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Capitulo 4. Quiero Follarte

Del otro lado de la puerta, Dana contenía la respiración. Sus ojos no parpadeaban debido al impacto de lo sucedido. Luego baja la vista seguidamente de tocar sus labios con la yema de los dedos.

—¿Pero qué demonios fue eso? —musita.

Su corazón no paraba de latir con prisa y todo su cuerpo sudaba mucho, estaba muy perturbada, sus piernas eran como de gelatina. Necesitaba tomar asiento, lo que experimento no fue para nada normal.

Luego de sentarse en la cama, Dana intenta respirar con calma. Y empieza a recapacitar sobre lo que paso con ese sujeto; se preguntaba una y otra vez quien era y porque le estaba haciendo y diciendo todas esas cosas.

—Mierda… ¿Dónde demonios vine a parar?

Luego recuerda esa mirada tan intensa y aquellos penetrantes ojos azules que la hacen descolocarse un poco, frunce la mirada y reacciona ante su comportamiento absurdo. Y ella que pretendía bajar para tomar un poco de agua, ya con aquel encuentro ni ganas le quedó.

[…]

—¿Crees que Dana haya dormido bien? —Oliver le pregunta a su esposa mientras hojea el periódico.

—Eso espero, ha pasado por mucho.

Ambos esperaban en el comedor a por el desayuno. Pero Kristine se encontraba preocupada por su hija, sospechaba que no bajaría esa mañana.

—Estás muy nerviosa, debes calmarte un poco.

—Es tan difícil, Dana se ha vuelto una joven complicada. La conozco, sé que no querrá quedarse en casa por mucho tiempo.

—Hablare con ella para ver si desea trabajar en mi empresa, al menos estará ocupada en algo.

—Si es buena idea, cariño.

La pelirroja no dejaba de mirar las escaleras. La situación con su hija no era la mejor de todas.

—¡Buenos días! —pero la repentina voz de Lukas llamo la atención de ambos adultos quien lo miraron estupefactos —. Pareciera que estuvieran mirando a un fantasma —. Dice tomando asiento tranquilamente.

—Buenos días, hijo.

—¿Servirán el desayuno? —el CEO mira hacia la puerta de la cocina.

Esa mañana despertó temprano solo por el hecho de querer ver a la nueva empleada de la casa. Quería ver su reacción en cuanto supiera quien era.

—Ya están por servirlo —responde Kristine mirando al rubio.

—¿Por qué estas desayunado con nosotros? No es común en ti que despiertes a estas horas de la mañana.

—Me ha dado hambre —miente descaradamente.

—Lukas, hay algo que debo decirte —Oliver cierra el periódico para hablar con su hijo de la llegada de Dana.

—¿De qué se trata?

El rubio mira a su padre notando que llevaba el ceño fruncido, quizás lo que tuviera que contarle no le iba a agradar.

—¡Buenos días!

Pero una voz femenina capto la atención del rubio quien gira el rostro de inmediato, en cuanto vio a aquella pelirroja con expresión tan inocente sintió que su corazón se aceleró.

—¡Dana! Buenos días… —Kristine saluda a su hija emocionada, puesto que si bajo esa mañana —. ¿Has dormido bien?

—Si —miente.

Luego sus ojos enfocaron a ese rubio de ojos azules que no le quitaba los ojos de encima, ¿Quién carajos era ese sujeto? Dana se queda en la entrada del comedor sin saber qué hacer.

—Ven toma asiento, desayuna con nosotros —en ese preciso instante Lukas voltea para ver a Kristine, y es que ella le hablaba de una manera muy diferente a como las otras empleadas.

—Lukas —la voz de su padre lo trajo de vuelta a la realidad.

—Quiero presentarte a Dana, ella es la hija de Kristine —el CEO enfoca a aquella pelirroja y ahora es que ata cabos, ambas eran pelirrojas, ¿Cómo no pudo darse cuenta de ello?

—¿Hija? —frunce el ceño al mirar a la chica quien también lo estaba viendo.

Eso le hizo recordar cuando la tuvo la noche anterior acorralada contra la puerta, de inmediato su libido se activó y deseo saltarle encima.

—Kristine tuvo una hija con su primer matrimonio, Dana vivía con su padre. Pero ahora vivirá aquí con nosotros.

