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En la madrugada

Amaia

Me cambio rápido la camisa y desecho la rota. No quiero que mi hermana se sienta más asustada de lo que ya está por este sitio, o en mi casa, por mi reacción a ese tío. Saliendo en  su busca descubro  que está sentada en el sofá esperando por mi. Estoy tan desconcertada que no supe cuando entró.  Mi mente no da más y siento que es una locura todo lo que estoy viviendo en menos de veinticuatro horas.

—¿Te hizo algo? ¿Qué te dijo cuando te sacó de aquí?  —le pregunto apabullandola  porque no quiero ni pensar que le haya pasado algo similar a lo que me pasó a mi. Ella no sabría gestionarlo.

Ni siquiera yo supe.

—Hermana cálmate —me convida sin saber que estoy a tope —no me hizo nada, solo se disculpó y me repitió la maldita advertencia para que no nos acerquemos a ellos.

—Pues perfecto porque estoy más que dispuesta a cumplirlo, te quiero a metros de los Miller ,yo haré lo mismo —prometo más para mi 1ue para ella.

—Bueno, no creo que hagas lo mismo con todos los Miller porque con el mayor  según me has contado,bien que te has propuesto tener algo y él te ha citado para esta noche, así que no creo que sea indiferente a tí.

En eso tiene razón mi hermana, pero siendo honesta, y pensando en algo que ella desconoce, Aidan me provocó en unos minutos lo que nadie jamás ha provocado y Andrew está muy bien y todo pero no puedo tener una historia con un porfesor y menos ahora que su hermano me ha amenazado. Quiero mantener un perfil bajo.

Así que lo mejor será pasar de Andrew y centrarme en mis clases y rezar porque este año pase volando. Quizás en el otro ya no los vuelva a ver. Rezaré por ello.

—Vamos cariño —le pido tratando de dejar atrás este episodio —bajemos a comer y  subimos para acostarnos temprano a descansar de este día que parece interminable. Por no decir: inolvidable.

Cuando bajamos y atravesamos  el patio cruzándonos con mucha gente, apreté la mano de mi hermana para sentirla cerca, me ponía de los nervios recordar lo sucedido y solo me apetecía esconderme bajo la tierra, sinceramente.

Mientras avanzamos, unos nos miran intrigados, otros murmuran y hay otros que ni siquiera nos notan... esos son mis favoritos.

Llegamos al comedor y todo me resulta tan sofisticado que me hace sentir en un restaurante caro, y es que con la pasta que se gastan nuestros padres en este sitio es lo que corresponde.

No me extrañaría que tuvieran un spa y jacuzzi.

A lo lejos veo a Ámber que nos llama para que nos sentemos con ella y sus amigos a su mesa. Es bueno tener algún otro ser humano conocido. Guío a Aitana hasta allí.

—Hola chicas, dejen que las presente— indica con su mano hacia nosotras y una entrañable sonrisa —ellas son Amaia y Aitana y estos son mis amigos—  dice repitiendo el gesto ahora en dirección a los demás.Aunque no menciona sus nombres.

—Hola a todos —saluda  mi hermana de manera escueta y yo que soy más lanzada les pregunto  —¿Cuáles son sus nombres?

La chica rubia de al lado de Ambar me responde sin mucho ánimo

—Yo soy Sabrina y esta es Chloé —acaricia el rostro de la chica y la mirada que le devuelve la tal Chloé, me dice que no está muy a gusto con esa caricia, que raros son todos aquí, pienso. Les doy un saludo gestual y Aitana asiente solamente.

—Ellos son Norman, Luis  y Tommy  —los chicos nos saludan con la mano pero Tommy se levanta y nos besa a las dos en las mejillas.

No podría nunca explicar como sucede pero siento un peso sobre mi, y me doy la vuelta a buscar con la mirada de donde proviene tal intensidad. Y es cuando paso a encontrarme a un Aidan lo suficien y absurdamentemente posesivo como para encaminarse hacia nosotros y ponerme a temblar.

No sé cuanto tiempo demora en llegar, pero mi cuerpo le saluda y es de lo más surreal que me haga sentir cosas así, un hombre que acabo de conocer, y con el que solo he interactuado banalmente.

Me toma de la cintura echándome hacia atrás por la fuerza con la que tira de mí  uniendome a él y apretando a la vez bruscamente al chico por su nuca.

Me parece de un poder tanto innecesario como enorme. Ni siquiera puedo luchar con él.

Veo que le dice algo al oído que nadie oye pero que a todos nos alarma por la expresión de terror que se refleja en el rostro del chico.

Asustada y avergonzada, decido intervenir porque a pesar de que sé que no hay poder humano que calme esa ferocidad que desprende,  siento que solo yo debo intentarlo, porque su problema es conmigo...

No sé cuál sea pero sé que es conmigo y no me parece justo que terceras personas salgan dañadas por esta situación en la que me he visto involucrada de la tarde a la noche porque literal,  llevo aquí ese lapso de tiempo.

