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Capítulo 3

—¿Cómo es que no hay más personal en un lugar tan grande?— pregunto Rose curiosa, el castillo parecia ser un lugar muy dificil de sobrellevar con tan poco personal, pero esa estancia no lucia sucia o polvosa, era imposible que solo aquel anciano fuera tan eficiente en hacer la limpieza de un lugar asi.

Elías la miro intrigado, a diferencia de Jhon, su hija parecía ser mucho más sagaz, quizás era débil físicamente, pero su mente estaba mucho más despierta de lo que su dulce apariencia indicaba.

—¿No se supone que una persona tan delicada como tú necesita ser aislada de la gente para evitar enfermar?— cuestionó Elías dando un sorbo a su vaso, el último de hecho.

—¿Y despidió a su personal únicamente por mí?—insistió Rose manteniendo la mirada fija en aquel hombre que recién estaba tocando el piso de los cuarenta o al menos eso pensó. Antes de enfermar Rose era una chica intrépida, inteligente y no era una tonta, sobre todo cuando se trataba de su padre. Debido a su enfermedad, ella deseaba evitar a toda costa que su padre sufriera, al menos más de lo debido, así que no permitiría que un hombre como Elías pisoteara a su padre.

Lo había observado con atención, ese había sido su objetivo al llegar ahí, conocer al hombre que deseaba quitar de los hombros de su padre una carga tan pesada, pero lo que había visto no le había agradado nada, descubrió que Elías era un hombre arrogante que había despreciado a su padre en cuanta oportunidad había tenido, no podía seguir permitiendo que eso pasara.

Elías dejó escapar una ligera risa tratando de esconder el impacto que aquella chica estaba dejando en él, no solo era la viva imagen de su madre, sino también tenía su carácter decidido.

—Jhon—se dirigió al padre de la chica, lo miro con complicidad y sonrió entretenido, no esperaba que ella tuviera tantas sorpresas debajo de la manga—no me dijiste que tu hija se parecía tanto a su madre.

—Es su viva imagen—respondió un poco contrariado con lo que estaba ocurriendo, mientras más avanzaba el tiempo Jhon descubría que Elías no solamente era arrogante y soberbio, sino también una persona insolente, quizás porque tenía el suficiente dinero para cuidar de su hija, algo que él no había logrado hacer.

—Es un castillo eslavo, con más de doscientos años de antigüedad, creo que tú ya sabes la respuesta a tu pregunta ¿No es verdad?— manifestó un tanto receloso, no cabía la menor duda de que esa chica era hija de Emily y, por lo tanto, le causaría problemas.

—¿Les dio el día libre para que no vieran con lástima a la pobre niña enferma?

—Rose, basta—expreso su padre girando hacia ella molesto por sus comentarios fuera de lugar, Jhon sabia que su hija tenía algunos cuadros de depresión lo que le daba el valor de hablar sin tener en cuenta la verdadera opinión de las personas—nadie ha dicho tal cosa.

A Elías seguía sorprendiéndole cada etapa de aquella joven, era valiente, eso le gustaba, así eran las mujeres rumanas atrevidas y un poco imprudentes, alzaban la voz para expresar su opinión, pero eran firmes. Las americanas no eran de esa forma, él las había probado todas, las rubias, las tontas, las sensuales, las inteligentes y hasta las tímidas, pero la hija de Jhon Wilson parecía tener más raíces europeas que americanas.

—Efectivamente—respondió Elías en seco—mi personal se tomó el día libre para no transmitir ninguna enfermedad a la pobre niña deprimida. Deberías agradecerle a tu padre por ello, él insistió en que la cantidad de personas que tuvieran acceso a ti fueran limitadas

Ambos compartieron miradas, casi podían verse las chipas salir de aquellas miradas de soberbia e ira, pero por respeto a Jhon, su hija desvío la mirada y trato de mantener la calma, sabia que enfadarse no le hacía ningún bien, solo le generaba dolor de cabeza y ciertamente no valía la pena. Fue entonces que le dio pena aquel hombre, ponerse a la par de una adolescente no era algo muy maduro para su edad, así que trato de ignorarlo

—Elías—manifestó Jhon levantándose de su sitio—¿Podemos hablar a solas?

