Has iniciado el juego
Aitana
Me toma del cinturón del vestido, tira de mi como un experto y de pronto, sin poder evitarlo me pega a su cuerpo sin soltarme.
Me dejo hacer sin opciones y pensando rápido que si quiere jugar , le voy a asegurar que lo haremos los dos, porque ningún maleducado y egocéntrico tío me va a separar de mi hermana. No le voy a dar ese poder a nadie.
—¿Me quieres soltar el cinturon ? —le digo bajito,poniendo mis brazos en jarra. Uniendo los labios, seductora.
—Y,¿ si no quiero que pasa? —me contesta respirándome encima. Pasea su nariz por la mía.
Hago un puchero y junto las manos inclinándome hacia adelante en tono de burla para decirle mientras me cachondeo en su cara y pongo voz de ñoña...
—¿El niñito caprichoso no sabe ganarse una chica si no es por la fuerza? —me mira molesto y resopla, le ha llegado lo que le he dicho.
—Yo no tengo que ganarme a nadie —refuta con chulería —todas quieren ganarme a mi —levanta el mentón pero sigue sin soltarme.
—¡Vaya! —me mofo —que importante me siento. Entonces, mientras tantas luchan por ganarte, ¿a mi te me regalas?.
Ahora sí me suelta con clara molestia y me dice finalmente luego de meter sus manos en los bolsillos de su pantalón y encogerse de hombros.
—Bueno, dejando atrás todo esta maldita historia —masculla poco convencido —te pido disculpas por lo de esta tarde y, que sepas que no volverá a pasar pero no te me cruces en el camino —amenaza con altanería —porque te juro que como te me pongas a tiro no dudaré en dispararte.
Entrecierro los ojos y me señala con el dedo clavando su vista en mi escote, de pronto acerca su mano a mi y bordea mis senos con su dedo índice obligandome a reprimir un gemido.Me sacudo su dedo como si fuera una mosca y él sonríe llevando nuevamente sus manos a los bolsillos.
—Tranquila angelito, tranquila. —sonríe divertido y se deja caer contra la pared a su espalda y yo no sé donde poner mis manos —yo sé que aunque reprimas gemidos, lates ahí debajo cada vez que me acerco —se impulsa haca adelante y pega sus labios a mi oreja pero sin rozar nuestros cuerpos —estoy más que seguro que si te levanto el vestido en este mismo pasillo podría hundirme hasta el final en ti y ni si quiera tu himen me frenaría.
Haciendo una mueca de asco lo empujo...
— Que asqueroso eres tío de verdad,¿en serio te persiguen las chicas? —hago como que voy a vomitar — supongo que es por eso que no sabes comportarte con una con clase como yo, porque no has estado más que con ganado en busca de pasto.
—Me estás llamando hierba? —pregunta y como siento que volvemos a lo mismo le digo...
—Yo a tí, sencillamente no te llamo —abro los brazos con gesto de obviedad —así que ya estás disculpado y déjame en paz de una vez, yo por mi parte si te veo en mi camino me quito para que podamos llevar la fiesta en paz.
—¡Hecho! —me ofrece su mano como para cerrar un trato y levanto las mías para que sepa que no se la daré, no quiero que vuelva a tirar sobre él y retroceder los pasos que hemos avanzado.
Cuando veo a su hermano salir de mi habitación siento como me toma aprovechando que estoy desprevenida y me dice al oído...
—Pero esto no cambia el hecho denque la promesa que te hice esta tarde se mantiene...rogarás.
Amaia
Lo tengo tan encima que me confunde,en cualquier otra situación diría que le gusto. Me mira directo a los ojos y no puedo evitar colocar mis manos en su pecho para apartarlo un poco porque la verdad quedé bien asustada por el episodio que protagonizamos esta tarde.
Lo veo tan fuerte y grande que siento tocando sus pectorales que podría romperme en dos mitades solo de hacer un poco de presión en mi cintura. Es una puta bestia con aspecto sensual, y altamente sexual. El tío está como quiere.
