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Nada es casual

“Bajo la luz de la luna, los enamorados encuentran refugio.”

Autor desconocido.

—Pensé que nunca volvería a verte Boris. —espeta la mujer.

—También lo pensé, Accalia —se reclina del asiento y con la mano colocada en su mentón comenta en un tono sarcástico— o debo llamarte madre.

—A pesar de que no desees hacerlo, nada cambiará tu origen. Eso es irrenunciable, hijo.

—No pensaba volver a la manada nunca —asevera con rigidez—, pero debo proteger a Kira del resto de los humanos y este es el único lugar donde puede estar sin correr riesgos. —sus palabras están cargadas de inminente resignación.

—¿Ya lo sabe? ¿Sabe quién soy y sabe quién es su abuelo? —cuestiona Accalia.

—No, no lo sabe. Sospecha sobre su naturaleza, pero no le he confesado la verdad. No sé cómo podría reaccionar.

—No sé que esperas para decirle que es uno de los nuestros.

—Si todo fuese tan sencillo como lo dices, te aseguro que lo habría hecho ya, madre.

—Todo es tu culpa. Si hubieras desistido de esa idea de follarte a una humana, Kira sería una más de la manada “Clair de lune”.

—No me arrepiento de nada, mucho menos de haber amado a Alexa. Sé que para ti, todo fue parte de un instinto animal, pero no, te equivocas Accalia. Cuando decidiste que debíamos ser como el resto de los humanos, también me condenaste a sentir y vivir como ellos. No sabes cuanto me pesa esta eternidad. Si hubiese muerto junto a ella, dolería menos. Pero que sabes tú lo que es amar. —esgrime tratando de mover emocionalmente a la incólume mujer.

—Siempre hablando como humano. Entiende que era necesario. No pienso explicarte lo que significa para nosotros la preservación de nuestra especie. Ustedes los humanos se divierten matándose unos a los otros, presos de sus propia inconciencia y supuesto raciocinio. Mientras, nosotros en cambio, tenemos un espíritu libre e incontrolable. Lamento que no lo hayas entendido nunca, Boris.

—Nunca llegaremos a entendernos, madre. —se levanta de la silla, arregla su corbata y su saco— Pero por ahora no puedo negar que eres mi única opción. Iré a buscar las cosas de Kira para traérselas y por favor, dile a mi padre que seré yo quien le cuente la verdad a mi hija.

—Como quieras. —se pone de pie y camina hasta su hijo colocando su mano en su hombro y susurrando — A pesar de todo, siempre vivirás en mi corazón, la sangre que bombea dentro de tus venas, es mi misma sangre.

—Hasta pronto, madre —Boris sonríe con ironía y sale de la oficina enojado. La sola presencia de su madre lo perturba y lo llena de frustración.

Luego sube a su auto y conduce fuera de los Chalets de la R-66 rumbo a la ciudad de La Sierilla donde vive desde hace dieciocho años y donde trabaja en su propia empresa de tecnología digital.

Veinte minutos después llega hasta su lujosa mansión. Baja de su auto, saca las llaves del bolsillo de su pantalón, abre la puerta y entra. Sube las escaleras, camina por el largo pasillo, pasa frente a la puerta de la habitación que él mismo clausuró desde la muerte de Alexa.

Ya han pasado dieciocho años de aquel duro momento.

Algo dentro de él, lo impulsa a entrar en aquel lugar saturado de recuerdos inolvidables. Lentamente abre la puerta, solo ver el cuadro que él mismo dibujó de su amada Alexa, lo envuelven como en un transportador del tiempo al momento en que llegaron a esa casa.

***

Boris cubre sus ojos con sus manos, mientras la conduce dentro de la habitación.

—¿Lista para ver donde estamos? —Alexa asiente. Él descubre sus ojos.

—¡Oh por Dios! —exclama ella— esto es hermoso. —le dice visiblemente emocionada.

—¿Te gusta? —pregunta él sujetándola por la cintura.

—Claro que me encanta —se gira de frente a él y lo besa apasionadamente.

—Esta será nuestra habitación.

—Me encanta, me encanta —contesta sonriente. Se aparta de él y va hasta la ventana. Desde allí puede ver el enorme jardín que rodea aquella casa.

—Nos vendremos a vivir, después del matrimonio. —susurra él a su oído, rodeándola con sus brazos desde atrás.

—Estoy ansiosa de estar junto a ti, de ser tu esposa, tu mujer, de amarte sin límites. —dice ella y se gira hacia él, enlazando sus brazos en su cuello, lo mira fijamente.

—Yo también te deseo. No imaginas todo lo que he tenido que aguantarme para no devorarte entera.

—¡Uyy! Que salvaje, eso me excita. ¿Tienes hambre? —lo mira provocativamente.

—Sí, estoy hambriento, ¡Grrrff! —gruñe como perro— pero hambriento por devorarte a ti.

—Bajemos a comer, compre algunas cosas, sabía que tardaríamos arreglando nuestra nueva casa.

Ambos bajan las escaleras con una sonrisa en sus labios hasta llegar a la cocina. Alexa saca de las bolsas de papel algunos enlatados y envases de comida congelada que compró en el trayecto. Boris la ayuda a destapar los enlatados y en diez minutos ya tienen la mesa servida. Después de almorzar, regresan a la habitación a terminar de arreglar los muebles.

Para Boris es tentador saber que su amada está en celo, puede olfatear a metros sus feromonas, pero él mismo se ha propuesto evitar al máximo todo contacto sexual con ella, no desea poseerla sin antes confesarle su atroz verdad. Llevan tres meses de noviazgo y su deseo y amor es tan intenso, que sin dudarlo le pidió matrimonio.

Alexa, es una chica muy espiritual, fue criada en un hogar rodeado de naturaleza, es vegana y pertenece a una familia con una cultura indígena, arraigada. Respeto y amor por la pachamama, es su principio; así como su conexión con los animales y las plantas, es incondicional.

Aunque ambos piensan que su encuentro fue producto de una mera casualidad, lo cierto de ello es, que estaban destinados el uno al otro por designios de la Luna Selena; y que a pesar de que Alexa era una humana, estaba unida a Boris como su Luna y compañera de misión. A través de ellos nacería la futura niña Alfa que dirigiría a Clair de Lune, en muy pocos años.

Sin darse cuenta y sin imaginarlo, aquel primer encuentro entre ellos no era casual, realmente nada lo era…

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