Capitulo 4
John se quedó inmóvil ante el reto de Elías, estaba atado de manos y pies ante la idea de irse y llevarse a Rose, no podía hacerlo, ya no tenían a donde ir, John lo había dejado todo por esa oportunidad que Elías le había ofrecido a su hija, la opción de vivir.
No le quedaba de otra más que poner la vida de Rose en sus manos y permitir que hiciera con él lo que deseara.
—Ganaste. ¿Eso querías oír?—cuestiono John derrotado—¿Ahora qué es lo que quieres de mí?
—No, aún no he ganado John, antes de verte caer te demostraré que el único dueño del corazón de Emily era yo y que el único recuerdo que ella dejó en vida también es mío.
John frunció el ceño y negó con la cabeza.
—Si le haces algo a mi hija...
—¡Acaso no escuchaste lo que dije!—bramo Elías enfadado y cansado de lidiar con un hombre tan estúpido, no podía creer que la chica de sus sueños lo había elegido por encima de él, era inaudito y mortificante— Rose no tiene por qué pagar tus culpas.
—No tienes el derecho de pronunciar su nombre—impugnó John sorprendido de su atrevimiento.
—Eso es lo que tú crees—expreso Elías con cierta malicia. Dio media vuelta, pero antes de irse lo miro de reojo—prepara tu equipaje, quiero que salgas de mi propiedad mañana por la mañana, sin excusas
—No voy a dejarte solo con mi hija—objeto John impotente. Su cabeza era un mar de confusión, no entendía cuáles eran las intenciones de Elías al decir que no pretendía dañar a su hija, pensó que seguramente era mentira como todo lo que había dicho para engañarlo y llevarlo al otro lado del mundo, no debia fiarse de él.
—Ya te dije que las puertas de mi casa están abiertas si lo que pretendes es matar a tu propia hija, yo no te detendré—Los labios de Elías formaron una sonrisa perversa que impacto aún más a John Wilson, no sabia que hacer.
Se había quedado tan inmerso en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando Elías se marchó, entonces camino sin esperando encontrarlo quizás para no perderse o tal vez para hacerlo entrar en razón, pensó en hacer muchas cosas, pero al final comprendió que nada de lo que hiciera le haría cambiar de opinión, así que al encontrarlo bajando la escalera lo detuvo.
—¡Elías!—clamo con voz firme, un trueno seguido de un rayo ilumino aquel recinto, provocando que John dudara de que su voz hubiese sido escuchada por él, pero Elías lo había escuchado fuerte y claro, así que un segundo después giro en su dirección—haz lo que quieras conmigo, pero a mi hija déjala fuera de todo esto.
Elías sonrió complacido, ese era el tipo de comportamiento al que estaba acostumbrado, la sumisión, mostró una sonrisa blanca y no dudo en revelar en ella lo perverso y desgraciado que era en realidad.
—Te destrozaré al punto de que ni tu hija podrá reconocerte, pero por si existe alguna duda, de ahora en adelante yo me haré cargo de ella—aquellas últimas palabras las pronuncio de tal forma que John sintió como si le hubiese lanzado una daga al pecho y que había comenzado a desangrarlo, sus ojos se llenaron de lágrimas, enfadado consigo mismo por haber caído tan fácilmente en lo que parecía ser su sentencia de muerte y lo peor de todo es que tendría que dejar en sus garras la vida de su pequeña Rose.
Lo único que se pudo oír después de eso fue la lluvia salpicar sobre los ventanales y las pisadas de Elías que se alejaban de poco en poco hasta bajar los peldaños de la escalera.
Elías sintió a su alrededor un aire de triunfo, lo que había sucedido solo era el inicio de la pesadilla que había planeado durante dieciséis años. Camino con elegancia hasta regresar a la estancia donde aún se encontraba Rose. La contemplo por un segundo, era imposible no hacerlo.
