Capítulo 1 El despertar (II)
Camine más deprisa pronto estaba corriendo en el bosque, esquivando árboles, ramas y cualquier cosa que se pusiera en mi camino, mis pies se movían con rapidez, una rapidez que nunca antes había notado, o era capaz de generar.
Podía sentirlo cerca, muy cerca, de pronto entré en un claro y lo vi en medio de este mirando hacia el cielo, me fui acercando a el lentamente, iba vestido de negro, unas botas negras, un jean negro que se ajustaba a sus piernas, una camisa blanca sobresalía de una sudadera negra y una cazadora de cuero negro cubrían sus brazos.
Dirigió sus ojos azulados hacia mí y ese brillo rojizo que había visto en la casa volvió a aparecer, parpadee pensando en que era una ilusión, pero cuando volvía abrir los ojos Killiam no estaba allí.
Revise el claro delante de mí buscándolo con los ojos, pero no lo encontré, podía ver varios metros detrás de la línea de los árboles, pero aun así no logre divisarlo, me concentre en su presencia, como me había indicado. En el olor de su sangre, pero no percibí nada.
Una risa a mi espalda me hizo sobresaltarme, luego un brazo se enrosco en mi cintura apresándome con fuerza, y otra se deslizo por mi cuello, su voz fue un susurro en mi oído.
—No te muevas, no grites, solo ofréceme tu cuello.
Inmediatamente, mi cuerpo se quedó inmóvil, no pude hacer ningún sonido, y solo moví un poco mi cuello dándole espacio y acceso a él, donde lo sentí respirar y posar su lengua en él, una bocanada de aire caliente choco contra mi fría piel y sentí como una escalofrió recorría mi espalda, lo sentí sonreír.
—Tu sangre sigue tiendo ese embriagador aroma que me hizo seguirte durante tanto tiempo, pero no puedo beber de ti ahora —sentencio con un deje de frustración en el tono— te necesito fuerte, de regreso tendremos compañía y allí podremos ver que eres capaz de hacer con este magnífico, sexy y maravilloso nuevo cuerpo.
Hizo una pausa y dejo un beso sobre mi cuello, luego se separó de mí y sentí como mi cuerpo se relajaba, como recuperaba el control una vez más de mi ser, el comenzó a andar y me dijo en un tono bajo.
—Estamos muy cerca del pueblo, esta noche casare por ti.
Hecho andar hacia el otro lado del claro, atravesándolo con tranquilidad, lo seguí en silencio, poco a poco los arboles fueron abriéndose entre ellos, mostrando así luces a lo lejos, podía divisar casas.
Estábamos en una zona rural, me parecía que eran granjas, poco a poco más cerca de estas, Killiam se detuvo y lo vi olfatear el aire, una sonrisa se dibujó en sus labios y me comento.
—Tenemos compañía y una no muy grata.
A mis espaldas sentí de pronto el movimiento, de cosas que se acercaban a gran velocidad. Sentía varias criaturas, podía sentir sus corazones latir y la sangre correr sus venas, también podía distinguir ciertos pensamientos prevenientes de ellas, todas estaban nerviosas, todos pensaban y sentían que estaban en peligro.
Aunque no dejaron de acercarse, pronto la presencia de Killiam se hizo mayor, aplastante, tanto que las criaturas se detuvieron en seco al notarlo, sentí su nerviosismo, de pronto se escuchó el aullido de un lobo, luego otro y otro, un sinfín de aullidos explotaron a nuestro alrededor.
La risa de Killiam se escuchó también, fría, intimidante y su fuerte presencia me hizo sentir pequeña, débil y desprotegida, me deje caer al suelo a su lado y en un susurro me dijo
—Aguarda aquí.
Se movió tan rápidamente entre los árboles que ni siquiera mis ojos pudieron notarlo, solo pude sentir su presencia y como se movía hasta acercarse a las criaturas. Pronto los aullidos cesaron, todo a nuestro alrededor se quedó en un turbio y perturbador silencio.
Podía sentir que las criaturas seguían allí, aguardando alguna cosa que yo desconocía, su nerviosismo y su miedo se intensifico y se convirtió en mi miedo. De pronto un aullido desgarrador corto el silencio y escuche como se rompían los huesos bajo una fuerza inhumana.
El olor a sangre inundo todo el bosque, un olor que claramente no era humano. Luego aullidos de lobos a nuestro alrededor sonaron, la angustia en las criaturas que estaban por algún lugar delante de mí me invadió, podía notar su miedo y su angustia.
Pero por sobre todas esas sensaciones podía notar el poderío de Killiam, en un par de segundos sentí algo moverse a mi lado y me sobresalte al verlo parado junto a mí, con una sonrisa maquiavélica y sus manos cubiertas de sangre, su voz como terciopelo acaricio mis oídos en un suave susurro despectivo.
—Odio el olor a lobo.
Se giró hacia el pueblo y echó a andar sin mirar atrás, dentro del bosque fue en aumento el sentimiento de dolor, angustia y rencor creciendo en las criaturas, los aullidos aumentaron siendo un lamento angustioso y horrible, me levante del suelo y camine siguiendo los pasos de Killiam.
Hasta ese momento no había notado lo que yo llevaba puesto, un jean, una franela obscura y una cazadora negra como la de Killiam, todo quedaba muy bien en mi cuerpo, parecía mi propia ropa, pero sabía que no era así, tenía el olor de alguien más.
Cruzamos en una esquina y nos dirigimos a un bar, al abrir la puerta nos recibió el aroma a cerveza y música, un bullicio atronador que amenazó con dejarme sorda, tape mis oídos para protegerlos y Killiam se volteo hacia mí y me susurro una clara y tranquila orden
—Tranquilízate, no dejes que nada te abrume.
