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Capítulo 7 - Práctica Terapéutica

Staring at two different views on your window ledge

Coffee is going cold, it's like time froze

There you go wishing, floating down our wishing well

Joder, me encanta esta canción. Subo el volumen mientras piso el acelerador cuando después de una corta espera el semáforo cambia a verde.

It's like I'm always causing problems, causing hell

I didn't mean to put you through this, I can tell

We cannot sweep this under the carpet

Voy moviendo mis dedos al ritmo en el volante y tarareando en voz baja. No descuido ninguno de mis flancos mientras estoy manejando, sin embargo. Lo último que necesito es chocar mi camioneta recién salida del taller por no haber prestado atención.

I hope that I can turn back the time

To make it all alright, all alright for us

I'll promise to build a new world for us two

—With you in the middle — termino en voz baja mientras entro en el estacionamiento de la universidad.

—Nuevo Mensaje ✉ 'Steve'—

@ Steve: [¿Dónde estás, mariposa? εїз Mi vida no es lo mismo sin ti ?]

[Acabo de llegar. ¿Nate está contigo?] ✔✔

@ Steve: [Estamos en las gradas. Pasa por donde Maggie antes de venir ?]

[¿Acaso soy tu mayordomo? :(] ✔✔

@ Steve: [Tráeme algo, o el conejito se muere:

(\(\

(=':').

(..(")(")

[Mala suerte del conejito. v( '.' )v] ✔✔

@ Steve: [Hombre, ¿en serio? ಠ_ಠ. ¿No tienes piedad de un lindo conejito? Me dueles, Jas. Me dueles...]

Guardo mi teléfono con una sonrisa tonta en mi rostro y salgo de mi camioneta, asegurándome de activar la alarma antes de irme. Varios estudiantes se me quedan viendo, así que ajusto mis lentes de sol decidido a ignorarlos mientras acelero el paso.

Los lunes normalmente son los más aburridos de toda la semana, por eso son mis favoritos. No hay muchas personas deambulando alrededor y puedo tener un respiro de las constantes palmadas de felicitación en mi espalda y los gritos aduladores.

Acomodo bien el bolso sobre mi hombro y decido al final consentir a Steve y engordar a Maggie con un nuevo billete de un dólar. El recuerdo de James luchando con la vieja dispensadora me llega como un flash y todo mi cuerpo reacciona, aparentemente emocionado por nuestro primer encuentro.

Joder, ¿realmente me gusta el pequeño chico de ojos bicolor?

Pero si solo han pasado unos pocos días desde que lo conocí. No puedo estar enamorado, al menos no todavía. Apenas y hemos cruzado palabras. El sábado después de nuestro animado desayuno y la intensa mirada que intercambiamos, él se fue. El domingo Steve y yo regresamos a nuestras respectivas casas y desde entonces no he sabido nada más.

Tal vez debería conseguir su número, al menos así podría llegar a conocerlo mejor y lograr determinar si es solo una comezón que necesita ser rascada o algo más... más... ¿Más qué?

—Hola, Jas — Maldición.

—Leyla — hago una breve inclinación con mi cabeza, como siempre hago con ella y sigo maldiciendo mi suerte.

—Te ves muy guapo hoy — pega su pecho al mío y tengo que contenerme de empujarla lejos de mi —. Y hueles delicioso — murmura en mi oído.

—Gracias — coloco mis manos sobre sus hombros y la aparto lo más lejos que puedo de mí.

—¿Vas a la práctica? — juega con uno de los mechones de su cabello y sonríe.

—Como todos los lunes — termino de hacer el viejo ritual hasta que escucho al chocolate caer dentro de la máquina.

—Estaba pensando en tomar la prueba para ser porrista — dice con ánimo y los otros tres miembros de su secta cuchichean a sus espaldas —. Así podría animarte mejor en los partidos y además... — hace una pausa mientras su mirada recorre todo mi cuerpo —. Soy muy flexible — «Que original», pienso con ironía.

