Capítulo 3
Tarian estuvo atento a la conversación de su hermano con la extraña chica del frente. No se perdió de nada; aunque no podía escuchar ni una sola palabra desde la distancia donde se encontraba. Sencillamente no podía quitarle los ojos de encima a la chica de escandaloso cabello rojo. Aunque solo fue capaz de mirar su perfil durante unos segundos antes de que ella se marchara de regreso a su casa. Ella se fue; pero su hermano seguía de pie inmóvil en el mismo lugar, mirando en dirección a la casa, a pesar de que ella ya hubiera ingresado. Extrañado, decidió ir hacia allá y asegurarse de que todo estaba bien con él.
―Ella ya se fue, por si no lo has notado ―le dijo Tarian.
―Lo sé ―respondió su hermano pequeño entre un suspiro atravesado.
― ¿Por qué sigues de pie aquí? ―preguntó, cruzando los brazos, juzgando la mirada perdida de su hermano.
―Yo aún no puedo creerlo. Si tan solo la hubieras visto, sus ojos, dudo que ella sea humana, Es fantástica, como un hada, algo mágico ―describió embelesado.
―Estás exagerando ―bufó Tarian, riéndose de él.
Su hermano solo hizo rodar sus ojos, de su hermano, debía haberlo esperado.
―Tienes que verla, hasta que no la veas de frente no podrás ni siquiera imaginarte lo hermosa que es ―juró Bowie, su hermano rió, creyéndolo ridículo.
―Yo creo que te gustó la chica ―acusó Tarian, mirando a su hermano con un gesto divertido; Bowie no era el tipo de chico que se embelesaba fácilmente con las mujeres, su hermano incluso sospechaba que a él ni siquiera le gustaban las mujeres. Sería la primera vez.
―No ―respondió, contundente, en el fondo, Tarian sabía que él lo decía enserio―. Es tan extraña, de una forma especial. Demasiado… inocente.
―Ya Bowie, solo admite que te gusta ―insistió Tarian, solo por el simple hecho de molestarlo.
―Cree lo que quieras ―dijo este, harto de su hermano mayor, de su obstinación, jamás le ganaría. Pasó a su lado, golpeándole el hombro, dispuesto a regresar al interior de su casa al fin.
Tarian dio media vuelta y siguió tras él, alcanzándolo en un segundo, aunque su hermano menor era mucho más alto que él, dónde él solía dar un paso, Tarian debía dar dos. Eso lo hacía más rápido que él.
―De acuerdo. La próxima vez que ella salga, iré a conocerla. Así sabré cuál es tu drama con ella ―dijo Tarian, complaciendo a su hermano. Después de todo, él también tenía mucha curiosidad.
Cuando Yone llegó a la puerta de la casa, metió el CD debajo de su blusa, colocando su cuaderno de dibujo por encima, ocultando el bulto que pudiera distinguirse en su blusa. Abrió la puerta con extremo cuidado, procurando ser súper silenciosa. Solo metió su cabeza, rogando porque su madre estuviera ocupada lejos de la recepción. No quería que la viera entrar, podría sospechar algo. Dio pasos silenciosos en dirección a la escalera; pero su madre ya la había visto, mirándola cruzar la recepción.
― ¿Por qué volviste tan rápido? ―preguntó esta desde el lugar donde se hallaba sentada.
―Lloverá en cualquier momento ―respondió ella.
― ¿Hablaste con alguien? ―preguntó su madre. Yone miró la ventana de reojo, pudo ver que Bowie aún estaba de pie en el lugar de lo dejó cuando se marchó, él miraba en dirección a la casa. Ella tragó grueso.
― ¿Usted vio que hablara con alguien? ―preguntó de regreso, intentando contener su nerviosismo.
―No ―se limitó a responder su madre, posiblemente, intrigada porque ella se hubiera atrevido a responderle usando otra pregunta.
―No lo hice ―mintió espléndidamente, luciendo segura. Hizo una pequeña reverencia en dirección a su madre, en señal de que continuaría su camino; sin embargo, cuando pisó el primer escalón, recordó, había algo que ella necesitaba.
― ¿Padre tiene un tocador de CD? ―preguntó. Su madre dejó su asiento y el bordado que tenía en sus manos, ahora intrigada.
― ¿Sabes lo que es CD? ―preguntó ella, muy atenta a la chica.
