Capítulo 2
El libro que llevé me alcanza y una vez que paso la caja me dirijo a la parada del autobús.
Después de unos diez minutos estoy en el camino de acceso a la casa, que me recibe con sus farolas en forma de farolas. Me dirijo hacia la puerta y pienso en David. No sé si lo hice bien, pero ya no está.
Una vez que llego a mi habitación, mis pensamientos sobre las malas decisiones se ven interrumpidos por el timbre de mi teléfono celular. Es Simone, mi novio. Llevamos un año juntos y esta noche saldremos juntos.
Nos dirigiremos al lago, allí hay un aparcamiento y allí las parejas se refugian para intercambiar efusiones. Simone y yo tuvimos relaciones hace cuatro meses por primera vez, fue un desastre pero las veces siguientes fueron mucho mejor.
- ¡ Hola! ¿Todo está bien? - me pregunta con voz aguda.
- Sí, acabo de regresar de la escuela, pasé por la librería y compré un libro nuevo. Entonces tengo que contarles algo... hoy me llamó el director y me pidió que fuera tutor de David. ¿Te das cuenta? -
- ¿ Qué? ¿David? - me dice irritado, pero todos conocen a David y pueden culparlo.
- Sí, pero no podía no aceptar a Simo, si viste cómo me lo pidió el director - .
- Lea, que se joda el director, soy David. ¡Usted sabe lo que quiero decir! ¡Tienes que mantenerte alejado de él! Es un catalizador de los problemas. Y pensar que podría tenerlo todo, su familia es rica, pero a él no le importa y actúa como un punk arrogante. -
- Lo sé, pero no tenía ganas de decir que no. - Le digo, intentando convencerme a mí más que a él.
- Está bien Lea, haz lo que quieras, pero al menos intenta tener cuidado. Te recogeré esta noche a las nueve. Hola amor. -
- Hasta luego. Hola amor. -
Cuelgo y me refugio en mi habitación. Mi cama me recibe y mis zapatos vuelan como por arte de magia sobre la alfombra, mientras miro el cartel del universo en el techo no puedo evitar pensar en la situación en la que me he metido. Tengo el presentimiento de que algo va a salir mal y no puedo dejar de pensar en ello.
Después de pasar una tarde pensando en las decisiones equivocadas, mis padres regresan del trabajo y, como todas las noches, cenamos juntos. Como todas las noches mi madre habla de su colega despótico, mi padre intenta explicarle que es mejor dejarlo pasar que tener una úlcera, pero ella no se rinde, desea poder cambiar el mundo. Una vez que termino de comer me despido de ellos y me voy a arreglar a mi habitación.
Jeans y una camiseta y estoy lista.
Tan pronto como salgo, el auto de Simone está estacionado frente a mi casa. Subo e inmediatamente mis labios encuentran los suyos, están frescos y me encanta besarlos. Me recuerdan la primera vez que nos besamos. Fue una mañana y durante el recreo, él estaba en último año y yo en cuarto año, me acerqué a él y le pregunté si me llevaría a casa. Me dijo - Sí, siempre y cuando salgas conmigo. - Acepté inmediatamente y por la noche fuimos al cine. Durante la película, en la oscuridad del cine, se me acercó y me besó. Fue maravilloso.
- Hola amor, hoy te extrañé - me dice mientras arranca el auto.
- Tú también - respondo mientras observo el camino y durante todo el trayecto tengo un solo pensamiento: David.
Nos dirigimos hacia el lago, siempre venimos aquí porque es un lugar tranquilo para pasar unas horas en paz. Tan pronto como estaciona, se desabrocha el cinturón de seguridad.
- Ven aquí... Te extrañé. - dice mirándome.
Me muevo y me siento sobre él y las palabras ya no son necesarias.
Sus manos recorren mi cabello, me vuelve loca cuando lo hace, me atrae hacia él y me besa. Siempre me ha gustado Simone, es un año mayor que yo y lo sigo desde tercer año de secundaria. Nuestros besos pronto se convierten en ropa que se va volando. Las ventanillas del coche están empañadas y cuando vuelvo a sentarme, reclinando el respaldo, él se sienta lentamente encima de mí.
