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Capítulo 4

-No creo que sea el camino correcto- susurra en mi oído. Sigo mirando a mi padre, que ahora está de pie y ajustando el cuello de su chaqueta.

-Hace unos días llegó el secretario personal del príncipe, lo llamé. Yo firmé el contrato de matrimonio por ti, puedo hacerlo, soy tu padre.- Dice con calma. ¿Está loco? ¿Y si me hubiera dado en matrimonio a un viejo loco?

El príncipe intenta hablar, pero lo interrumpo.

-No tienes ningún derecho sobre mí. Llamaré a nuestro abogado, lo cancelará todo. Yo no firmé nada y tú no pudiste. Al contrario de lo que querías, estudié. No soy tan ignorante como crees. No puedes burlarte de mí- digo con una mirada seria.

-Lástima- continúo.

Le doy al príncipe una última mirada, totalmente confundida, y luego me voy a mis habitaciones. No quiero saber nada de nadie durante al menos una semana.

EL PUNTO DE VISTA DE ALEX.

-No firmó por su hija, FALSIFICÓ la firma de su hija.- digo enfatizando la palabra falsificada. Eso explica ese chantaje, no habría tenido sentido si ella realmente lo hubiera firmado.

-Van a cancelar la boda- me digo más a mí mismo que a ese hombre. Lo van a cancelar y esto no puede pasar. Tengo que quedarme con ella, tengo que quedarme aquí.

-No lo cancelarán.- dice el Sr. Armand con calma.

-Al menos hasta que yo lo diga.- Continúa. Lo miro confundido, ¿cómo puede evitarlo?

-Acabas de ver la escena que hizo, ¿no? Esa chica está loca, no pueden escucharla y-

-NO.- grito golpeando mi mano en el escritorio frente a mí.

Ya sé a dónde va esto, y no pensé que fuera tan cruel. Aunque debería haberlo esperado de un asesino . Me da pena esa chica.

-No vas a tener a tu hija encerrada en un manicomio. No está loca, solo es inteligente. Y no quieres que lo sea, ¿verdad? Es más fácil controlar a una persona ignorante y estúpida. Pero cuando esta empieza a rebelarse, ya no le conviene, ¿verdad?- Pregunto en voz baja.

-No tienes derecho a-

-No he terminado.- digo con voz tranquila.

-Tengo un trato que ofrecerte.- Prosigo. Me escuchará ahora, o te juro que lo joderé antes de lo esperado.

-Me quedaré aquí por un mes. Cortejaré a tu hija. Después del mes ella misma decidirá si se casa conmigo o no. Mientras tanto, el contrato será cancelado.- digo mirándolo a los ojos. Tendré más tiempo y tal vez gane una esposa, mejor de lo esperado, ¿no?

-¿Y para mí?- Pregunta con curiosidad. Lo observo divertido.

-Silencio. Mi silencio.- le digo desafiante, mientras su respiración empieza a hacerse pesada .

-¿Su silencio por qué?- pregunta el Sr. Armand, preocupado. ¿Debo decirlo o no? digamos que no

-Él se enterará a su debido tiempo, o tal vez no. Quien sabe- digo con una sonrisa en mi rostro. Su mirada se endurece y trata de hablar, pero lo interrumpo.

-Créeme, no estoy bromeando. Ella sabe muy bien lo que hizo, así que piénsalo dos veces antes de despedirme y rechazar el trato- digo relajado.

-¿Cómo sé que no está mintiendo?- Pregunta curioso. Bueno, tiene razón. Necesita prueba.

-Le digo una palabra, solo una, para que adivine lo que yo sé, y la palabra es: ring- digo viendo como su expresión cambia rápidamente, de curiosa y algo dudosa a completamente asustada. Compañero de cheque. El obispo toma al rey.

-Acepto- dice.

-Fuera ahora- continúa levantando un poco la voz.

-AFUERA.-

Ante sus gritos no puedo evitar reírme, una palabra es suficiente para hacer que una persona se rinda. Una palabra.

EL PUNTO DE VISTA DE Celeste.

Estoy en mi habitación, completamente inmerso en mis pensamientos. No puedo creer el momento que acabo de vivir. Pero si crees que me callaré, te equivocas. Me levanto de la cama en la que estaba acostado y empiezo a caminar, escucho a mi padre gritar. Quién sabe de qué hablarán. Tal vez mi vestido de novia, o ya están decidiendo el marido de la hija que aún no tengo.

Me detengo en seco cuando escucho que alguien llama a mi puerta. Lo pienso por un momento, luego lo abro directamente.

Tengo muchas ganas de darle un puñetazo directo en esa pequeña sonrisa que siempre tiene en su rostro, pero luego recuerdo que él me defendió primero, así que suspiro y le sonrío.

-¿Puedo pasar?- pregunta cortésmente. ¿En mi cuarto? Por supuesto que no.

-Sería mejor que saliéramos, los sirvientes podrían pensar mal- digo pasando a su lado, para luego salir de mi habitación. Espero a que salga y luego cierro la habitación.

-¿Por qué vino a mí?- Pregunto caminando a su lado. Siento su mirada en mí, pero trato de no darme cuenta. Parece disfrutar asombrando a la gente.

- Convencí a su padre. Me quedaré aquí un mes, y si no la convenzo de que se case conmigo, me iré. Sencillo- dice ampliando su sonrisa. Lo miro confundido.

-Bueno en teoria ya estamos casados gracias a mi padre, solo falta la fiesta- digo pensando en lo que hizo mi padre. No entiendo cómo pudo.

-Oh sí, el contrato de matrimonio actual será cancelado, por supuesto- continúa, rodando los ojos. ¿Cómo lo convenció?

-Alexander, creo que puedes irte. No me voy a casar- digo rápidamente. Se detiene abruptamente y me giro en su dirección. Ahora que le pasa?

-Dijo mi nombre- dice casi en un susurro, sonriendo.

-¿Y cómo debería llamarlo?- digo confundido.

-Es que nunca me llamó por mi nombre- dice sin dejar de sonreír.

- Está bien, príncipe. Entonces ya no la llamaré por su nombre- digo comenzando a caminar de nuevo. Inmediatamente se apresura a detenerme, agarrándome por la muñeca.

-Absolutamente no, quiero que me llame por mi nombre, siempre. Efectivamente, también puede llamarme Alex, y darme el primer nombre si quiere- dice fijando sus ojos en los míos. Todavía estamos de nuevo. ¿Qué está tratando de hacer?

-También te puedo dar el primer nombre, pero eso no cambia lo que dije antes. Por mí también puedes irte, Alex.- digo deletreando bien su nombre. Me sonríe y da unos pasos hacia mí, mientras yo retrocedo unos pasos.

-¿Me tienes miedo?- dice. Es tan raro oírme llamarte de alguien que no sea Kyle. Ni siquiera mi padre me llama tu.

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