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4

ISABELLA

Mientras me duchaba me sentía rara, sentía como que en realidad no estaba sola. Y no me gustó para nada esa sensación. Es más, me sentí cómo desnuda ante alguien más. Es por eso que no duré mucho duchándome. Tomé la toalla y envolví mi cuerpo con ella. Cuando salí del baño Harry estaba en un short corto, sin camisa y en calcetines. Estaba con su laptop, supongo que se había puesto a trabajar o algo así.

Me dirigí al ropero y busqué otra pijama limpia. Sentí que Harry me miró.

—No me gusta que estés seria conmigo —murmura. Pero no le respondí. Me puse la pijama y con la toalla empecé a secar mi cabello.

—Isabella, estoy hablando contigo.

—Y yo te estoy escuchando.

—Pero no me dices nada. Discúlpame por no ir contigo donde Martha... es solo que no tenía ánimos de interactuar con más gente hoy.

—Pero tenías ánimos de estar con Álvaro —me senté frente al espejo para echarme una cremita en la cara.

—Porque estábamos en casa.

—Como sea, Harry, algún día te darás cuenta de que Álvaro no es quien dice ser.

—Es un poco extraño, sí, pero no es mal tipo.

—No confío en tu intuición, mira que te casaste con una tipa que resultó ser mentirosa e hipócrita. No sabes elegir a las personas que te rodean, Harry, ese es tu problema. Y confías demasiado rápido.

—Quizás tengas razón.

—Ujum.

—Pero no quiero que estemos mal, en serio.

—Yo no estoy mal.

—Estas seria conmigo. —Harry se puso de pie y se acercó a mi. —Discúlpame —se arrodilló junto a mí.

Pero no le dije nada.

—Por favor.

Suspiré profundo y lo miré. Verlo así hacía que mi corazón se comprimiera. No podía verlo mal porque era como mi debilidad, hacía que olvidara todo lo malo que habíamos pasado. No podía ser tan injusta con el. Dejé caer mis barreras y le sonreí.

  —Está bien, odio no poder estar enojada tengo tiempo contigo —le di un pequeño empujón.

  —Es porque no podemos estar separados —se puso de pie, tomándome la mano para que también me pusiera de pie. —Es la realidad, Isabella, tú no puedes vivir sin mi tanto como yo no pudo hacerlo sin ti.

  —¿Te gustaría que alguien más se masturbara conmigo? —solté, y no tenía idea de por qué había dicho eso.

  —¿Qué? —Harry parecía desconcertado.

  —Ah... nada, no sé por qué dije eso —me quité de su lado, volviéndome a sentar. Pero Harry no se quedó así como así, ahora parecía enojado. Me tomó de nuevo de los brazos e hizo que lo mirara. —¿Por qué dijiste eso? Isabella, no me ocultes nada.

  —No... debí de decir eso.

  —Isabella... —me sentenció.

  Suspiré profundo y le conté:

  —Bueno, lo que pasa es que anoche recibí una llamada muy sospechosa... estabas dormido. Había un tipo, solo podía escuchar su respiración, los gemidos y cuando decía mi nombre una y otra vez.

  —¿Quién era? —apretó sus puños.

  —No sé, luego le colgué y apagué el celular. Por la mañana tenía llamadas perdidas de ese mismo número. Y eso no es todo. —lo miré.

  —Dime ya por favor.

  —Cuando marqué a ese número para saber de una vez quién era justo le sonó el celular a Álvaro.

  Harry pareció desconcertado, pensativo, como recordando lo de esta mañana.

  —¿Por eso se te cayó la taza?

  —Sí, me pareció mucha coincidencia. Es por eso que no me da confianza, yo creo... yo creo que es él quien me llama.

  —Iré ahora mismo donde ese infeliz —se giró, dispuesto a salir. Pero lo detuve.

  —No lo hagas, aún no tenemos pruebas de si sea el.

  —Isabella, no puedo estar tranquilo sabiendo qué hay alguien que... se masturba pensando en ti. ¡Me pone mal!

  —Tranquilo, es asqueroso. Lo sé. Pero no tenemos pruebas. Lo que podemos hacer es no confiar en el, tenerlo de lejos mejor.

  —No, debemos de tenerlo más cerca aún. A los enemigos se les tiene cerca.

  —Está bien. Síguelo tratando pero yo no, yo me portaré como siempre con el.

  —¿Por qué no me dijiste antes?

  —No pensé que me creerías.

  Harry me abrazó, dándome un beso en la frente.

  —Lo siento. Pero tenemos que estar seguros que es el. Igual podría ser Noah.

  Lo miré mal.

  —Está bueno, no he dicho nada.

  —Estoy cansada —le dije, acostándome en la cama.

  —¿En serio? Pensé que tendrías ganas de hacer algo más —Harry se subió encima mío y empezó a besarme el cuello. Se sentía bien.

  —Creo que no estoy tan cansada después de todo —le sonreí, tomándolo de la cara y dándole un beso.

A la mañana siguiente...

  —Te veré en el aula —le digo a Harry cuando llegamos a la universidad—Iré a buscar a Alberto.