—Felicitaciones — me inclino y meto mi mano por la rendija hasta que mis dedos tocan el envoltorio y tiro para sacarlo.

—Dile, Leyla — susurra una de las chicas con una risita.

—Cállate, Lucy — le responde entre dientes y luego se voltea de nuevo hacia mí —. Jas, habrá una fiesta este fin de semana en mi casa — su dedo recorre mi pecho y puedo sentir su afilada uña en mi piel —. Realmente quiero que estés ahí.

—Lo consideraré — respondo cortante y sin darle chance de retrasarme más, sigo mi camino.

—¡Te estaré esperando! — grita a lo lejos y yo ruedo los ojos.

—Que emoción — ironizo y respiro de alivio cuando llego por fin a las gradas. Hago un rápido chequeo antes de moverme en dirección a Nate y Steve. Todos los jugadores ya están aquí, esperando por el entrenador que los lunes tiene problemas para salir de su cama.

—¡Chocolate! — Steve chilla emocionado cuando le paso la barra del dulce empalagoso.

—Baja la voz y esconde eso si no quieres meterte en problemas — Nate sisea, bajando la mano de Steve que sostiene el envoltorio aún cerrado para esconderla —. Sabes que el entrenador nos mandó una dieta. Si ve eso, estarás jodido.

—Bien, solo un mordisquito — susurra, abriendo rápidamente el plástico y llevando un pequeño cuadro oscuro a su boca —. ¿Ves? Todo bien.

—Genial, ahora guárdalo — Nate le advierte entre dientes —. Puedes comerlo luego en la cafetería.

—Bien, bien — Steve gruñe, pero al final obedece, cerrando el pequeño bolsillo de su bolso al terminar —. ¿Qué tal la camioneta, Jas?

—Suave como la seda, hermano. Tu papá hizo un trabajo.

—Pá dijo que no la presiones durante al menos una semana, solo viajes cortos y sin acelerar demasiado.

—Anotado — sonrío —. Me encontré con la "Reina Abeja y sus soldados del mal" al venir.

—Demonios, ¿te volvieron a hostigar? — Nate se ríe —. Juro que esa chica no tiene rival a la hora de ejercer presión.

—Me invitó a una supuesta fiesta en su casa este fin de semana. ¿Sabían algo al respecto?

—¿Una fiesta? — Steve responde emocionado —. Joder, Jas, tenemos que ir.

—¿Bromeas? Olvídalo — niego rápidamente con mi cabeza —. Esa chica está loca, no me dejará en paz en toda la noche.

—Sé que es un dolor de culo, pero sus fiestas son realmente asombrosas — se acerca más hacia mí, la emoción se le nota a kilómetros —. ¿No recuerdas la del año pasado? Fue absolutamente alucinante.

—¿Esa fue la del enorme inflable con forma de castillo? — un ceño se forma entre las cejas de Nate.

—¡Sí, esa misma! — Steve da pequeños saltitos sobre su trasero.

—Fue muy buena — Nate asiente lentamente, como recordando el suceso.

—Vamos, hermano. ¡Tenemos que ir! — Steve sostiene mis hombros y me agita varias veces —. No podemos perdernos esta oportunidad. Además, Leyla no te molestó aquella vez.

—Sí, pero el año pasado yo aún no era mariscal — suspiro frustrado —. Sabes bien que anda detrás de mí como hormiga al azúcar desde entonces.

—Te defenderé, seré tu caballero. No dejaré que ponga ni una de sus afiladas garras sobre tu caliente cuerpecito.

—Ajá — ironizo, rodando los ojos —. ¿Tendremos que ir a orinar juntos también? No, gracias.

—¡Jas! Vamos, por favor — junta sus manos en súplica —. Porfavorporfavorporfavorporfavor.

—¡Joder, ya basta! — lo detengo cuando me doy cuenta que quiere replicar —. Lo pensaré. Aún es lunes, faltan cuatro días para eso.