El rubio oía claramente la información que su padre le suministraba sin saber que solo acrecentaba las ganas que tenia de follarsela.

—¿Así que una hija? —mira a Kristine —. No sabía que tenías una hija, Kristine. Es una sorpresa para mí, han pasado 5 años desde que están juntos y nunca me contaron que existía.

—Dana vivía muy lejos, pero ahora está aquí.

—Si —él la mira a ella fijamente.

—Dana, él es Lukas el hijo de Oliver.

< ¿El hijo?>

Ella se asombra al saber que ese hombre era el hijo del esposo de su madre, Dana lo mira con terror puesto que ellos dos estuvieron a punto de besarse, bueno, de hecho era él quien intentó besarla.

—Así que eres Dana, es un placer conocerte.

—Igualmente —responde ella, pero en sus pensamientos cree que no era nada grato.

—Espero que se la lleven bien, sé que no somos una familia normal, pero en este caso ustedes dos son como hermanastros —argumenta Oliver.

Dana pilla un brillo peligroso en la mirada de ese tal Lukas que la hizo sentir incomoda, pestañea varias veces puesto que sospechaba que a él le valía una mierda si eran hermanos o hermanastros.

—¡Hermanastros! —el rubio murmura —. Tengo una hermana.

—Hermanita, Lukas… Dana aún es muy pequeña.

Aquella noticia no le gusto para nada, mira bien a la pelirroja detallando que era una mujer. Pero entonces, ¿qué significaba las palabras de su padre? ¿Era menor de edad? Mierda, si eso era cierto no podía meterse con ella.

—Aquí viene el desayuno —musita Kristine, mientras que el rubio no le quitaba los ojos de encima a la hija.

Ese fue el desayuno más incómodo de toda su vida, ese Lukas no le despegaba los ojos de encima. Era increíble que ni siquiera disimulara estando los padres de ambos, si su madre se daba cuenta de que él estaba en esas se volvería loca.

La pelirroja apuro el desayuno para terminar antes y poder salir de allí.

—Querida, si gustas puedo dejarte donde quieres y luego el chófer que vaya por ti más tarde.

—Claro, por supuesto.

—Dana, tu madre me ha dicho que quizás quieras trabajar —en ese momento ella levanta la mirada para ver al esposo de su madre.

—Sí, sí, voy a buscar empleo. Empezare hoy.

—Puedo ofrecerte en mi compañía, hay mucho que hacer.

—No, no, estoy bien… muchas gracias.

Oliver observa a Dana y luego a su esposa quien lo miraba como con ojos de súplica. Era evidente que la chica no deseaba nada que tuviera que ver con él.

—Lukas también puede ofrecerte un empleo en su empresa. ¿Verdad que si hijo? —el rubio reacciona, mira a su padre y luego a Kristine.

Esa mujer nunca le pedía nada, pero con aquella mirada le pedía medio universo. Voltea a ver a la pelirroja, esa chica ensancho la mirada de una manera que a él le agrado mucho.

—Por supuesto, como no darle un trabajo a mi hermana pequeña.

—Eso tampoco es necesario —el rubio frunce el ceño ante la contesta de ella.

Tanto Kristine como Oliver observan a la joven, parecía renuente a querer algo de ellos. Y quizás debían dejarla actuar de la manera que ella quería, presionarla no era una buena opción.

—¿Entonces qué es lo que vas hacer Dana? —pregunta su madre preocupada.

—Kristine cariño, estoy seguro de que Dana sabrá que hacer. De todos modos nuestra propuesta sigue en pie si cambias de parecer.

—Muchas gracias —ella observa al esposo de su madre y se sorprende de lo muy amable que es el señor.

—Bueno, creo que se nos hace tarde. Ya debemos irnos cariño —dice el rubio poniéndose en pie.

Kristine asiente; le echa un vistazo a su hija y luego le sonríe dulcemente. Dana mira a su madre sintiéndose un poco incomoda.

—Nos vemos más tarde, hija.

—De acuerdo…

—Te veo en la compañía, Lukas.

—Si padre.

Mientras que ambos se marchan, Dana no les quita los ojos de encima, antes de salir Oliver le toma la mano a su madre lo que le recordó que nunca la vio hacerlo con su padre. Y eso le trajo muchos recuerdos que pensó que no venían al caso.

