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Capitulo 3. ¿Pesadilla o sueño?

En la cena Charlotte ignoraba por completo a Lance, se concentró en la conversación de sus padres y sus amigos. Sobre todo en lo que hablaba su padre y Cauther, las pláticas de negocios era lo único que le debía interesar en aquella mesa.

Y más con la presión que su papá le imponía a diario, aunque hubiera estudiado otra cosa, Mark se empeñaba en que terminara encargándose de sus negocios. Y no era tan malo, la verdad es que le agradaba mucho ese mundo.

Pero su mirada traidora pudo más que sus pensamientos, ya que la hace mirar de reojo a Lance tan solo un momento, y es cuando se fija que él la estaba observando con aquellos penetrantes ojos azules. Charlotte frunce el ceño y regresa la vista al frente.

< Que patán>

Musita para sus adentros.

—Bien, ya he terminado. ¡Muchas gracias por la cena! —el CEO más joven dice al cabo que se pone en pie, Charlotte no lo mira —. Madre, padre… tía Serena, Mark; que gusto verlos después de tanto tiempo.

—¿Ya te vas? —pregunta su madre mirando a Charlotte, ya que su hijo no se despidió de ella.

—Sí, regreso por la mañana —responde fríamente —. Que pasen buena noche.

La morena al sentir que este se aleja, lo mira de soslayo. Observa su figura masculina e imponente alejarse y termina por suspirar; sin más remedio vuelve la vista a su plato a medio tocar.

—Bueno…—dice Serena.

Charlotte entendía el silencio en aquella mesa, y todo se debía a que Lance no la menciono en la despedida, como si lo necesitara. Solo intentaba llamar la atención, como siempre.

[…]

El día siguiente era noche buena, Serena y Casey organizaban todo para que la cena saliera perfecta, y más cuando asistirían otras amistades a la casa.

Lance llego a la casa encontrándola toda revuelta, el CEO suelta el aliento y cierra la puerta principal. Observo a su madre ir de un lado a otro dando órdenes por doquier. Luego visualizo a Serena haciendo lo mismo.

Y supuso que si la madre estaba, por ende, su hija también tenía que estarlo, ¿no?, lleno de curiosidad va en busca de esa morena aprovechando que las mujeres estaban muy ocupadas como para notar su presencia.

El CEO busco por cada rincón de la casa, pero no la encontró. Se detiene en el corredor, y mira la oficina de su padre, no era posible que Charlotte estuviera allí dentro. De igual manera se aventuró a revisar, al abrir la puerta la encuentra sentada en el sofá metida en su móvil.

—¡Por dios! —se pone en pie como si la hubieran pillado haciendo una travesura.

—¿Qué estás haciendo aquí encerrada? —la fulmina con la mirada.

—Eso a ti no te importa —responde tajante mientras guarda su móvil.

—Eso no es lo que me pareció ver.

—Me vale lo que hayas visto o pienses.

Hace amago de salir, pero Lance cierra la puerta detrás de él. Entonces, ella lo mira furiosa.

—Ayer ni pudimos saludarnos.

—¿Acaso mi expresión decía que quería hacerlo, Lance? Ni ayer, ni hoy, ni mañana…

Él aprieta la mandíbula, mete sus manos en los bolsillos y aparenta estar relajado, pero quedando en medio de la salida.

—Has estado perdida por mucho tiempo. ¿Qué has estado haciendo?

—Como si eso te importara.

Ella pasa a un lado de él, pero Lance la sujeta por la cintura y la echa para atrás.

—Esto no es gracioso, entiende que no quiero estar cerca de ti. Así que ahórrate esta escena.

—Eso me quedo claro desde hace 10 años —Charlotte aplana los labios y mira hacia otro lado.

—Si ya lo sabes, no tenemos nada más que decirnos. Así como te lo dije hace años, no quiero tener nada que ver contigo, no quiero ser tu amiga, ni siquiera tratarte por hipocresía.

—Nadie ha dicho que quiero que seas mi amiga, la verdad eso no me importa, Charlotte.

Esas palabras causaron un gran revuelco en su interior, puesto que su madre le había contado que Lance estuvo buscándola por un poco más de un mes, luego supo que dejo de insistir y se fue de casa a Alemania.

Charlotte pestañea al ver que él comenzaba a dar algunos pasos hacia ella.

—Bueno, si estas claro con eso, no entiendo que te propones en estos momentos. Tengo que ayudar a mi madre.

—No me pareció que estuvieras muy preocupada por ayudarla hace un momento —la morena relame sus labios.

—Eres un imbécil que lo único que le gusta es molestar a las personas y llamar su atención, pero esos trucos baratos ya no te funcionan, Lance. Me parece que has perdido el toque.

—De eso hace muchísimos años, ya no soy un niño Charlotte. ¡He cambiado! Y eso incluye mi manera de llamar la atención.

Ella noto ese brillo peligroso en sus ojos que la hizo retroceder hasta golpear su cadera contra el escritorio. Presiona ambas manos al borde del roble cuando lo ve acercarse a ella como una fiera.