Mi cuerpo inmediatamente se calmó y todo a mi alrededor volví a percibirlo normalmente, se acercó a la barra y pidió 2 cervezas, se sentó indicándome que me sentara a su lado. Allí escaneo todo el bar, buscando algo que no tenía ni idea de que era.
Sus labios dibujaron una sonrisa y me hizo señas con la cabeza, gire el rostro hacia donde me indicaba, en una mesa cercana a la puerta estaban un grupo de chicos, todos muy guapos riendo y bromeando, uno de ellos estaba mirándome con una ligera sonrisa en el rostro. Killiam hablo en mi cabeza
—El, despertaremos lo que aun duerme en ti gracias a él.
Permanecimos en el bar, durante un par de horas, yo a su lado solo me movía lo necesario para ver al joven que de vez en cuando volvía a mirarme, pasadas las 2:30 de la mañana el chico y sus amigos se pusieron en pie, tambaleándose, estaban algo ebrios, pero aun podían moverse con tranquilidad.
Saludaron con las manos a algunas personas y salieron del bar haciendo ruido, Killiam pago las cervezas y me hizo seña para que lo siguiera, caminamos a cierta distancia del grupo de chicos, que poco a poco fueron separándose quedando solo el joven que no dejaba de mirarme en el bar.
El giro en una esquina y Killiam de pronto se movió rápidamente, hasta llegar donde estaba, le dio un golpe en el cuello y este cayó desmayado sobre su hombro. Con una facilidad inhumana lo cargo y echo andar hacia un callejón oscuro muy cerca de donde se encontraba.
Lo mire andar en silencio y con tranquilidad sus pies parecían no tocar el suelo. Pronto la oscuridad lo envolvió y lo perdí de vista hasta que el repentino y fuerte arma de la sangre despertó mi controlada sed. Sentí como dentro de mí rugían unas ansias incontrolables. Dentro de mi boca mis colmillos se distendieron dejando claro el anhelo.
Por un momento la confusión se adueñó de mi cerebro, no entendía porque mi cuerpo estaba reaccionando de esa manera ante el olor de la sangre, pero el ansia fue tan enorme que eclipso por completo la confusión.
En cuestión de segundo estaba junto a Killiam que tenía al chico recostado a una pared su rostro inclinado hacia su cuello, cuando se apartó de el un hilo de sangre rodo por la comisura de ser boca y me sonrió, su voz inundo mi cerebro
—Ven, bebe y despierta.
No fui consciente de lo que hacía hasta que sentí sus manos en mis hombros, su respiración en mi oído y su voz susurrándome.
—Cálmate, vas muy deprisa y le arrancaras la cabeza, no queremos un cadáver sin cabeza que inicie una investigación recuerda, no dejes que tus sentidos te dominen —continúo murmurando a mi espalda— respira, siente el palpitar de su corazón acompasa tus latidos, escucha su sangre fluir y dejar su cuerpo, céntrate en el tuyo y las sensaciones que la sangre le está brindando —explico con voz pausada y seductora— eso es, calma.
Pronto note que estaba tendida en el suelo sobre el joven, su cuello estaba desgarrado y tenía varias marcas de mordeduras horribles, apenas si salía sangre de ellas. En cambio, yo estaba cubierta de sangre, mis manos, mi boca y mi cuello estaban completamente empapados del líquido carmesí.
Asustada retrocedí llena de sorpresa por lo que acaba de hacer, no entendía que acaba de pasar. ¿Yo había hecho eso?, yo había desgarrado su cuello de esa forma, sus ojos sin vida miraban el cielo erizando mi piel ante el vacío que su mirada albergaba.
De los míos comenzaron a descender lágrimas. Incontrolables lágrimas de desesperación y dolor ante mi aberrante acto. Había asesinado a alguien.
Su voz sonó alta y firme sacándome de la bruma que el miedo y la sorpresa habían causado en mí.
—Tenemos que irnos los Gremory se acercan y gracias a tu pequeño desastre ya saben que hay vampiros en el área.
Al escuchar la palabra vampiros me quede de piedra. No entendía nada, ¿vampiros, que estaba ocurriendo?
Mis piernas temblaban, dejando aún más claro mi estado, ya no me sentía bien, ni fuerte, ni nada, solo sentía pesar, tristeza y un miedo que fue creciendo en mi interior conforme pasaban los segundos… nuevamente lo escuche hablar, pero su voz me pareció distante.
—Lexie si no te pones en pie y me sigues, te mataran —me advirtió con frialdad— y créeme lo que le has hecho a este joven no será ni la cuarta parte de lo que Vincent el líder de los Gremory hará contigo —un silencio se extendió entre ambos y el mareo me asalto.
—No solo entraste a su territorio, mataste a un humano y a un lobo en sus dominios, también fuiste creada con una poderosa y valiosa sangre —esta vez la arrogancia teñía sus palabras— llevas mi sangre en tus venas nena, y es una de las sangres más antiguas, un sangre pura te creo y ahora serás es deseada por muchos…
Su advertencia y el tono en que hablo me hicieron reaccionar, me levanté y lo seguí. Con una elegancia clásica de la realeza me tomo en sus brazos, su aroma inundando mis fosas nasales embriagándome de una forma inexplicable.
Lo sentí saltar y correr, la brisa fría golpeo el costado de mi cuerpo y en mi cabeza una vez más escuché su voz.
—Ahora duerme Lexie, pronto tendrás que enfrentarte a tu nueva realidad y conocer la fuerza y crueldad de los tuyos.
Mis ojos comenzaron cerrarse poco a poco y un letargo lento y tranquilo se apodero de mí.