  —Está bien, no tardes si—nos despedimos con un beso en los labios sin importar qué hubieran muchos universitarios viéndonos.

  Harry se fue para dentro mientras me dirigí a la cafetería.

  —Mira a quien tenemos por aquí —habló alguien detrás de mi. Me giré, mirando a Amanda.

  —No tengo tiempo para ti, Amanda —me iba a girar de nuevo pero ella me detuvo.   

  —Espera... hay algo que tengo que decirte.

  —¿Qué?

  —Es mejor que lo veas por ti misma. Alguien quiere verte.

  —¿Quién? —desconfié un poco. Amanda miró para ambos lados, como cerciorándose de que nadie nos miraba.

  —Sígueme y averígualo.

  —No iré a ningún lado contigo.

  —¿Acaso me tienes miedo? —me retó. Eso fue lo único que faltaba para poder seguirla y demostrarle que no. Amanda se dirigió a detrás de la universidad, en donde estaba la puerta trasera. Me acordé del día de la fiesta y de lo que creí ver esa noche de luna llena. Fue un poco escalofriante la verdad.

  —¿A donde vamos? —quise saber, siguiéndola hasta casi llegar a esa misma puerta. Aquí ya no había nadie así que sería fácil para Amanda matarme y que nadie se diera cuenta.

  —Ya casi llegamos.

  Amanda se detuvo, girándose hacia mi.

  —¿Y ahora qué?

  —Como te dije hay alguien que quiere verte —me sonrió malévola. Cuando conocí a esta chica no pensé que fuera una loca psicótica.

  —¿Y quien es?

  —Soy yo, Isabella, ¿me extrañaste? —dijo alguien detrás de mi. Su voz me dio escalofríos y me llenó de miedo. Tragué grueso mientras giraba lentamente hasta quedar cara a cara con el.

  Trevor.

ISABELLA

No sabía cómo le había hecho para evadir las autoridades hasta este momento y no sólo eso, sino que también había llegado como si nada a la universidad, sabía que Amanda se traía algo malo entre manos y yo caí en su juego como una simple corderita. intenté darme la vuelta para salir corriendo, pero Amanda obstaculizaba mi paso.

—¿Donde crees que vas?—Amanda sonreía de una forma malévola—apenas estamos llegando y ya te quieres ir de acá, ¿no crees que es de mala educación ignorar a una persona?

—Así es, Isabella, ¿acaso quieres dejarme plantado acá? deberías de sentirte afortunada de que te viene a visitar hasta tu propia universidad o mejor dicho a la universidad que los dos veníamos— Trevor empezó a acercarse de forma sigilosa, tan solo su presencia me daba demasiado miedo, su rostro se miraba muy deteriorado por las drogas y por las tantas cosas que le pasaban por su cabeza, este chico estaba loco de remate y una vez más sentía que mi vida estaba corriendo mucho riesgo.

—¡Por favor no me hagas nada, te lo suplico!— mi cuerpo empezó a temblar de los pies a la cabeza, me sentía impotente ante ellos dos, no podía hacer absolutamente nada porque sabía que todo esfuerzo que pudiera a hacer sería en vano.

—No te preocupes, si viene hasta acá no es para hacerte daño, sé que llevas un bebé en tu vientre y créeme que es lo único que te puede salvar en este momento, aunque creo que a mi amiga le gustaría hacerte muchas cosas y creo que a ella no le importa que tú estés embarazada— Trevor me tomó de las dos muñecas, Amanda me respiraba en mi oreja, mi corazón empezaba a palpitar mucho más de lo normal.

—Te dije desde un principio que no te metieras conmigo, mucho menos con mi novio, pero al parecer siempre te gusta llevar la contraria, tampoco me puedo olvidar del golpe que me diste en la cara, ahora estás acá sola e indefensa, podríamos hacer lo que quisiéramos contigo— pude sentir cuando las manos de Amanda empezaron a deslizarse sobre mis piernas, esta chica estaba mal de la cabeza, no sólo era impulsiva sino que también tenía inclinaciones sexuales hacia las mujeres.

—No me hagas nada por favor, sé que te hice mucho daño y que todo el tiempo que has pasado prófugo no ha sido una vida muy buena que digamos, si pudiera hacer algo para compensar el daño que cause lo haría sin pensarlo, pero por favor no me lastimes, piensa en el bebé que llevo dentro, él no tiene la culpa de todo esto— algunas lágrimas empezaron a rodar sobre mis mejillas, tenía mucho miedo especialmente por el bebé, mi sufrimiento era él, por supuesto no quería que me quitaran las ilusiones de ver ese pequeño rostro frente a mí

—Está bien— Trevor soltó mis muñecas poco a poco —Amanda aléjate un poco de ella—le ordenó—hace mucho tiempo teníamos nuestras diferencias, pero ahora las cosas son muy diferentes, ya no me interesa hacerte daño, pero creo que tú puedes ayudarme en algo— ambos se volvieron a ver, parecía que ellos dos tenían un plan entre sí.

—Está bien, haré lo que me pidas—empecé a secarme las lágrimas con el cuello de la camisa.