- Me vuelves loca Lea. - Me susurra antes de ponerse el condón. Tomo la pastilla para regular mi ciclo pero no quiero hacerlo sin protección, no me apetece.
Lo siento dentro de mí y lentamente sus embestidas me llevan al éxtasis. No he tenido otras experiencias y Simone para mí es todo lo que podría desear. Es guapo con sus ojos verdes y cabello negro siempre peinado a la perfección, es un buen chico que asiste a la universidad de medicina con excelentes resultados.
- Me gusta hacer el amor contigo - me susurra mientras se recoloca en su asiento.
- Yo también. - Respondo y vuelvo a besarlo.
- Ya basta, me molestas así, mañana por la mañana tendré que levantarme temprano, tengo un examen en la universidad, pero te prometo que el sábado estaré a tu disposición. - me dice antes de besarme.
Pasamos la tarde abrazados hablando pero la preocupación por el día siguiente, cuando encontraré a David, no me hace prestar atención a lo que me dice y sólo entiendo que es hora de volver a casa.
Mi pijama me recibe como a un viejo amigo y me tiro en la cama dejándome abrazar por las mantas. El cartel del cosmos me mira desde arriba de la cama y me pierdo en mis pensamientos. Tengo la sensación de que estar con Simone se limita a vernos dos horas dos noches a la semana. Extraño ir con él a tomar un helado y dar un paseo. Basta, no quiero pensar más, quiero leer el libro que compré hoy en la biblioteca. Empiezo a leer pero...
Abro los ojos pero no puedo ver bien, la imagen del libro sobre la cama lentamente se enfoca frente a mí. Me quedé dormido mientras leía y tan pronto como me siento, me duele el cuello. Son las siete y ya toca prepararse, hoy será un día largo: será el primer encuentro con David. Ojala.
Me visto rápidamente con jeans y mi suéter rojo de la suerte, siempre lo uso durante las pruebas más duras y estoy seguro de que lo necesitaré hoy. Me puse mis Stan Smith, agarré mi mochila y corrí a la cocina.
Mi madre está sentada leyendo el periódico y mi desayuno está listo.
- Buenos días mamá. - le digo entrando a la cocina.
- Buenos días cariño, aquí tienes tu yogur y cereal. - me dice escondida en su periódico.
- Mamá hoy vuelvo más tarde, el director me pidió que fuera tutor de uno de mis compañeros que tiene que ponerse al día con algunas materias. Estaré de vuelta alrededor de las siete de la noche. - Le digo mientras mojo la cuchara en el yogur.
- Está bien. Que cosa más bonita Lea, debes estar orgullosa. - las palabras me vienen desde detrás de la portada del periódico.
- Sí, pero también estoy preocupada. - Le digo mientras intento sacar con la cuchara los últimos cereales del fondo del tarro de yogur.
- ¿ Por qué? - ahora sus ojos están puestos en mí.
- El chico al que tengo que ayudar es David, ¿lo conoces? - le pregunto esperando su respuesta, que ya sé.
- ¡ Maldita sea, Lea! Ten cuidado. No me gusta ese chico. Sé que ha estado en muchos problemas, conozco a su padre, es un mariscal y debo decir que simplemente no puede manejarlo, es un matón tatuado. Sabes, lo recuerdo cuando era niño, era tan lindo, un niño realmente agradable... de todos modos, incluso ahora es un buen chico, es una pena que tenga ese carácter. Por favor ten cuidado cariño. - me dice con esa mirada que tienen las madres, como "haz lo que quieras pero sería mejor que no lo hicieras".
- Mamá, él no es un asesino y en el peor de los casos no me escuchará y no le importará lo que le explique. -
- Está bien, pero ten cuidado. ¿Bueno? -
- Está bien. Te veo esta tarde. - Me levanto y le doy un beso en la mejilla.
El día comienza oficialmente cuando me dirijo hacia la parada del autobús con mi mochila. El trayecto hasta la escuela es corto y lo paso hablando con Emma.
