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¿Quién soy?

“La mirada del lobo penetra hasta nuestra alma.”

Barry López.

*Kira*

Salgo del salón de clase, sin prestar atención al resto de personas que me observan como curiosidad como ‘la nueva’. Voy hasta la habitación que señaló la directora debía ser la mía.

Camino rápidamente hasta el dormitorio, cuando escucho pasos aproximándose a mí, acelero el paso pero sus pisadas son cada vez más fuertes y sonoras. De pronto, siento una mano posarse sobre mi hombro y me giro para ver de quien se trata. No quiero tener que pasar por lo mismo como hace meses atrás cuando tuve que enfrentarme a Roy y sus amigos.

—Disculpa se te quedó esto en tu mesa. —levanto la mirada y me encuentro con unos ojos profundos y oscuros.

—Gracias —contestó tomando mi bolígrafo personalizado.

—Un placer, Kira. Soy Kurt —dice y sonríe. Dudo en extender mi mano, mas él permanece inmóvil y retador frente a mí esperando que estreche su mano.

—¡Hola! —contesto y siento como al rozar sus dedos con los míos un escalofrío me recorre desde la espalda hasta la cabeza invadiéndome por completo y alertándome del peligro. Trato de permanecer serena ante su inminente asedio.

—Bienvenida a ‘Clair de Lune’ —refiere y el brillo en sus ojos negros se encienden.

—¡Gracias! Con permiso —contesto parcamente, me giro para continuar y por segunda vez su mano me sujeta con fuerza pero esta vez del brazo obligándome a volverme hacia él.

—¿No te gustaría conocer el instituto? —Me pregunta, niego con mi cabeza— Puedo mostrarte TODO —susurra de forma incitadora.

—NO —Le respondo y me suelto de su agarre. Él esboza una sonrisa maligna, una sonrisa que me estremece y me atrae.

Giro en mis propios pies y continuó caminando sin voltear, siento su vista clavada en mi espalda o mejor dicho en mi trasero. Cuando abro la puerta, dirijo la mirada hacia donde estaba parado él, segundos atrás y ahora una chica pelinegra cuelga de su cuello y acaricia su pecho, mientras él apretando su glúteos me mira insinuando cosas obscenas.

Aunque siento repulsión hacia su morbo, mi vagina comienza a contraerse como una Dionaea muscipula –planta carnívora de Mario Bros– ansiosa por devorar a su presa.

Entro a la habitación algo perturbada por lo que acaba de suceder. Me lleno de rabia y también de celos.

—¿Qué rayos te pasa Kira? —me pregunto y la voz interna dentro de mí parece responder “Te gusta” muevo mi cabeza en señal de negación, siempre mi fuero interno parece contradecirme y eso me enoja.

Miro a mi alrededor, y al ver todo aquello, me imagino dentro de la casa de Barbie. Hay dos camas individuales, un lado de la habitación está decorada con telas de color rosa y peluches, en la cama, en la alfombra, incluso en el pequeño sofá.

¿Viviré con una persona obsesionada con peluches?

Suspiro.

Me ubico en el otro lado de la habitación y me lanzo a la cama. Me quedo mirando el techo decorados por estrellas, imagino que en la noche han de brillar. Si alguien se tomó la molestia de colocarlas allí, es por algo.

Cierro los ojos, permitiéndome perderme en mis pensamientos y recuerdos, tratando de olvidar lo que acaba de ocurrir con ese chico fuera de la habitación.

Llevaba meses sin volver a sentir algo parecido a aquello, sensaciones inexplicables que me sacan de control, sólo que esta vez son más intensas y oscuras.

De pronto, la habitación toma otra forma y siento como retrocedo, tres meses atrás…

***

Siempre he sido algo diferente al resto de mis amigos, y no me refiero solo a su forma de ser, pensar o actuar sino dentro, muy dentro de mí. Desde que tengo uso de razón he tenido esa sensación que hasta ahora, a mis casi dieciocho años, no me abandona, más bien se incrementa.

Suelo ser muy instintiva y puedo decir que quizás se debe a que es mi padre quién se ha encargado de educarme; de mi madre sé poco. A mi padre no le gusta hablar de ello, y le respeto. Pero hay momentos en lo que quisiera avasallarlo con mis preguntas para ver si así, logro entenderme.

Lo poco que sé o mejor dicho casi nada, es que falleció al darme a luz y que ese es un recuerdo doloroso para mi padre.

Vuelvo mi rostro para ver en el cielo los pájaros volar en su característico vuelo, alas desplegadas, libres, quisiera ser como ellos. Son mis vacaciones de verano y mi padre me ha obligado a ir al campamento de la empresa donde trabaja como CEO.

El recorrido al campamento, no lo hago con los demás chicos en el autobús que salió temprano de la empresa de mi padre, sino lo hago con mi padre, en su lujoso auto. Puedo decir que… Desde que tengo memoria ha sido muy cuidadoso con mi educación, es por ese motivo que entré tarde a la escuela y no junto a los chicos de mi edad. Para estas fechas debería estar graduada y estudiando en alguna universidad de La Sierrilla.