Pero entonces, ella siente que alguien la mira consiguiendo erizarle los vellos del cuerpo. La pelirroja gira el rostro para ver a Lukas observarla detenidamente. Ella le sostiene la mirada, pero llena de nerviosa.

—¿Así que mi hermana? —Lukas coloca los brazos sobre la mesa mientras que la observa.

Se podía sentir el sarcasmo a kilómetros de distancia, era evidente que ese sujeto iba a ser una piedra en su zapato.

—Por suerte para mí no eres mi hermano —el rubio sonríe con malicia.

—Estoy totalmente de acuerdo contigo —el brillo malicioso en los ojos de Lukas la asusto —. No me interesa tener una hermana, y menos si tienes que ser tú —su arrogante respuesta la hizo enojar.

—Eres un idiota…

—No me estas entendiendo, Dana —la mención de su nombre de pila le erizo todos los vellos de su piel —. No quiero que seas ni mi hermana, ni me hermanastra, porque lo cierto es que me interesas más para otra cosa.

La confesión de Lukas la hizo levantarse de la mesa rápidamente, la pelirroja se le queda mirando totalmente estupefacta. Sus palabras fueron muy directas y francas.

—¿Qué dices? —él se inclina hacia atrás mientras sonríe.

—Que pretendo follarte, Dana —ella ensancha la mirada a la vez que siente que su corazón da un vuelco.

Vislumbra esa sonrisa pervertida y piensa que su estúpido hermanastro resulto ser un pervertido.

—Eso no te resulta —Dana se cruza de brazos lo que causa que a él se le apague la sonrisa —. Nuestros padres dicen que somos familia, y encima de eso, me parece que estas muy grande para mí —Lukas se pone en pie completamente serio.

—¿No me digas que de verdad eres menor de edad? —inquiere curioso.

—¡Lo soy! —el rubio aprieta la mandíbula con fuerza —. Haz oído a tu padre, soy pequeña.

La mira de abajo hacia arriba sabiendo que la noche anterior estuvo a punto de hacerle muchas cosas a ese cuerpo.

—Bien… —suaviza la mirada —. Muy bien, hermanita.

El rubio gira el cuerpo y emprende el camino fuera del comedor, Dana traga saliva al verlo alejarse, a la vez siente un poco de alivio al encontrarse sola. Recapacita sobre lo que dijo y piensa que quizás no había sido tan buena idea mentirle a Lukas.

Levanta la mirada y ve hacia las escaleras, lo ve subir con aquella arrogancia que la hace negar. Si no le hubiera mentido lo iba a tener encima todo el tiempo, molestándola y buscando las formas de hacer cosas que no deben hacer.

Dana se sienta en la silla soltando el aliento.

—Mierda… ¿Qué rayos fue todo eso? —frunce el ceño.

¿Lukas quería follarsela?

Ningún hombre se le había lanzado como lo hizo él, pero era de esperar, él era un hombre hecho y derecho. Sin embargo, se preguntó porque se estaba quedando en la casa de su padre.

Frota su rostro, ya tenía con lo de su madre y su padrastro; como para que ahora tenga que estar lidiando con un hermanastro pervertido que deseaba cogérsela.

—¿Y ahora como carajos mantengo la farsa de que sigo siendo menor? Joder Dana, ¿Por qué mierda tienes que estar hablando más de la cuenta?

Era evidente que cuando él se enterará de que no era menor volvería a intentar buscarla, por otro lado; ¿y si le contaba a su madre lo que estaba pasando?

—Apenas llevo dos días aquí y ya estoy causando problemas con el hijo del esposo de mi madre, ¡Genial! ¡Genial! ¿Qué vendrá luego? ¿Oliver también querrá conmigo? ¡Necesito salir de esta casa cuanto antes!

Pero primero debía buscarse un empleo donde sus ingresos fuesen bueno, si deseaba irse cuantos antes, necesitaba ganar bien… Dana se pone en pie nuevamente, mira hacia las escaleras y muerde sus labios.

Ese era el momento de ser fuerte y tratar de mantener la farsa hasta donde más pudiera. Porque si recuerda cómo se puso la noche anterior por tan solo un roce de labios, no se quería imaginar lo que pasaría si Lukas hiciese algo más.

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