—Aidan por favor, hablemos un minuto —le imploro  tocando su pecho con mi palma y hablándole al oído esperando que reaccione.

El chico, llamado Tommy se está poniendo morado de la presion que le está haciendo en el cuello y tengo miedo que lo mate.

Lo que más me sorprende es ver a mi hermana intercambiando miradas con Ashton, y sentir que son miradas suplicantes. Lo que por suerte se traducen en que  este último empieza a avanzar hacia nosotros aliviándome con su actitud.

A lo mejor ayuda a detener al animal que me sujeta de la cintura y me ignora completamente. Solo puedo ver como abren y cierran los huecos de su nariz.

—Por favor , te lo ruego una vez más —le presiono el cuello tratando de hacer que me vea a los ojos —hablemos solos tu y yo, deja al chico en paz.

Y cuando digo eso gira su cabeza hacia a mí a una velocidad impresionante y me ordena apretando los dientes...

—No ruegues por él que ahora sí conseguirás que lo mate.

Su posesividad me confunde y me somete de una manera muy extraña. Es como si mi cuerpo le reconociera y se sintiera suyo. La bestialidad en su voz es adictiva y me atrevo a pensar en lo mucho que me gustaría que me hablara así por horas.

Definitivamente estoy perdiendo la razón.

—Hermano, deja al flojo este en paz.

Ruedo los ojos sorprendida al ver la actitud idiota del otro hermano y confirmo que es un patán,  igual de energúmeno que el que me tiene agarrada.

—No es competencia para ti —termina de hacerse notar como un tremendo imbécil.

Pero a pesar de todo  no consigue nada. La bestia solo me mira a mí y me veo obligada a decir

—No ruego por él... lo hago por tí.

Y es fue la frase que le devolvió el aire a Tommy. Lo soltó casi al segundo de oírme decir aquella idiotez, pero que había funcionado h por algún motivo quería creer que aquel hombre que en tan poco tiempo me hacia vibrar por dentro y por fuera,era humano y no un salvaje.

Sin embargo, no podía imaginar cómo algo tan insignificante pudo tener el poder  para controlar a ese hombre de personalidad tan voluble. Es que se veía tan extremo su comportamiento,  que no entendí que había dicho para que obedeciera tan rápido.

Ignorando a todo el mundo... los que nos miran, los que murmuran y los que socorren a Tommy,  me hace caminar y me lleva sin soltar mi cintura hacia afuera. Nos dirige en silencio y con presteza.

En cuanto salimos del ojo público, no estrella a ambos contra un muro en una zona un poco oscura y me carga obligandime a cerrar mis piernas en la parte trasera de su cintura.

Soy incapaz de negarme y la sensación de poderío que me trasmite me nubla los sentidos. Me vuelve ganas, solamente. No pienso, solo deseo. Es puro sexo y lo noto. Me hace sentir su magnetismo y su reclamo sin sentido. Pero no me importa nada más que ver hasta dónde me quiere tener y que puede darme. Ese hombre me gusta, y me gusta mucho.

Presiona su polla contra mi entrepierna y aprieta tanto que siento que va a entrar perforando hasta la ropa. Gimo. Él gruñe y pega sus labios a los míos sin besarme, solo continúa gruñendo furioso.

—Te dije que no quería que te acercaras a ningún hombre, y no solo te acercas sino que le brindas tu piel para que la pruebe. —dice mordiendo el pómulo donde antes me había besado el chico aquel. Es un oscuro reclamo.

—¡Ahhh!... ¿Por qué disfrutas lastimando? —lloriqueo y me clava más, haciéndome subir por la pared, me pone a su altura —¿¡No eres capaz de medir tu fuerza o ensayas todo el tiempo técnicas dolorosas!? —esto último es más un afirmación que una pregunta.

—Y no mido, no contesto y no permito — dice besando donde antes mordió, me derrito y me restriego contra sus labios cerrando los ojos —yo ordeno, exijo y castigo. Lo que reclamo nadie lo toca y menos lo que deseo.

Me calienta tanto todo lo que hace que pierdo el hilo de mis propios pensamientos. Me siento dominada y me gusta. Estoy condenada a ser suya. Lo sé. Quiero serlo.

A pesar de que sé  que es un tremendo animal irracional, yo de ilusa intentaba razonar cuando tengo pocas cartas en este juego. Y cuando le deseo con intensidad. Una que él ha provocado.

—No puedes poseerme ni mantenerme alejada de todos los hombres, y mucho menos pretender que te obedezca en todo porque tú lo digas, sobre todo sabiendo  que tú y yo no somos nada. Es una locura y es irracional.

—Pequeña, yo puedo todo y pretendo nada porque todo lo recibo justo como lo pido —su manera de llamarme "pequeña", me deslumbra, sonrío mirando sus labios extasiada —tatúate en la mente que tú y yo ahora lo somos todo, y que nada ni nadie podrá apagar el incendio que provocarás si sigues retándome. Considérate mía. Piensa que lo has sido siempre. No me provoques.

