Capitulo 3. Beso uno, fallido
Dana desciende del avión sintiendo mucho miedo de ver a su madre después de 4 años, sin embargo avanza hacia la salida del aeropuerto ya que Kristine le informo que un chófer la estaría esperando.
Por una parte se sintió aliviada de no tener que verla, pero por otro decepcionada por no haberla ido a buscar. Era su madre, debía de darle otro tipo de recibimientos. La joven niega y sigue avanzando hasta que vio su apellido en un cartel que sostenía un hombre en las manos.
Dana suelta el aliento y se dirige hacia donde estaba él.
Algunos minutos de conducción en silencio, Dana visualiza que el chófer introduce el coche en una enorme e impresionante casa. Ella admira aquel lugar con los ojos bien abiertos, en su estómago existía un nudo espantoso que no lograba controlar.
En lo que el coche se detiene la puerta de la casa se abre y por esta sale Kristine, Dana la observa desde el interior del carro sin creer que esa mujer fuese mu madre. No era posible que ella era su mamá.
El chófer abre la puerta y en lo que ella baja nota como su mamá sonríe abiertamente. Se le notaba feliz, más ella no se sentía igual.
—¡Dana! —ensancha la sonrisa mientras que camina hacia ella con aquella ropa fina—. ¡Oh, hija mía! —Kristine termina por abrazarla lo que la hace sentirse incomoda.
—Hola ma…—dice carente de expresión.
—Estas tan hermosa, mira que grande estas. ¡Ya eres toda una mujer!
La halaga mientras se separa un poco para verla de pies a cabeza. Dana no encontraba palabras para decir en ese momento, la verdad es que no tenía mucho que hablar.
—¿Cómo estuvo tu vuelo? ¿Todo en orden?
Dana mira a su madre a la cara, se le notaba que no había pasado trabajo en mucho tiempo. Su maquillaje era perfecto, y la ropa que llevaba puesta era muy fina y elegante. Distaba mucho con la mujer de hace 5 años atrás.
—Todo estuvo bien…—Kristine opaca un poco la sonrisa, sin embargo miraba a su hija con mucha ternura.
—En ese caso pasemos, te llevaré a la habitación en donde dormirás.
—De acuerdo.
—Quiero que te sientas cómoda en casa, no tendrás problemas aquí. Te lo prometo.
La joven sigue a su madre por unas enormes escaleras, la casa por dentro era impresionante. Demasiado lujosa, nunca creyó que su mamá llegaría tan lejos. Se sentía como un bicho en aquel lugar, es que ni su ropa hacia juego con nada en aquella casa.
Su madre abre una puerta y la hace entrar.
—Esta habitación la mande a preparar para ti, es muy cómoda y fresca. Hasta tienes un balcón—señala el mismo.
—Está muy bonito.
—Me alegra que te guste, tienes un baño propio y aquí hay un cuarto extra para que guardes tu ropa.
La joven mira aquel lugar dándose cuenta de que el closet era del mismo tamaño que su antiguo cuarto.
—No creo que lo utilice mucho.
Kristine observa la pequeña maleta de su hija y cree haber cometido un error, luego vuelve a sonreír sintiendo que el ambiente estaba un poco tenso.
—Puedes tomar una ducha y cambiarte, luego bajas para cenar, ¿te parece? —Dana guarda silencio.
Sin otro remedio asiente no muy convencida.
—Bien, estaré esperándote.
—Gracias.
En lo que se queda sola en la habitación, Dana suelta el aliento contenido. Aquel encuentro fue mucho más incómodo de lo que imagino. Relame sus labios y empieza a merodear aquel cuarto, el baño era enorme y la vista del balcón muy hermosa.
Dana se sienta en la esquina de la cama sintiéndola verdaderamente cómoda, encima de eso era enorme. Mira al frente y piensa que debía buscar un trabajo para mantenerse a sí misma y no depender de su madre.
—Demonios…
[…]
Kristine no dejaba de mirar hacia las escaleras, su hija no bajaba y ya estaba comenzando a impacientarse.
—Kristine, cariño, debes tomar las cosas con calma. Dale tiempo, ella bajara cuando se sienta lista.
