Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capitulo 4

Después de deleitarme con el hasta hace poco virginal anito de Mili viene su furia, o mas bien su reproche hacia ella misma por saber que le a gustado tanto que su arrugado anito le pica por volver a sentirse perforado sin importarle estar en los baños de la Universidad.

Regresé a mi habitación y encontré a Mili quitándose la ropa. Se inclinó completamente de espaldas a mi, todo su enorme trasero lucia aun meloso por mi semen. Sus carnosas nalgas me daban un magnifico paisaje, tuve ganas de clavármela de nuevo, parecía una invitación... pero noté que quería recoger la sabana que estaba en el piso.

Se cubrió con la sabana y se asustó al verme en la puerta, observándola... quizás quiso reprocharme algo, pero solo llego a decir…

—Creo que necesito una ducha —dijo con timidez.

Era obvio, no iba a ir a la facultad con el perfume de mi esperma sobre su redondo trasero y sus bien formados muslos.

—Claro —dije y le di paso para que fuera a la ducha.

Intente alejar cualquier recuerdo de lo sucedido, porque me daban ganas de entrar a la ducha, aunque dudo que Mili, ahora menos excitada, me dejara poner en practica esa idea. Poco después ella ingreso a mi habitación cubierta por mi bata.

—No había otra cosa que ponerme, espero que no te importe — me dijo avergonzada.

—No te preocupes, te queda mejor a ti que a mi —repuse en forma de broma.

Una tibia sonrisa suya me animo a pensar que las cosas podían volver a su cauce normal. Un incomodo silencio nuevamente reino entre nosotros. Entendí que quería un poco de espacio para cambiarse. La había visto desnuda y en una pose por demás sugerente, pero sin alcohol en la sangre y sin la picazón en sus partes intimas que antes tenía, seguramente se sentiría mas pudorosa. Así que salí con el pretexto de prepararle el desayuno.

Después de desayunar llegamos a la universidad y presentamos nuestro informe, no sabíamos que teníamos que sustentarlo, así que no preparamos nada porque nos la pasamos envueltos en la iniciación anal de Mili.

Expusimos el trabajo como pudimos, imagínense que tan mal nos fue; después de beber mucho vino y poseer el trasero de Mili, yo no podía concentrarme mucho y ella estaba igual de distraída que yo.

El profesor nos puso una mala nota y al terminar la clase se desató la pelea; me echo la culpa de nuestro traspié académico, aunque nos iba bien en los otros informes, me hizo responsable si es que reprobaba... yo sabía que su enojo no era tanto por el curso sino por la perforación que le hice a su enorme trasero.

Intente calmarla, pero no logré mucho... terminamos peleados, por suerte esa semana no había informe que presentar, aun así, nos veríamos en clase. No tenía ganas de ofrecerle paz y ella tampoco parecía querer dármela.

Evitó verme o saludarme, al igual que yo evité ver o hablar con Javier. Algo de remordimiento tuve, me era incomodo saludarlo después de que me deleite con las nalgas de su enamorada.

—¿Como estas? —escuché que me decían, al voltear note que era Javier.

—Ahí...mas o menos —repuse sin animo.

—Mili me contó todo —replico serio.

¡Mierd...!, lo sabia, Milagros se lo confesó... bueno hace tiempo que no me agarro a golpes con nadie, parece que hoy vuelvo al club de la pelea... pensé, esperando el primer golpe del recientemente cornudo.

—¿A si? —espondí incrédulo.

—Si —dijo pensativo y agregó—. No te preocupes, se lo fastidiosa que puede ser Mili.

—¿Qué? —pregunté sin entender.

—Ya sabes, cuando la reprueban se pone insoportable, pero ya se le pasará.

—¡Ahhh! —exclamé con cierto alivio.

Al parecer Mili no le había contado la historia completa, porque sino se armaba la pelea del siglo en el patio de la facultad.

—Por tu culpa tendré que volver a llamar a mi amiga —dijo—. Te conté de esa que succiona vergas como toda una profesional, además tiene unos senos enormes —me dijo burlonamente.

—¿Qué?¿Con Mili no te basta? —le pregunte.

—Bueno, a Mili no le gusta practicarme sexo oral... tu sabes algunas mujeres piensan que es denigrante aunque son tonterías suyas.

Lo mire extrañado, porque recordé la espectacular mamada que días antes me dio Mili, no tuve que decirle nada, ella misma engullo mi verga con vehemencia... al parecer también recibí las caricias de los labios de Mili en mi verga antes que Javier... hasta ese punto llego la excitación de Mili, se olvido de sus convicciones sobre el sexo oral, sucumbiendo ante el placer y la gratitud hacia el pene que le desfloro su ano.

—Además, cuando Milagros se pone fastidiosa, prefiero buscarme a otra —replicó Javier, notando mi silencio e intentando justificar su infidelidad.

No le podía reprochar mucho porque yo mismo le fui infiel a mi enamorada, seducido por las curvas de Mili.

Javier se alejo, diciéndome que si quería podía darme el número de su amiga.

