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Capítulo 4

Es su cumpleaños, lo olvidé por completo.

«Sí, eso lo sé, pensé que te referías a otra cosa» miento.

Todavía nos interrumpe la camarera que trae mi macchiato. Me mira levantando las cejas.

«Está bien, tal vez me lo perdí por un segundo, pero ahora lo recordé…»

«…No, no te acordabas, te recordé- me interrumpe aún más serio que antes.

"Vamos, ¿cuántos años tienes? ¿Cincuenta?" Le digo burlándome de él.

«Eres muy gracioso, yo hago cuarenta y siete de ellos» dice sonriendo.

"¡Está bien, me alegro por ti! Ahora no quiero sonar malhumorado, pero ¿qué carajo se supone que debo hacer si es tu cumpleaños? Le pregunto mientras sorbo mi café.

Joder, ya hace frío y también es bastante asqueroso.

«Eres una de las personas más desagradables que he conocido», dice entrecerrando los ojos. «De todos modos, mi esposa va a comer un pastel esta noche y me preguntaba si…»

"...¡No!" digo seco.

"Pero ni siquiera sabes lo que quiero decirte", continúa, resoplando.

«Ya sé lo que me quieres decir, no vendré a tu casa a comer postre» le digo mirándolo seriamente.

«Vamos Leonardo, mi esposa quiere verte, dijo que hace años que no te ve y quiere ver cómo te fue» me dice casi suplicándome.

«No Bob, dije que no, tema cerrado» digo tomando la pequeña servilleta para limpiarme la boca, pero justo debajo encuentro una nota.

Lo abro y encuentro un número de teléfono y ¿de dónde vino esto?

Con la tarjeta aún en la mano, me dirijo a la camarera que me atendió y ella me sonríe y me guiña un ojo.

¡Oh Dios! Le devuelvo la sonrisa.

"¿Pero a quién le estás sonriendo?" Bob me pregunta mirando alrededor.

"No es asunto tuyo, ¿eh?" pregunto sonriendo.

Mientras tanto, continúa mirándome fijamente con seriedad.

"Bob, tengo que irme ahora, nos vemos", le digo, poniéndome de pie.

"Está bien, nos vemos esta noche", dice con convicción.

"¡Sí claro, cuenta con nosotros!" Digo burlándome de él.

Sobre las siete de la tarde, decido cambiarme y dar una vuelta, bajo en coche y me dirijo al pub de siempre, una vez dentro me siento cerca del mostrador.

“El Carl de siempre”, le digo al cantinero.

Miro a mi alrededor, siempre me ha gustado este lugar, es el único pub aquí en Brighton que es bastante tranquilo, viene poca gente y yo personalmente nunca me he quedado en ninguno de ellos, vuelvo a mirar a Carl y lo veo colocando mi bebida en el mostrador, empiezo a vaciarla muy rápido.

Esta noche quiero divertirme y sobre todo distraerme. Después de tres tragos me encuentro entre la multitud bailando con una chica pegada a mí.

¿Y quién carajo es este?

La chica sigue bailando frotándose contra ella, luego me mira y se catapulta sobre mis labios, le devuelvo el beso con ardor, pero una vez desprendido siento que el vómito me sube por la garganta.

Dejo a la chica allí y salgo corriendo a tomar aire. Mi cabeza da vueltas de una manera loca, enciendo un cigarro y empiezo a fumar apoyado contra la pared, cansado me pongo una mano en los ojos.

"Mira quién está mostrando aquí", escucho una voz a mi derecha.

¿Quién diablos es él ahora? Me quito la mano de la cara y encuentro a la chica del supermercado de enfrente, esa Lana, la miro un momento y luego me concentro de nuevo en el cigarro.

"¿Estás solo?" pregunta parándose frente a mí.

En respuesta, doy otra calada a mi cigarrillo y luego expulso el humo e involuntariamente golpea toda su cara.

Empieza a toser y aleja el humo con la mano. Cuando termino el cigarro lo tiro al piso y me alejo de la pared, pero estando un poco borracho tropiezo y caigo al piso.

Mierda...

Viene a ayudarme, pero la empujo bruscamente y me levanto sola.

“Estás borracho”, los escucho decir riendo.

"Y tú eres un dolor en el culo", le digo con un sollozo.

"Lo sé", continúa sonriendo.

Instintivamente sonrío con ella, al menos ella es consciente de ello.

"No puedo creer que hayas sonreído. Oh, Dios mío, los odiosos no intenten hablarme o sonreírme, sonrió» salta en el acto y aplaude.

Vuelvo a sonreír pero camino hacia el auto "Oye, ¿a dónde vas?" pregunta siguiéndome.

"¿En casa?" digo confundido.

"Pero no se puede conducir en estas condiciones", dice parado frente a la puerta del auto.

"¿Qué diablos quieres?" Exploto molesto, ¿en qué estado estaría?

«Ahora has vuelto a ser un imbécil» se cruza de brazos con seriedad.

"Escucha Lola..."

«...Lara»

“Lara. Si no te levantas, te levanto yo» digo entrecerrando los ojos.

«No puedes conducir en estas condiciones, dame las llaves y te llevo» me dice extendiendo su mano hacia mí.

¿Se supone que debo dejar que este lunático conduzca a mi novia? ¿El mismo que me vino el día que la conocí? Pero está asustada si cree que lo haré.

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