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Capítulo 3: Venganza fallida

Después de haber pasado dos días de esa noche de juegos, mi radiante risa —burlona— no había desaparecido.

Como lo dije anteriormente, mate a dos pájaros de un sólo tiro, a mi querido hermano por hacerme darle un beso a Daniel y a Esteban por molestar mi existencia desde que lo conozco.

Escucho un estruendo y veo como la puerta de mi casillero cierra de golpe sobre mis narices, ya no me alteró y sin mirar quien es el causante de que mi casillero cerrará así, se quién es, por lo que no me altero, eso causaría su triunfo.

Desde esa noche Esteban siempre me recibe así. Y no lo culpo, con sólo verlo recuerdo su —apasionado— beso con mi hermano y mis ganas posibles de ocultar la risa se ven nulas, ya que no estoy interesada en hacerlo.

— Supéralo de una puta vez Sofía o si no....

— ¿O si no que? —Le interrumpo—, ¿Vas a besarme para interrumpir mi risa? Porque créeme cuando te digo que no eres mi tipo —me acerco hasta rosar mis labios con el lóbulo de su oreja— Y menos si besas a hombres, sobre todo si ese hombre es mi hermano.

Siento como su cuerpo se endurece y palidece, eso me da una sonrisa de satisfacción.

— No le puedo quitar a mi hermano lo suyo —Digo con desdén.

Justo cuando me estoy retirando lentamente siento como él me agarra fuertemente del brazo, a tal punto que siento que me lo va a quebrar.

Me aleja arrastras de mi casillero y en un intento de soltarme de su agarre él me agarra fuertemente y se agacha delante de mí, en donde en cuestión de segundos quedo en uno de sus hombros como si fuera un típico costal de papas.

— ¡Esteban bájame! —Grité pero él hizo caso omiso.

— ¡Esteban Maksim Bogdanov, bájame de una maldita vez! —Grite más fuerte.

Pero sólo logré que por donde pasáramos los pocos estudiantes que se encontraban en la escuela —ya que era muy temprano— nos miraran con asombro y diversión.

— ¡Maldición, Bogdanov suéltame de una puta vez! —Dije tratando de bajarme de su hombro.

— Tan chiquita y con esas palabrotas —Se burló— ¿Con esa misma boca le dices te amo a tu mamá?

— ¡Y con esta misma boca le diré a todo el mundo que el gran Esteban beso a un hombre— Intento calmar mi respiración— Y créeme, tu suerte con las chicas se irá por la borda —Finalice.

Después de esto sentí como me bajaba nada amable de su hombro.

Sin siquiera permitirme componer mi desarreglado uniforme o protestar por su delicadeza al bajarme, se acercó mucho a mi —Demasiado diría yo—.

— Entonces, según tú, soy gay —Dijo mirándome fijamente a los ojos y acercándose más a mí.

Inmediatamente retrocedí, pero él no se detuvo en avanzar hacia mí, ni yo en retroceder. No sé cuantos pasos retrocedo, solo siento como quedó contra la pared del lugar, lugar que por lo visto era un pequeño cuarto en donde guardaban los pupitres inútiles.

— No dije que eres gay, sólo dije que divulgare lo que pasó esa noche si sigues con esto —Afirme.

— ¿Y qué es “esto”? —Pregunto a centímetros de mí.

— Molestarme constantemente desde que llegó hasta que me voy de la escuela.

Asintió lentamente tratando de asimilar cada una de mis palabras

— ¿Qué puedo hacer? Me gusta molestarte y por lo visto tú a mí también.

Negué a lo que él afirmó.

— No me interesa perder mi tiempo con tontos como tú.

— ¿Tontos como yo? ¿Para ti soy un tonto?

— En efecto — respondo sonriente, ante su cara de indignación.

— Ahora soy un tonto que te complace molestar ¿No?

— No. El molestarte no me genera satisfacción. Sólo sé que si te metes conmigo de alguna manera me desquitare lo que me has hecho. Eso te lo he comprobado y si aún dudas de ello, puedes continuar molestándome para asegurarte con mis contraataques, que no soy de las que se dejan.

Me observa detenidamente, quizás intentando comprobar si miento o no.

Tarda así y ya su cercanía me molesta demasiado.

— Quiero marcharme.

— Adelante —dice sin apartarse de mi camino.

— Me obstruyes el camino. Así que apartarte si no quieres que te deje sin aire nuevamente —Enarque una ceja, un poco incrédulo.

—Aquí no hay pelotas de básquet —Sonrió.

— Pero si está mi rodilla que puede llegar "accidentalmente a tus partes nobles"—Recalcó las comillas con mis dedos.

Con ese comentario su sonrisa y seguridad desapareció de su rostro, mientras mi seguridad y confianza aumentó.

— Ahora, si me disculpas, tengo unas clases que recibir —Digo empujándolo un poco para poder salir del lugar.

Abro la puerta y justo cuando voy a salir él habla.

— ¿Eres consciente de que esto no termina aquí, verdad?

— Me tienen sin cuidado tus amenazas. Le daré tus saludos a mi hermano de tu parte —me burle antes de cerrar la puerta tras de mí.

Me retiré del lugar, dejando a mis espaldas Esteban gritando.

Que lastima llamar su nombre completo sin burlarme de ello, pero en la situación que estaba no podía.

(...)

Narra Esteban

La loca cerró la puerta e ignoro mis gritos.

La muy malnacida lo hizo.

Salgo más que enojado del salón, encontrándome a varios curiosos que me observaban con burla.

