Capítulo 3
—Necesitamos ver a un médico, podrías haberme dicho Venus- dice llorando conmigo.
—Te pedí varias veces que te fueras y siempre te negaste.
—Porque pensé que era una fase- responde abrazándome más fuerte—Siento mucho mi amor.
—Ayer cuando llegué a la universidad me encontré con todas esas fotos y no me escapé mamá. Me enfrenté a sus miradas, le pegué al director y no me arrepiento.
—Eso fue demasiado lejos, vamos hija. Prometo que esta semana saldremos de esta ciudad- dice y me besa toda la cara—Necesitamos ir al médico.
—No quiero, prefiero no saber- digo y ella me mira fijamente sin comprender—No insistas mamá, no quiero.
—Muy bien, ve a lavarte la cara. Necesito hacer una llamada.
Acepto y subo a mi habitación, voy al baño y me lavo la cara. Salgo de la habitación y me detengo en las escaleras escuchando a mi madre molesta hablando por teléfono.
—No quiero saber, mi hija está sufriendo y ustedes saben que nada de esto estaría pasando si ella todavía estuviera en Vod. Estoy cansado de esperar, vuelvo con él, no me importa el peligro, vuelvo.
¿Con quién está hablando mamá?
Cierro la cremallera de mi mochila después de confirmar nuevamente que tiene todo lo que necesito.
Bajo y encuentro a mi madre en la sala mirando algo sin interés, con pasos silenciosos camino hacia la puerta.
—¿A dónde vas?- pregunta mamá asustándome.
—¡Qué susto mamá!- Me puse la mano en el pecho, mirándola—Sólo voy a caminar.
—Ni siquiera pensé en eso- se levanta y camina hacia mí— ¿Qué mochila es esa?
—Estas son mis cosas mamá, realmente necesito salir- digo y ella lo niega.
—No Venus, nos vamos mañana y no quiero problemas hasta entonces- dice decidida.
—No puedes obligarme a quedarme- digo irritada y ella se cruza de brazos mirándome seriamente.
—Puedo y lo haré- dice decidida, haciéndome iluminar indignada— Ahora sube a tu habitación y guarda todo esto. No olvides traer tu teléfono de emergencia.
No le respondo y vuelvo a subir las escaleras, dirigiéndome a mi habitación.
Miro el reloj y veo que faltan veinte minutos para la medianoche. No puedo perder esta oportunidad.
Mañana será demasiado tarde y tengo que hacerles pagar. Aunque sea sólo un poco.
Cierro la puerta del dormitorio y me acerco a la ventana, abriéndola, miro mi mesa de estudio y veo el teléfono de emergencia y recuerdo lo que me dijo mamá cuando me lo dio.
— Un día nuestras vidas dependerán de este teléfono, una llamada podrá salvarnos la vida. Camina siempre con él, cuando nuestra vida esté en peligro, llama al único número que hay aquí.
Tenía doce años y nunca había visto a mi madre tan seria como ese día, realmente estaba diciendo algo importante.
Por respeto a ella, vuelvo, tomo el teléfono y lo guardo en mi bolsillo. Vuelvo a la ventana y agradezco al enorme árbol que está al lado y a los troncos que llegan hasta mi ventana.
Me cuelgo con cuidado del árbol, evitando hacer el más mínimo ruido. Me bajo del árbol y me dirijo a mi casa antes de correr calle abajo.
Que mamá me perdone.
Corro por las calles hasta detenerme frente al único colegio de la ciudad. Me pongo la capucha y camino hacia el único guardia en la casita al lado de la puerta.
Doy la vuelta a la parte trasera del colegio, me acerco al golpe y salto, sintiendo mis dedos sujetar el pico del golpe, con impulso logro sentarme sobre él.
Salto al otro lado, entrando a la universidad. Saco mi mochila, la coloco sobre el pasto y la abro, sacando la lata de gasolina y la cerilla. Volví a ponerme la mochila.
Camino hasta la puerta trasera de la catina que da a la cocina, abro la jarra del galón y esparzo el líquido por toda la pared de la cocina y la puerta.
Enciendo la cerilla y sin dudarlo la tiro al líquido, creando caos.
Corro de regreso a la pared antes de que el fuego se propague, salto la pared y uso otro camino para regresar a casa.
