5
Jude
Las estrellas han visto millones de historias a lo largo del tiempo. Han visto cómo dos personas se enamoran. Han visto cómo nos hacemos daño entre nosotros. Han visto cosas que hasta los mismos humanos tardamos milenios en descubrir. El universo.
Según dicen los astrólogos, puedes conocer todo acerca de tu destino, de tu vida, tu forma de ser; eso solo con hacer una carta astral. Esa carta es la que según los astrólogos te representa, es aquello que dice todo de ti.
Es impresionante como de algo tan maravilloso se haya podido derivar algo tan complejo como la astrología.
Las estrellas siempre han sido algo que me han llamado la atención. Bueno, el universo en general.
Soy de esas personas a las que les gusta leer teorías conspirativas acerca de él.
Muchas tienen lógica a como plantean sus teorías, menos la de que la tierra es plana. No soy creyente ni porque me pagaran. Es muy descabellado pensar eso, cuando existen hechos fácticos que comprueban que la misma es redonda.
De las otras tampoco soy creyente, solo acepto que la manera en la que hablan acerca de que somos un «experimento de los extraterrestres» o «que somos seres que estamos perdidos en el tiempo porque fuimos abducidos por un agujero negro». Tienen planteamientos interesantes, pero claramente, no me convencen.
El universo es un lugar inhóspito —o es lo que creemos— e inexplorado, lleno de misterios y secretos.
Mi punto es que a veces me gusta pensar que existen otros mundos, mundos en los que nosotros también existimos, pero nuestra historia es distinta. Mundos en los que las personas que más amamos no están en otro plano. Mundos en los que mi madre estaría con nosotros.
A pesar de que me encontraba sumida en mis pensamientos, sentí como «él» se recostaba a mi lado en el césped.
Guardó silencio y se dispuso a mirar las estrellas como yo me encontraba haciendo desde ya hace rato.
—Son hermosas ¿no lo crees? —dije.
—Sí, lo son. A veces me pregunto cómo algo tan hermoso solo puede verse cuando está perdiendo su luminancia.
—Buena pregunta.
—Lo sé.
—A mí siempre me ha llamado la atención la complejidad del universo —admito.
Logan suelta una pequeña risa ante mis palabras.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunto sin entender.
—Me río porque esa misma curiosidad también la he tenido yo desde muy pequeño.
«Primera cosa que tienen en común» —dice mi subconsciente.
Lo ignoro y decido seguir la conversación. Es la más civilizada que hemos tenido hasta ahora y si este chico no es tan malo, ni tan idiota como Theo me estuvo diciendo por media hora en la cocina, vale la pena calmar mis ganas de tirarlo por un barranco —al menos por un rato— para comprobarlo por mí misma.
—¿En serio? —voltee mi mirada a su perfil.
Un perfil muy hermoso, por si se estaban preguntando.
Este hombre parece sacado del olimpo.
—Si. El primer recuerdo que tengo relacionado con mi fascinación por las estrellas, es cuando vi por primera vez Peter Pan.
—¿Peter Pan?
—¿No sabes quién es Peter Pan? —volteo su mirada a la mía rápidamente.
—Sé quién es Peter Pan, energúmeno, solo tengo curiosidad de por qué Peter Pan.
—Me asustaste. Si no hubieses sabido quien es Peter Pan te iba a agarrar como un saco de papas y nos iba a llevar al salón a ver todas las películas habidas y por haber de Peter Pan. Desde la peor hasta la mejor.
—Aún podemos hacerlo, solo he visto la caricatura —admito.
Él abre los ojos a tal punto que pienso que se le van a salir. Su mirada es como si hubiese dicho un pecado.
—No puedes estar hablando en serio.
—¿Por qué te mentiría? Recuerdo verla de pequeña, pero no la he vuelto a ver.
—Que horrible ha debido de ser tu vida desde entonces —la forma en la que me miró hizo que me riera por el drama que estaba haciendo porque no he visto todas las películas de Peter.
—Ha sido como ha tenido que ser, pero sí puedo decir algo que te calme, he visto todas las películas de Tinkerbell.
—Eso no cuenta —objeta.
—Claro que sí cuenta.
—No lo hace.
—Claro que sí. Tinkerbell es muy importante en la historia.
—Puede que aparezca en las películas de Peter Pan y que la historia no sea la misma sin ella, pero no me tranquiliza que solo hayas visto una película de Peter y todas las de Tinkerbell.
