Capítulo 2: Los dioses griegos
Todas las que soltamos un suspiro nos acomodamos mejor. Habíamos relajado nuestras posituras por los tres adonis que habían bajado del avión.
Yo mantuve mi mirada al frente y traté de no moverla ni desviar la mirada a ningún lado. Lo mismo hace mi equipo. Somos considerados los mejores y eso engloba el respeto que tenemos con nuestros superiores. Siempre hemos sabido nuestros lugares y eso no va a cambiar.
Cuando llegan al frente nuestro, el de la izquierda dice:
– Descansen – cumplimos la orden. Su voz era gruesa y profunda, además, no está nada mal. Ninguno de ellos está mal.
– Nosotros somos los nuevos coroneles de la central de Moscú – dijo el del medio –. Soy el coronel James, el que está a mi derecha es el coronel Thomas y el que está a mi izquierda es el coronel Sebastián. Espero que todos respeten y cumplan las normas. No aceptamos deslices.
– Elegimos liderar esta central, porque nos dijeron que aquí estaban los mejores, espero que no estén equivocados – dijo el coronel Sebastián.
Si me ofrecieran elegir entre ellos tres, no podría. Son tan distintos en físico, pero tan iguales en actitud.
James es el prototipo americano con un toque irlandés. Pelirrojo, ojos azules y músculos de ensueño.
Sebastián es el ruso del grupo, su aura, su porte peligroso, todo grita aléjate, pero a la vez lánzate sobre mí.
Y por último está Thomas. Hombre inglés con ascendencia italiana.
Los tres en un solo paquete. El sueño de cualquier mujer.
Pero es imposible que algo suceda. Son mis superiores, eso se podría mal entender. muchos pensarían que seduje a uno de estos asombrosos hombres solo para escalar de rango, lo cual no seria cierto. Yo nunca seduciría a nadie por un cargo eso va en contra de mis ideales y en contra de los valores que mis padres nos inculcaron a mi y a mis hermanos.
Los tres comenzaron a recorrer la fila que se extendía por toda la pista de aterrizaje. Uno de ellos, James, se detuvo frente a mí.
– Su nombre – dijo.
– Capitán Creuse, líder de la bragada alfa de la central 038, señor – digo inmediatamente. Mi voz no tiembla ni un solo segundo. Por mas que sea un dios griego que bajo del olimpo a la tierra, no me voy a dejar intimidar.
– Un gusto, capitán Creuse – me sonrió. Quería responderle con una también por el lindo gesto, pero no podía flaquear, a lo mejor era una prueba. Al ver que no iba a responderle el gesto, siguió su camino.
Cuando los tres se volvieron a colocar al frente de todos, pude sentir la mirada de los tres recién llegados. Despegaron sus ojos de mis pasados los diez segundos. Mi cuerpo se relajó un poco tras eso.
– Rompan filas, pueden volver a sus labores, después nos estaremos comunicando con los capitanes y generales para conocer las misiones que se están llevando adelante – dijo el coronel Thomas.
Hicimos caso a sus palabras y rompimos filas. Mi equipo volteo a verme para esperar ordenes, por lo cual dije:
– Escuadrón alfa, los veo en veinte minutos en el salón de estrategias “delta”, excepto tu teniente Creuse, los generales Creuse y Beker están esperando nuestra llamada – dije dándole una sonrisa a mi mellizo.
Los demás se dirigieron al edificio de entrenamiento y Apolo se me acerco y paso su brazo encima de mis hombros acercándome a él para asi dirigirnos a los dormitorios e ir a hablar con nuestros padres.
Cuando estamos en mi habitación, apolo toma mi laptop y abre la aplicación necesaria para hacer la videollamada.
– Hola mis pequeños guerreros – dice mi abuela saludándonos desde atrás de nuestros padres –. Los extraños mucho, espero que ustedes también lo hagan conmigo – mi hermano y yo reímos. Cada vez que llamábamos a nuestros padres ella buscaba la manera para ser la primera en hablar. Amábamos que hiciera eso.
