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3

-No vivimos para siempre.-Responde.

-Hasta mañana, señorita Loires.- Concluyo incrédulo, pero más intrigado que nunca por aquella chica.

-Adiós.- les escucho decir antes de irse.

-Jack, ¿¡estás bien!?- me pregunta Lucas, mientras me entrega un poco de café recién hecho.

-¡¿Eh?!- digo volviéndome hacia él, pero sin entender lo que decía.

-Te pregunte si estas bien.-

-Sí, sí, estoy bien... ¿¡por qué preguntas!?- respondo, llevándome la taza a los labios.

-No has pronunciado palabra desde que saliste de la habitación de la paciente Loires.-

-Es tu impresión. Quizá sea este matrimonio el que me está haciendo caer en picada.- Respondo mirando la hora.

Si llego tarde a esa cena, Mari no se lo tomará bien, tiene muchas ganas de causar siempre una buena impresión.

-¿¡Algún segundo pensamiento!?- Pregunta Lucas curioso.

-Pero que pendejo, es que Mari es un poco exigente.-

-¡Un poco demasiado exigente! Menos mal que organicé la despedida de soltero, ¡créeme que será divertido!- responde dándome palmaditas en la espalda.

-Vamos a ver las últimas cosas. Entonces tengo que irme, si no llego a tiempo esta noche, puedes cancelar la gran fiesta que organizaste con tanto cuidado.- respondo irónicamente.

-Hasta mañana Dr. Duhammel.- Me saluda Sarah en un tono sensual.

-Dios mío...-susurro, convencida más que nunca de que una mirada mía sería suficiente para llevarla a la cama.

Cuando estoy a punto de salir de la sala, la veo.

Me pregunto qué estará haciendo en los pasillos a esta hora, ¿hacia dónde se dirige? La sigo sin dejar que se dé cuenta de mi presencia, la veo dirigirse al salón de juegos y con curiosidad por saber qué hace allí de nuevo, me asomo mirándola desde el cristal.

-¡Hola, Robert!- exclama, abrazando a un niño hospitalizado aquí.

-Entonces, Allys, ¡¿juguemos a los piratas?! Serás mi princesa.- le dice el chico.

Ella sonríe suavemente:- Está bien.-

¿Quién es realmente Allys Loires? ¡¿Porque desde esta mañana he estado pensando en ello?! ¿¡Por qué me da tanta curiosidad cuando lo veo!? Miro la hora y es muy tarde, cojo el ascensor y me voy a casa. Solo espero que esta cena vaya bien, ya me estoy empezando a cansar de todas estas veladas organizadas y los hipócritas discursos de mi suegro sobre los valores y la familia.

Cuando llego a la villa colonial Black, no puedo dejar de notar las docenas de autos estacionados. ¡Lo sabía! ¿Cómo creí que la "cena familiar" era solo entre nosotros cuatro? Como siempre, Mari y su madre tienen que exagerar y excederse en todo. Ya me imagino sus sonrisas de satisfacción, cuando a partir de mañana estarán en boca de todos por la espléndida fiesta que han organizado. Respiro aliviado, pongo mi habitual sonrisa falsa en mi rostro y entro.

Solo espero que la velada termine rápido, de lo contrario, en unas horas usaré la excusa de que estoy cansada y me iré a casa.

Allys

Son las cuatro y media de la mañana y no he podido dormir desde anoche.

En unas horas empezaré el nuevo tratamiento que me dará el doctor Duhammel, pero no puedo ocultarme que estoy ansiosa.

Se empieza a sentir el calor del verano, me gustaría estar en la playa ahora mismo y ver salir el sol por la línea del horizonte. Pero por ahora, solo puedo ver lo que mi ventana, con vista a la gran carretera frente al hospital, tiene para ofrecer. Tantos autos pasando uno tras otro, como una bandada de insectos, considerando mi vista desde el séptimo piso. Preferiría con mucho el primer escenario, solo espero poder ver el mar de nuevo.

Me levanto y miro a mi madre, agachada en el pequeño sofá frente a mi cama. Se quedó aquí toda la noche, quiere estar ahí desde el principio y estar a mi lado.

Me acerco a ella de puntillas, ajustando la almohada debajo de su cabeza. A veces me siento culpable con mamá, nunca ha sido una mujer triste y aburrida como ahora, siempre tenía una sonrisa en los labios y buenos consejos para darte. Coloco suavemente mi mano sobre ella, rozando su mejilla en una caricia. Espero de todo corazón que esta pesadilla termine, no me importa como termine, lo esencial es que termine lo antes posible, también por mi familia.

Alyssa y Robison vienen más tarde con papá, ayer también querían quedarse pero no fue así porque tendrían que dormir en el suelo. Voy al baño, me doy una ducha fría para despertar mis músculos y cambiarme.