—En primer lugar quiero que traigas dos millones de dólares en efectivo, no quiero que hagas preguntas, no quiero que le digas a nadie excepto a tu querido esposo que es quien me los va a dar, tampoco quiero que le digas a la policía, simplemente necesito el dinero para largarme muy lejos de acá, para mí no ha sido nada grato estar huyendo días, semanas, meses... si tú cumples el trato a como te lo estoy diciendo créeme que no te voy a volver a molestar más en tu vida y a tu bebé, puedas hacer lo que te plazca, pero si tú me llegas a fallar y me doy cuenta qué has hablado créeme que voy a asignarte a ti, a tu bebé y a tu esposo, no me importa si tiene tantos hombres cuidándote, tú sabes muy bien que eso no es obstáculo para mí y que puedo llegar hasta donde yo quiera, por cierto está muy bonita tu casa frente al mar— me sonrió acariciando mi cabello, me di cuenta que Trevor siempre me estaba vigilando y que hablaba en serio, pero creo que era la única forma de liberarme de él.

—Lo haré, te prometo que no le voy a decir a nadie y que tu dinero lo vas a tener en tus propias manos, pero ahora déjame irme de acá— volví a ver a Amanda, en estas circunstancias creo que le tenía más miedo a lo que ella me pudiera hacer que lo que Trevor tenía en mente.

—Perfecto, el dinero lo quiero mañana a las siete de la noche, no quiero ni un minuto menos ni un minuto más, cualquier error que llegues a cometer tu bebé pagará las consecuencias— sacó una pistola de su bolsillo y me apuntó directamente a mi panza— tan sólo puedo tirar del gatillo y se acabaría toda tu ilusión de ser madre, pero no te preocupes soy un hombre de palabra siempre y cuando tú cumplas con la tuya.

Respiré profundo y dejé salir el aire que tenía comprimido en mi pecho, los nervios se apoderaban de mí, pero necesitaba tranquilizarme, al llegar a casa tendría que hablar con Harry.

—Hay algo que me gustaría también que tú hicieras—Amanda frunció el ceño—Quiero que esta chica me deje de molestar— Ella por poco se abalanza sobre mi.

—¡Quieta, Amanda!—le ordenó— está bien, ella no volverá a molestarte, puedes estar segura de que eso no volverá pasar.

—Está bien, mañana te traeré tu dinero a esa hora— me sentí un poco más aliviada ahora que sabía que también ella se mantendría alejada de mí, no era porque le tenía miedo, simplemente todo lo hacía pensando por el bebé.

Trevor se dio la vuelta, empezó a caminar hasta perderse de mi vista. Mientras tanto Amanda y yo regresamos a la universidad, ir caminando a la par de ella me daba miedo, especialmente si ella intentaba hacer alguna locura.

—Tienes mucha suerte que Trevor no quiso hacerte nada, en mi caso yo hubiera aprovechado ese tiempo para hacerte de todo, pero veo que todo confabula a tu favor, debes de mantenerte con mucho cuidado, Isabella, te estaré vigilando todo este tiempo así que no intentes hacer ninguna locura— llegamos a los pasillos y cada quien tomó su rumbo diferente, necesitaba buscar a Harry, era lo único que me importaba en este momento.

—¿Dónde estabas, Isabella?—Harry me encontró rumbo al aula— te estuve buscando durante mucho tiempo, estuve preguntando a tus compañeros y nadie te pudo ver, no me gusta cuando te pierdes de esa forma.

—Me perdí por una buena razón, pero me gustaría hablar un asunto muy importante contigo en casa, luego que termines de dar las clases me gustaría que vayamos— lo quedé viendo directamente a los ojos, nuestra relación ha sido de esas relaciones con muchos obstáculos, pero a su vez nos ha llenado de mucha fortaleza y hoy en día tenemos un amor indestructible.

ISABELLA

Finalmente llegamos a casa, Harry aún seguía un poco preocupado, pero hasta este momento le pensaba contar las cosas que había pasado en la universidad, no me gustaba preocupar lo más de lo normal.

—Vamos, ahora sí por favor cuéntame lo importante que tienes que decirme— el se sentó en un sillón de la sala, mientras yo me senté en el sillón que estaba frente a él—todo el camino pasamos en completo silencio y de verdad que no me gusta que me mantengas en suspenso, Isabella.

—Tranquilo, no es para tanto, lo que tenía que decirte es...— Ambos nos volvimos a ver—Trevor—De inmediato la expresión en su rostro había cambiado bruscamente.

—¿de que hablas, Isabella? No me digas que ese sujeto te amenazó o algo por el estilo, porque si es así inmediatamente voy a buscarlo con los chicos y esta vez no creo que se salve —Harry se levantó del sillón, pero de inmediato tome de su brazo para que se volviera a sentar. 

—Te digo que no te desesperes, las cosas no se van a solucionar así, pero no te preocupes que ya está todo arreglado, cuando me perdí en la universidad fue porque Amanda me llevó hacia la parte trasera, no había nadie y de pronto Trevor salió de la nada, por un momento creí que me iba a asesinar, pero no fue así,  más bien me sentí impresionada, el punto es que me pidió dos millones de dólares para mañana, Necesita huir del país, el aseguró que no me iba a volver a molestar, pero con esa condición y sobretodo hizo hincapié que no le comentara nada a la policía— lleve mis manos al vientre— de lo contrario nos iba a hacer mucho daño, estaba tan aterrada que accedí, creo que el dinero no es importante en este momento o ¿me equivoco?