—No quiero que se sienta incomoda en la casa —dice con voz preocupada.
—Pronto se adaptara.
En eso escuchan el sonido de una puerta lo que provoca que ellos levanten la mirada, miran hacia las escaleras para verla a ella bajar.
Dana observa a su madre y a su esposo en la mesa y siente un nudo espantoso en el estómago. Muerde la carne interna de su boca, pero continua avanzando hasta la mesa donde su mamá la esperaba con una sonrisa grande.
—¿Te sientes mejor?
—Estoy un poco cansada.
—Bueno, después de cenar puedes irte a la cama—Dana asiente, pero en ese momento observa al esposo de su madre y Kristine se percata de ello —. ¡Oh, hija! —se pone en pie rápidamente para tenderle la mano a la joven—. Él es Oliver Verchot
Dana nunca había conocido al nuevo esposo de su madre, era la primera vez que se veían las caras y la verdad es que le resultaba extraño. Ella mira al hombre quien la miraba de una forma muy paternal y eso la confunde mucho.
Era un hombre mayor, pero bastante conservado. Y su porte era muy elegante aun cuando solo estaban cenando, se notaba el tipo de clase social a la que pertenecía, incluyendo a su madre.
—Hola mucho gusto de conocerte Dana, tu madre siempre me habla de ti.
—Hola —es todo lo que tiene para decir puesto que ese señor nunca le agrado.
—Bueno, ya tendremos mucho tiempo para hablar y conocernos mejor. Ahora siéntate para que comas algo.
Ella asiente notando que ambos estaban siendo muy amables para con ella, sin embargo ella no dejaba de pensar en todo lo que tuvo que pasar durante esos 4 años sin su madre.
Por suerte la cena fue algo callada, de vez en cuando Kristine le preguntaba algo y ella respondía a medias. Casi no levantaba la mirada de su plato, le resultaba incomodo cenar con esas dos personas.
Recuerda a su padre y cree que si estuviera vivo estaría muy enojado con ella.
—¿No les molesta si me retiro ya? —pregunta al fin levantando la mirada.
—Mande a preparar tu postre favorito, ¿no deseas esperarlo? —Dana mira a su madre y siente unas profundas ganas de salir corriendo.
—¿Puedo irme? —insiste.
Oliver observa la expresión de su esposa y luego la de su hijastra, era evidente que Kristine presionaba a su hija y eso no estaba bien.
—No tenemos ningún problema, puedes irte a la cama. Si deseas el postre se te enviara a tu recámara —termina por decir Oliver ganándose una mirada de su esposa.
—Gracias, disculpen…
Dana se pone en pie sintiéndose asombrada por la contesta del esposo de su madre. Pero lo mejor era que volviera a su cuarto.
—Oliver…
—Debes tener paciencia, dale su espacio Kristine. Si la presionas conseguirás que se vaya de casa —ella levanta la mirada para ver a su esposo.
—No sé cómo actuar con mi hija, siento que me odia y no tengo idea de cómo cambiar eso.
—Todo irá mejorando poco a poco, no puedes apresurar las cosas.
Kristine asiente, su esposo tenía razón ella intentaba que las cosas marcharan bien, pero Dana necesitaba tiempo para adaptarse. Mira hacia las escaleras y suspira, al menos la tenía en casa con ella.
[…]
Dana cierra la puerta al igual que los ojos, intentaba comportarse, pero no podía tapar el sol con un dedo. Su estadía en esa casa iba a ser bastante dura.
—Diablos, ¿Cómo es que termine aquí?
Camina hasta la cama para tumbarse en ella y pensar en lo que debiera de hacer para solucionar su problema. No podía quedarse toda la vida en esa casa a costa de su madre y su esposo.
—Necesito un empleo…
[…]
Lukas apaga el coche sintiéndose realmente cansado y frustrado, el rubio baja del auto encaminando sus pasos al interior de la casa. Ya era muy tarde y probablemente todos ya debían de estar dormidos.
Mientras sube las escaleras mueve la cabeza de un lado para el otro, el día había sido muy pesado y esa reunión que tuvo en la empresa de su padre fue una total pérdida de tiempo.