Al perder a Emily había sufrido en exceso, se había dejado caer en lo más profundo de una oscuridad de la cual creyó no tendría fin, pero verla ahí, era como volver al pasado y volver a ver a esa joven universitaria que le había robado parte de sí mismo para no devolverla jamás. Cuando se dio cuenta de su presencia giro la vista hacia él, sus miradas se encontraron, pero aquello solo duro un segundo, ya que Rose vio la silueta de su padre acercarse detrás del imponente.
John trato de aparentar serenidad, no quería que su hija se preocupara, pero por mas que trato, no pudo evitar mostrarse un tanto abatido.
—¿Que pasa?—se atrevio a preguntar su hija al ver a su padre. Él se arrodillo frente a ella y al dirigirle la mirada sus ojos se llenaron de lagrimas, intento sonreir, pero eso no evito que sus mejillas comenzaran a empaparse.
—Vi tu habitación—dijo John agachando la mirada, no podía mirar a su hija a la cara, pensó que tal vez sería la última vez que la vería, no sabia que era lo que Elías estaba planeando, pensó que tal vez se la había quitado para tenerla de rehén sin que ella lo supiera y solo de esa forma lo obligaría a soportar su venganza.
—¿Y por eso lloras?—pregunto Rose un tanto confundida, su instinto le hizo levantar la vista hacia el hombre que permanecía parado observándolos. Entrecerró los ojos desconfiando de aquel tipo, la vibra que emanaba no le gustaba para nada, por lo que volvió la vista hacia su padre, que parecía estar sufriendo en silencio.
—Es todo lo que nos dijo que seria—logro decir su padre justificando su llanto, pero Rose no se dejó engañar fácilmente, sabia que algo había pasado y la razón del abatimiento de su padre estaba al frente de ambos.
—¿Tan buena es?—respondió Rose comprendiendo que cualquier cosa que hubiese pasado entre ambos hombres, era seguro que no lo sabría, su padre no estaría dispuesto a decirle nada y aquel hombre no parecía ser muy amigable.
—Es todo lo que yo no puedo darte—admitió John con un nudo en la garganta, a pesar de todo, estaba satisfecho sabiendo que Rose no sufriría si es que Elías cumplía su palabra, pensó que si su hija podía vivir mucho más tiempo, sin penas ni preocupaciones, entonces su dolor valdría la pena.
Rose abrió los labios para decir algo en favor de su padre, él había hecho muchísimo por ella, no existían palabras en el mundo con las que ella pudiera agradecerle por todo lo que había hecho esos dos últimos años, pero sintió que en ese momento nada le haría cambiar de parecer. Sus ojos se nublaron de lágrimas, pero intento no decir nada, solo acaricio su espalda y se dejó caer sobre su hombro derecho, se abrazaron y permanecieron así un par de segundos.
—Debo irme cariño—expreso su padre alejándose levemente de ella para que se reincorporara.
—¿Qué? ¿Ahora?
—No, claro que ahora mismo no, pero debo partir pronto—instintivamente su mirada busco de reojo a Elías quien observaba y escuchaba con interés esa conversación—debo trabajar para pagar todo lo que harán por ti aquí, así que pronto me iré, pero vendré los fines de semana a visitarte ¿No es verdad?
John miro a Elías, quien permanecía apoyado contra el muro de la estancia, él únicamente asintió, pero lo hizo más por cortesía hacia la chica que por John Wilson. Decidió que esa estupidez debia terminar en ese instante.
—Será mejor que vayan a sus habitaciones a dormir, las noches en Rumanía no son iguales que en América—pronuncio Elías con tal de separarlos, odiaba esas muestras de afecto públicas, no porque le resultaran asquerosas sino porque eran incómodas de ver, prefería ver a chicas besándose en una discoteca o a una pareja follando en un rincón oscuro después de un par de copas encima, pero aquello era insoportable para su mirada perversa la cual ya estaba acostumbrada a ver cosas iguales de depravadas que él.
