Capítulo 2 Los Gremory
Me desperté sobresaltada, había tenido un loco sueño, en el me habían convertido en vampiro y había matado a un joven… o eso creí, mirando a mi alrededor, pues no estoy en mi habitación, tampoco estoy en mi casa, una gruesa capa de hojas por encima de mi cabeza me recuerda que estoy en el bosque y que por ende lo que creí que era un sueño no lo era.
Acerco mis manos a mi boca y palpo con cuidado mis colmillos, están afilados. Busco a mi alrededor a Killiam, mi creador, pero no lo veo, me concentro en buscarlo a través de su presencia, pero nada estoy sola en medio de un bosque sin saber dónde estoy si quiera.
Una brisa fría eriza mi piel, no siento frio, pero algo en el ambiente me da escalofríos, trato de no prestarle atención a la apremiante sensación y recordar los acontecimientos de la noche anterior, recuerdo el brillo de la luna sobre mí, luego un dolor insoportable y desgarrador, luego la sed, las sensaciones que experimentan mis sentidos aumentados, los lobos, el olor a sangre.
Killiam con sus manos cubiertas de sangre, el bar, el joven —mi corazón comienza acelerarse conforme voy recordando lo ocurrido— Killiam mordiendo su cuello y luego no recuerdo exactamente qué ocurre, solo tengo el cadáver del joven debajo de mí.
Lagrimas comienzan a salir de mis ojos, comienzo a hiperventilar y sollozos incontrolables salen de mi boca, sollozos que se convierten en un fuerte y doloroso grito que desgarra mi garganta e inunda y hace eco en todo el bosque, en cuanto dejo de gritar, todo a mi alrededor queda en un tenso silencio, mi respiración agitada y entrecortada se podría escuchar a kilómetros.
Luego de la nada comienzo a sentir presencias, rodeándome, fuertes y poderosas presencias y el terror se apodera de mí, mis manos cubren mi boca haciendo un intento por amortiguar y apagar el sonido de mis sollozos, intento moverme pegarme a algún tronco, pero no puedo moverme de donde estoy.
Sé que las presencias que siento tienen su sentido de la audición aumentado y podrían escucharme a kilómetros de distancia, siento una, dos, tres, cuatro presencias, escucho sus corazones latir, siento su excitación y la expectativa de conseguir a un intruso, hasta puedo escuchar sus pensamientos claramente y todos están pensando en lo mismo.
Matar.
Me hago un ovillo en el suelo deseando que la oscuridad me cubra y haga desaparecer, escucho el crujir de hojas y ramas a mi espalda, algo se acerca por allí, oigo pasos delante de mí, sobre mi cabeza escucho ramas moverse y hojas caer, estoy rodeada, no tengo escapatoria cierro mis ojos con fuerzas deseando que lo que sea que vayan hacerme pase tan rápido que ni lo note.
Pero ellos tienen otros planes, en la oscuridad escucho un susurro.
—Ignis — justo el árbol que está a un metro de distancia de mí se enciende completamente en llamas.
Siento el calor de estas y el pánico me invade, a mis espaldas siento alguien respirar sobre mi cabello, trago el nudo en mi garganta y respiro profundamente, poco a poco abro mis ojos para enfrentarme a lo que sea que tenga en frente.
Delante de mi hay tres personas cubiertas por una capa con capucha negra, no logro ver sus rostros, pero siento son poderosos, detrás de mi hay una cuarta persona, una de las que está delante de mi da un paso al frente y se quita la capucha dejando ver su rostro.
Es una mujer, una mujer bellísima, rubia de ojos azules penetrantes, por un momento logro ver el brillo rojizo que vi en los ojos de Killiam, su nariz es perfilada y sus labios están apretados en una línea fina, su cabello rubio es largo y rizado, está observándome con curiosidad, luego mira a la persona detrás de mí y vuelve a mirarme, se acerca un poco más y susurra.
—¿Por qué no puedo entrar en tu mente?
Su voz en suave, hermosa, como una dulce melodía, que acaricia mis oídos, pero su pregunta, me sorprende, intento decir algo, pero no logro hacerlo, ella continúa caminando hacia mi acortando la distancia que nos separa. A sus espaldas uno de los encapuchados la llama.
—Cristal.
Es una clara advertencia, ella se detiene y sonríe, una sonrisa fría pero hermosa, gira un poco su cara a un costado y susurra.
