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Como animales salvajes.

Primer día de la semana, segunda semana de clases y yo ya quiero que sea diciembre ¿Me pasa solo a mí? En fin, ¿Por qué será que los profesores tienen que sí o sí comenzar la cursada con un trabajo práctico De recopilación e interpretación de teorías pedagógicas? Junto a Daiana nos encontramos en su casa comenzando el trabajo, leyendo libros, buscando en internet y la verdad que cada vez que empiezo a leer algo de Piaget o Vigotsky termino por bostezando.

La jornada de hoy había sido muy agotadora, hacia unos pocos días había tenido la suerte de conseguir trabajo como niñera y gracias al cielo los niños son muy independientes y mis jefes son un amor. Ellos comprenden y me dan un espacio para que pueda estudiar y hacer mis trabajos. Claro, mientras no descuide a los niños.

Se podía ver por la ventana como un diluvio azotaba la ciudad y se llevaba toda la basura arrojada en las calles ¿Cuándo entenderán que estamos intoxicando a nuestro planeta, a nuestro hogar? Al parecer se adelantó la tormenta de Santa Rosa. A mí se me estruja el corazón de tan solo pensar en los niños abandonados en la calle y los pobres animalitos que no tienen un refugio donde resguardarse. Pensar que unos tenemos tanto por estar bajo techo y tener la oportunidad y las posibilidades de estudiar y otros no la tienen me parece tan injusto, pero la vida en sí, es injusta. Ante este sentimiento de congoja es que suelto un suspiro audible y dejo lo que estoy haciendo, que es leer en la laptop, para dejar descansar mi cabeza sobre mis manos.

- ¿Eso no será otro gemido no? – me dice mirándome con asco.

- Ay no nena, - ella me mira y hace gestos de alivio para indagar sobre lo que me pasa – sabes que días como estos me ponen media bajoneada. – le digo con tristeza.

- Lo sé Camí, pero por eso, si tenés la dicha de tener en tus manos la oportunidad de cambiar tu vida, lo tenés que hacer. Solo así vas a poder ayudar a otros. – la miro y sonrió. Ella siempre tiene algo lindo para decirte. – por cierto, ¿estuviste buscando algo respecto del trabajo del profesor González? – me dice preocupada – mira que es medio complicado y yo sinceramente no logro comprenderlo aún.

- No, aún no busque nada, pero de todas formas cualquier cosa que no comprenda hablaré con las recursantes, ellas deben saber más que nosotras. – le digo despreocupada.

- Hay que ponernos las pilas Camí si no terminaremos como ellas. – refiriéndose al hecho de perder la cursada y cursarla nuevamente, realmente un bajón.

- No, tranquila que no va a pasar eso. – le digo para volver al sepulcro silencio y fijar mi mirada y atención en una pequeña mancha en el cielo. –

- Tierra llamando a Camila, Tierra llamando a Camila. -me dice a modo de broma y yo la observó aún con mi mente en otra parte.

- ¿Será que tiene facebook? – digo más para mí misma que para ella.

- ¿Quién? – me pregunta ella aún con sus ojos puestos en el libro.

- Diego. – contesto todavía en transe.

- ¿Diego? – ella me mira y soy le digo a quién me refería. – Ay dale Camila, no empieces de nuevo. Te fume todo el fin de semana hablándome de él. – me dice molesta.

- Quizás tiene novia y no está casado por eso no lleva alianza. – balbuceo sin prestar importancia a lo que acababa de decir.

- ¿A quien le importa Camí? Ponte las pilas. – me dice molesta.

- A mí. – concluyó Lara buscar en internet sobre él.

Puse en el buscador de Google su nombre completo y lo único que me había salido fue su currículum el cual luego de leerlo quedé con la boca abierta. El tipo era un genio, con tan solo 17 años público su primer libro, es guionista, director de teatro, documentalista, docente de la UBA y por lo visto no es casado. En la sección de imágenes del buscador se lo podía ver en situaciones pedagógicas, en conferencias educativas, en entregas de premios y no podía verse más sexi.

Mientras leía la información que Google tenía para ofrecerme respecto de él, no podía contener las ganas de besar la pantalla de mi laptop, pero esos e vería muy raro por lo que me limité a descargarme sus fotos y poner una de fondo de pantalla.

- ¿No crees que es mucho? – me dice Daniela con rechazo.

- No. – le digo con cara de tonta enamorada. – lo que daría por probar esa boca. ¡No lo imaginas! – concluyó con un grito para dejarme caer en el sillón.