John entendió que Elías no le dejaría estar mucho tiempo son su propia hija por el simple hecho de hacerlo sufrir. Se levantó de su lugar siguiendo la sugerencia, aunque más que sugerencia John había tomado sus palabras como una orden, pero antes de que tomara a su hija en brazos, Elías hablo.
—Será mejor que la lleve yo, tú deberías llevar el equipaje—sugirió Elías con la intención de separarlos. Rose frunció el ceño alarmada por la idea, nadie a excepción de su padre la había tomado entre brazos en mucho tiempo.
Quiso replicar por la tonta sugerencia, en aquel sitio el único apto para cargar su cuerpo era su padre y nadie más, se sintió renuente a dejarse llevar por alguien ajeno a ella, pero antes de que pudiese replicar, Elías ya había caminado hasta ella y la había tomado entre sus brazos.
Volvieron a cruzar miradas, a Elías comenzaba a fastidiarle un poco la reacción que tenía su propio cuerpo, era hermosa, una belleza exótica a diferencia del tipo de mujer al que ya estaba acostumbrado, a las golfas que vestían mini faldas y un escote pronunciado, del tipo de mujer que se arriesga a salir aunque sabe muy bien que por como va vestida puede ocurrir un sin número de tragedias, pero que con tal de presumir con su mismo sexo o con tal de conseguir un hombre que se interese en ella sale a las calles hasta ya muy entrada la noche.
Elías no era un hombre común, por lo que una chica como Rose, enferma, dependiente de alguien para sobrevivir, frágil y testaruda no era su tipo de chica, pero al tenerla entre sus brazos su corazón se agitó al ver en sus ojos a la joven de la que había estado enamorado.
John observo con recelo lo que estaba ocurriendo, si tan solo sus manos hubiesen tenido un poco de voluntad hubiese impedido que ese desgraciado tocara a su hija, pero no tuvo la fuerza, se quedó inmóvil viendo como Elías se llevaba a Rose lejos de él como si fuera de su propiedad.
Rose no pudo replicar sobre eso, no quería que ese hombre la tocara, pero ya estaba en sus brazos subiendo la escalera, sintió miedo, sabia que algo no estaba bien, el comportamiento que había tenido su padre no era propio de él, quería mantener sus pensamientos alejados de lo que estaba ocurriendo, pero sobre ella sintió una mirada penetrante, así que por instinto busco la razón del porqué se sentia asi hasta que descubrio a Elias observandola.
Su mirada era oscura, parecía esconder muchos secretos, eso le hizo preguntarse que era lo que estaba tramando, ya que no parecia tener buenas intenciones sobretodo porque su mano sujetaba firmemente su pierna. Rose llevaba puesto un pantalon grueso, pero aun asi pudo sentir como el calor que emanaba la palma de su mano se introducia atraves de la tela hasta su piel, sintio como si estuviera desnuda y realmente su mano la estuviera tocando.
Desvio la vista enseguida, debia apartar su mente de esos pensamientos que aparentemente solo la estaban haciendo sufrir, respiro hondo y luego solto un suspiro lentamente creyendo que tal Elias haria o diria algo al haber inhalado aire de esa forma, pero él continuo su camino y se detuvo en el segundo piso donde su sirviente mas leal lo esperaba.
Ahi le dirigio unas palabras que Rose no pudo entender, era rumano, pero ella supuso que le habia dado una orden ya que el anciano solo asintio con la cabeza, dio media vuelta y de saparecio por un pasillo que era tenuemente iluminado por lamparas pegadas a los muros.
Al continuar Rose miro hacia atras, su padre llevaba su equipaje, pero le parecio que se movia por instinto mientras su mente estaba perdida, no parecia ser el mismo hombre animado que ansiaba llegar a la residencia de su amigo, mas bien parecia que su padre era un sirviente mas de Elias.