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Capitulo 5

Cuando termine de desabotonar su blusa se la quite y ella hizo lo mismo con la mía, nos quedamos las dos arrodilladas una frente a la otra sobre la cama, se acercó un poco más a mi hasta que su cuerpo entró en contacto con el mío, su piel cálida junto a la mía fue único, de nuevo me volvió a besar mientras llevaba sus manos a mi espalda y me pegaba más ella, después sus manos descendieron hasta el botón de mi falda, la desabotono y bajó el cierre haciéndola deslizar despacio hasta la rodillas y yo está vez sin que ella me dijera que hacer, mis manos viajaron hacia el botón y cierre de su pantalón de vestir, lo hicieron bajar despacio, después todo se fue dando naturalmente y yo ya no me sentía tímida y con miedo, sino que lo estaba deseando con todo mi ser, la deseaba a ella, la quería sentir de muchas maneras, dentro y fuera de mi.

Cuando menos lo pensé ambas estábamos desnudas, Harlene estaba cuidadosamente sobre mi, la estaba sintiendo claramente, su sexo sobre el mío, sus senos tocaban los míos ligeramente y sostenía su peso sobre sus brazos, Harlene estaba rozando su nariz con la mía, estábamos los dos excitadas, lo sentía en mi y también podía sentir su humedad en ella la cuál resbalaba y se unía a la mía, dejo de rozar su nariz con la mía para descender a mi cuello, besarlo y lamer mi piel. Yo sentía que ardía, jamás en mi vida me había sentido de la manera en que me sentía, Harlene era tan hermosa en todos los sentidos, ella era la persona que había estado deseando siempre en mi subconsciente, me hizo el amor, gemí y me retorcí debajo de ella, sobre de ella y su boca se poso en mi sexo como cual mariposa en busca de la miel, la sensación era maravillosa, la calidez de su lengua buscando lugares en mi interior que no sabía que tenía y que mucho menos pudiera sentir placer, al final logro que me corriera y mis fluidos recorrieron su boca, me sentí avergonzada de todo lo que tuvo que pasar pero a ella no le importó, estaba feliz de lo que había provocado, se acercó a mi luego de limpiarse la boca con el dorso de la mano y me beso, saboree mi propio sabor y aquello volvió a excitarme, Harlene lo supo y deslizó su mano de nuevo a mi sexo que pronto respondió a sus caricias y volvio a alcanzarme de nuevo un glorioso orgasmo, pero repentinamente me aleje de mi sueño y desperté en mi habitación apretando las piernas y sintiendo placer con tan solo hacer ese involuntario movimiento que me estaba provocando una agradable sensación, pero también tenía unas ganas inmensas de hacer pis, me levanté rápidamente cuando mi placer acabó y las ganas de orinar fueron mayores que mi placer, mi sueño húmedo había terminado con un final feliz que a la vez pudo haber terminado en tragedia.

Cuando volví a la cama sentí que las piernas me temblaban, sentía cierto cansancio pero me sentía relajada como nunca antes en toda mi miserable vida, yo nunca jamás me había masturbado, nunca lo había deseado, aunque me excitaba leyendo algunas veces jamás había sido capaz de hacer aquello, pero es que mi deseó no iba más allá de querer tocarme a mi misma. Tras ese sueño siguieron otros más, unas veces era lento, otras demasiado rápido la manera en que ella me desvestía y me hacía el amor, pero me gustaba en todas las maneras en que ella me amaba, en el día parecía ser otra persona de la que había sido semanas antes de que conociera a Harlene, la mujer de mis sueños. Ahora aparté de callada me había vuelto retraída, siempre quería mantener la cabeza pensando en ella, tanto que llegué a creer que Harlene era real, tan real como yo y comencé a odiar los turnos de noche porqué me retrasaban mis horas de sueño con ella, por eso una tarde de mis días libres decidí que ya no quería seguir mas de cajera, quería otro empleo y buscando en los periódicos encontré una vacante para asistente personal, anoté el número telefónico que estaba allí y también el lugar de donde debía ir para hacer mi solicitud, era solo un experimento ya que sabía que no podría calificar para el empleo, no me creía lo suficientemente capaz ni bonita para un jefe rabo verde que buscaba una bonita asistente personal para mirarle el trasero cuando salía de su oficina o las bubis cuándo entrara, estuve a punto de tirar el papel pero me sentía de alguna manera audaz tras soñar con Harlene y soñar con ella haciéndome el amor, haciéndome sentir importante y querida, por lo menos tenía algo a qué aferrarme cada noche cuando la soledad y el desaliento me cobijaba cada que miraba a mi madre con aquellos niños que tenían de ella un amor que a mí nunca me dio, a veces deseaba desaparecer, deseaba no pensar y no sentir, ser solo una piedra que va rondando por los caminos sin dueño alguno, no quería ser nada, porque sentía que no valía nada.

El día de la cita del que podría ser mi nuevo empleo, yo no estaba muy segura de asistir pero yo jamás faltaba a mis obligaciones y compromisos ya que eso dejaba una mala presentación de mí, así que me vestí lo más formal que pude y me fui a la cita, llegué diez minutos antes de la hora citada, la recepcionista me dijo que esperara y me ofreció tomara asiento mientras esperaba a que me entrevistarán, cinco minutos después de llegar la joven y guapa recepcionista me dejó continuar más allá del breve pasillo que al fondo dejaba ver una puerta pesada de cristal la cuál tenía un efecto que no dejaba ver lo que ocurría tanto fuera como dentro, así que antes de entrar toque la puerta con mis nudillos, enseguida una voz fuerte, firme y femenina se escuchó dentro de la oficina, lo primero que imaginé por su voz fue a una mujer de más de cuarenta años, pero cuándo abrí la puerta y entre, descubrí que mi imaginación y yo habíamos sacado conclusiones adelantadas de la mujer que respondió.

Para empezar, su oficina era eso además de un estudió para dibujar, así que era un espació grande y bien proporcionado para lo que se utilizaba, pero ella, la mujer que me permitió pasar a su área de trabajo, estaba cómodamente sentada en un sillón giratorio, tenía sus brazos recargados sobre su escritorio perfectamente acomodado, era guapa, muy guapa pero no tanto como Harlene, está tenía los ojos de un gris oscuro, casi turbios, pero eran grises, su rostro era casi perfecto, su corte de cabello en estiló Pixie le sentaba muy bien, le calculé a lo mucho unos 30 años, era delgada y vestía muy bien, elegante pero sin dejar de mostrar que era para estar en horas de trabajo, su vista se clavó en mi y me puse nerviosa ya que no había mostrado ningún signo de amabilidad.

-Buen día – le dije cuándo llegué frente a ella.

-Buen día – respondió y me tendió su mano para estrecharla suavemente con la mía, a penas fue un roce pero fue algo que me atemorizó – Soy Linette, toma asiento.

-Muchas gracias – respondí seria controlando mi voz para que no fuera a tartamudear – me llamo Amy.

-Muy bien Amy, dime ¿Por qué quieres trabajar aquí? – esa fue su primera pregunta.

-Porque ya no quiero ser más una cajera – respondí sin pensar por tener mi cabeza en las nubes y tras decir esto sentí que mi cara ardió de la vergüenza, mientras ella solo levantó una ceja con cierta diversión, pero no sé atrevió a reír, aunque note que le hizo gracia mi respuesta.

-Esta bien, eres sincera – me dijo - ¿cuántos trabajos has tenido?

-Desde que soy mayor de edad el mismo, llevo tres años en un mismo trabajo.

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