—Mierda, me hace perder el tiempo.
Mira la hora en su reloj mientras camina hasta su cuarto, necesitaba una ducha y dormir profundamente. El CEO toma el pomo de la puerta de su habitación cuando de la nada la puerta del cuarto que estaba frente al suyo es abierta.
Lukas se sorprende puesto que sabe que en ese piso no había nadie más que él y su padre con su esposa, pero la habitación de ellos estaba al fondo bastante retirada de su cuarto. Se queda para esperar a quién demonios salía de ese cuarto cuando de la nada surge una pelirroja de piernas desnudas y pronunciadas caderas.
Ella se queda parada bajo el marco de la puerta mientras que él seguía sosteniendo la manilla como un idiota. Lukas parpadea varias veces al ver aquella pelirroja pecosa de ojos marrones e increíble cuerpo parada delante de él.
La chica lo miraba como si fuese un pervertido lo que lo lleva a pensar en quién demonios era esa chica. Luego detalla bien su vestimenta fijándose que no llevaba sujetador, la punta de sus pezones se le marcaba claramente lo que lo hizo alucinar y hasta sudar.
Esa piel delicada y aquella cara de niña lo estaba perturbando… Lukas da la vuelta completamente para enfrentar a esa mujer que lo estaba descolocando.
—¿Tú quién eres? —se cruza de brazos al hacer la pregunta.
Dana estaba estupefacta al mirar a aquel enorme rubio de ojos azules delante de ella, era tan alto y grande que debía mirar hacia arriba. Ella mira hacia ambos lados notando que el corredor estaba completamente vacío y frío.
Lo que la hizo recordar que no llevaba sujetador puesto provocando que baje la mirada ver sus pezones erguidos. En seguida se cruza de brazos y alza la mirada de nuevo.
—Me parece que ya los he visto, no hace falta que te los cubras —la voz altanera de ese hombre le molesto —. ¿Quién eres? ¿Una sirvienta nueva que contrato Kristine?
—¿Sirvienta? —ella frunce el ceño debido a tanta arrogancia de ese sujeto.
—Sí, debes de serlo. Lo que no entiendo es porque estabas saliendo de ese cuarto. No deberías de estar durmiendo aquí arriba.
Dana traga saliva al percibir que él caminaba hacia ella de manera amenazante.
—Da igual quien seas, ¿Cómo te llamas? —Lukas camina hacia ella fijando sus ojos en ese sensual cuerpo bastante voluptuoso.
La verdad es que esa mujer llamaba mucho su atención, esas pecas, ese cabello, y aquellas curvas eran para morirse. En ese momento se la imagino chupándole la polla con esos carnosos labios y de manera inmediata se excito mucho.
—Creo que está equivocado —Dana retrocede pegando su cuerpo contra la puerta.
—¿Equivocado? No, yo no me equivoco…
El CEO posiciona una mano contra la puerta y con la otra roza un mechón ondulado del cabello de ella.
—¿Qué estás haciendo aquí arriba? —musita bajando los dedos por su cuello lentamente hasta alcanzar llegar a la altura de la tela del camisón.
—¿Qué es lo que estás haciendo? —pregunta toda llena de miedo y pánico, es que ni lograba moverse.
Ella se imaginó que ese hombre tenía que ser algún amigo del esposo de su madre, no existía otra explicación para que no supiera que ella era la hija de Kristine.
—No lo sé… —Lukas roza sus labios con los nudillos al mismo tiempo que no le quita los ojos de encima —. La verdad es que no lo sé…
Lukas se inclina hacia el rostro de niña de esa joven y medio roza los labios de ella con los suyos, tan solo fue una pequeña caricia y sintió que su cuerpo se electrifico. Cuando hace amago de intensificar el beso, la pelirroja ingresa en el cuarto violentamente.
—Pero… ¡que mierda…!
Hace un gesto con las manos de que no entendió como es que ella se le escapo, se queda en el corredor solo y con una jodida erección bajo los malditos pantalones.
—¡Maldita sea! —musita cabreado.