- Camila, no exageres y te pido que pongas tu atención en esto – refiriéndose a lo que estábamos haciendo del colegio. – porque no quiero recursarla.

- Bueno está bien. – le digo molesta e intenté ponerle toda mi atención al trabajo, aunque sin ganas.

- ¿Dani? – ella me mira y pone los ojos en blanco

- ¿Qué te pasa ahora Camila? –

- ¿Alguna vez hiciste sexo oral? – ella comienza a toser y me mira anonadada, para preguntarme si se lo estaba preguntando enserio.

- ¿Qué preguntas Camila? ¿Qué te importa? – me dice luego de recomponerse.

- No seas exagerads, solo quiero quiero saber. –

- No te voy a decir. – contesta para volver su atención a la pantalla.

- Yo si, y no sabes lo que se siente. – le digo mordiéndome el labio inferior.

- ¡Por favor Camila! Si vas a empezar nuevamente con el profesor me voy. – me dice realmente enfadada.

- Bueno está bien, no te enojes. No digo mas nada. – concluyo aún más enojada.

Así estuvimos toda la tarde, entre libros y apuntes tratando de terminar ese trabajo y aunque logramos hacerlo mi mente estuvo todo el tiempo en otro lugar y no era precisamente aquí. Una vez que me quedé sola, me tire en mi cama a descansar la cabeza de tanta teoría y a pensar un poco en mi profesor que por alguna razón me tenía así de idiota pensándolo todo el día. Por un momento en mi cabeza se proyectaron aquellas imágenes que calentaron mi cuerpo esa primera clase, dónde imaginariamente pude sentir su miembro moverse dentro mío y aún así, pude disfrutarlo tanto.

Mi piel se empieza a encender y siento la necesidad de tenerlo conmigo, en mi cama jugando a dos animales salvajes que se devoran uno al otro. Mis pechos se sienten duros y mis pezones ya duelen al simple tacto. Las puntadas electrizantes que siento en mi vagina hacen que me recuerda del dolor, del placer que se estaba despertando en todo mi cuerpo. Necesitaba saciar mi hambre de sexo y la única manera que tenía en ate momento era yo misma por lo que puse en acción mis manos.

Cierro mis ojos y puedo verlo allí, sentado frente a mí, observando cada movimiento que hago mientras me muevo sobre mi cama desnuda. Me despojo de mi ropa y comienzo a descubrir cada espacio de mi cuerpo y el hacerlo me genera culpa y vergüenza pero no puedo detenerme, necesito sentir como mis manos aprietan mis pechos y pellizcaba mis pezones. No contenido los gemidos, necesito gemir fuerte, gritar su nombre mientras él está aquí mirándome con deseo tal y como lo miro yo en estos momentos.

Mientras mi boca succiona mis dedos, mi otra mano decide viajar desde mi pecho izquierdo, atravesar mi abdomen y terminar en mi monte de Venus. Puedo sentirme latente y deseosa de enterrarme los dedos, de saborear mi sabor, de disfrutarme como ningún otro y de que él pueda deleitarse con mi cuerpo extasiándome solo.

Mis dedos se deslizan por mi hendija y en el camino húmedo pasan por mi punto más sensible y no puedo evitar gemir con todo mi cuerpo – Ohh – exclamé encorvado mi cuerpo hacia atrás, abriendo más mis piernas para que mis dedos puedan disfrutar de la satisfacción de adentrarse en lo más hondo de mi cuerpo.

Cambio mi posición, y le doy la espalda posicionándome rodillas y manos en la cama y pelvis elevada - ¿Puedes observarme bien? – le digo mientras abro mis glúteos para que pueda excitarse ante la deliciosa imagen de mi ano exhibiéndose ante él. - ¿Te gusta lo que ves? – puedo decirle y de su boca solo se escuchan sonidos de placer, Jadeos, gemidos y un “Ohh si no pares” me motivaba a seguir con lo que estaba haciendo.

Cómo puedo, me introduzco dos dedos analmente no sin antes lubricarlos.com mi caliente salina y a la primera sensación de mi cuerpo abriéndose en mis dedos y dolor paso a ser tan placentero que quería sentir más y más fuerte.

Entro y saco mis dedos mientras su rostro es un poema por la excitación. Nuestros gemidos toman toda la habitación y las expresiones faciales se nos gravan en la mente, nos deleitamos con la excitación del otro, para estallar juntos en un incontrolable tsunami que nos arrasa desde adentro.

Nunca en mi vida me había sentido tan bien como ahora.

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