En ese momento siento su mano paseando entre mis piernas y no sé como llegó hasta allí, pero me quedo quieta esperando. Le deseo y resbalo ahí dentro por él.  Unos dedos entran en mí y cuando digo  dedos me refiero a cuatro de ellos de un solo golpe, así de húmeda estoy. Me provoca un placer doloroso su invasión pero jadeo con la boca abierta para él y me muerde el labio inferior con ganas. Es demasiado intenso y a pesar de que estoy muy mojada por dentro y chorreando hacia afuera se siente de una intensidad superlativa.

—¡Hijo de puta¡ —alcanzo a decir antes de que los saque y arremeta de nuevo más adentro, girando en mi centro y desplazando su boca hasta bajar a mi pecho y  morder fuerte un pezón por encima de mi ropa. Enloquecedor. Muy erótico. Me fascina. Le deseo.

—¡Dios...! —susurra él volviendo a detenerse en mis labios abiertos —eres mi molde perfecto. Hecha para que te folle. Y así será.

Y tan rápido como  los entró, los sacó y me dejó en el suelo tomando mi cara con su mano apretando mi mandíbula para decir...

—Se te acaban las oportunidades para librarte de mí, pero te daré una ventaja más.

—¿Por qué? —pregunto asombrada, o ¿decepcionada?

—Por lo que a tí no te importa —espeta cerca de mi boca —te dejaré en paz, pero si veo que te aparece otro amiguito respirando corazoncitos en tu cara regresarás a la casilla de salida. No comparto y tú eres para mí.

Me suelta tranquilamente  y se marcha dejándome recostada en la pared y desacelerando mi respiración para calmar mis pulsaciones. Noto que mis bragas están enroscadas hacia un costado y muy húmedas.

¡Maldito loco sexy!

La puta noche termina después de una charla con los chicos para conocernos mejor en la que nadie se atrevió a hablar del encuentro con el Miller troglodita, lo que me hizo plantearme el tremendo miedo que le tenían y gracias a todos los santos juntos

el profesor no apareció liberándome de aquel  encuentro que no había sucedido y tantos problemas me había dado.

Mañana sería otro día y reiniciaría mi vida en este sitio, esperando no tener más problemas y mucho menos interceptar mi camino con el de  los hermanos Miller.

Por fin estábamos en la cama mi hermana y yo, cada una en su cuarto, cuando escucho unos gritos que me sobresaltan .

Y como si fuera una película de terror dónde la chica tonta muere,salgo cual suicida en pijama cerrando la puerta dejando segura a mi hermana  y empiezo a caminar en puntillas por los pasillos, con mis pies descalzos.

Buscaba mirando a todos lados el sitio desde el que venían las voces y nada.

No acababa de ubicar el sitio  y cada vez me alejaba más, ¿cómo podía ser que nadie los oyera?

A lo mejor los oían y no querían salir o yo estaba teniendo una pesadilla y me despertaría pronto.

El caso es que sigo y sigo avanzando y termino llegando a una puerta al final de una escalera que parecía llevarme hacia un sótano.

No me equivocaba , era un sótano.

Cuando abro la puerta me encuentro con lo último que pensé encontrarme jamás.

Era un club, uno donde la música era peculiar, casi tenebrosa de lo sensual que era.

Había parejas por dónde quiera y mientras yo  me adentraba cada vez más en aquel sitio más creía mi teoría de estar soñando.

El olor a alcohol y tabaco se mezclaba en perfecta mancuerna con los sonidos que antes había sentido y que no eran más que gemidos sexuales.

Había un enorme bar con parejas  a su alrededor bebiendo y manoseándose mientras que  algunos estaban solos observando el espectáculo impúdico que allí se ofrecía.

Encima de la vitrina llena de botellas de todo tipo había un cartel rojo lumínico que rezaba:

"La dimensión del sexo"

No sabía que pensar, pero sí sabía que debía salir corriendo de allí, nada bueno podía obtener de un lugar así y la verdad no pensaba hallar respuestas a preguntas que no sabía si quería o debía hacer.

¿A qué clase de internado nos habían traído ?

Esto parecía un maldito manicomio calentorro. Menuda escuela.

Me doy la vuelta anonadada con la mezcla de olores, sonidos y visiones que había obtenido en aquel sitio y me freno en un cuerpo que me abraza al tiempo que cierro mis ojos asustada y aceptando que ya la había liado, cuando me dicen con una voz que jamás confundiría...

—Mira nada más...  pero si es campanilla revoloteando en la madrugada.

Ahora sí que estaba segura que esto era una pesadilla.

Alzo la vista confiada en que no había margen de error y la sonrisa que me regala es una locura.

Una locura que me lleva a susurrar...

—¡¿Aidan...?!

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