar a la tumba deban ser revelados.