—No te preocupes, cariño, podría darlo todo por ti y por el bebé que esperas, tú más que nada sabes que ustedes dos son mi vida entera, ahora solamente tranquilízate que mañana vamos a darle su dinero— Harry me dio un gran abrazo que me hizo sentir protegida y amada a la vez, me gustaba cada vez que yo estaba entre sus brazos, esos mismos brazos fuertes que más de alguna vez me han rescatado.

—¿qué haría sin ti?— pregunte viendo sus ojos, esos hermosos ojos que cada vez brillaban más cuando estábamos muy cerca.

—Más bien que haría yo sin ti, Isabella, desde que tú llegaste a mi vida todo ha sido hermoso, la experiencia que he tenido contigo ha sido única, nunca había amado tanto a una mujer como lo hago contigo, si al menos te vieras desde mis ojos creo que pudieras comprender a lo que me refiero— Cada vez que Harry se comportaba tan cursi me sonrojaba, pero a la vez no se lo demostraba.

—Creo que eres un poco exagerado, pero si tu lo dices está bien... 

—Por cierto, estuve pensando bien las cosas y creo que tengo un plan para quitarle la máscara a Álvaro si en realidad él es la persona que te llama por las noches, pero necesito de tu apoyo, sé que es un poco arriesgado, pero sólo hasta ese momento no nos vamos a dar cuenta si realmente él es quien te está acosando— me gustaba y no me gustaba su plan, en primer lugar porque no me gustaría correr muchos riesgos cerca este tipo, pero por el otro lado era bueno que la duda se había sembrado en Harry.  

—Bien, cuéntame entonces que tienes pensado hacer para que Álvaro caiga en tu trampa— llevé mis dos manos a mi mentón sujetando mi cabeza.

—Me gustaría que tú le hagas una invitación a Casa, no sé, quizás te puedas poner un poco provocativa, algún atuendo especial que llame su atención tanto así que no se contenga, si en realidad él es una persona prudente y respetuosa para nada va a intentar hacer algo, pero de lo contrario no podrá resistirse, pero no te preocupes porque yo voy a estar acá todo el tiempo, simplemente me voy a esconder en algún lado para estarlo observando todo este tiempo que esté dentro, ¿aceptas?— se escucha un poco riesgoso, pero sólo hasta ese momento nos daríamos cuenta de toda la verdad.

—Está bien, pero por favor en ningún momento me dejes sola porque realmente ese tipo me llena de mucho miedo cada vez que está cerca—asentí para luego irnos a la cama, solo espero que todo salga bien.

HARRY

LA NOCHE SIGUIENTE 6:30 PM

Ya casi era la hora en la cual tenía que entregarle el dinero a Trevor, Isabella estaba terminando de arreglarse, en todo el día pasó un poco preocupada creyendo que pudiera salir algo mal, incluso que el no cumplir con la parte del trato, mientras tanto yo tenía un maletín de cuero forrado con los 2 millones de dólares.

—Quiero que todo el tiempo estés tú en el coche y por favor no bajes hasta que sea seguro, ¿haz entendido?— Isabella estaba frente a mí, se podía ver que estaba muerta de nervios— yo haré todo el trabajo, dejaré el dinero en sus manos y espero que él cumpla su palabra.

—No me pidas que esté tranquila, tú sabes perfectamente que yo soy muy ansiosa y este tipo de cosas me matan poco a poco, sólo quiero salir de esto y que él no nos vuelva a molestar nunca más— entrelazamos nuestras manos subiendo al coche, frote su panza antes de salir de casa pues yo quería llegar a conocer a mi bebé.

Conduje hasta un viejo muelle en donde se supone que Trevor estaría esperando, al llegar pude observar que no había nadie a nuestro alrededor, creo que este chico tenía todo estudiado a la perfección, se podía observar a lo lejos un pequeño faro parpadeando y una sombra en medio del muelle.

—Bien, me imagino que eso debe de ser el— tome el maletín y deje asegurado el coche, Isabella quedó dentro— por favor no salgas, ya sabes lo que hablamos en casa—ella solamente asintió.

Camine lentamente hacia la sombra que podía observar, a medida que me iba acercando pude determinar que era él, vestía de pantalón negro, una chaqueta de cuero de color negro, zapatos gris y en su mano derecha tenía una pistola.

—Espero que no hayas traído a ninguno de tus amigos, hace mucho tiempo que no te miraba, creo que tampoco nos volveremos a ver— me tendió la mano para esperar el maletín— también espero que venga completo. 

—Por supuesto que viene completo, pero también quiero que cumplas con tu palabra, puedes observar que yo no traje ni a la policía, ni a mis hombres, yo soy un hombre de palabra— le di el maletín— si tú estás mintiendo esta vez no tendrás escapatoria, tengo suficiente influencias en este país, para poder encontrarte donde quiera que vayas así que espero no haya un juego sucio entre nosotros dos.