—Pero se lo que hay que saber del «Pais de nunca jamás».
Él volvió a mirarme como si estuviera diciendo algo horrible.
—Para tu información, en las películas de Tinkerbell solo se habla acerca del mundo de las hadas, no hablan del «País de Nunca Jamás», o al menos no recuerdo haber escuchado que lo nombraran.
—¿Y tú cómo sabes eso?
—Porque las vi.
—¿Viste qué cosa?
—Las películas de Tinkerbell —admite.
—No me lo creo.
—Créetelo.
No puedo evitar reírme de solo imaginarlo en las salas de los cines viendo las películas de Tinkerbell rodeado de pequeños niños.
Me comencé a ahogar con mi propia saliva, por lo que me senté rápidamente, pero sin dejar de reírme.
Logan se levantó también y me dio pequeños golpes en la espalda para ayudar a mi ahogo.
Sentir sus manos durante unos milisegundos sobre mi cuerpo, me hace estremecer, pero no se da cuenta de mi reacción.
Una vez me calmé nos quedamos en silencio.
—¿Por qué has visto las películas de Tinkerbell? —preguntó con curiosidad.
—Mi niño interior todavía sueña que Disney haga una película de ellos dos juntos, en donde se cuente su historia, la historia de Peter y el cómo conoció a su compañera de por vida.
Hay algo que no estoy captando. Es como si me quisiera decir algo y me incitara a leer entre líneas.
—¿Te identificas con él?
—Puede ser.
—Entiendo.
—No, no creo que lo hagas.
—Entonces, ilumíname.
—En algún momento te lo explicaré.
Asiento respetando su decisión. Es decir, no nos conocemos de nada.
Solo sabemos nuestros nombres y que yo nunca he visto todas las películas de Peter Pan y que él tiene una fascinación por ese personaje.
—Entonces —comencé a decir para aligerar el ambiente—, ¿Cuánto tiempo llevas en Landon?
—Siete años.
Se mudó al pueblo cuando yo me fui. ¿Cómo hubiese sido nuestra relación si yo no me hubiese ido nunca?
A lo mejor nos hubiésemos llevado bien, pero nunca lo sabremos.
—Al mismo tiempo que yo he estado lejos del pueblo —voltea su mirada hacia mí.
—¿No pisas el pueblo desde hace siete años?
—He venido unas dos o tres veces, pero no me he quedado por más de tres días.
—¿Y eso por qué?
—Mi vida es un tanto ajetreada.
—¿Es tan ajetreada como para no estar unos días con tú familia?
Sus palabras fueron como un cuchillo filoso.
—Tú no lo entenderías.
—A lo mejor si me lo explicas, lo entendería.
Relamo mis labios antes de hablar.
—¿Sabes quién soy?
—Sí. Eres Jude Smith, la hermana de mi mejor amigo y la hija de mi jefe.
—No, ¿sabes quién soy en realidad?
—Eres la cantante desaparecida —yo asiento.
Me quedo mirando el vacío por unos segundos tratando de ordenar mis pensamientos.
—Muchos me conocen como Becca Davis, una de las mejores cantantes y compositoras a nivel internacional con seis Grammys, cinco discos de oro y mil quinientas millones de reproducciones en plataformas musicales. Así es como me ve el mundo. Esa es la chica que soy para ellos y ser eso implica no descansar.
No me molesta que me vean de esa manera. No me conocen, no saben todo lo que hay detrás de las canciones o los sentimientos y exigencias que implica hacer todos los discos seguidos, los sacrificios que conlleva.
—No sabía eso —admite—. En realidad, no sabía quién era Becca Davis hasta hoy.
—¿En serio? —vuelvo a mirarlo.
Cuando lo hago noto que él ya me estaba observando.
—En serio. No soy de escuchar música actual, no me gusta.
Yo sonrió. Este chico no puede ser más raro. Claro que es una rareza que me lleva a querer conocerlo más.
—¿Y porque no te gusta?
—Al fin alguien me lo pregunta —se forma una sonrisa en su rostro. Se le ilumina de la emoción. No sé por qué, pero su sonrisa es lo único que quiero que siempre esté en su rostro, no me gustaría que fuera desplazada por un dejo de tristeza—. Verás, si bien existen canciones interesantes y con buenas letras, las melodías, los estilos, la profundidad de ellas no es la misma, o al menos es lo que siento. No conecto tanto con ellas como con las canciones y bandas de antes.
