3
Murat
Los malditos chinos habían saboteado la pelea.
La policía había irrumpido allí y todo se había ido a tomar por saco en cuestiones de segundos.
Sus ojos, sus malditos ojos me traían recuerdos que no quería recordar y no pude evitar buscarla con la vista cuando sentí el peligro.
La ví salir corriendo como un cervatillo asustado y el idiota de Roklan tomó a su amiga de la mano y se la llevó sin pensar en la morena de ojos grises.
Subí a mi moto y salí de allí, por la puerta lateral, justo el sitio por dónde iba ella corriendo sin rumbo.
Las patrullas llegaban mientras yo esperaba tranquilo a que pasaran para salir.
En la otra esquina la ví y juro por mi vida que me sentí demasiado protector con ella. Nunca he tenido ese sentimiento tan incrustado en mí, como en ese momento.
¡Sube!... Fue todo lo que dije cuando me paré a su lado y verla, tan menuda y frágil, detrás de mí, fue un efecto en reverso y me enfadé conmigo mismo por estar haciendo aquello.
Aceleré a posta, estaba muy molesto y eso hizo que ella se aferrara a mi cuerpo, provocando que sus senos pequeños se apretaran contra mi espalda y me enloquecieron de deseo.
Sumando a eso, sus piernas detrás de mí cuerpo y sus manos en mi abdómen, sentía que estaba quemandome en el infierno.
Cuando por el camino ví en la pantalla de mi moto un mensaje de Roklan, le dije que la amiga de su chica estaba conmigo y el muy idiota, me dijo que mañana la buscarían, que hoy estaba ocupado. Que me la follara.
Ojalá pudiera hacerlo, pero es que la miro y mi furia crece. No quiero pensar en lo tierna que es, la criatura que tengo aferrada a mí.
Llegar a mi casa y verla indecisa de que hacer, me supo a demasiado.
Estaba ya a tope con ella. Definitivamente no estoy hecho para tener compañía.
Justo, cuando por fin creía que se iría y me dejaría en paz, en mi loft, porque no la había llevado a mi casa, la traje al departamento; no llevo a nadie a mi casa con mi perro y a mi vida, eso nunca, me asustó la expresión de miedo que tenía y alguna que otra cosa más.
Quería librarme de ella y la puse contra la pared para que se fuera, pero verla tan perdida me hizo tomar su mano y obligarla a entrar en mi loft.
Dando un traspiés, ella entró de mi mano y dí un portazo cerrando la puerta, justo antes de que me llegara un mensaje, que nunca pensé que recibiría de alguien que no quería saber ni por un recuerdo.
* Ya te tengo hermanito. No podías huir para siempre. Linda tu novia.*