—No lo habrá... sólo quiero largarme de este país y tener la vida que siempre quise— me di la vuelta dirigiéndome al coche en donde había dejado a Isabella, pero de pronto sentí un golpe en mi nuca que me hizo caer de rodillas, poco a poco fui perdiendo la conciencia hasta caer desmayado.

ISABELLA

    Harry despertó minutos después de encontrarlo tirado en el pavimento, pero no estaba lastimado.

  —¿Estás bien? —quise saber, ayudándolo a levantarse.

  —El imbecil de Trevor... nos traicionó.

  —¿Por que lo dices?

  —Porque me ha golpeado y no supe dónde se fue.

  —¿Crees que haya sido eso? Quizás no quiso que te dieras cuenta de donde iba. Solo eso.

  —No lo sé, eso espero porque no quiero volver a verlo por aquí.

  Harry y yo nos dirigimos hacia la casa, me había sentido algo nerviosa pero sentía que todo se había terminado con Trevor. Aún así, necesitábamos estar precavidos.

  —Gracias por todo, cariño —Harry estaba acostado en el sofá— Nadie se interpondrá entre nosotros, ni Trevor, ni Álvaro... nadie. Te amo demasiado.   

  —¿Crees que tu amor algún día cambie?

  —Jamás pasará eso, Isabella, créeme. ¿Y tu? ¿Crees que dejarás de amarme?

  —Me conozco y sé que no.

  —Confío en eso.

  —¿Me prometes que estaremos juntos? —lo miré con ojos melancólicos.

  —Te lo prometo —respondió, dándome un beso.

  —Mañana será el día, Isabella, nos daremos cuenta la clase de persona que es Alvaro.

  Asentí, me sentía cansada y soñolienta.

 

   A la mañana siguiente desperté temprano y me metí a la ducha. Me di cuenta de que mi barriga crecía poco a poco. Me sentía extraña por dentro, rara, no lo sé. Creo que me sentía diferente. Me duché con agua caliente, dejando que el agua me quitase las malas vibras y las malas energías. Aún así me sentía observada. Últimamente me he sentido así cuando me ducho.

  Luego de un rato salí y me vestí con algo más cómodo. Tenía que estudiar para los exámenes, casi salíamos de vacaciones de navidad entonces tendría más tiempo para mi.

  El timbre fue tocado, Inés aún no venía entonces tendría que ir yo. Harry estaba en la cama. Bajé las escaleras con cuidado y abrí la puerta. Para mi mala suerte era Álvaro. Traía una botella de algún vino o algún whisky en su mano.

  —Buenos días, Isabella —me saludó con una sonrisa demasiado alegre en su rostro.

  —Buenos días —le respondí para no ser descortés. Y para que no sospechara que sospechábamos de él.

  —¿Está Harry en casa?

  —Está dormido aún. Pasa si quieres —abrí más la puerta. Álvaro no lo pensó dos veces y avanzó.

  —La otra vez estuvimos hablando de vinos y quedé en traerle éste para que lo probara.

  —Se lo daré —tomé la botella de vino—Gracias —mi expresión era de seriedad, quizás capte las señales y se vaya pronto. Aunque era una buena oportunidad para poner en duda lo que Harry me pidió que hiciéramos la otra vez.

  —Oye, Álvaro... —me acerqué—... ¿Tienes novia?

  Álvaro no se puso ni nervioso ante mi pregunta.

  —No la tengo.

  —¿Y por qué no? Eres atractivo, vives bien, apuesto a que muchas quisieran estar contigo.

  —No me llaman la atención las mujeres comunes.

  —¿Ah no? —fruncí el ceño— ¿Por qué? ¿Qué tipo de mujer te gusta?

  —La que me las pone difícil, la que me trata con indiferencia.

  Enarqué las cejas.

  —Entiendo. ¿Acaso te gusta que te traten mal?

  —No, es solo que... me llama más la atención alguien así que una mujer que es fácil.

  Asentí, acercándome más. Miré a Harry recién levantado en el final de las escaladas. Él nos vio y de inmediato intentó no hacer ruido.

  —Álvaro, te confieso que... me atraes —lo miré a los ojos. Álvaro seguía sin expresiones, no sabía si sentía felicidad, placer, enojo, era muy difícil saber.

  —Harry es mi amigo.

  Joder, este chico actuaba súper bien.

  —Apenas lo conoces —fingí restarle importancia—Y Harry es... no lo sé, últimamente no está en casa y actúa muy extraño. No me gusta ese tipo de hombres. Prefiero uno que... se obsesione conmigo, ¿si entiendes? —me lamí los labios.

  Cuando Álvaro tragó grueso supe que quizás estaba funcionando. Tenía que caer para que Harry se diera cuenta de que Álvaro no es más que un pervertido. Pero si no hacía nada quedaría mal ante Harry y me seguirá diciendo que son solo ideas mías.

  —Isabella, lo siento pero Harry es mi amigo y tu como su novia no debería de estar en esta situación.

  Ya me hartó.

  —Admite que eres tú quien me llama en las noches y gime mi nombre —lo tomé de la camisa del cuello.

  —Isabella... —siguió fingiendo. Pero en eso Harry bajó las escaleras y me separó de el.