Elías observó la audacia de Jhon, no estaba acostumbrado a que le levantaran la voz, era él quien solía regañar, sermonear y castigar, pero en esta ocasión tuvo que guardar todas sus cartas, pensó que ya tendría ocasión de utilizarlas, así que simplemente asintió. En ese momento su empleado llego con la taza de té de Rose, se acercó y la dejo sobre una mesita al lado del sofá para que pudiera beber el brebaje con detenimiento pues estaba caliente.

Elías le invito a caminar afuera de la estancia, John siguió su indicación, pero antes de salir detrás de él, Elías echo un vistazo a la chica, su apariencia lo había impactado, pero había sido su sagacidad lo que le susurraba que tal vez sus suposiciones eran correctas, pero antes de confirmarlas, debia deshacerse de John Wilson.

Ambos caballeros caminaron fuera de la estancia hasta el recibidor, John giro hacia Elías al creer que estaban a una distancia considerable de donde se encontraba su hija, solo entonces tuvo valor de poder expresarle aquel hombre lo que había estado pensando todo ese rato.

—¿Qué mierda paso ahí adentro?—replico John mirando a Elías con suma molestia, Elías era unos cuantos centímetros más grande que él, por lo que tuvo que levantar la mirada hacia él, no obstante, Elías trato de mantener la calma, no valía la pena discutir con un hombre como el que tenía enfrente, para él, John ya no tenía valor como persona.

—Tienes demasiado consentida a tu hija—reclamo Elías con clara molestia.

—Esta enferma—le recordó John. Estaba comenzando arrepentirse de todo eso, Elías no parecía ser una persona a la que podía fiar la vida de su hija, incluso creyó que hasta podía matarla de un coraje.

—Eso no justifica su mal carácter.

—Tú no entiendes lo difícil que ha sido para ella tener esa enfermedad, el tener que abandonar su hogar para venir a un país que no conoce y tu quieres enfrentarte a ella como si no fuera más que una chiquilla mal criada, no la conoces y no tienes derecho de hablar absolutamente nada de ella.

Se creó un silencio sepulcral, solo la lluvia y los truenos eran los únicos que rompían el silencio entre ambos hombres. Elías alzo ligeramente la ceja, analizando las palabras de John, efectivamente, no la conocía, pero ese inconveniente no había sido por su causa sino por culpa de él. 

—Sígueme—le indico Elías encaminándose hacia las escaleras. John lo observo por unos instantes y luego giro hacia el pasillo que llevaba a donde se encontraba Rose, no quería dejarla sola, pero pensó que estaba mejor sola que mal acompañada por Elías.

Siguió los pasos de aquel tipo reflexionando en como soportaría dejar a su hija sola en un castillo como ese, junto a un hombre que parecía no entender a Rose. Subieron un par de escaleras hasta llegar a un pido muy alto, se podía ver el valle desde los grandes ventanales del castillo e incluso John diviso un pueblo no muy lejano.

—Es aquí— aviso Elías deteniéndose frente a una puerta, John lo miro con recelo, no sabia a que se suponía que tenía que ver.

—¿Qué hay detrás de esa puerta?

—Entra y lo verás por ti mismo— dijo invitando a John a inspeccionar el lugar, él avanzó un tanto nervioso, tomo la manija de la puerta y cuando esta cedió, Jhon vio una habitación acondicionada para una persona con ciertas necesidades.

Vio una gran cama que aunque tenía apariencia de ser una común y corriente, descubrió que era una cama especializada para pacientes como Rose, encima sobre la pared se podía ver un sistema de oxígeno y vacío, al lado también se podía ver un sistema de temperatura que mostraba la temperatura de la habitación, pero ya que la puerta estaba abierta, este había comenzado a parpadear indicando un cambio en el ambiente de la habitación.