—Lo se Evan, solo tengo curiosidad huele como el —el encapuchado a quien ella acaba de llamar Evan le responde.
—No solo huele como el, se siente como el definitivamente es su hija —Cristal comienza a reír a carcajadas y se gira hacia mí.
—Al parecer encontramos a la asesina del pueblo ¿dónde está tu creador? Apestas a él ¿te abandono?
Repentinamente siento un vacío en el pecho al recordar a Killiam. que no sé dónde está, me encuentro sola con cuatro vampiros que es evidente tienen muchísimo poder. Más que el mío de eso no hay dudas, vuelvo a tomar aire y trato de responder.
—No soy una asesina, no hice nada —mi voz es mucho más segura de lo que pensé incluso de lo que me siento, el encapuchado a mi espalda ríe por lo bajo y susurra.
—Si casi arrancarle la cabeza a alguien es no hacer nada, entonces eres una experta no haciendo nada pequeña.
Su voz es fría, arrogante, grave e intimidante, escucharlo me ha dado más miedo del que tenía, Cristal vuelve a reír.
—¿Dru hueles eso? es miedo, tiene miedo de ti — no me pasa desapercibido el tono burlón.
A mi espalda el hombre vuelve a reír, esta vez es Evan el que habla
—¿Vincent que vamos hacer?
Ese nombre si lo reconozco, recuerdo lo que Killiam me dijo. Vincent es el líder del Clan Gremory, por lo que estos vampiros son de su Clan, reúno un poco de valor y hablo.
—¿Ustedes son del Clan Gremory? y tú eres su líder.
Digo señalando al encapuchado que aún no ha abierto la boca y está a la derecha de Cristal. Esta abre su boca apunto de decir algo, pero se detiene y mira hacia atrás, hacia el encapuchado que creo que es Vincent, luego este habla.
—Sí, somos Gremory y tú eres una neonata quebrantando todos y cada uno de los pactos y convenios establecidos en la actualidad, además eres hija de un pura sangre que tenemos siglos sin ver, apestas a él, aunque hay algo más en ti tienes su olor en ti, pero hay algo más.
Hace una pausa y veo como Cristal me mira fijamente, la escucho gruñir.
—Es imposible, no logro entrar —mira al vampiro detrás de mí— Evan inténtalo.
Veo como el otro encapuchado se descubre el rostro, dejando ver a un hombre maduro, de cabello castaño y ojos color miel, da un paso más hacia Cristal y veo sus manos salir debajo del abrigo.
—¡Ignis! —susurra.
De sus manos comienzan a salir unas llamaradas azules que van tornándose naranjas, pero nada más ocurre, a sus espaldas Vincent descubre su rostro y veo como la sorpresa esta dibujada en cada centímetro de su expresión, las llamas comienzan aumentar en las manos de Evan, pero nada más ocurre. Cristal tiene la boca abierta en una “O” que poco a poco cierra.
—¡Imposible!
Vicente sigue andando hacía mi con paso decidido, pasa junto a Cristal y susurra.
—Evan —el fuego se extingue en las manos del mencionado y susurra.
—Dru.
Espero atenta que esta por ocurrir, pero nada. Sigue sin ocurrir absolutamente nada. Siento la presencia de Dru a mis espaldas, pero no siento que nada este pasando a mi alrededor, por lo que Vincent, levanta su mano y me mira con curiosidad sus ojos fijos en mí.
Continúa acercándose y se detiene a unos cuantos pasos de distancia, en sus ojos noto el brillo rojizo y un temor extraño se apodera de mí, estoy nerviosa, pero no sé exactamente por qué. Cristal habla con la voz entrecortada.
—Vincent —le llama en un susurro inseguro— ¿qué pasa con ella?
Este continúa mirándome y luego se acerca más. En un rápido movimiento lo tengo frente a mí, su mano alrededor de mi cuello apretando con fuerza, me levanta del suelo y mis pies quedan suspendidos en el aire. Me cuesta respirar, comienzo agitarme desesperadamente intentando no solo liberarme sino también encontrar oxígeno, sin dejar de mirarme con intensidad susurra.
—No te muevas.