  —Es suficiente —demandó Harry.

  —Pero, estaba a punto de... —empecé a decir.

  —Isabella, es suficiente. Álvaro, lo siento por tener que haber presenciado algo así.   

  —No te preocupes—respondió acomodándose la camisa— Comprendo a Isabella, haré como que esto nunca pasó —sonrió como si nada. Si es que sabía fingir perfectamente.

  —Nos veremos luego.

  Álvaro salió por la puerta dejándonos solos.

  Me llevé una mano a la cabeza, me sentía un poco enojada por lo sucedido. Nada había salido a como pensé que saldría. Álvaro sabía actuar, no se dejaba convencer así como así.

  —Isabella, dejemos esto de lado por favor —me pidió.

  —¿Qué?

  —Así es. Álvaro no tiene nada que ver aquí. Déjalo de lado. Trevor se fue, esperemos que se haya ido, y ahora no te obsesiones con desenmascarar a Álvaro porque no es más que un simple chico solitario.

  —Álvaro no es lo que tú crees, Harry.

  —Bueno, estuviste lanzándote a él y no hizo nada.

  —Seguro te escuchó.

  —No creo.

  Me rindo la verdad, convencer a Harry es muy difícil, a veces puede ser muy terco.

  —Te voy a pedir un favor —me dice serio. Su seriedad me asusta. —Promete que dejarás de lado a Álvaro, a menos hasta que tengas al bebé. No es bueno para el presenciar estas cosas y no quiero que pongamos en riesgo el embarazo. Entiende que no puedes pensar solo en ti, llevas a alguien más dentro tuyo y es mi hijo. Tengo derecho a decidir sobre el.

  Harry se miraba todo serio, me asusté un poco. Pero quizás tenía razón. No estaba pensando en el bebé sino sólo en mi. Y tampoco me gustaría que mi embarazo tuviera complicaciones. Así que exhalando asentí.

  —Está bien. Solo hasta que nazca el bebé.

  Harry me abrazó, pero sabía que en el fondo estaba enojado por algo.

ISABELLA

Las vacaciones habían llegado, había cumplido dos meses de embarazo. Era justo la cena de navidad, la habíamos preparado en la casa y habíamos invitado a mis padres, a Alberto y Martha y los demás amigos de Harry. Me encontraba terminado de vestirme cuando Inés tocó la puerta.

—Ya están llegando todos —anunció.

—Gracias, ya bajo.

Ahora ella se fue. La panza se miraba un poquito nada más. Estaba cumpliendo con la promesa que le había hecho a Harry y esperaba seguir así el resto de mi embarazo. Al menos aún no habíamos sabido nada de Harry.

Abajo estaban mis padres, me acerqué a saludarlos mientras Harry hablaba con Louis y Kelsey, quien sabe de qué. Pero mi noche se puso tensa cuando llegó Álvaro. Desde aquella vez no he recibido ninguna llamada extraña por las noches. Aún me sigo sintiendo observada mientras me ducho pero creo que me estoy acostumbrando. La cena estuvo bastante animada, en especial por las cosas que decía mi madre. Éramos casi una familia entera, excepto por ciertas personas.

Días después....

En Año Nuevo decidimos que la pasaríamos solo Harry y yo sentados frente al mar. Y aquí estábamos, aunque habían cosas que le preocupaban a Harry, lo podía sentir. Podía sentir que no era cien por ciento el. Y me sentía aún peor cuando me decía que estaba bien. Sentía que me mentía. ¿Será que me está dejando de querer? Me pregunté una vez. Pero me prometió que eso nunca iba a pasar.

MESES DESPUÉS.

—¡Ahhhhhhhhh!

—Eso, Isabella, puja.

Hasta que finalmente llegó el día en que tenía que dar a luz. La fuente se me rompió en casa, cuando preparaba algo para comer. De suerte que Harry estaba ahí, y hasta pensó que me había orinado.

—¡No puedo! —me quejé. Sentía que me iba a morir. Esto es un dolor tremendo. Harry estaba a la par mía sosteniendo mi mano.

—Tu puedes —me animaba.

Y sí, pude. Cuando escuché el primer llanto sentí que mi corazón se comprimía. Era un niño y Harry estaba más que enamorado.

SEMANAS DESPUÉS.

—La maternidad es hermosa pero difícil —me quejé con Martha. Había venido a visitarme a casa.

—No me imagino —murmuró, cargando al pequeño en brazos.

—Mi madre me ayudará a cuidarlo porque mañana regreso a la universidad.

—Eso está bien.

—Estoy desvelada —me dejé caer en la cama haciendo puchero.

—Te miras diferente si, ahora eres toda una madre.

—Si. Me parece mentira.

—¿Qué ha pasado con Harry? ¿Sigue raro? ¿Y Alvaro?

—Harry no quiere decirme lo qué pasa. Y Álvaro, sigue en las mismas.

—¿Nos has vuelto a recibir las llamadas?

—Al principio no pero desde que tuve al niño creo que sí —me quedé pensativa—¿Quien crees que sea?

—Álvaro obviamente, desde que me contaste que la vez que lo encaraste dejó de llamar es porque era él. Sino hubiera sido el entonces hubiera seguido llamando. Pero claro, lo alarmaste.

