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El laboratorio de física de partículas nucleares que procuraba ayudar a la humanidad prestaba sus servicios para experimentar la descontaminación o la cura contra la radiación. Usualmente, las pruebas eran usadas en animales para no atentar directamente contra la vida de las personas que poseían las condiciones adecuadas para soportar los químicos fuertes por vía intravenosa.
—Aleja esa cosa de mí —rogó la adolescente al sentir como el temor le recorría el cuerpo al ver la jeringa junto a tres tubos de contenido rosa pálido en el interior—, te lo imploro —pidió en una súplica cargada de lágrimas.
Como los condenados abandonados en el Leteo, el lago del olvido. Bryukhanova negó con la cabeza disgustada, odiaba que la fuerza de voluntad de ese ser humano inservible aún tuviese ánimos de defender sus derechos.
—¡No seas estúpida! Esto debe curarte y si no lo hace de todas maneras la leucemia acabará matándote como al resto.
Después de ese despectivo comentario los enfermeros que acompañaban a la rusa sostuvieron a la chica de harapos azules a la fuerza luego de haber forcejeado unos cuantos minutos. Su tipo de sangre universal era lo que necesitaban para elevar el experimento a una escala sin precedentes y por eso Nerissa observaba impaciente como los hombres apaciguaban a la muchacha.
—Tranquila cariño —susurró acercándose cautelosa pese a que estaba amordazaba.
La morena succionó el espeso líquido con la punta de la jeringa y se la clavó en el cuello. Como consecuencia, sus pupilas dilataron en cuestión de segundos y las fuerzas le caducaron llevándola a un estado de inconsciencia. Una especie de sueño donde era consciente de lo que pasaba a su alrededor, pero que le destruía la piel provocándole un ardor mortal en el organismo.
—SC-19 negativo —Nerissa mencionó en voz alta tachando un pequeño cuadro en blanco donde tenía un registro del experimento—. P107 fallida.
La joven volvió sobre sus pasos y se dirigió al despacho de Viktor Blackwell dado que debía estar tanto de los infortunios de Pandora. Bajó las escaleras pensando en lo mucho que amaba su trabajo y como disfrutaba manipular a los demás a su antojo para conseguir lo que quería. A la distancia, Bryukhanova observó como Adrien se dirigía a las escaleras que conducían a los pisos superiores.
—¡Camarada Hemmings! —exclamó acercándose en pequeños pasos ya que la punta de sus tacos negros le impedían caminar rápido.
—Bryukhanova, ¡qué agradable sorpresa! —el acento australiano se coló en su oración sin más.
—Por favor, le agradezco que no use ese apellido para dirigirse a mí —se le ensombreció la mirada—. Disculpe la imprudencia, pero ¿ya su hijo ha sido notificado de todo esto? Quiero decir, ¿ya está tomando las píldoras creadas por usted?
El semblante del hombre decayó en segundos en vista de que no había marcha atrás. Debía enfrentar los demonios del pasado y como Luca logró sobrevivir a las pruebas iniciales de CERN, era el candidato principal para cuando la vida del SC-19 llegara a su fin. Él fue sobreviviente a los rayos Beta.
—Tendrá que saber que mi hijo Luca no es ningún idiota. Se dará cuenta con tan solo observar el contenido u olfatear el tóxico componente de la sustancia.
—No tiene por qué enterarse de una manera tranquila brusca —se enroscó algunos mechones en el dedo índice mientras una nueva y brillante idea pasaba por la cabeza.
—¿Qué propone entonces? —el rubio corpulento la observó sobre los antiguos anteojos de vidrio.
Ella esbozó una expresión perversa en los labios.
—Dígame algo doctor Hemmings, ¿alguna vez ha oído hablar del caballo de Troya?
Área de Humanidades | Sídney, Australia
La campana sonó. Hemmings guardó sus libros de Estudio del Lenguaje en el fondo del bolso y lanzó unos cuantos lápices de colores que usaba para resaltar ideas importantes de la clase. Lingüística era la materia favorita de Luca después de Música y Química.
Alzó el peso de la mochila fuera del aula de clase y corrió hasta el salón de arte donde Katsiaryna recibía la última clase del día, necesitaba hablar con ella y decirle lo que estaba carcomiéndolo por dentro dado que era fiel creyendo de que la peor agonía es cargar con un sentimiento que no puede ser expresado con palabras.
—¿A dónde vas con tanta prisa? —Jeremy se le atravesó en medio de haciendo que se sobresaltara de golpe. Odiaba que su amigo hiciera eso, pero entendía que era costumbre suya y no había forma de cambiarlo.
—Necesito buscar a Kats —respondió siguiendo su camino, el de facciones asiáticas volvió a obstruirle el paso—. No estoy para bromas Grayson, en serio necesito irme.