— ¿Qué me ven, imbéciles? ¡Ocúpense de lo suyo y no molesten! —grito alejándome de los curiosos que sin duda oyeron lo que aquella desquiciada dijo.

Esa mujer sin duda es una pesadilla. Es un tsunami que si no detengo o controlo, podrá destruirme por completo. Y eso, no lo puedo permitir.

Entro a mi salón de clases, con humo por las orejas y que los mil demonios me llevan del coraje que cargo y éste aumenta más cuando ella me observa sonriente.

Definitivamente Sofía tiene mucho coraje para hablarme y sonreírme de esa manera.

Estúpida niñita —Pensé— Me la vas a pagar y te bajare ese pedestal en el que crees estar.

Pateo la silla en la que me voy a sentar, haciendo que todos me observen.

— ¿Qué quieren? ¿Desean que les haga lo mismo que hice con la silla? — grito enojado e inmediatamente todos continúan con sus cosas.

— ¿Y ahora que te pasó? —Pregunta Camilo al verme más que furioso.

— Sofía...

El pelinegro rodó sus ojos al igual que Michael.

— ¿Otra vez esa niña? — suspiro Michael con pesadez— Deberías darte por vencido con ella, yo que tú ya lo habría hecho.

Los tres miramos a Sofía que se reía plácidamente con Aninka y otras chicas.

Lo cual hace que mi nivel de ira aumente.

— Calma Esteban —intenta tranquilizarme Camilo— No todas se pueden ganar, con que las demás chicas caigan a tus pies y todos hagan lo que digas estarás bien, ella es sólo un fallo en el sistema. Nada más.

— Pero ese es el fallo en el sistema que no estoy dispuesto a ignorar.

— ¿Por qué? ¿Te gusta? — pregunta Michael sorprendido.

— No ¿Cómo crees? Mis gustos no son tan malos.

Ella no está nada mal — me recuerda mi conciencia—.

Pensamiento que ignoro inmediatamente.

— ¿Entonces? ¿Por qué te empeñas en alguien que no te interesa?

— No me gusta, pero si me interesa.

La confusión entre ambos chicos es evidente.

— No te gusta, pero te interesa — repite Michael — ¿Cómo debemos interpretar eso?

— Como lo digo. No me gusta, pero por el simple hecho de que le gusta a Daniel, me interesa. Por lo que enamorarla y hacerla mía, sin duda, es mi objetivo. Ya que mi intención real es obtener mi anhelada y perfecta venganza.

El rostro de ambos chicos decae.

Aunque ellos hayan estado conmigo siempre, no soy tonto para saber que tienen conflictos internos por lo que nos hemos convertido.

— Pero ¿Cómo vas a lograr eso si su temperamento es fuerte? — pregunta Michael después de varios minutos en silencio.

— Es cierto—coincide Camilo— En una relación debe de ser uno pasivo y otro activo, uno positivo y otro negativo, para que funcione, pero ustedes dos —Dijo mirando a Sofía y a mí— Son iguales y eso ocasiona choques entre ustedes. Los polos opuestos se atraen y los iguales se repelan, eso es lo que pasa con ustedes, así que o cambias tu forma de ser con ella —Señaló con la cabeza a Sofía— O créeme que no avanzaras y tu plan vengativo se irá abajo.

Michael asiente.

— Sólo un consejo, mi hermano y amigo, si esa bella chica que está sentada junto a tu hermana, es tu venganza. No se te ocurra enamorarte de ella — aconseja Michael.

Bufo a su comentario. Sin duda, estaba fuera de lo real, de lo imposible.

— No digas estupideces Michael.

— No me gusta tomar partido en una discusión, pero Michael tiene razón. Vas a sufrir mucho si tomas a Sofía para hacer sufrir a Daniel, pero en el proceso de tu venganza te enamoras de ella.

Me burlo nuevamente.

— Y según ustedes ¿Cómo creen que sucederá eso que es tan imposible de pasar?

Ambos se encogen de hombros

— La chica tiene mal carácter. De eso no hay duda, pero tampoco podemos negar que físicamente tiene lo suyo.

— ¿En dónde? Porque yo no lo veo.

— Si lo ves. Solo te niegas a aceptarlo. Y esa negación te puede hacer caer.

— Veras algo en ella que te enamorará perdidamente y cuando Sofía conozca cuáles fueron tus intenciones al enamorarla y te odie por ello. Querrás retroceder el tiempo y actuar correctamente para no perder, a la que en ese momento llames el amor de tu vida.

— ¡Guau! Sería peor que Romeo y Julieta —Se burló Michael— Sería digno de hacer un drama, llamado por la ley del karma te perdí.

¿Por qué pienso que dirán algo valioso cuando sé lo burlones que son?

Niego ante ello.

— Dejen de hablar estupideces y escúchenme bien, jamás de los jamases me enamoraría de esa perdedora. Así que no tienen de que aconsejarme.

— Yo sólo te advierto, para que después no digas que no se te dijo.

— Déjate de estupideces y centren su imaginación y energía en lo realmente importante.

— ¿Y qué es?

— Hacerla que caiga en mis redes.

Con poca seguridad se miran entre sí para después observarme.

— ¿Cómo lo lograras?

Mi sonrisa se amplía ante la idea que llegó a mi mente.

— Mientas escuchaba sus locuras se me ocurrió una idea para que Sofía caiga rendida a mis pies. Una idea en la que necesitare su ayuda.

Dos pares de ojos me miraron con asombro y una pizca de incredulidad, mientras sonreía por una victoria que todavía no me había ganado, pero estaba a nada de hacerlo.

O eso creo.

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