—Veo en tus ojos el miedo que me tienes y hasta puedo jurar que lo huelo —pega la nariz al hueco debajo de mi garganta y me vuelvo fanática de su voz, y de la sensación de subastó sobre mi piel.
¡Dios como me pone!, creo que más que la voz de su hermano.
Es muchísimo más que eso. Es como una fuerza que me atrae, algo que me doblega, que me hace querer entregarme a todo lo que me pida y saberlo tan cerca y tan obcecado, le hace ver mucho más peligroso y eso, es el abecedario de los tipos duros que te derriten.
—Haces bien pequeña —considera en voz alta y se detiene dejando una mordida en la pinta de mi barbilla. Las piernas me fallan, me contengo y se acerca más a mi oído susurrando —haces muy bien en temerme, no soy mi hermano Ashton y muchísimo menos Andrew, conmigo sí tienes que medir muy bien los pasos que das porque yo no juego para divertirme ni provocar, cuando yo juego es para ganar. Y no sé si tú sabrás perder conmigo.
Cómo me está poniendo este tío. Nunca me he sentido tan fogosa bajo una intimidación tan grande como la que me intenta provocar, siento mi sexo en llamas y creo que bajo las manos de un hombre así sería una excelente sumisa amante del sado.
—Y, te aseguro que no te gustaría jugar conmigo a ser mi ganancia —continúa con un despliegue de egocentrismo insultante —te perderías tanto que solo yo sería capaz de encontrate, así que te repito por última vez... no te me acerques, no intentes saber nada de mi porque yo lo veo y lo sé todo, y cuando me entere de que estás tratando de indagar en mi vida no sabes cómo lo lamentarás.Yo soy de los que cuando empiezo un juego no paro hasta que gano exactamente todo lo que se apostó...y tú mi pequeña, no podrías aguantarme una partida imagínate todo mi juego.
A pesar del pavor que me produce todo lo que me dice, siento que me está alejando para no sentir que fue él quien se acercó, yo no le he hecho absolutamente nada para ganarme toda esta amenaza. Sin dejar de mencionar que a pesar de todo no puedo dejar de mirar como se mueven sus labios construyendo cada amenazante palabra. Me gusta muchísimo este tío, y no sé si deba permitírmelo. Lo mejor es que no lo haga. Me pierdo entre tanta intensidad.
Decido alejarme de él, es lo mejor.
No pienso meterme en su camino, porque por muy bueno que esté, sé que podría ser mi perdición y si él no me quiere cerca yo mucho menos pretendo acercarme.
—Si has venido a amezarme, podías haberte ahorrado el viaje porque no me interesas y no me preocupa nada que tenga que ver contigo —miento sin pensarlo y le sostengo la mirada a duras penas —ni siquiera sé por que te has puesto así por la tarde y mucho menos sé que te motiva ahora a decirme lo que me dices.
Me detengo a tomar aire para seguir hablando, porque él es tan intimidante que me roba el aliento.
Sigue estando demasiado cerca de mi y me mantiene encerrada en el círculo de sus brazos pero mirándome con ojos más negros de lo humanamente posible.
Como si fuera un súcubo me estaba chip6ando la energía.
—Pero tranquilo —continuó perdida en sus labios apretados con fuerza —que no nos conocemos ni lo haremos, si vas por la sombra tomaré el sol, si usas blanco yo usaré negro y cuando digas sí yo diré no.
Inspira profundo y cierra los ojos mientras pega su mejilla a la mía y siento mi abdomen temblar, ¿cómo puede crear ese magnetismo su piel en la mía?
—No te equivoques pequeña —susurra lamiendo mi lóbulo —tu y yo nos conoceremos solo si así yo lo decido, y te aseguro que usarás los colores que yo escoja si es lo que ordeno y si quiero que digas si lo harás y jamás, escúchame bien... jamás, me dirás no —me aprieta las costillas con una mano y me quejo bajito a lo que siento como dibuja una sonrisa en mis labios pegados a mi piel —amenaza aquí no existe pequeña, solo te estoy dando la ventaja de salir de mi mira; pero si insistes en ser mi blanco te aseguro que soy un francotirador experto y nunca fallo un tiro.