John miro con asombro el indicador de humedad, el cual se encontraba al lado de un intercomunicador que Rose podía presionar si necesitaba ayuda. Elías había convertido una habitación de más de doscientos años, en una habitación de hospital con el equipo necesario para mantener a su hija con vida. Se sintió mal por haber discutido con Elías, él parecía estar cumpliendo su promesa, pero su orgullo le impidió retractarse de lo que le había dicho y en vez de eso se dedicó a inspeccionar la habitación esperando encontrar una falla para echárselo en cara.

Mientras tanto, Elías observo con atención como John examinaba la calidad de la habitacion, eso le decepciono un poco, ninguno de sus subordinados hubiese hecho algo semejante, nadie que lo conociera de verdad hubiera dudado de su trabajo, habia gastado mucho dinero para lograr que Jhon dejara la vida de su hija en sus manos y asi poner en marcha lo que tenia planeado para ella y para Jhon.

—¿Es suficiente para ti?—cuestiono Elias cruzandose de brazo y apoyandose contra el marco de la puerta.

Jhon habia inspeccionado todo, la cama, el sistema de goteo, las ventanas, las cuales ahora estaban completamente selladas, incluso el suelo y cuanto polvo habia acumulado. Él no encontro nada que pudiera reclamarle a Elias.

—Es suficiente para Rose—admitio muy a su pesar.

Elias torcio los labios para crear una ligera sonrisa, eso le basto para saber que John se iria una vez que su hija estviese instalada.

—Cuidare bien de tu hija y por lo que veo tambien terminare de criarla—señalo exhibiendo su mal genio.

—¿Que estas tratando de decirme?—cuestiono John—¿Qué no soy un buen padre?

—No, pero eres debil y esa una caracteristica que tu hija no necesita de ti, le mostrare que aun con su enfermedad puede valerse por si misma.

John resoplo tal y como lo haria un animal irritado, no podia decir nada en cuanto a la atencion medica que tendria su hija, pero si tenia mucho que decir respecto a la actitud de Elias, no le agradaba, habia dejado de hacerlo los ultimos minutos, pero al no tener otra opcion no tenia mas alternativa que dejar a Rose ahi. 

—No sé que rayos te paso Elias—finalmente hablo rememorando al chico extranjero que habia conocido veinte años atras—no sé en quien rayos te has convertido, pero no voy a permitir que sigas insultandome con tu altaneria, este castillo puede ser tu hogar y puedes tener todo el dinero del mundo, pero mi respeto por ti es nulo y seguramente muchas personas tambien comparten la misma idea que yo.

Elias solto una carcajada y miro con desden a John, no penso que tuviera que quitarse la mascara  de falsedad tan pronto.

—Sin duda eres una persona inteligente, por esa razon eres profesor ¿No es asi?—escupio envolviendo sus palabras con veneno de odio y rencor.

—¿Qué es lo que quieres realmente Elias?—cuestiono John observando en sus ojos y su postura la oscuridad que guardaba su alma.

—Siendo honesto, quiero que pages por haberme arrebatado a Emily—expresó sincerandose con John, él lo miro atonito.

—¿Y piensas tomar represalias en contra de mi hija?

—No, ella no tiene nada que ver con lo que paso hace mas de veinte años, ella solo es una victima de tu ineptitud como padre y la muerte de Emily fue el resultado de tu ineptitud como esposo, aunque legalmente eres su padre, no tienes el derecho y tampoco los recursos para cuidar de ella, asi que por eso estas aqui, a mis pies. ¿No es curioso como el destino no has traido a este momento?

—Estas loco. ¿Tu que sabes sobre mi vida? ¡No sabes absolutamente nada!—bramó Jhon Wilson, tal fue su enfado que su rostro comenzo a tornarse rojo de ira—cometi un error al traerla aqui, al pensar que despues de tantos años finalmente olvidarias las viejas rencillas.

—No, yo jamas olvido, asi como nunca olvide a Emily—manifestó Elias con severidad—pero si eres tan cobarde como supongo que lo eres, puedes irte, las puertas estan abiertas, llevate a tu hija y exponla al mundo, se el causante de su muerte por ser un incompetente. ¡Vamos! ¿Qué esperas?

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