—Es suficiente por ahora — asiente satisfecho y en ese momento se escucha el fuerte sonido del silbato del entrenador.

—¡A los vestidores, señores! — el Entrenador señala la dirección con su dedo —. ¡Vamos, andando! — todos nos levantamos y nos dirigimos hacia los vestidores al trote. El entrenador es un tipo duro y no le gusta ver ni una pizca de desánimo en ningún jugador, de lo contrario nos hará entrenar el doble y con diminutas oportunidades para descansar.

Ha pasado antes. Una de esas veces, tres se desmayaron por el agotamiento y otro vomitó sobre el césped su desayuno. Fue asqueroso, pero desde entonces todos procuramos mantenernos activos y con la cabeza en alto a su alrededor.

Saco mi uniforme ahora completamente limpio de mi bolso y comienzo a cambiarme, en silencio y mirando fijamente hacia mi casillero. Todos aquí saben que soy bisexual, pero eso no quiere decir que por mi condición de mariscal tenga el respeto de todos. Muchas veces me he tenido que enfrentar a uno que otro idiota debido a una provocación.

Pero Parker es el peor de todos. El imbécil constantemente está sobre mi espalda, con sus insultos homofóbicos disfrazados de chistes absurdos que a nadie causa gracia o derribándome en el campo sin razón aparente. El entrenador varias veces lo ha multado por ello, pero a él parece importarle poco.

—Escuché que Peter está usando esteroides — Nate me susurra sobre mi hombro mientras termino de ajustar mis hombreras.

—Joder, ¿en serio? — gruño en frustración cuando él asiente —. Maldición, tendrá problemas cuando nos realicen el examen la próxima semana — a todos los jugadores de la universidad, no importa del deporte que sea, siempre nos piden muestras de orina para descartar el uso de drogas.

Si lo que dice Nate es cierto, Peter va a estar en grandes problemas cuando descubran que está usando esteroides. El entrenador los odia, siempre les recomienda a los jugadores comer barras para aumentar su masa muscular, junto con una estricta dieta y mucho ejercicio.

Cosas que en la posición de Wingback* de Peter es lo mejor que puede hacer, no depender de jodidos esteroides que fríen su cerebro.

—¿Será cierto que el pene se encoge por usar esa mierda? — Steve susurra desde mi otro lado.

—¿Quieres probar? — me burlo y él se ríe.

—No, gracias. No soy tan valiente — terminamos de cambiarnos con rapidez y todos llevamos el casco debajo de nuestros brazos cuando pisamos por primera vez en el día el césped del campus. Suspiro de alivio cuando el sol no está tan picante como el viernes pasado.

—Bien, ya saben lo que tienen que hacer, señoritas — el Entrenador silba con fuerza el silbato y comenzamos a correr —. ¡Levanta esas piernas, Johnson!

El entrenador nos obliga a cargar con el peso extra del casco durante todo el entrenamiento, lo cual es comprensible. No es como si pudieses quitártelo en mitad del juego y arriesgarte a fracturar tu cuello. Después de diez de las treinta vueltas ya varios están jadeando y corriendo más lento, especialmente los nuevos.

Sam con su enorme tamaño no abandona mi lado justo en la punta de la carrera y me parece que está haciendo un buen trabajo. El tipo es callado como el infierno y un poco torpe, pero con la preparación adecuada estará jugando como un profesional en poco tiempo.

Con ese pensamiento en mente acelero el paso. Ya estoy acostumbrado a esto, así que me concentro en regular mi respiración y usar mis rodillas para no agotarme tan rápido. Al finalizar, el entrenador nos permite reponer líquidos y todos tomamos un sorbo de la bebida energética que siempre hay en un enorme termo sobre una de las bancas.

Estoy satisfecho, Sam logró manejar todas las vueltas sin problemas, y por la mirada apreciativa del entrenador en su dirección, me doy cuenta que opina lo mismo.