―Mi padre lo trajo, para mis estudios. Lo necesito. ―dijo, implacable, sin dar razón para sospechas.
―En la habitación de tu padre, una caja bajo el escritorio ―dijo su madre, revelando la ubicación del objeto sin indagar mucho más.
―Gracias, me retiraré ―de nuevo, hizo su pequeña reverencia y continuó con su camino, subió las escaleras con una enorme sonrisa cubriendo su rostro. Estaba entusiasmada por descubrir lo que sea que su vecino le había dado. Prácticamente subió los escalones de un salto; pero se detuvo bruscamente cuando estuvo frente a la puerta de la habitación de su padre. Jamás se atrevió ingresar a otra de las habitaciones sin permiso, una vez lo había hecho, y aquello fue suficiente para saber que no debía intentarlo de nuevo. Su padre la había castigado muy severamente, como todos los castigos que él le imponía. Ahora tenía el permiso de su madre; pero no estaba segura de si aquello era suficiente, pero su padre no estaba en casa, él jamás tendría que saberlo. Tomó la manilla de la puerta con pulso tembloroso, el metal frío al tacto la hizo asustarse; pero lo tomó con más fuerza, y la giró, abriéndose paso por en medio de la habitación. Dio una mirada rápida al lugar, era fría y sin detalles, no había más que dos camas pequeñas, un escritorio, y dos muebles de gavetas. Pensó que sus padres dormían juntos, así como las parejas de las historias que su padre le dejaba leer en ocasiones; pero ella se daba cuenta que sus padres no eran como aquellas personas, en ellos no había afecto o cariño.
Yone se inclinó, abriendo la caja debajo del escritorio. No había nada interesante allí, solo un montón de cables enmarañados y desconocidos para ella. Nada que pudiera servirle o despertarle la curiosidad; encontró lo que buscaba, y lo colocó en sus regajos sobre el cuaderno de dibujo. Cerró la caja, colocándola de nuevo en su lugar. Tomó todo con fuerza entre sus brazos y se dirigió hasta su habitación. Una vez ahí, se tiró sobre la cama y empezó a quitar el protector plástico que envolvía la pequeña caja de plástico duro. Tenía que escucharlo antes de que su padre llegara a casa, de otra forma, él podría descubrirla, habría trágicas consecuencias, y ella jamás tendría la oportunidad de escucharlo jamás. Sería una tortura lidiar con la curiosidad de lo que pudo haber sido.
Ella tomó el circulo de plástico que había dentro, cuando lo levantó, pudo ver su reflejo en la parte posterior de este. Nunca tuvo nada igual en sus manos. Le resultaba fascinante. Por simple instinto dedujo como colocarlo dentro del reproductor. Apretó botones del aparato, sin saber exactamente qué era lo que estaba haciendo, hasta que obtuvo una reacción del mismo, y esperó durante unos segundos, que parecieron eternos, que aquella cosa no explotara. Saltó de sorpresa cuando escuchó ruido saliendo del aparato; pero supo que lo que sea que hubiera hecho, había funcionado. Los sonidos eran extraños, como era usual, nada conocido para ella; pero no estaba nada mal.
Yone se recostó en su cama, escuchando las melodías. Cerró sus ojos, intentando concentrarse en las palabras. Los ruidos siguieron su curso, cambiando de ritmo y de letras por breves espacios de silencio, cuando estos cambiaron por una cuarta vez, entendió lo que el chico de finas facciones le había dicho: “El mundo detrás de mi pared”. Cuando la escuchó toda, una lágrima bajó por su mejilla. Ella no podía ver el mundo más allá de su pared, había escuchado que era hermoso, lo creía, pero no podría saberlo realmente hasta salir y verlo con sus propios ojos. Aquella canción describía su vida, lo que ella sentía.
Cuando la música se detuvo, ella abrió el reproductor y tomó el CD, regresándolo al lugar de dónde lo había sacado, al estuche de plástico. Miró el reloj en la pared, su padre regresaría pronto, debía esconder todo aquello antes de que él llegara a casa. Tomó un pañuelo y envolvió la caja de plástico con él, tenía un pequeño escondite detrás de su ropero que jamás le había fallado. Aquel disco era importante para ella, el primer regalo que había recibido. Si caía en manos de su padre, este lo destruiría, y no quería imaginar lo que le haría a ella también.