Cerca de casa escucho el sonido de la explosión haciéndome sonreír, la cocina está llena de cilindros de gas, solo necesitaba explotar los cilindros y harían el trabajo de quemar toda la universidad.
Cuando estoy a una calle de mi casa, veo un auto y varios hombres rodeando mi casa. Siento que mi cuerpo se congela cuando escucho el grito de mamá, veo a dos cargándola.
—HEY- grito acercándome y veo la mirada de mamá posarse en mí.
Su cara está tan magullada que su cara está aterrorizada cuando me ve.
—VUELA VENUS, LLAMALO, CORRE SA....- Grita mamá pero uno de los hombres la golpea haciéndola desmayarse.
—TRAE A LA CHICA- grita uno de ellos y veo a cuatro hombres caminando hacia mí.
Miro a mamá por última vez, me doy la vuelta y empiezo a correr. Miro hacia atrás y veo a los hombres transformarse en seres sumamente feos, grandes y malolientes.
Estoy a cierta distancia y todavía puedo oler el mal olor.
Me asusto tanto que tropiezo en el asfalto, raspando algunas partes de mi cuerpo, mis ojos se llenan de lágrimas al sentir que me duele el cuerpo.
Me levanto y corro nuevamente, sintiéndolos cada vez más cerca, entro a un estacionamiento sin dejar de correr. Saco el teléfono de emergencia, teniendo cuidado de no dejarlo caer.
¿Por qué no escuché a mamá?
¿Qué son estas cosas, qué quieren?
Al salir del estacionamiento me sorprendió esa cosa tirando de mi cabello haciéndome caer, le di una patada en la cara y traté de huir pero me agarró la pierna izquierda, rasgándome las piernas con sus garras.
Grito empezando a llorar, le doy una patada en la cara con todas mis fuerzas, alejándolo, vuelvo a levantar el teléfono que se había caído y marco el único número que había.
El número llama varias veces y con cada paso que doy miro hacia atrás viendo esas cosas cada vez más cerca.
—Giovani Vodmont- responde dejándome aliviado pero el llanto se hace más fuerte.
—Por favor ayúdame- pido mirando a los monstruos cada vez más cerca—Por favor, me van a matar.
—¿Quién te va a matar?, ¿quién te dio mi número?- Pregunto y grito cuando tropiezo con una piedra y vuelvo a correr.
—No lo sé, mamá dijo que si pasaba algo, debería encender ese celular extraño y llamar al único número que hay aquí. Tengo mucho miedo, estoy herida. No sé si podré soportarlo - digo escondiéndome detrás de un puñetazo tratando de descansar un poco.
Mal momento para ser sedentario Venus
—Quédate tranquilo, ¿qué clase de ser hay detrás de ti?- Pregunto y doblo las rodillas respirando rápidamente.
—Son muy feos y huelen mal. Nunca lastimé a nadie señor, lo juro.
—Necesitas darme más detalles- Pregunté irritándome, corrí nuevamente viendo a los monstruos cerca de mí.
—No debí escaparme de casa, mamá me dijo que no me fuera. Están tan cerca.
—Busca algún tipo de alcantarilla y escóndete allí. De esta manera no te olerán .
_ _No puedo- digo y siento unas garras atravesar mi hombro alzándome del suelo— LIBERAME, LIBERAME, AIIIIIII.......
El teléfono cae al suelo y se rompe.
Cancelar
Quedo tirado en medio del camino y siento un dolor que se extiende por mi espalda, me arrastro por el asfalto viendo cómo se acercan en forma humana, están sonriendo por haber logrado atraparme.
Miro a mi alrededor tratando de ver una salida, veo ese agujero por donde entra el agua de lluvia y va al alcantarillado.
Pero el agujero es demasiado pequeño para mí.
La única opción es seguir corriendo.
Me levanto y empiezo a correr de nuevo aunque todo mi cuerpo se queja.
Entro a un callejón y veo un montón de basura que apesta mucho.
Me escondo en medio de toda esa basura en alerta, siento ratas pasar a mi lado, asustándome aún más.
Suspiro al verlos pasar, pero creo que es mejor quedarme aquí hasta mañana.
Mañana descubriré cómo perseguir a mamá.
¿Lo que acaba de suceder?
¿Me están castigando por prender fuego a la universidad?