—¿En qué piensas? —pregunta mi padre, sacándome de mis cavilaciones.

—En madre —la respuesta sale de mis labios sin poder detenerla. En cierta parte no es una mentira, no agrego nada más. Por el rabillo del ojo veo como su gesto se contrae.

—Kira, hemos tenido está conversación muchas veces —su voz sale como un gruñido feroz. Volteo y frunzo el ceño, es la primera vez que escucho ese sonido tan aterrador de lo profundo de su garganta.

—Sí, padre. Sé que no te gusta que hablemos del tema, pero necesito saber algo de ella. ¿Cómo era? —cuestiono ansiosa por obtener información —. ¿De qué color eran sus ojos? ¿Cómo era su pelo? ¿Cómo se llevaba con las personas? —mi padre me ignora.

Sigue conduciendo, adentrándose más al bosque. Veo pasar los miles de árboles a ambos lados de la carretera y eso me relaja, me hace desconectar de mi realidad. Después de una hora de conducir en línea recta, Boris toma un camino hacia la izquierda. Más árboles y un extenso camino de piedras que recorremos en silencio; luego de varios minutos distingo el autobús de la empresa y todos los hijos de los trabajadores.

Respiro profundamente y me preparo para un verano, donde una vez más, voy a sentir que no encajo como el resto de las personas.

Bajo del auto, un grupo de chicos voltean a verme y puedo leer en sus rostros las burlas. No sé quiénes sean, pero con solo una mirada mi instinto me hace saber que no son buenas personas. Mi padre baja del coche a mi con mi maleta:

—Vamos, Kira. —asiento y camino detrás de él, con su impresionante postura, lo sigo hasta la entrada de una enorme cabaña.

Me detengo unos metros detrás, mientras lo veo hablar con una señora alta, rubia, ojos azules. Le sonríe coqueta, pero mi padre solo se limita asentir y luego a darme una mirada, le da la mañana la señora y caminan ambos hacia mí.

—Kira, te presento a la señora Cooper —su voz firme me da entender que espera el mejor de mi comportamiento en este campamento—, es la encargada de este lugar y de las actividades que realizarán aquí —con disimulo despide a la mujer y me dice—. Te veo en una semana, espero que tomes este tiempo para abrirte y conocer a nuevas personas.

Solo asiento, me da un abrazo y se va, dejándome allí plantada. La señora se acerca a mí y me indica que la siga para mostrarme las instalaciones y las cabañas, donde están los dormitorios.

Tomo mi equipaje y la sigo, va hablándome sobre las actividades que realizaremos durante el mes, juegos en el lago, paintball, actividades de historia frente a fogatas y tiendas de campaña, entre otros. Me habla sobre los horarios del desayuno, almuerzo y cena. Por último, me enseña mi cabaña, la cual cuenta con dos camas individuales, clóset, baño y un sofá. Una de las ventanas de mi cabaña da vista hacia el inmenso bosque.

—Por petición de tu padre, no tendrás que compartir la cabaña con otra chica —me anuncia, asiento sin entender por qué mi padre siempre consigue aislarme del resto de las personas—. Guarda tus cosas, y en media hora debes estar junto a todo el grupo en el comedor. Aquí tienes la llave de la cabaña, te recomiendo que la guardes bien para que no se te extravíe.

La señora Cooper sale cerrando la puerta. Me quedo viendo lo que será mi habitación durante los siguientes siete días. Por lo menos la decoración de la cabaña es bonita, las sábanas son rosa pálido y rayas de color gris. Me acerco al clóset con mi equipaje, lo abro y comienzo a ordenar la ropa. Una vez que termino verifico la hora en mi móvil, faltan quince minutos para ir al comedor.

Escojo la cama que tiene la ventana con vista al bosque, en la mesita de noche abro la gaveta y guardo el iPad y la laptop. Solo los traje por distracción, sé que en esta zona la cobertura es casi nula, aunque… No es como si tuviese una lista larga de amigos con los cuales comunicarme, y mi padre estará más pendiente de la empresa que de lo que pueda pasarme aquí.

Me miro al espejo, cabello rojizo, ojos azules grisáceos, nariz pequeña, cejas tupidas y labios rosados.

Considero que no soy fea, mas mi actitud introvertida me ha causado burlas por parte de todos mis compañeros de clases.

Acomodo mi pelo en una coleta, ya que se ve bastante desaliñado, aplico solo un bálsamo para que mis labios se mantengan humectados y salgo de la cabaña, me aseguro de cerrar bien y guardo la llave en el bolsillo de mi pantalón. Veo las demás cabañas alrededor de las mías, son bonitas y acogedoras, doy tres pasos cuando choco con un chico gigante, que viene distraído.

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