-¡Buenos días Allys!- me saluda Clarissa, la enfermera de sala.

-Buenos días.- contesto.

Clarissa es un poco mayor que yo. Es de una amabilidad única y aunque nos conocemos desde hace poco tiempo, se ha establecido entre nosotros una espléndida amistad. Es gracias a ella que puedo deambular tranquilamente entre mi sala y aquella donde está hospitalizado Robert.

-¿¡Quieres desayunar con nosotros!?- me pregunta, señalando la habitación donde están las otras enfermeras.

Debería avisar a mamá, pero mi habitación sigue estando enfrente: -Con mucho gusto.- respondo. Acepto la invitación, tener una charla antes de la terapia me hará bien.

-Allys, si quieres ir a ver a Robert hoy, será mejor que lo hagas ahora, porque después te sentirás débil y cansada.- me dice Clarissa.

Tienes razón, después de la terapia, no creo que pueda pararme. Voy a desayunar y luego voy a lo de Robert, no quiero perder un día sin ir a verlo.

Sin embargo, antes de entrar en la habitación, alguien entra en la sala.

Nos mira y nos saluda a los dos.

-Buenos días.- Contesta Clarissa.

-Buenos días Dr. Duhammel.- añado, con un gesto de la mano.

-Despierta temprano en la mañana.- Afirma mirándome.

Asiento con una sonrisa:- Puedo decir lo mismo de ella.-

-Digamos que anoche no fue la mejor, así que decidí ir primero al hospital.- Contesta.

-Jack, a la señorita Allys le gustaría visitar al pequeño Robert antes de la terapia, después de que se haya ido ella...-

-Claro, empezamos después de las nueve.- La interrumpe, luego me mira.

Le doy una media sonrisa que parece más una mueca, sé lo que me espera después de ese goteo.

El médico comienza a irse, pero luego se gira para mirarme: - Señorita Loires, ¿¡ya ha desayunado!?-

Me sorprende mucho esa repentina pregunta: -En realidad, iba a...- Quise informarle que iba a desayunar con Clarissa, pero esta última interviene.

-No Jack, la señorita Loires aún no ha desayunado.-

-¿¡Te puedo ofrecer un café!?- Agrega mirándome.

Primero miro hacia la puerta de mi habitación, luego me dirijo a Clarissa.

-Ve, le aviso a Susan.- susurra, instándome a aceptar la invitación con un movimiento de su mano.

-Está bien.- respondo, mientras veo a Clarissa que me saluda complacida.

-Quería hablarte de la nueva terapia.- Me dice algo avergonzado, mientras recorremos el largo pasillo que supongo nos lleva a la cafetería.

Levanto la nariz y asentí con la cabeza, aunque no entiendo el motivo de su vergüenza. Cuando llegamos al final del pasillo, frente a una puerta, me invita a pasar.

-Esto no es la cantina.- susurro confundido.

Baja la cabeza, tal vez para ocultar la vergüenza que ha aumentado, pero que ya he visto aparecer en su rostro.

-Este es mi estudio.- susurra.

-¿¡Qué está recibiendo!?- Agrega, acercándose a la máquina de café, donde hay una pequeña nevera cerca.

Después de un silencio total de ambos, que parece haber durado horas, me trae un café y una manzana; luego se sienta frente a mí, con otra taza en la mano.

-Gracias doctor, es usted muy amable.-

-Dame tu nombre, en fin, me gustaría que me llamaras Jack.- Contesta, y no puedo evitar notar su sonrisa muy blanca.

De repente tengo calor, seguramente por la temperatura del verano.

"No lo creo Allys, estás en un estudio con aire acondicionado". Bienvenido de nuevo querido amigo conciencia.

-Entonces, ¿¡de qué quería hablarme!?- Pregunto para calmar la tensión.

Sonríe como si lo hubieran descubierto, y el café casi no baja por su garganta.

-Era solo una excusa para hacerte aceptar mi invitación, espero que no te moleste.- Responde, apartando la mirada de mí.

Le devuelvo la sonrisa sin poder contener el rubor que apareció en mis mejillas:

- No lo siento Jack.- susurro, casi confundiendo las palabras.

-¡Gracias a Dios Allys!> responde, mirándome fijamente a los ojos de nuevo.

Mate

Sigo viéndola tomar café, sus gestos, su sonrisa, eso es lo que tanto me atrae, esa sonrisa que a pesar de todo, tiene en los labios. Desde ayer estoy de mal humor, ya que tuve una discusión enfadada con Mari porque el sastre que le está cosiendo el vestido se equivocó de tono de encaje que eligió y lo encargó directamente a París. Pero Allys despierta algo en mí, algo extraño.

-Creo que debo irme, mi padre llegará pronto con mis hermanos.- Me dice, mientras se levanta de la silla.

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