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3. Capítulo

—Voy en un segundo —suspiró ya más tranquilo—, pero antes voy a echarle un vistazo al pequeño salón de fotografías. Necesito actualizar mi perfil de Instagram.

—No te tardes —advirtió dándole la espalda para seguir su propio rumbo.

—¿Y tú ci… hermana? —se apresuró a formular cambiando la palabra al percatarse de sus palabras.

Nate bailó las cejas volviendo su expresión un poco más gélida.

—Por ahí…

Se aporreó por evitar preguntarle el paradero de Kats, no la vio entre todo el cúmulo de personas, y decidió no hacer interrogantes; intuyó que a Nathaniel podía molestarle. Luca echó a andar los pies al pequeño salón de ensueño donde todos ya todos se habían sacado fotos, solo una persona acomodaba detalles en los colgantes; por eso prefirió escudriñar el panorama mientras resonaba Boulevard of Broken Dreams de Green Day, canción que oyó por primera vez en la cuarta temporada de Smalville, el episodio siete para ser exactos.

—I walk a lonely road the only one that I have ever know —mantuvo las manos dentro de los bolsillos, permanecía quieto a medida que escudriñaba las lámparas frente a sus ojos—. My shadow's the only one that walks beside me, my shallow heart's the only thing that's beating. Sometimes I wish someone out there will find me till then I walk alone...

Olía a chocolate, manzana verde y canela también.

Ese especial aroma invadió sus fosas nasales, cerró los ojos y al cabo de unos instantes escuchó sonar por los altos parlantes de la habitación Hotel California de The Eagles, empezó a tararearla también.

—Welcome to the Hotel California. Such a lovely place. Such a lovely place...

Chocolate con manzanas verdes. Chocolate y vainilla. Chocolate. Bombón.

—Solo faltó el gato sonriente Cheshire para que esto pareciera surreal. Les quedó precioso —gesticuló enfocando la visión en la silueta femenina que se movía a regar algunas plantas para pasar el rato.

Era tan idiota que no se había percatado de ello antes.

La voz masculina asombró a Kats; estaba allí porque atendía un pequeño asunto técnico. No corría el agua en la fuente y algunas velas que se consumaron debían ser reemplazadas.

—No exijas tanto, Eric —respondió a espaldas del rubio encendiendo la última mecha de la cera sobre la repisa del fondo. El reflejo de la llama le iluminó el rostro y cerró los ojos para oler la canela.

Una sincera curva se dibujó alrededor de la comisura de los labios de Luca. Se sentía en casa junto a ella.

—¿Qué tal tu noche? —sonsacó Katsiaryna dándose la vuelta dejando el encendedor dentro de un estuche negruzco.

—Tu primero —la animó a que le contara.

—¿La verdad? —achicó los ojos llevándose las manos a la cintura—. No tan bien como esperaba, pero no me quejo, ¿y la tuya?

—Solo espero que esté yendo mejor que la mía —los orbes celestes del vocalista se volcaron en un precipicio, sus pupilas estaban desatando una tormenta que de un momento a otro arrastrarían la tempestad a la quietud de ese sosegado azul—. En definitiva, la peor noche de mi vida.

—¡Vamos! No puede ser tan malo, ¿es por Kels? —se atrevió a preguntar sin ataduras.

El joven negó en un movimiento lento.

—Ella no tiene nada que ver, es decir, es muy dulce y se preocupa por mí. Pero lo paso mal por mí, soy yo, yo soy el problema de todo.

La luna y las estrellas se alinearon para danzar una canción de amor. Ahí estaba la diferencia que marcaba la diferencia entre dos astros que brillaban sobre una misma persona.

—¡No! Sé que podrás ser un tonto, un patán y un egocéntrico, aunque no te culpo porque sé que tienes los genes de tu hermano —Kats pausó y caminó unos pasos hasta su amigo riéndose de manera nerviosa—, pero no eres un problema. Al contrario, eres la solución a ellos, eres la solución a todas las complicaciones y nadie puede hacerte creer lo contrario.

Las mejillas les quemaron, pero ese color vivo fue opacado por las tenues luces novelescas de las lámparas.

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