Charlotte traga saliva puesto que odiaba sentirse de esa manera, como atrapada.

—Tú tampoco eres una niña, eres toda una mujer —añade mirándola de abajo haca arriba—. Y sabes perfectamente cuales son mis intenciones de quedarme solo contigo en este despacho.

—¿Qué? —susurra un poco descolocada.

—Sí que lo sabes…

Lance termina por acorralar a Charlotte pegando su cuerpo contra el de ella. Sus rostros estaban a escasos centímetros, y él solo se enfocaba en sus labios tan carnosos y apetitosos que con los años se habían vuelto más atractivos.

—Lance, ¿Qué diablos estás haciendo? —farfulla presionando las manos en su pecho para alejarlo.

—Intento besarte y quizás consiga algo más delicioso que un beso…

En ese momento, Charlotte sintió que él deslizaba su mano por debajo de su vestido. Comenzó desde su muslo, hasta aproximarse a una zona del cuerpo bastante peligrosa.

Ella vio que sus labios estaban muy cerca de los suyos y de inmediato reacciono empujando a Lance lejos de ella.

—¡¿Qué carajos crees que haces?! Crees que puedes venir a seducirme como si fuera una cualquiera. Déjame decirte que yo no soy de esas con las que ligabas en la universidad y con las que evidentemente sigues mezclándote.

—Charlotte, eso es el pasado. Ahora son otros tiempos.

—Sigues siendo un idiota, los años no te han cambiado en nada.

La morena pasa a un lado de él empujándolo con brusquedad, intenta abrir la puerta, pero este la toma del brazo.

—¿Por qué no terminamos con este ciclo de una vez por todas? —ella lo mira por encima de su hombro —. Acuéstate conmigo una vez, y te prometo que no volverás a verme. Desaparece, evitare que me tengas que ver. ¡Te lo prometo!, si quieres me puedo saltar la estúpida cena navideña de esta noche, pero si accedes a tener sexo conmigo.

Charlotte estaba estupefacta por la magnitud de sus palabras, la joven pestañea varias veces intentando ver si aquello no era un sueño, o en su defecto una pesadilla.

—Cuando te bese aquella tarde, desee hacerte mía. Pero tomaste las cosas a mal, sabes que esto es algo que debe pasar entre nosotros, nos conocemos desde niños, y no te voy a negar que me haces sudar frío Charlotte; desde que tienes 14 años.

Ella pone expresión de horror y a la vez siente como si se excitara.

—Se mía una sola vez, y cerramos este ciclo entre los dos. No nos hablamos más, no coincidimos en estas fiestas, ni nada. Como si no existiera, pero déjame hacerte mía.

—¿Te has vuelto loco? —se suelta de su agarre.

—Si tenerte ganas durante 10 años es estar loco, ¡si, lo estoy! —Sonríe con seguridad—. Soy un hombre franco, y me voy directo al grano con una mujer.

—No me acostare contigo, Lance. Nunca, ¿entiendes eso? jamás sucederá…

—¿Y porque no?

Susurra acercándose a ella, hasta que la acorrala nuevamente, pero esta vez contra la puerta.

—Esas mejillas tuyas, te delatan; te pones colorada cuando me acerco a ti. Eso de hacerte la dura no me va. Ya me he lidiado con mujeres que se hacen las difíciles, y al final todas caen.

Aquella mención le hirvió la sangre a Charlotte. Era tan déspota ese hombre, la morena lo empuja a su vez que le propina una cachetada tan fuerte que se sintió en todas partes.

—Eres un maldito, Lance…

Y dichas las palabras sale apresuradamente del despacho.

Lance suaviza su mejilla mientras la ve huir, Charlotte era la única mujer que conocía que lo había abofeteado. A ninguna otra mujer le había permitido ponerle una mano encima, pero ella… ella ya le había plantado dos cachetadas y bien dolorosas.

[…]

—Miserable desgraciado sin corazón, ¿Cómo se atreve a tratarme como una cualquiera? Mira que venir a compararme con esas mujeres con las que está acostumbrado a ligar —farfulla caminando por el corredor.

Estaba tan molesta, su sangre hervía, ese Lance la ponía de malas. Y pensar que tenía que soportarlo en la cena de esa noche, fingir delante de todos los invitados que no pasaba nada y que estaba feliz con aquella celebración.

La reventaba que él actuara como el tipo galante que podía tener a cualquiera mujer a sus pies, era un cretino de lo peor… Su madre le contó cosas de Cauther y hasta de su propio padre, pero Lance superaba a esos dos. El nivel de su arrogancia era perturbadora.

Ella se detiene a mitad de camino e intenta respirar un poco, traga saliva y cierra los ojos intentando calmarse un poco… en eso recuerda como él toco su muslo tan delicadamente que en ese instante del recuerdo se le erizo la piel.

—Charlotte, ¿estás bien? —la voz de su madre la trajo de vuelta a la realidad.

¿Qué diablos hacia pensando en esa mierda? Aprieta la mandíbula, ese maldito le estaba perturbando la existencia.

—Maldita sea, debí quedarme a pasar navidades en Boston —musita muy bajo.

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