—Es cierto —concuerdo con él—. Es como si las letras o el intento de replicación de las melodías, de los estilos de antes se distorsionan y no llegarán a ser lo mismo. Su esencia se pierde.
Me mira sorprendido.
—Exacto. Lo entendiste a la perfección —su sonrisa no deja de ser de felicidad.
—¿Por qué esa sonrisa tan iluminada? —digo con una sonrisa también.
Sus sonrisas son contagiosas.
—Porque eres la primera persona que no se pone a discutir conmigo acerca del tema.
—Me alegra ser esa persona.
—Yo también —sus ojos se fijaron en los míos.
No entiendo como cada vez que nos vemos es como si las respuestas a todas las interrogantes del mundo tuvieran sentido y estuvieran solucionadas en este momento.
Su mirada es intensa, llena de sentimientos. Es como si me estuviera abriendo las puertas a su alma.
—Entonces, ¿Por qué volviste a Landon? —dijo para disipar un poco la intensidad de nuestras miradas.
—Porque me escapé.
—Te escapaste.
—Es lo que dije.
—¿Y se puede saber por qué lo hiciste?
Respire profundo antes de responder.
—No me gusta decepcionar a los demás. Desde que mi carrera despegó no he parado. He estado de gira, grabando discos, yendo a festivales, ensayando, escribiendo, entrenando; en fin, me he sobre exigido de más y tuve que operarme —me salió un pequeño sollozo—. Me salió un nódulo en las cuerdas y tuve que inducirme a una intervención quirúrgica, corriendo el riesgo de no volver a cantar nuevamente.
—¿Y qué tiene que ver eso con escapar?
—Que se supone que debería estar grabando el nuevo disco, ensayando para la gira, cumpliendo con el contrato, llenando de alegría la vida de las personas con mi música. No sé. Solo que escapé porque era lo más viable. No sé si voy a poder volver a cantar y eso me duele un montón y me duele más por los que confían en mí. Siento que van a estar decepcionados cuando se enteren.
—No lo estarán. Si te admiran y se preocupan por ti como si fueras su familia, no lo harán —dice para tratar de consolarme.
—Ojalá todo fuera tan sencillo.
—Tienes que confiar en ti. Si lo haces llegarás lejos.
—¿A ti te funcionó?
—¿Tú qué crees?
Sonreí.
—¡Pulga! —grita Theo desde la puerta corrediza de la casa que da hacia el patio—, la idiota y adultera de tu manager te está llamando desde hace horas y ya no me aguanto el sonido del celular.
—Apágalo —dije en un tono aceptable para que me escuchara.
—¿Estás segura? Es tú manager y debe estar preocupada —dice Logan.
Yo suelto un bufido.
—Claro, debe estar super preocupada —digo con ironía.
—No te cae bien —deduce Logan.
—No, no me cae bien y estoy que la lanzo por el agujero negro más cerca que encuentre para que deje de ser tan desgraciada e hipócrita.
—Si te cae tan mal, ¿Por qué no la despides?
Su pregunta hace maquinar mi cabeza, trayendo los recuerdos de cómo los descubrí a ella y a Justin.
Me levanto rápido del suelo no queriendo estar más allí. No porque me doliera pensar en lo que sucedió con Justin, sino más bien, pensar en la vergüenza que siento. Porque así es como me siento cuando se toca el tema de Justin y Felicity. Avergonzada.
Logan al ver mi reacción, también se levanta.
—¿Dije algo malo?
—No, solo estoy un poco cansada y voy a entrar para irme a descansar.
El asintió.
—De acuerdo —tras sus palabras me volteo y me dispongo a entrar a la casa, pero su llamado me detiene—. Jude, lo que hablamos de Tinkerbell y todo eso, no se lo digas a nadie, es algo que nunca le dije a nadie y prefiero que se quede así.
—Tranquilo, tu secreto estará a salvo conmigo.
—Él tuyo también, Becca Davis — me guiñó un ojo.
—Adiós, energúmeno —saque el dedo corazón y me lo lleve a los labios para lanzarle un beso con él, en forma de despedida.
—No es un adiós. Es un hasta luego, sexy desaparecida —dice finalmente antes de imitar mi gesto de despedida.