No aguanto más sus venidas arriba y mi boca toma el control de mi mente y escupo sin ponerme filtro, un ácido:
—¡Vete ya a la mierda!
Él sonríe de manera siniestra, un poco más cerca de mis labios y lo que hace a continuación es un claro indicio de los problemas que me va a ocasionar en el futuro el haber soltado esas palabras.
Mete su mano dentro del borde de mi falda saca mi blusa por fuera y acaricia mi abdomen haciéndome temblar y cerrar los ojos. Me quedo de piedra y decido disfrutar de sus atrevidas atenciones...
Mi maldito cuerpo reacciona como quiere y él nota mi temblor, se acerca a mi pecho y justo cuando levanta la copa de mi sujetador ronronea en mis labios :
—Dime sí, y pídeme que te toque —ordena en un tono que no puedo ignorar ni contradecir.
Me quedo en silencio por un instante, dejando que sus conduct a posesivas me seduzcan un poco más y noto como se va desesperando y su respiración se vuelve errática y la mía pretende imitarle.
Al ver que me lo pienso se impacienta y muerde mi labio con fuerza, lo estira y deja que finalmente se escurra de sus dientes y me siento húmeda entre las piernas porque es como un instinto animal que él provoca en mí, y que soy incapaz de apartar de mis sensaciones mezcladas con intenciones.
—No me gusta repetir mis órdenes ... ¡Dilo! —exige mientras chupa mi labio otra vez y gruño antes de jurar contra su boca rindiendo mi voluntad ante él...
—¡Sí, Aidan... tócame!
Aquellas palabras son como un pase al desenfreno y le veo perder de repente el control que parecía tener sobre sí mismo, rompe con sus manos mi sujetador por la espalda y rompe los botones de mi blusa para luego quedarse mirando fijamente mis pezones enhiestos y expuestos apuntándole con ganas de que los atienda.
Estoy tan perdida en la manera en que me hace sentir que no reacciono y simplemente veo como me mira, se agacha y los sopla provocando que gima a lo que él sonríe y es cuando me mira y me dice:
—Te lo advertí y no quisiste escucharme.
Se acerca y pasa la lengua por uno de mis pezones y me encorvo ofreciéndome más y cierro los ojos perdida en la manera visceral que tanto me provoca con su lamida y enseguida hace lo mismo con el otro, poniéndome todavía más al limite de mi control, que es muy poco y siento que estoy a punto de caerme al suelo.
—Ahora, has iniciado el juego, espero que sepas jugar y estés más que lista para perder.
Luego de susurrar aquello sobre mi pecho, se yergue y me echa a un lado como si fuera algo desechable y abre la puerta con intención de marcharse; pero antes de salir se gira hacia mi y yo que sigo pegada en el sitio con la blusa abierta y mis tetas al aire lo miro a los ojos esperando que diga lo que sea que vaya a decir y se largue. Me hace perder la cabeza.
—Ahora vendrás a mi cuando yo lo pida y no puedes hacer nada que no te ordene . No te atrevas a acercarte a ningún otro hombre —amenaza fiero —en eso menos que en nada me quieres desobedecer, pero sobre todo no te atrevas a ir esta noche a ver a mi hermano. Tu cita con el director Miller acaba de ser anulada.
Nota que voy a hablar y me reprocha con la mirada para decir al instante...
—No intentes pequeña contradecirme, no te gustará lo que pasará si lo haces.
Sale al pasillo y yo corro rápido a mi cuarto para cambiarme antes de que mi hermana entre porque se pondría muy nerviosa si ve mi estado, tengo que cambiarme rápido para saber que pasó con el otro maldito hermano que se llevó a la mía.
Los Miller van a acabar volviéndome loca.