—¡A los trineos*! — el Entrenador Smith grita y todos los vasos de plástico caen alrededor de la banca en un descuido mientras nos apresuramos en obedecer —

Yo, junto con otros cuatro jugadores nos alineamos detrás de un trineo y nos apoyamos sobre la punta de nuestros pies con las rodillas flexionadas y las manos sobre el césped. No nos movemos mientras esperamos la orden del entrenador, quien se ha subido al soporte del trineo para aportar más peso.

—¡Ahora! — soplando de nuevo el silbato.

Todos nos lanzamos al mismo tiempo, tomando un gran impulso con nuestras piernas y empujando con fuerza los trineos, con el objetivo de moverlos lo más rápido y más lejos posible antes de que el entrenador nos diga que paremos.

Gruñidos y jadeos pesados se escuchan amortiguados por el esfuerzo, pero no nos detenemos ni tampoco lo hace el entrenador hasta que cada músculo de nuestro cuerpo está ardiendo y temblando.

—¡Los que siguen! — grita y enseguida una nueva serie de jugadores se alinea en posición. Quito mi casco y retiro mi protector bucal, escupiendo en el césped el exceso de saliva que se ha acumulado en mi boca.

—Eso fue genial, Jas — Nate me alaba, golpeando varias veces mi brazo.

—El entrenador está más exigente hoy — Steve hace una mueca cuando uno de los que empujaba el trineo se cae y ahora tiene que aguantar el infinito sermón por su error.

—Es normal... — sigo tratando de regular mi agitada respiración —. Es debido al juego dentro de dos semanas, tenemos que estar en forma para enfrentarnos con los de Luisiana.

—No creo que sea muy conveniente que el entrenador se entere de cierta fiesta cierto fin de semana entonces — Nate se estremece —. Nuestras cabezas rodarán si sabe que vamos a ir.

—Es por eso que no volveremos a hablar de eso si estamos aquí — Steve decide contundente.

—Yo todavía no he dicho si iré o no — ruedo los ojos —. Y si así fuera, yo...

Por poco y me muerdo la lengua cuando descubro la pequeña figura de James sentado tranquilamente en las gradas, observando nuestro entrenamiento. Todos los pensamientos coherentes que tenía se van volando fuera de mi cerebro mientras observo como con una tímida sonrisa saluda en nuestra dirección.

Mi mano está en el aire respondiéndole antes de que pueda evitarlo. Nate y Steve voltean para ver la razón de mi repentino lapso de idiotez.

—Mira, Nate. Es el pequeño Jimmy — Steve sonríe y alza su brazo en alto, saludando a James, aunque el gesto queda congelado en el aire cuando el entrenador lo ve.

—¡Thompson! — Steve se encoge en su sitio debido al grito destroza tímpanos del Entrenador y hace una mueca —. ¡Trae tu culo aquí ahora!

—Sí, entrenador — gruñe, pero se apresura en obedecer.

—¡Gray, tú también!

—¿Por qué siempre tengo que pagar por sus platos rotos? — Nate murmura, se pone el casco y trota en dirección a los trineos de práctica. Pero mi vista nunca abandona al dulce chico de ojos bicolor. Mis pies se mueven en su dirección antes de poder evitarlo y él parece nervioso, pero a la vez... ¿Emocionado?

No lo sé, desde esta distancia no puedo estar seguro. Llego al límite de las gradas y él baja unos cuantos escalones hasta que se posiciona frente a mí. Tiene que agacharse ya que el suelo de las gradas está unos centímetros por encima de mi cabeza.

—Hola, James — sonrío —. No sabía que vendrías, pensé que estarías en la biblioteca.

—Iba de camino, pero quise pasar primero por aquí — desvía la mirada hacia sus manos —. Nunca había visto a Nate entrenar.

—Ya veo — digo lentamente, eso parece ponerlo más nervioso —. ¿Llevas mucho aquí?

—Solo un par de minutos — se quita los gruesos lentes y conecta su bicolor mirada a la mía —. Pensé que me dirías Jimmy, igual que Steve — me acerco un poco más sin dejar de mirarlo.