– Lo hacemos, May-May – dijo Apolo usando el apodo que le teníamos.
– Menos mal, sino iba ya mismo para allá y les daba dos sopetones en la cabeza para que lo hicieran – dicho eso desapareció del lugar, dejándonos con nuestros padres.
– Ella nunca cambia – dice mi papa negando con su cabeza –. ¿Cómo están los guerreros Creuse?
– Estamos muy bien, papá – esta vez hablé yo.
– Eso no lo dudo, Lore. Después de enterarme que mi hija es ahora una capitán y mi hijo es su mano derecha, siendo teniente, no puedo ver que estaría mal – dijo con tono orgulloso y con una sonrisa.
Eso me hizo sonreír mucho y mis ojos ligeramente se nublaron. Mamá y May-May nos hablaron a mis hermanos y a mí que hubo un tiempo en el que papá no sonreía mucho y no era feliz. El sufre de depresión, pero si lo vez ahora, eso nunca se te hubiese pasado por la cabeza. Ahora es una de las personas mas felices que conozco y de solo pensar todo lo que sufrió me duele. Pero luego recuerdo que llegó su luz. Mi madre. La persona que lo sacó de esa oscuridad en la que estaba sumido. Claro que mi tío Colin también tuvo que ver en su mejora, pero sea como sea, estoy feliz que ese hombre que esta al otro lado de la cámara sea mi padre.
Me enseño que siempre hay que luchar por lo que uno quiere, que hay que luchar por vivir la vida de la mejor manera que existe, siendo feliz.
– Ay, papá nos estas alagando mucho – dije sonrojándome.
– Tu padre tiene razón, Lore. Estamos muy orgullosos de ti y de Apolo. Salieron mejor que nosotros y eso no nos puede hacer más feliz – dijo mamá.
– Gracias, Ma. ¿Cómo están los terremotos? – preguntó Apolo.
– Están bien. Lo más probable es que en unos meses se vayan con ustedes a la central de Moscú. Y lo mas seguro es que los van a poner en su escuadra. Al fin todos estaremos en una sola central y no saltando de un lugar a otro para verlos – dijo papá.
– Espero entonces que tío Colin este haciendo un buen trabajo porque en mi equipo solo están los mejores – dije.
Al escuchar eso mi tío Colin se asomó por la cámara y dijo: – No te pases de lista, mocosa. Recuerda quien te entreno para ser la mejor junto a tu hermano. Yo los hice unas máquinas aniquiladoras – reímos por sus palabras. Y si, ese era tío idiota Colin.
– Tranquilo, Kavinsky. Ellos están jugando contigo, idiota – le dijo mi papá.
– Bueno, entonces controla a tus hijos. Están hechos una falta de respeto.
–¿Y qué hay de Egan? Él es igual de idiota que tú y no nos quejamos de él – dijo mamá.
– Eso es porque lo adoran – dijo el tío Colin defendiendo a su hijo.
– Asi como tu adoras a nuestros hijos, idiota – respondió papá.
Yo miré la hora y me di cuenta que se nos hacia tarde para la reunión con el escuadrón.
– Papá, mamá, Apolo y yo nos tenemos que ir, tenemos una reunión en diez minutos.
– Vayan tranquilos, mis guerreros. Después hablamos – dijo mamá despidiéndose. Apolo cortó la llamada.
– Tío Colin…– dije.
– Nunca cambia – terminó Apolo.
Me gusta la relación entre mi mellizo y yo. Nos complementamos y somos unas maquinas aniquiladoras como dijo mi tío hace unos momentos. Nos entrenaron para serlo y si sola desmantelé a un grupo de traficantes de armamento militar, imagínense lo que hubiese hecho si Apolo hubiese estado conmigo. Creo que hubiésemos acabado con una ciudad completa.
– Mejor vamos yendo para la sala de reuniones, nos deben estar esperando – dije.
Seguidamente nos levantamos y abrí la puerta de la habitación, pero lo que vi al otro lado de ella, me sorprendió.