—Si, ahora volvió a las andadas.

—Alberto quiere que tengamos un bebé pero aún no me siento lista —admitió Martha, dándole besitos al bebé.

—Claro, tómate tu tiempo.

El timbre de casa es tocado, y Inés no estaba porque se había ido al súper.

—Iré a abrir —me levanté con pesadez y bajé las escaleras, dirigiéndome a abrir la puerta. Era una señora bastante mayor, venía con dos sujetos tras ella.

—¿Hola?

—¿Esta es la casa de Harry Lee? —preguntó ella con voz demandante.

—Así es.

—¿Y usted quien es? —me preguntó, pasando a mi casa como si yo le hubiera dicho que lo hiciera. Sus aires de grandeza me dieron mala espina.

—Soy... la novia de Harry.

Me miró de inmediato.

—¿Novia? —su mirada me recorrió de pies a cabeza, no me gustó para nada como me vio.

—Si. ¿Usted es...?

—Patricia Lee, la abuela de Harry.

Me sorprendió, si, porque hasta donde yo sabía Harry no tenía familia. Cercana. Pero mirándola mejor tenía unos rasgos familiares.

—Disculpe, no pensé que Harry tuviera...

—¿Familia? Es lo que él dice. ¿En donde está mi nieto? Tengo que verlo urgentemente.

—Harry está en el trabajo así que tendrá que... volver otro día.

No tenía ni idea de cómo actuar ante esta señora.

—¿Quién era, Isabella? —Martha bajó las escaleras con el bebé en brazos.

La señora Patricia la volteó a ver ceñuda.

—¿Quien es ella?

—Ella es una amiga, se llama Martha —me acerqué a Martha.

—¿Y él? —señaló al bebé.

Tragué grueso porque no sabía qué responder.

—El hijo de Harry y mío —respondí al fin. La noticia la sorprendió, lo supe por su reacción.

—Iré a la oficina de mi nieto, hay muchas cosa qué aclarar —sin decir más se dio la vuelta y salió por la puerta, seguida por sus guardaespaldas.

Miré a Martha totalmente confundida.

—¿Quien era esa vieja? —preguntó. Y no pude evitar reírme.

—Pues dice que es abuela de Harry.

—¿De verdad? —se sorprendió— Mi madre me había contado que Harry tenía familia pero vivían lejos de aquí. En otro país. Pero jamás quisieron ver a Harry, no lo sé.

—¿Y por qué vino ahora? —me pregunté más para mi misma.

—No lo sé. Pero no será para nada bueno. Hasta donde mi madre me contaba esa señora era muy peligrosa.

—¿A qué te refieres con peligrosa?

—Que le gusta que se haga lo que ella quiera y nada más. Pero tiene mucho poder y el don de manipular.

Me asustó un poco que haya dicho eso. Me preguntaba cómo se sentirá Harry ahora que esa señora que dice ser su abuela había vuelto. En el fondo tenía un mal presentimiento de todo esto. Habíamos pasado unos meses tranquilos pero parece que la tormenta había aparecido de nuevo en nuestras vidas.

—Vamos arriba —le dije a Martha, cerrando la puerta y subiendo las escaleras. Tomé el celular y llamé a Harry.

—¿Isa? ¿Todo está bien?

Cuando escuchaba su voz me calmaba.

—Si, ¿tu cómo estás?

—En la oficina, cariño. ¿El bebé?

—Está bien, estoy con Martha —quise advertirle que había venido esa señora pero no me pareció prudente. Es mejor que lo vea por si solo.

—¿Pasó algo?

—No, para nada.

—Te siento un poco nerviosa.

—Es que te extraño. ¿A que hora llegas?

—En unas dos horas. Tengo unas cosas que resolver. Te amo, no lo olvides.

—Te amo más. Cuídate mucho. Te espero aquí.

Corté.

Al menos me sentía tranquila de que Harry aún me amaba.

HARRY

   —Harry Lee —una voz no familiar me habla desde la puerta de mi despacho. Levanto la vista del computador y veo a una mujer no tan mayor parada frente a mi. Me sonríe. Fruncí el ceño porque me parecía conocida. Pero no recordaba de donde.

  —¿Se le ofrece algo? —inquiero un poco confundido, había dicho que no recibiría a nadie después de medio día. Planeaba irme temprano para estar con Isabella. Las cuentas estaban peor y no habíamos podido dar con quien me estaba robando. Y eso me tenía mal, me tenía estresado, deprimido, sin saber qué hacer. Acudí a la policía hace unos meses pero no hay suficiente información para atrapar a la mujer. A pesar de haber cambiado mis claves de las cuentas aún seguían los fraudes. Y el único que sabía las claves era Louis. Llegué a un punto en que desconfío de él.

  —Claro, vengo a visitar a mi nieto —dice la señora, acercándose. Fruncí el ceño sin entender.

  —Disculpe, pero esto es un despacho de abogados —le expliqué. Quizás se había equivocado de lugar.

  Ella rió.

  —Qué gracioso, tienes el mismo sentido de humor de mi hijo. Soy Patricia, Harry, tu abuela.