Pero continúo moviéndome con desesperación, llevo mis manos a las de él y comienzo a rasguñarlo, lo golpeo intentando que me suelte, pero solo aprieta con más fuerza. Comienzo a perder las fuerzas y mis ojos comienzan a cerrarse, en ese instante la voz de Killiam resuena en mi cabeza.
—¿Te vas a rendir tan pronto? —su tono es aprensivo— ¿no te das cuenta? hay cuatro altos vampiros frente a ti y ninguno ha podido hacerte daño aun, ¿qué esperas? —me apremia— Haz algo Lexía, abre tus ojos y despierta.
Sus palabras me hacen abrir los ojos de repente y una fuerza que no creí tener se adueña de mí, por puro instinto junto mis piernas y pateo el pecho de Vincent con fuerza para liberarme de su agarre. Este se tambalea y afloja la presión lo suficiente como para tomar sus muñecas y tratar de soltarme, cosa que logro cayendo al suelo tosiendo y agarrando mi garganta.
De pronto siento la presencia de Killiam. Aplastante, desesperante, intimidante, gigantesca. Entre mis quejidos escucho gemir a Cristal, en cuanto abro mis ojos la veo caer al suelo, sangre brotando por su nariz, a su espalda Evan está con los pies ligeramente separados del suelo luchando con una fuerza invisible que lo sujeta del cuello, y Vincent está de pie frente a mi mirándome con odio y resentimiento, luego su boca se abre y suelta un gruñido.
—¡Muéstrate Killiam, deja de jugar!
De la nada un humo oscuro se materializa frente a mí y justo allí esta Killiam parado contemplando divertido como Cristal y Evan son presas de alguna treta hecha por mi creador. Al cabo de unos instantes de mirarse Killiam ríe a carcajadas y escucho caer a Evan y a Cristal sollozar en el suelo, luego su voz irrumpe en mis oídos.
—¿Jugar, quien está jugando? —suelta con arrogancia y hastío— yo apenas y estoy molestándome en pensar en hacerles daño —los mira despectivamente y continua— patéticos mestizos, como puedes rodearte de seres tan insignificantes, ni siquiera estaba intentándolo en serio y mira cómo se desplomaron —agrega girándose hacia mí.
Me tiende su mano y me levanta sus ojos azules me observan y sonríe antes de acariciar mi mejilla.
—A ti te castigare luego —el peso de la sentencia me aplasta.
No tengo palabras y tengo demasiado miedo para decir alguna cosa por lo que bajo mis ojos sumisa ante tanto poder. Killiam pasa por mi lado y se coloca a mis espaldas su voz es un susurro retador.
—¿Lo que querías hacer era esto no? Lexie no te muevas.
Mi cuerpo inmediatamente queda de piedra, siento como una de las manos de Killiam recorre uno de mis brazos hasta el codo, donde lo sujeta con fuerza y luego continua su recorrido hasta mis hombros, aparta mi cabello y respira en mi cuello, apoya su mentón en mi hombro y continúa hablando como si nada.
—Supongo que también intentaste esto —ríe suavemente y susurra— Ignis —de inmediato siento como el calor de las llamas comienza a quemar mi brazo.
Aunque intento desesperadamente gritar y moverme no logro hacerlo. El dolor es insoportable y las lágrimas comienzan a salir de mis ojos, miro a Vincent implorando por ayuda, mientras Killiam a mis espaldas se ríe divertido con la jodida situación.
De la nada el fuego se extingue dejándome un dolor y ardor atroz, horrible y desesperante. Lo escucho moverse y ponerse frente a mí, pero dándome la espalda luego sin más las cadenas invisibles que me atan son liberadas y jodeos incontrolables se escapan de mi boca mi cuerpo desplomándose al suelo.
La atónita mirada de Vincent no se separa un instante de mí. Reviso mi brazo y veo como está comenzando a sanar, el ardor disminuye poco a poco, pero queda una marca roja en ella.
—¿Aun quieres hacer esto Vincent o lo dejamos así por ahora? —ladea su rostro, su voz es pura diversión y burla— no creo que tengas mucha oportunidad con —les da una mirada vaga a los que acompañan al vampiro y continua— estos de tu lado, además creo que tienes cosas que hacer —ríe— me parece que huele a sangre de lobo.
En ese momento Vincent se tensa y se gira hacia Dru, le hace una señal con la cabeza y este desaparece tan rápidamente que ni noto hacia donde se h ido. El líder del clan vuelve a ver a Killiam y le pregunta con un deje preocupado en la voz.
