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CAPITULO 5

Cinco años después

En el castillo de la manada Blacach, se estaba organizando la boda del alfa Alan y su mate Sara, desde el balcón Alan observaba cómo un grupo de unos cuarenta hombres se acercaba a caballo, sonrió al reconocer a su buen amigo Evander.

Evander es un hombre de casi dos metros de altura, cabello dorado, y unos penetrantes ojos verdes, a sus treinta y cinco años poseía una figura musculosa y envidiable, era un lobo solitario, serio, discreto, poderoso y admirable guerrero, al que apodaban el gran lobo fiero, también era conocido por ser sanguinario, cuando visitaba alguna aldea las mujeres más osadas lo miraban con atrevimiento y deseo, en todas las tierras del Norte tenía fama de mujeriego, junto su hermano Bruno y su amigo Leno.

Evander cabalgaba siempre con su hermano Bruno un joven de ojos verdes, mirada cautivadora, valiente, que le gustaba hacer bromas y siempre mantenía una sonrisa en la boca, también con su amigo de la infancia Leno, un hombre de apariencia física llamativa de ojos color miel, su temperamento es agradable y conciliador, que vive en la manada de Canon, luego de cumplir la mayoría de edad se unió a los hermanos en la lucha por las tierras del norte.

Alan: miraba por el barcón cuando aparece su hermana Marie, una hermosa rubia, quien era su adoración.

Marie: se asomaba para ver quiénes eran los alfas que habían llegado, - “¿quiénes son?”.

Alan: responde, - “Evander, Bruno, Leno y sus guerreros, los invité a mi boda”.

Marie: mirando hacia los guerreros que entraban por el portal, suspiró al ver a Bruno.

En ese instante, los cascos de los caballos retumbaron contra las piedras del suelo en la entrada del castillo, el ímpetu y la fuerza de esos guerreros hicieron que todos los que se encontraban allí, dejaran sus labores para mirarlos con admiración y temor.

Alan: "voy a recibir a mis invitados, avísale a Sara, le gustará saludarlos", - en pocos segundos llegó hasta donde se encontraban sus amigos, le provocaba risa ver a la gente bajar la cabeza al paso del gran lobo fiero.

Evander: al ver a su amigo, levanto la mano a modo de saludo y de un salto bajó de su caballo Dark, estrechó la mano de Alan, lo jalo, le dio un fuerte y emotivo abrazo.

Leno: bromeo con una amplia sonrisa, - “Alan, tus gentes parecen asustadas a nuestro paso”.

Alan: soltando una carcajada, - “en pocos días perderán el miedo”.

Evander: “aquí nos tienes, dispuestos a asistir a tu boda, ¿dónde está la futura luna de tu clan?”.

Sara: desde la ventana había visto llegar a los caballos con los imponentes guerreros, corrió a saludarlos y llegó con una sonrisa agradable, - “aquí estoy, lo vi llegar desde mi ventana”.

Evander: Observó a la bella mujer de ojos verdes, pelo claro y sonrisa tranquilizadora que emanaba de ella, - “¿Cómo estás, Sara?”.

Leno: Besándole la mano, murmuró, - “Sara, te lo dije hace años que tu belleza sería un peligro para algún ingenuo lobo y mira quien cayó en tus manos”.

Sara: solté una carcajada, con voz mimosa, - “¿Encantada de volver a verte, primo?”.

Bruno: acercándome al grupo, - “¿Eres la pequeña Sara?”.

Sara: mirando a mi prometido sonrió, - “sí soy yo”.

Alan: atrayéndola hacia el por la cintura, - “ahora entiendes por qué cuando sentí tu aroma quise formalizar rápidamente nuestro matrimonio".

Sara: se acercó a su cara mimosa y le dio un tierno beso.

Bruno: después de saludarla bromeo, - “¿no tendrías una hermana, una prima, una amiga para presentarme?”.

Marie: "¡buenas tardes, caballeros!", - saludo, situándose junto a su hermano, ella era menuda comparada con Sara y otras mujeres, pero sus ojos azul celeste, su cara de ángel y el vestido verde que se ajustaba a su cuerpo esbelto hicieron que todas las miradas se posaran en ella.

Bruno: al ver aparecer a una encantadora jovencita, la reconocí y con una sonrisa burlona -“encantado de verte nuevamente, has cambiado mucho, donde quedaron las largas trenzas”.

Alan: detrás de nosotros se oía un poco de revuelo, alguien discutía y me percató de que Evander no apartaba la mirada del sitio.

Marie: con coquetería y una sonrisa tierna respondo - “si mal no recuerdo la última vez que nos vimos, tú te lanzaste al lago a rescatarme”.

Sara: “¿en serio?” – reí, al ver los ojos resplandecientes de Marie, tendría que hablar con ella luego.

Bruno: “tenía dos opciones, salvarla o dejar que se ahogara, después de echarlo a la suertes, no tuve más remedio que tirarme al agua”.

Marie: cambiando mi expresión de sonriente por una amenazadora, - “¿echarlo a la suertes?”.

Leno: conociendo lo jovial que es Bruno y viéndolo guiñar el ojo a una de las jovencitas que están a nuestro alrededor y ésta sonreír, opino - “Bruno, porque no mejor te callas y dejas tus bromas para otro momento”.

Bruno: me volví a dirigirme a ella, - “Marie, te recuerdo rellenita con tus trencitas subiendo a los árboles y embarrada de barro junto a los demás chicos y lo peor tuve que soportar tus sucios beso lleno de barro cuando te salvé en el lago”, - al ver la rabia en ella, finalice, - “aunque ahora tengo que admitir que te has convertido en una auténtica belleza, y que cualquier hombre estaría dispuesto a soportar tus besos con barro”.

Alan: al ver la osadía de Bruno dice - “aparta tus ojos y tus embaucadoras palabras de mi hermana si no quieres tener problemas”.

Marie: muy enfadada por sus palabras y con mirada retadora, - “tranquilo Alan, soy mucha mujer para un pica flor como este, ni en mis más oscuros pensamientos consentiría que un imbécil como tú se acercara a mí, y menos que me besara”.

Alan: sorprendido por aquella contestación, la regañó, - “Marie, que palabras son esas de una jovencita educada como ti”.

Marie al escuchar a su hermano, se fue furiosa y desapareció por la puerta del castillo, dejándolos a todos muertos de risa, incluidos a los guerreros que seguían montados en sus caballos a la espera de que sus alfas Evander y Leno les indicarán que desmontaran y buscarán un sitio donde descansar.

Mirto, uno de los guerreros, le grita jugueteando, - “Bruno, te dejó sin palabras la dama”.

Bruno: molesto, - “Mirto, ¿quieres morir?, mide tus palabras si no quieres probar mis afilados colmillos”.

Miler: otro de los hombres de confianza, sonrió y ridiculizándolo - “Mirto, será mejor que calles, a Bruno no le gusta que se burlen de él cuando una dama lo desprecia”.

Todos los hombres incluyendo a su hermano se carcajearon de la risa.

Leno: tocando con su mano el hombro derecho del muchacho, murmuró, - “te dije que te callaras, muchacho, sólo tenías que haber mirado sus ojos para saber que lo que estabas diciendo no era de su agrado”.

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