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En cuanto ese chico se fue, corrí a casa lo más rápido que pude. La verdad me había asustado mucho, y eso que hay pocas cosas que logran asustarme. La mirada de ese chico era... tan profunda y penetrante. Me provocó escalofríos. Cuando llegué otra vez a la cabaña, Kyle estaba preparando el desayuno. Era temprano para desayunar. En cuanto Kyle me vio me sonrió.
—Llegaste —dice—. Estoy preparando waffles, recuerdo que eran tus favoritos.
Me debato en si decirle que ya no lo son o en decirle que deje de actuar como si nada hubiera pasado.
—¿Cuándo empezaré a ir a la universidad? —le pregunté, cruzándome de brazos.
—Hace unos días te matriculé en la mejor de la ciudad, las clases ya están comenzadas así que... irás cuando tú decidas ir. Tal vez mañana. No lo sé.
—¿Porqué no hoy? —me apresuré a preguntar. Necesitaba estar lo más lejos posible de él, no quiero tenerlo cerca.
—¿Hoy? —me mira— Pero acabas de venir, pensé que quizás podríamos pasar un día de padre e hija, además estás cansada por el viaje.
Respira, Venus, respira. No vayas a decir nada de lo que te puedas arrepentir.
—No quiero perder más clases —dije— iré hoy. ¿Te importaría darme mis papeles y eso?
Kyle dudó, pero no se pudo negar.
—Está bien —deja los utensilios de cocina en la mesa y se limpia las manos con un trapo—. Iré por las cosas. Siéntate, tengo que explicarte algo.
Kyle sale de la cocina y se dirige escaleras arriba. Miré con recelo las cosas que tenía Kyle de comer y no pude evitar que me diera hambre. Rayos, se miraba delicioso. Me senté en la mesa y apoyé mis codos en ella, esperando a mi... a Kyle.
Minutos después Kyle viene con unos papeles en mano, se sienta frente a mi y me los entrega.
—Tu horario está aquí —señala una carpeta amarilla— los demás son reglas de la universidad y esas cosas. Las clases empiezan a las siete de la mañana.
Saqué mi teléfono y miré la hora. Eran las 6:30 de la mañana. Aún tenía tiempo de arreglarme.
Recogí los papeles y los metí en la carpeta amarilla.
—¿Me vas a llevar a clases? —le pregunté sin mirarlo.
—Claro, siempre —responde—. Pero necesito que desayunes.
Resoplé, encogiéndome de hombros. No me podía negar, me estaba muriendo de hambre así que no lo podía discutir.
—Bien.
Tomé unos wafles y empecé a comer.
•
—Cuídate, pasaré por ti a las tres.
Salgo del coche sin responderle a Kyle.
—¿Venus?
Lo miré de inmediato.
—Está bien —respondí.
Él me sonríe y se va.
Yo me quedo de pie, a un lado de la carretera, contemplando la enorme universidad que tengo frente a mi. Es muy grande, hay chicos entrando y saliendo de ella. Acomodé mi bolso en mi hombro y miré el cielo. Estaba nublado, como amenazando con llover.
—Bien, no sé cómo lograré sobrevivir a esto pero... tengo que hacerlo —me dije a mi misma a lo bajo. Me armé de valor y empecé a caminar hacia la entrada. En mi horario decía que tenía primero español. Mi aula era una de las del segundo piso. Estando dentro no pude evitar sentirme chiquita y cohibida. Las paredes eran color hueso, los casilleros iban en fila hasta el final del pasillo, en donde empezaban unas escaleras.
Hubo uno que otro empujón hacia mí por parte de los estudiantes que caminaban en la zona contraria. Me apresuré a subir las escaleras y a buscar mi salón. Al encontrarlo, no dudé en adentrarme. El aula estaba un poco vacía, pero habían unos cuantos alumnos platicando y otros con su teléfono celular.
Me senté en una silla de en medio.
—¿Eres Venus Maxwell? —pregunta alguien. Levanto la vista para encontrarme con una chica. Está de pie frente a mi, sonriéndome.
—Así es —respondí— ¿y tú eres...?
—Soy Hasley —se sienta en el asiento junto a mi— la directora me dijo que vendrías pero no pensé que hoy. Seré tu guía por este día, te mostraré la universidad, algunas de sus reglas y ese tipo de cosas —ella pone su bolso en la mesa y empieza a sacar sus cuadernos y lápices.
—Como sea —bajo la vista y enciendo mi celular, quizás pueda hablar con Madison un rato.
—Me gusta tu nombre —dice Hasley al notar que no le hago mucho caso— Venus. Es poco común. Muy lindo.
—Pues gracias —susurré, escribiéndole un mensaje a mi querida hermana.
De Venus:
Me siento fuera de lugar aquí, Maddy. Todo sería diferente si al menos hubieras venido conmigo.
PS: aún te odio.
Apago el celular en cuanto escucho la campana a lo lejos. Es la hora de entrada. Los alumnos empiezan a entrar y a ocupar los asientos vacíos. Luego de un rato cuando al parecer ya están todos, entra una mujer. Tiene el cabello recogido en una cola alta, usa lentes y un atuendo demasiado ajustado. Ella pone su bolso en la mesa y alza la vista.
