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2

***

—Despierta.. —escucha una voz.

Al ponerse de pie, observó: alo lejos veía unas antorchas clavadas en el suelo, daban un poco de luminosidad. Eso la llena de entusiasmo, se sentó como pudo y se tocó el rostro. Sintió una herida en su lado derecho.

—Me duele...

—Te pasó por descuidada, habías visto el precipicio y fuiste igual.

—Tienes razón, veo antorchas, quiero ir a ver qué es.

Se puso de pie, al avanzar 2 metros, se tropezó con algo. Su cuerpo fue hacia adelante. Aunque detuvo la caída con ambas manos. Mira por encima de su hombro, se espantó.

—¡Dios mio..!

Un cuerpo, un cuerpo sin vida, estaba arrojado en el suelo. Tenía puesto un vestido, de esos de hace 300 años. No podía verle el rostro, estaba mirando a una dirección contraria.

Asustada, se acercó. Tocó el pulso, y no lo encontró.

—No deberías hacer eso... ahora dejarás tus huellas puestas en ese... Cuerpo misterioso.

—Pero hay que ver si está bien ¿no

..?

—Efectivamente está muerta.

Ella dió una mueca, rodeó el cuerpo, y se asustó. Ella era misma, vestida de época.

—¡Soy yo..! Soy yo... —murmuró completamente asustada.

Dejó caer su cuerpo, sintió el césped húmedo en su trasero.

—¡Levántate!, tiene que tener una explicación.

—No, estoy muy asustada. No puedo parar de verme, estoy con los ojos cerrados y sin pulso.

—Estás viva, tal vez... lamentablemente sea una hermana gemela o algo así.

—Sí, tienes razón.

Se puso de pie, se quitó las lágrimas y comenzó a caminar. Se acercó a aquellas antorchas, la luz le transmitía un poco de confianza y menos ansiedad.

La noche era espesa, sentía que los árboles las estaban tragando en la oscuridad. Suspiró de alivio, aunque se giró. Observando al cuerpo, apenas se veía por la oscuridad.

—Tienes que avanzar —la regañó.

—Entonces... Supongo que eres mi conciencia —dijo mientras daba pasos inseguros.

—Supongo que sí.

—¿Por qué te escucho?, ¿por qué estamos teniendo una conversación en este momento?

—No lo sé, tal vez lo haces a propósito para no sentirte sola.

La joven asintió, al terminar el pequeño camino iluminado, se sintió más aliviada. Sin embargo, algo le inquieto.

Encontró frente a ella, una gran puerta de madera. Más bien, era un portón de 4 m de ancho, y muchos metros para arriba. Para ella, era un sitio bastante inquietante y más por su pequeño tamaño.

Dió un leve golpeteo, estaba asustada y no sabía a quién recurrir. Las puertas se abrieron de golpe. Dió un paso hacia atrás, del susto.

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