  Me quedé atónito ante lo que escuché. Patricia. Recuerdo que era el nombre la madre de mi padre. Pero ¿como?

  —¿De que me habla? —me puse de pie.

  —Tranquilo. Te explicaré todo con detalles.

  Y eso hizo: la señora me empezó a explicar que toda su vida ha vivido en Italia y que ha intentando contactarme pero que no ha podido. Después de la muerte de mi padre quiso venir a por mi pero por problemas de salud no pudo. Y hasta ahora que pudo viajar. Pero cuando mi padre vivía me contaba que su madre lo había despreciado por casarse con mi madre, porque ella no era de la misma clase social que él. Entonces tuve un poco de rencor hacia ella. Y ahora estaba aquí, frente a mi.

  —¿Y a qué has venido? —quise saber al fin. No creo que su visita sea grata.

  —Vengo porque no puedo permitir que un nieto mío se quede en bancarrota —dijo con expresión seria.

  —¿De que estás hablando? —no podía ser, ¿como se había dado cuenta?

  —Yo lo sé todo, Harry, a pesar de estar del otro lado del mar.

  —No finjas que te importo ahora que has vuelto, no te luce —espeté.

  —Acepta que estás en la quiebra, Harry, sino fuera porque compraste la casa en donde tienes viviendo a esa chica también te la hubieran quitado. Pero si te quedas sin dinero ¿como harás para mantener esa casa tan grande? ¿Como harás para mantener a ese bebé que lleva tu sangre? Aunque admito que no me gustó nada que lo hayas tenido con esa joven que no tiene nada que ver con nuestra clase.

  Sentí mi sangre hervir cuando la escuché hablar así de Isabella.

  —Y gracias a Dios que no te casaste con ella, es lo más sensato que pudiste hacer.

  —¡Suficiente! —golpeé la mesa con mis puños— No vas a venir aquí a decirme lo que tengo o no que hacer con mi vida. Y te pido que por favor midas tus palabras cuando hablas de Isabella. Ella sin duda es mejor persona que tu.

  —Pueda ser —ni se inmutó— Pero has estado descarriado todo este tiempo, ahora yo estoy aquí para enderezarte, Harry, aunque no quieras soy tu abuela y la única que puede salvarte de la quiebra.

  Sus palabras hicieron como ecos dentro de mi, no lo sé. Quedarme en la calle me daba pánico y miedo, no es por qué me convierta en pobre sino que ya no seré el mismo para Isabella. Para mi hijo que siempre quise que tuviera lo mejor.

  —No se que está pasando con esa mujer que nos roba. —me llevé una mano a la cabeza— He hecho de todo para encontrarla.

  —Yo ya lo hice —admitió. La miré sin entender.

  —Yo lo sé todo, Harry.

  Patricia daba un poco de miedo.

  —¿Como? Dime quien es —me exalté.

  —Lo haré. Pero antes quiero que conozcas a alguien —miró para la puerta, en eso se abrió y de ella apareció una mujer. Era alta, rubia, atractiva. Sin embargo no sabía quién era ella.

  —Ella es Cassandra Fiztparck, tu futura esposa.

  Me reí.

  —¿De qué mierdas hablas?

  —Cassandra es hija del hombre más poderosos en Italia. Ella y yo hablamos y esta de acuerdo en ayudarte. Solo casándote con ella puedo hacer que tus problemas financieros se solucionen. Pero antes tienes que dejar a Isabella.

  —Estás loca si crees que haré lo que me pides, yo resolveré mis problemas solo. No necesito ni de ti ni de nadie —iba a llamar a seguridad para que la sacaran pero ella me interrumpió.

  —Piénsalo, Harry, te doy hasta mañana para que lo pienses. ¿Quieres que tu hijo nazca con limitaciones? Si sigues así no vas a tener ni dinero para el autobús

  —Puedo trabajar.

  —Por favor, ni tú mismo te los crees. Isabella no te querrá porque la acostumbraste a los lujos y sabes bien que las parejas pobres viven en constantes pleitos por falta de dinero.

  —Cállate. No sabes lo que dices.

  —Claro que lo sé —admitió. Como si ella hubiera pasado por eso— Te doy hasta mañana. Solo dime que si, demuéstrame que terminaste con Isabella y cásate con Cassandra. Tu hijo no tendrá que pasar penas.

  —A Isabella no la dejo ni muerto. Que te quede claro.

  —Eso ya lo veremos. —se puso de pie y salió de la oficina junto con esa tipa. Me senté de golpe totalmente confundido. Había sido Algo bochornoso todo esto. Pero no haría lo que Patricia quería. No podía dejar a Isabella, ella era el amor de mi vida. Y más ahora que tenemos un hijo juntos. Pero el solo hecho de pensar que llegará un momento en que no tenga ni para el autobús... me pone mal. ¿Qué clase de hombre seré para ella?

   El teléfono suena y lo contesto rápidamente porque el ruido me estorbaba.

  —¿Diga?

  —¿El señor Harry Lee?

  —Así es.

  —Llamamos del banco, es mejor que se presente urgentemente, señor.

  —¿Pasó algo?

  —Señor, su cuenta... no tiene fondos.

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