—Lo haré... Jimmy — digo en voz baja, disfrutando de su dulce timidez.

—Um, eres muy bueno — señala hacia el campo lleno de jugadores exhaustos —. Te vi empujando esa cosa.

—¿El trineo? — él asiente.

—Eres muy fuerte — susurra y siento un calor extraño expandirse en mi pecho. Sí, se siente bien ser halagado. Pero se siente aún mejor cuando el cumplido viene de alguien tan tímido como él. Tengo la sensación de que no lo hace con todo el mundo y eso me agrada. Me agrada mucho.

—Jimmy. ¿Me darías tu número de teléfono? — él abre la boca y la cierra de nuevo varias veces como un pez. Un hermoso rubor se crea en sus mejillas y eso me hace sonreír.

—¿Para qué? — responde bajito.

—Porque quiero conocerte mejor — me acerco todo lo que el límite de las gradas me deja y rozo mis dedos sobre la suave piel de su tobillo —. Y tengo la sospecha que será más fácil para ti hablar conmigo así.

—¿Conocerme? — asiento, él se estremece cuando muevo mi pulgar en círculos.

—¿Por favor? — abulto mi labio inferior y él se ríe —. No le diré a Nate si no quieres.

—¿No lo harás? — por un momento me pareció ver la decepción en su mirada, pero desaparece tan rápido que no puedo estar seguro —. Sí, supongo que es mejor no hacerlo.

—¿Me lo darás?

—¿En dónde lo anotarás? — pregunta con un ceño entre sus cejas.

—Oh, cierto. Joder — olvidé que mi funda no tiene bolsillos y no puedo regresar al vestuario por mi teléfono.

—¿Qué tal si me das el tuyo y yo te escribo? — sugiere y yo lo veo con mis ojos entrecerrados.

—No lo sé, no creo que en realidad me vayas a escribir — él se ríe por mi inseguridad y niega con la cabeza.

—Lo haré, te escribiré en la noche cuando llegue a casa.

—¿Seguro? — él asiente —. ¿Lo prometes?

—Sí, lo prometo — con una dulce sonrisa en su rostro.

—Bien — suspiro, teniendo dudas todavía. Pero aún así tomo el cuaderno que me extiende y anoto rápidamente mi número de teléfono —. Estaré muy decepcionado si en realidad no me escribes.

—Ya te dije que lo haré — me quita el cuaderno y lo guarda en su mochila —. Debo irme ahora.

—A San Nicolás no le gustan los niños mentirosos — le advierto tratando de lucir serio. Él se ríe y se pone de pie.

—Lo haré, en serio lo haré. Además, no soy un niño.

—Está bien — arqueo mis cejas mientras él comienza a caminar hacia el final de las gradas y yo lo sigo desde el césped —. ¡El infierno está plagado de almas mentirosas! — le grito cuando está casi en la salida.

—¡Ya te lo prometí! — me río cuando sale corriendo, huyendo de otra de mis acusaciones.

Me quedo ahí de pie observando fijamente la salida del campus, deseando verlo cruzar las amplias puertas de nuevo. Hasta que el fuerte grito del entrenador me saca de mi ensueño para que vuelva a la práctica.

No me doy cuenta que en todo ese rato, James y yo estábamos siendo observados de cerca.

*DJ Snake — Middle ft. Bipolar Sunshine. Créditos a los autores.

* Wingback — Un jugador situado justo fuera de las regiones ultraperiféricas finales, el wingback es ligeramente desplazado de la línea de scrimmage a la posición que se designa como lugar de wingback apretado final. El wingback se suele utilizar en situaciones extremas de bloqueo o desequilibrio ofensivo.

* Trineos: Se requiere una condición física óptima para bloquear los ataques del equipo contrario y para poder cargar contra ellos. La fuerza es un elemento bastante trabajado en los entrenamientos de los jugadores de fútbol americano. El empuje de trineo "pesado" es uno de los ejercicios mas efectivos a la hora de ganar fuerza horizontal.

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