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No sabía que encontrar, y sobre todo a quién vería.
Los minutos bastaron para tragar saliva, sentir los latidos de su corazón golpeándole el pecho. Cuando tuvo visibilidad del otro lado, vió las patas de un caballo. Al seguir levantando la vista, encontró a un hombre. El hombre más guapo que había visto en toda su existencia.
"¡Es hermoso..!"
Cabello rubio, unos ojos azules y una piel sumamente blanca. Había puesto una sonrisa de adorno, y unos músculos, que decoraban su cuerpo.
—Buen día princesa —comentó con una voz ronca y sensual.
—Hola —comentó.
—¿Se encuentra bien..? la estábamos buscando.
—Estoy bien.
—Lo lamento, algo le ha pasado —dijo y dejó de mirarla. Ella no entendió, hasta que él volvió a hablar: —Está con ropa interior —miró a su costado y dijo:— tú dale algo a nuestra princesa.
—Enseguida señor.
Una mujer un poco regordeta, quien al verla, se aproximó y la envolvió en una manta.
—Gracias, tenía frío.
—¿Y tú quién eres..? —preguntó.
—Pues soy Elian, el príncipe ¿Acaso no me recuerdas..? —preguntó un poco confundido.
—En verdad no, ni siquiera sé dónde estoy, ni cómo me llamo.
—Entra, seguramente el rey te debe estar esperando.
No dijo nada, prefirió ser parte del silencio de la noche. La subieron al caballo y ella nunca había estado en uno o eso recordaba.
—¡Me voy a caer.! — bociferó.
—Tienes que calmarte —la regañó de nuevo esa voz y ella asintió.
No lo haría sola, además delante de ella estaba el príncipe. Lo abrazó, sentir su calor debajo de sus manos, la llenó de una satisfacción extraña. El príncipe ni se inmutó. Aunque no comprendían dónde estaba, ¿acaso aún existía la monarquía?
No tuvo mucho tiempo de pensar, el caballo se detuvo, y todas las personas a su alrededor también lo hicieron.
A lo lejos, o mejor dicho a pequeños metros de distancia, se alzaba como una especie de Castillo.
"¡Es un castillo!"
Asombrada abrió los ojos con sorpresa.
—Llegamos.