Rezongó fulminándolo con la mirada, necesitaba hacer que Luca se deshiciera de esa idea y la dejara en paz porque estaba demasiado sensible por esos problemas derrumbándosele encima. No justificaba su actitud, pero la entendía…
—Supe que fuiste a ver End Game con Bonnie y su séquito, ¿te gustó la película? A mí me encantó —de inmediato se le cristalizaron los ojos—, la parte donde Capitán América dice “vengadores unidos” me mató la existencia y… el chasquido de Tony diciendo “yo soy Iron Man” me destruyó —afirmó emocionado ya al borde de las lágrimas.
Los zafiros de Hemmings divagaron a medida que aceleraba el paso dado que las cosas de superhéroes en malla no eran lo suyo. Lo que sabía de DC Comics era por Smallvile que vio por televisión junto a Carmichael y gracias ese recuerdo mutuo pudieron acercarse un poco más.
—Sé que te gustó Jeremy… fuiste disfrazado de Spider-man al estreno —achicó la mirada.
El traje de látex que tenía desde los quince le ajustó más de lo debido y fácilmente podían confundirlo con el mismo Tom Holland. Le gustaba la idea de que a veces Kats lo llamara de esa forma porque le recordaba a los mimos de Catriona; su hermana mayor.
—Admite que me quedaba el traje —masticó un trozo de lo que era su almuerzo—. ¡No tan rápido vaquero! Entonces, ¿para qué quieres verla? Aún no sale de clases y por si no lo recuerdas, vive odiándonos a todos —planteó el joven imitando el acento texano reflejando inocencia—. Creo que tiene la regla.
—Eh… Da igual, necesito contarle algo —confesó estresado por el estrés acumulado. Diminutas espinillas empezaban a hacerle protuberancias en la piel encoreciéndole un poco más los pómulos.
Arrugó la frente metiéndose una mano al bolsillo de su hoodie áureo. Esa misma mañana le preguntó algo de la clase de Biología y ella lo ignoró pasando de él por completo.
—¿Qué vas a decirle? Tú y yo sabemos que no está pasando un buen momento y sabemos lo volátil que pues llegar a ser cuándo tiene la regla —Grayson bromeó haciendo que sus ojos se volvieran pequeños, luego masticó una zanahoria que llevaba en la mano.
—No bromees con eso —advirtió sacándose el celular del bolsillo para ver sus notificaciones en Instagram, su paciencia empezaba a agotarse.
«BonnieStegmand te ha enviado una solicitud de seguimiento»
La sonrisa de Jeremy se desvaneció ya que sabía a qué iba todo su interés por hablar con Kats. La noche anterior, durante el ensayo de la banda, el rubio comentó que estaba empezando a albergar fuertes sentimientos por ella y que trataría de decírselo lo antes posible para esclarecer las cosas.
—Escucha. De verdad no es un buen momento y como casi hermano tuyo, te recomiendo no decirle nada de lo que hablamos, aún está muy afectada por la repentina separación de sus padres —advirtió el filipino con la cabeza puesta en el suelo de mármol empañado de incontables pisadas que contaban la historia de toda la escuela—. Al parecer se fue a Ginebra, ¿tienes idea de lo lejos que queda eso? ¡Queda en América por si no lo sabías! —afirmó con tanta seguridad que quién desconociera el paradero de una de las principales ciudades de Suiza, hubiera creído sin reparos el disparate que acababa de decir.
Hemmings observó con atención como su amigo masticaba la mitad de la zanahoria que llevaba entre las manos y soltó una carcajada en medio del pasillo atrayendo muchas miradas de odio hacia ambos. Grayson lo miró de reojo sin entender lo gracioso del asunto.
—Definitivamente, idiota es el significante y tú el significado —negó con la cabeza recargando la espalda en la columna de concreto más cercana. En ese momento aprovechó para sacar de su mochila un caramelo de fresa.
—¡No vengas a darme un sermón sobre el lenguaje ahora! Aprobé el examen final del curso pasado porque me copié de Kaleb y la profesora casi me descubre. Pero al final de día, el mal siempre triunfa —el moreno se defendió echando a andar el paso de nuevo.
—Descarado —murmuró en un gesto que siempre llevaba acabó cuando el nerviosismo se apoderaba de sí—. ¿Por qué Jake se fue a Ginebra? Quiero decir, su familia está en Canadá no en Suiza —el rubio razonó cambiando el tema y frunció el ceño confundido—. ¿Cómo está Claire? No la veo desde hace semanas.
—¡Claire! —chasqueó los dedos imitando a Thanos—, está de cabeza con las Troyanas y me contó que oyó a Kats decir que su padre necesitaba tomar un “descanso” de todo esto, y volver a sus “orígenes” —Grayson enmarcó las comillas en ambas ocasiones volteando sus iris ámbar dentro del globo ocular—. Los chismes vuelan, ¿no?
—Qué extraño... —musitó haciendo una mueca de desagrado a la vez que se le fruncía el ceño—. Hay algo en ese tipo que no me cuadra.