Nada más llegar a la parada ella ya está allí, sentada en el banco y con la cabeza sumergida en un libro de historia. Su cabello negro cubre su rostro y rápidamente lo mete detrás de su oreja derecha, golpea el suelo con el pie y golpea el libro con el dedo. A primera vista se parece a Blancanieves, cabello azabache, labios rojos naturales y tez pálida, en resumen parece la persona más dulce del mundo pero en cuanto abre la boca… ¡aquí está Emma!
Para burlarme de ella, la llamo "Blancanieves enojada" y ella siempre se enoja.
- Buenos días. - Le digo, mientras me siento a su lado.
- ¡ Buenos días joder! Lea, que lata, esta guerra me está poniendo patas arriba... No entiendo nada. - me dice, cerrando de repente el libro.
Estamos repasando la Segunda Guerra Mundial y Emma no está muy contenta, pero la entendí y logré sacar un ocho en el examen de historia de la semana pasada.
- Hoy tienes tu primer encuentro con David, ¿verdad? - me pregunta Emma.
- ¡ Sí, eso espero! No sé qué hacer. El director me dijo que tengo que ayudarlo en historia y filosofía. Creo que tendré que seguir el programa, de todos modos le preguntaré hoy. - Le digo mientras sigo arrepintiéndome de la elección que hice.
Abro los ojos pero no puedo ver bien, la imagen del libro sobre la cama lentamente se enfoca frente a mí. Me quedé dormido mientras leía y tan pronto como me siento, me duele el cuello. Son las siete y ya toca prepararse, hoy será un día largo: será el primer encuentro con David. Ojala.
Me visto rápidamente con jeans y mi suéter rojo de la suerte, siempre lo uso durante las pruebas más duras y estoy seguro de que lo necesitaré hoy. Me puse mis Stan Smith, agarré mi mochila y corrí a la cocina.
Mi madre está sentada leyendo el periódico y mi desayuno está listo.
- Buenos días mamá. - le digo entrando a la cocina.
- Buenos días cariño, aquí tienes tu yogur y cereal. - me dice escondida en su periódico.
- Mamá hoy vuelvo más tarde, el director me pidió que fuera tutor de uno de mis compañeros que tiene que ponerse al día con algunas materias. Estaré de vuelta alrededor de las siete de la noche. - Le digo mientras mojo la cuchara en el yogur.
- Está bien. Que cosa más bonita Lea, debes estar orgullosa. - las palabras me vienen desde detrás de la portada del periódico.
- Sí, pero también estoy preocupada. - Le digo mientras intento sacar con la cuchara los últimos cereales del fondo del tarro de yogur.
- ¿ Por qué? - ahora sus ojos están puestos en mí.
- El chico al que tengo que ayudar es David, ¿lo conoces? - le pregunto esperando su respuesta, que ya sé.
- ¡ Maldita sea, Lea! Ten cuidado. No me gusta ese chico. Sé que ha estado en muchos problemas, conozco a su padre, es un mariscal y debo decir que simplemente no puede manejarlo, es un matón tatuado. Sabes, lo recuerdo cuando era niño, era tan lindo, un niño realmente agradable... de todos modos, incluso ahora es un buen chico, es una pena que tenga ese carácter. Por favor ten cuidado cariño. - me dice con esa mirada que tienen las madres, como "haz lo que quieras pero sería mejor que no lo hicieras".
- Mamá, él no es un asesino y en el peor de los casos no me escuchará y no le importará lo que le explique. -
- Está bien, pero ten cuidado. ¿Bueno? -
- Está bien. Te veo esta tarde. - Me levanto y le doy un beso en la mejilla.
El día comienza oficialmente cuando me dirijo hacia la parada del autobús con mi mochila. El trayecto hasta la escuela es corto y lo paso hablando con Emma.
Nada más llegar a la parada ella ya está allí, sentada en el banco y con la cabeza sumergida en un libro de historia. Su cabello negro cubre su rostro y rápidamente lo mete detrás de su oreja derecha, golpea el suelo con el pie y golpea el libro con el dedo. A primera vista se parece a Blancanieves, cabello azabache, labios rojos naturales y tez pálida, en resumen parece la persona más dulce del mundo pero en cuanto abre la boca… ¡aquí está Emma!
Para burlarme de ella, la llamo "Blancanieves enojada" y ella siempre se enoja.