Esa semana, al salir con mi enamorada, tuve que disimular la cara de culpabilidad. Ella me notó distraído, me excuse diciendo que tenía mucho trabajo en la universidad... y me creyó. Caraj... ¿por que tanto remordimiento?, en toda mi vida es la primera vez que he sido infiel, y dudo que vuelva a repetirlo... me dije, intentando acallar mi conciencia, pero no tardaría mucho en tropezar de nuevo con la misma piedra.

Terminó la semana y nuevamente vi a Mili en clase, otra vez teníamos que hacer un informe, sería el ultimo del ciclo... ya no podíamos evitarnos.

Quedamos de acuerdo en hacer el trabajo el sábado por la tarde, en la facultad. No mencioné nada de ir a mi casa o la suya, no creo que hubiera aceptado... además su trato conmigo era frío... ella tampoco sospechaba que caería de nuevo en una infidelidad.

Nos encontramos en la sala de computo de la facultad. Mili vino con un pantalón blanco apretado, note el revuelo que causo en el pasillo, todos los hombres babearon al verla pasar.

Después me daría cuenta que su pantalón no tenia bolsillos en la parte trasera, aunado al claro color, casi translucido del pantalón, uno prácticamente podía verle todo su jugoso trasero. Llegue a pensar que no traía ropa interior, luego descubriría que su diminuta tanga blanca se había perdido entre sus generosas nalgas.

Intenté concentrarme en el trabajo, su trato indiferente no me daba lugar a otra cosa, sin embargo, por momentos soñaba despierto, recordaba lo sucedido dos semanas atrás o como la vi de espaldas minutos antes, con su sugerente pantalón blanco, que no dejaba mucho a la imaginación.

Llego la hora de cerrar la sala de computo y no habíamos terminado el informe. El tipo que administraba la sala nos conocía, así que nos dejo quedarnos unos minutos más. A pesar de eso no pudimos finalizar el trabajo.

Al abandonar el centro de computo, nos dimos cuenta que la facultad estaba prácticamente desierta...

—Debemos presentar el informe el lunes, solo nos queda el domingo —le dije.

—¿Qué hacemos? —pregunto secamente.

—No sé, vamos a tu casa —sugerí.

—No, un virus mató mi computadora y no la he arreglado —me contesto de mala gana.

—Entonces vamos a mi casa —dije.

—Eso te convendría —me dijo con desconfianza.

—¿Quieres terminar el informe o no? —pregunté con seriedad.

—Pero tu quieres ir a tu casa a trabajar o a que... me respondió con cierto enojo.

—¿A que te refieres? —contesté enfadado.

—Ni creas que te vas a aprovechar de nuevo de…

—No te hagas la inocente que yo no soy el único culpable —respondí fríamente.

No dijo nada, simplemente recibí una estruendosa bofetada que me dejó helado, no supe que hacer, estaba molesto pero no la iba a golpear. Pensé en otra cosa para desquitarme.

La abracé con fuerza y la besé. Mili no reaccionó por unos instantes y llegué a sentir que me correspondía, pero luego vino el forcejeo, me aparto bruscamente, lucia iracunda, pero parecía haber disfrutado del beso que le robé, al menos eso creí hasta que me dio otra bofetada.

—¡Idiota! —me gritó con lo que me parecía una fingida furia o pudor.

Después, sin dar pie a una replica mía, ingreso presurosa al baño de damas que estaba a escasos metros de nosotros.

Vacilé unos segundos, pero con la rabia que tenia no iba a dejar las cosas así.

Ingresé también al baño de damas.

La encontré frente al lavamanos, mirándose en el gran espejo del baño.

—¿Qué haces aquí? —pregunto sorprendida.

—Esto... —dije, y nuevamente la abrace y bese.

Hubo menos forcejeo que la primera vez, llegué a sentir su lengua, sus brazos parecían querer abrazar mi cuello, pero nuevamente me alejo y otra vez mi mejilla enrojeció por una bofetada.

Cuando voltee el rostro para verla, me miro de manera extraña, pensé que me daría otro golpe, pero me tomo del cuello y fue ella misma quien me beso, en un lujurioso pero extraño beso. Esta vez yo la aleje, ahora había pasión en el brillo de sus negros ojos. Su pecho henchido subía y bajaba por la adrenalina que esa situación generaba... viendo su rostro ansioso y sus medianos melones ir y venir, me dije ¿Por qué no?... tome su blusa, y en un rápido movimiento la jale, rompiendo todos sus botones y dejando a mi vista sus senos... me abalance sobre ellos jaloneando su brasier y engullendo sus pezones…

—Ahhh! —gimió sorprendida.

Mili respiraba agitada, me acaricio el cabello, pero sus manos prefirieron buscar en mi pantalón, hice lo propio con el suyo. Ella tomo mi endurecida verga entre sus dedos y yo le bajaba como podía su apretado pantalón y la pequeña prenda que parecía ser su ropa interior.

Mi pantalón cayo al suelo por su propio peso mientras Mili no dejaba de pajear mi pene.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.