—¿Estamos todos? —inquiere.
Dos golpes en la puerta me hacen girar la cabeza hacia allí. Me quedo helada ante lo que veo. Venía entrando un chico. Era el chico. Es el mismo que miré esta mañana. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo en cuanto pasó a la par mía y se sentó en uno de los asientos de atrás. En la última fila.
—Como siempre llegando tarde, Rich —le dijo la profesora.
Rich. Así que se llama Rich.
Miré por encima de mi hombro a Rich, usaba un pantalón color crema, converse negros y un abrigo negro. Su cabello rubio estaba despeinado, cayéndole por su frente. Hasta me pareció atractivo. Y por como unas chicas lo miran, supongo que ellas piensan igual que yo.
—Es lindo, ¿verdad? —pregunta Hasley.
La miro de inmediato frunciendo el ceño.
—¿Quién? —pregunté, restándole importancia.
—Rich —respondió sonriendo—. Aunque es un poco solitario y callado.
—Genial —saqué mi cuaderno y lo ojeé.
—Querrás saber que no tiene novia —continúa Hasley.
—¿Y eso a mí qué me interesa? —espeté, mirándola.
—Es que como te lo quedaste viendo.
—Lo quedé viendo porque hoy me lo encontré en el bosque —solté sin querer.
Hasley abre los ojos del asombro.
—Entiendo. Es que a veces es raro, algunos hasta le tienen miedo. No se sabe porqué —se encoge de hombros y mira al frente.
Dejo de mirar a Hasley para volver mi vista a Rich, tiene su vista en su cuaderno, parece como si está escribiendo algo, no lo sé. Sin embargo, aparté la cara en cuanto noté que elevó la vista y me miró.
•
—La comida no es tan buena, pero es lo que hay —dice Hasley, sentándose a la par mía en la mesa de la cafetería. Esta chica me ha seguido casi toda la mañana. Es odiosa. En serio. Necesito perderla de vista pronto o si no va a hacer que enloquezca.
—¿Hasley? —la miré.
—¿Si?
—¿Puedes cuidarme mi lugar? Es que necesito ir al baño.
—Claro, pero ¿sabes dónde queda el baño? —inquiere.
—Si, no te preocupes. Yo sé —sonreí fingidamente mientras me ponía de pie.
—Está bien, aquí te espero.
Camino hacia la salida hasta llegar al pasillo. En ese momento puedo respirar tranquila. Acomodo mi bolso y camino sin rumbo alguno, no sé a dónde ir para mientras termina la hora del almuerzo.
—Estabas allí así que eras la única que podía verlo —escucho que dice alguien. Giro mi cabeza y observo a tres chicas rodeando a una sola. Me detengo a observar.
—Kate, no lo sé, l-lo juro. —tartamudea la chica.
—Vamos, Rarita, tienes que acordarte, esa información es valiosa para mi y sé que tú la tienes así que o hablas o te saco la información a golpes —espeta la chica, era una rubia alta y con aires de grandeza.
—¡Hey! —exclamé al notar que la que se llamaba Kate elevaba su mano con intención de golpear a la pobre chica.
Las cuatro me miran de inmediato.
—¿Y tú quién eres? —me dice Kate— no te metas en lo que no te importa. ¡Lárgate!
Me acerco a ellas y la miro amenazante.
—¿Estás bien? —le pregunto a la chica. Se ve que está aterrada.
—Ella está bien, ¿verdad, Lucy? —Kate se dirige a ella.
Pero la chica no responde.
—Ven, Lucy, vamos —tomo del brazo a Lucy para podernos ir a otro lugar, pero Kate me detiene.
—Tú no te la llevas para ningún lado —espeta.
—¿Sucede algo aquí? —pregunta un chico detrás de ella. Kate se gira y le sonríe.
—Todo bien, amor —le dice—. Estaba terminando de hacer el trabajo que me pediste cuando esta... —me mira—...nos interrumpió.
El chico me mira, aprieta los puños y se dirige a mi.
—Será mejor que te vayas —suena amenazante—. No querrás ir por ahí.
—¿Qué me vas a hacer si no lo hago? —lo desafié.
Eleva su mano y toma mi barbilla, apretándola un poco. Intento zafarme pero eso provoca que éste idiota apriete más su agarre.
—No te metas con nosotros, linda, porque si no vas a saber quienes somos —susurra mirándome los labios y lamiéndose los suyos en el proceso.
Noto detrás de él como Rich pasa a la par nuestra, mirando la escena. Su cara estaba inexpresiva. Su mirada se posa en mi, sus ojos negros como la noche me observaron atentos durante ese micro segundo para después irse sin más. Ni siquiera nos defendió.
—¡Viene la directora! ¡La directora! —exclama otro chico que no sabía que se encontraba allí.
El chico me suelta, toma de la mano a su novia y todos ellos se van corriendo por donde Rich se había perdido más antes. Suelto el aire que tenía contenido y miro a Lucy. Su expresión es de terror.
—Gracias —me sonríe, para después irse corriendo también.
Pero ¿qué pasa? ¿Porqué se corren? No sabía nada. Miré en dirección por donde se fueron totalmente confundida.
A la mañana siguiente, encontraron el cuerpo sin vida de un chico en las orillas del río.