Capítulo 3
- No te disculpes, está bien, sólo que no esperaba una visita. - Yo digo.
- Está bien, entonces dejo tu bolso aquí junto a la puerta y me voy. – Dice, mete el embrague en la rendija de la puerta y gira para salir.
Cierro los ojos ligeramente. ¿Sólo eso? ¿Acabo de dar a entender que estoy prácticamente desnuda y él se va? Pero antes de que pueda darle alguna estúpida excusa para que entre, se da vuelta y camina rápidamente hacia mi puerta.
- No quería decirlo, pero ¿podría usar el baño? Realmente necesito. – Dice, y me alegro de que no haya sido yo quien inventó una excusa tonta, sino él.
- Dios mío, sí. - Hago como si creyera su mentira y rápidamente abro la puerta para que entre.
Al principio no mira mi camiseta muy corta, simplemente entra como un rayo, pero cuando cierro la puerta siento sus ojos puestos en mí.
Cuando voy a cerrarlo, veo que mi bolso de mano en el suelo se interpone en mi camino, así que, plenamente consciente de que él me mira, me agacho para recogerlo y levantar el trasero.
Me levanto y me giro inocentemente hacia él, que me mira en llamas.
- Te llevaré al baño de arriba para que tengas más privacidad. - digo y me dirijo hacia las escaleras.
Voy delante y él mira un poco lejos de mí, sé que está admirando mi trasero. Camino por el pasillo de las suites y abro la puerta de mi habitación.
- Puedes usar el baño aquí. – digo abriendo la puerta y entrando con él. – Voy al armario, siéntete libre. - digo y rápidamente me meto en el armario, avergonzado.
Sé que va al baño porque oigo cerrar la puerta, miro mi ropa y elijo un vestidito de flores, de tela ligera, pero que deja ver bien mis pechos. Es muy ajustado en el busto y suelto en la cintura, no es un vestido para salir ni para quedarse en casa, sino un término medio.
Tan pronto como me cambio, salgo de la habitación y lo espero abajo. Sigo descalzo y con el pelo suelto, lo que me hace parecer más hogareño.
Voy al comedor y coloco los pequeños recipientes de comida sobre la mesa, se puede ver que no tenía intención de recibir visitas por la cantidad de comida, pero es suficiente para dos personas.
No le toma mucho tiempo tener una sonrisa en su rostro y puedo ver que tiene algo en mente. Cuando me ve poniendo la mesa, sé que nota mi cambio de ropa, pero no parece decepcionado.
- Muchas gracias por dejarme entrar. – Dice y me agradece besándome en la frente. Inmediatamente se da cuenta de la mesa puesta y me mira. – Molesté tu comida, lo siento.
- Todo bien. - digo y lo veo mirar hacia la mesa.
Hice un plato pequeño de lasaña, arroz blanco y ravioles. A todo el mundo le gusta la lasaña y mi intención era probarla.
- Iba a cenar, ¿quieres quedarte? – Pregunto en voz muy baja, pero él está cerca y sé que lo escuchó.
- ¿Yo puedo? – pregunta colocando sus manos en cada uno de mis brazos y apretando ligeramente.
Asiento y no pasa mucho tiempo antes de que estemos comiendo en la mesa. Lo veo sonreír mientras come y lo hacemos en silencio, yo porque supuestamente me da vergüenza y él porque está disfrutando la comida.
Voy a seducirlo en todos los sentidos, incluida su barriga, no voy a dejar cabos sueltos para que otra persona encuentre una apertura y se lo lleve.
-Analuisa. – Dice de la nada, interrumpiendo el agradable silencio que había. Lo miro y al darme cuenta de que tiene mi atención, continúa. – ¿Qué tal si nos vemos el sábado?
Ahí está, lo miro y parpadeo un poco. Quería sonreír, pero me conformé con la confusión.
- ¿Quiere salir conmigo? - Pregunto
- Sí, Analuisa. – Lo dice serio sin usar el apodo que me puso.
Me quedo en silencio un rato mirándolo mientras espera mi respuesta.
- Lo siento, no sé qué decir. - Hablo.
- ¿Nunca nadie te ha invitado a salir? – pregunta incrédulo.
- Sí, pero… siempre fueron con intenciones muy dudosas así que nunca lo acepté. - digo mientras me mira, luego me pongo un mechón de pelo detrás de la oreja y lo vuelvo a decir tímidamente. – Pero ninguno de ellos era como tú.
Veo que sus ojos se iluminan y luego acerca su silla a la mía y toma mi mano.
- Te prometo que seré muy respetuosa contigo Analuisa, el sábado cenaremos y me aseguraré de que te guste todo. – Habla y me permito darle una dulce sonrisa. – Bueno, será mejor que me vaya.
Nos levantamos y lo sigo hasta la puerta, la abro y cuando sale me mira sonriendo.
- ¿Puedo decir adiós? – pregunta acercándose.
- ¿Despedirse? – digo y cuando veo su mano ya está en mi nuca, atrayéndome hacia él.
Presiona sus labios contra los míos en un tierno beso y al cabo de un rato nos separamos.
- Tu boca es dulce, mi rubí. – Dice pasando sus dedos por mis labios. – Buenas noches Analuisa.
Con eso se dirige al ascensor y sólo entonces me permito sonreír de verdad.
Analuisa:
Dos semanas, dos malditas semanas fueron suficientes para mí. Raj es cariñoso y extendí demasiado mi relación con él para no querer lastimarlo. Pero no puedo seguir con esto, he estado gastando más dinero del que obtengo.
Termino de hacer las maletas pensando en cómo terminar mi relación con él, podría irme, pero si él quiere puede encontrarme.
En esas dos semanas éramos solo Raj y yo, dormimos juntos y lo complací en la cama, eso fue en nuestra tercera cita. Me quedé con las cosas por un tiempo y dos días después me regaló un collar de oro blanco con un colgante con pequeños diamantes incrustados y un rubí en forma de corazón. No es tan caro, pero es un collar hermoso y si dos mujeres compiten por él el valor se puede triplicar.
Pongo las pocas joyas que me regaló en mi bolso y voy a la ducha para prepararme. Hoy hay un evento importante al que fui invitado. Sé que Raj estará allí.
No me presentó a nadie, pero noté que las veces que salíamos y los hombres me miraban él se enojaba. Está celoso, pero nunca me pidió que lo acompañara a esta fiesta. Él no sabe que voy, pero sé que invitó a una bella modelo a acompañarlo.
Esa va a ser mi excusa, voy a actuar celosa y hasta herida. Así que voy a romper con él, pero quiero que sepa y aprenda que una mujer no debe esconderse.
Así que cuando salgo de la ducha, recojo mi vestido rojo rubí, que insistí en comprar con una abertura en la pierna y un escote escotado en los senos.
Si le gusta verme de rojo, le encantará verme de rojo.
Este vestido es ajustado y me agranda el trasero y resalta mis senos, pero no es vulgar para una fiesta de la alta sociedad, sobre todo porque soy una dama.
Me pongo un maquillaje delicado que me hace parecer sonrojada, pero no demasiado, un brillo. rosa en mi boca y me ato el pelo en un moño suelto.
Soy hermosa, ardiente, irresistible y lista para hacer feliz a Raj.