—¿Qué fue lo que hiciste? —la respuesta a su pregunta es un fuerte y ruidos carcajada.
Es esa risa fría e indiferente que me hace sentir pequeña e insignificante. Killiam tiene ese poder de hacer sentir infinitamente pequeño a cualquier ser que este cerca de él.
—Digamos que desequilibre un poco las cosas para que te divirtieras un rato mientras yo me paseo por tu territorio —Vincent se tensa y mira con desprecio a Killiam— ahora toma tu basura y anda a limpiar el reguero de lobo que deje, su asqueroso aroma está infestando el aire puro del bosque.
Sin mediar más palabras Vincent desaparece con los miembros de su clan cumpliendo de inmediato con la orden que le han dado. Killiam se gira hacia mí se agacha y sostiene mi brazo examinándolo con cuidado, viéndolo así de cerca una furia comienza a crecer dentro de mí, por lo que arranco mi brazo y me aparto de él, este sonríe con diversión y se pone en pie.
—Levántate tenemos que irnos —la ira llenando cada fibra de mi ser.
—¡¿Irnos, que te hace pensar que me iré contigo?! Me dejaste aquí sola, sabiendo que los Gremory estaban cerca —le espeto perdiendo el control— luego permites que me lastimen y no conforme con eso tú vas y me prendes fuego, ¿qué demonios te pasa?
Mi respiración entrecortada y mi pecho sube y baja de forma irregular, por un momento no sé qué ha pasado, solo sé que de pronto estoy contra uno de los troncos de con una mano alrededor de mi cuello y mis pies ligeramente suspendidos en el aire.
Killiam me sostiene con fuerza, sin apartar tus ojos azules de mí, su reacción hace que el enojo crezca aún más en mi interior por lo que con los dientes apretados le espeto.
—¡Ya suéltame idiota!
Él sonríe y se acerca a mí poco a poco, su agarre no disminuye, pero vuelve a dejarme sobre el suelo otra vez y sin aviso estampa sus labios sobre los míos.
Killiam me besa con pasión y lujuria, sus labios suaves, cálidos, su lengua explora el interior de mi boca con desesperación, con ansias, luego separa nuestras bocas un poco enterrando su colmillo en mi labio inferior. Siento como este se abre, como la sangre comienza a fluir por el pequeño corte.
Sus labios se curvan en una sonrisa aun sobre mi boca y sin más continúa besándome, sus manos ya no sostienen mi cuello estas descienden por mi cuerpo, hasta posarse en mis caderas, donde siento un pequeño apretón mientras de sus labios se escapa un pequeño gemido. Enrosco mis manos en su cuello y continuamos besándonos con unas ansias locas.
Nos desesperamos más a cada instante y con cada segundo el beso se torna más apremiante, más intenso más pasional, pronto sus labios se separan de mí y con fuerzas me gira poniéndome de espaldas a él.
Siento su nariz sobre mí y la forma en que empieza a oler mi cabello, con una de sus manos lo aparta y comienza a besar mi cuello, siento como su lengua desciende por el borde de mi hombro dejando un reguero de besos húmedos, regresa a mi oreja y entre beso y beso susurra.
—No te muevas, ni hables.
Una vez más siento como mi cuerpo es atrapado por cadenas invisibles y como una mordaza cae sobre mis labios que, aunque quieren gemir bajo sus besos me es imposible. Killiam continúo besándome hasta que lo siento sonreír en la línea entre mi cuello y mi hombro. Tras respirar profundamente sobre el área, sentí sus colmillos hundirse en mi piel causando un ligero dolor, que se convirtió rápidamente en un placer increíble.
Bebe de mi sangre con apremio y desespero, como si llevase siglos sediento. Hasta que comienzo a sentirme débil, trato de soltarme, pero no lo logro, intento gritar, pero estoy bajo el extraño hechizo que su voz le hace a mi cuerpo, pronto estoy demasiado débil para mantenerme en pie, pero sus fuertes brazos aun me sostienen por lo que no caigo al suelo.
Justo cuando estoy por perder el conocimiento, separa su boca de mi cuello y susurra contra mi piel.
—¡Cuida tu maldita boca Lexie! —una clara advertencia que se pierde en medio de la oscuridad en la que caigo.