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Capitulo 3

Al principio me contuve, luego cedí, dejé que su propia mano me dirigiera hacia la raja de su trasero.

Al verla así tan sumisa, dominada por mis caricias, disfrutando de aquello que hasta entonces le había negado a otros, incluso que se había negado a si misma por temor... pensé: Que diablos... no debe faltar mucho para que me pida lo que yo quiero.

Agudice la picazón en su ano, moviendo lentamente mis dedos dentro suyo, ella con desesperación comenzó a moverse hacia atrás, entonces respondí empujando hacia delante, mi mano rebotaba contra sus nalgas... ella se estremecía.

-Ay... uhmmm.... que ricoo.... no aguanto más... uhmmm —gimoteaba.

- Yo tampoco — replique angustiado, incluso comencé a acariciar mi verga. Si no me permite penetrarla, al menos tendré una fenomenal paja con el espectáculo que me da.

Escuchó mi exclamación y, sin dejar de moverse, volteo a verme, se sorprendió al ver desenvainada mi tiesa verga. Nuevamente volteo, quizás imaginaba que lo que le proporcionaba placer no eran mis dedos, sino mi pené... esta idea habrá podido más que su conciencia o que su voluntad... fue entonces que finalmente el placer que sentía no le dejo mas remedio.

- Uhmmm... ya no puedo mass... uhmmm... no puedo más —gemía desesperada—. métemela.... vamos... métemela.

-¿Qué?... ¿Pero tu...?...

—exclame incrédulo.

- Olvida lo que te dije —me recriminó Mili e insistió en su pedido—. Solo métemela... por favor... hazlo... vamos…métemela —casi grito, loca de placer.

Me despoje como pude del pantalón, subí a la cama y arrodillado me ubique detrás de ella. Casi me da un infarto al verme ante semejante panorama: sus enormes caderas y sus redondas nalgas iban estrechándose a medida que llegaban a su cintura... como para tomarle una foto.

- Que esperas... yaaa.... hazloo... por favooor... memetelaaa—. me suplicó Mili.

Tome todo el gel que pude y se lo embadurne, me eché el restante, introducí mis dedos para hacerme espacio... ella disfruto al tener nuevamente mis dedos expandiendo su ano.

- Uf, que bien... que ricoo... metemelo... vamos.

Saque mis dedos y fui introduciendo la cabeza de mi pené, que ingreso sin mayor dificultad hasta la mitad, de ahí en adelante forcejee un poco... con mi excitación no me di cuenta que no tenía que proceder tan bruscamente.

- Auuu... uhmmm... espera... uhmmm —se quejo Mili.

Entendiendo que sus traumas respecto al sexo anal podían volver, acaricié sus nalgas y su espalda para apaciguarla, luego procedí con mayor suavidad. Repetí el mismo ejercicio que realicé con mis dedos... y su ano fue cediendo... más lentamente que antes, pero con mayores gestos de aprobación de su parte.

- Ay... ayyy... si... así... despacito... uhmmm..

Cuando mi pené iba por la mitad, Mili volteo a verme; su rostro lucia excitado pero incrédulo, seguro no podía creer que se la estaban clavando por el ano y que lo estaba disfrutando... Su expresión me excito y tomándola de la cintura le empuje un cuarto más de verga.

-¡Ahhhh! —exclamo con la boca abierta, tragando aire y haciendo que su pecho creciera, en su rostro una expresión de sorpresa y reproche.

- Lo siento... lo haré mas despacio —me excuse.

La vi apoyar un codo, cerrar el puño y morderse un dedo para evitar gritar, yo no me moví... mas bien empecé a retroceder lentamente.

- Auuu... no, no, esta bien... continua... ouuu —repuso Mili cuando recobro el aliento.

A pesar de que le dolía, quería seguir teniéndola adentro, perforándola por primera vez. Le hice caso y rehice mi camino. Ahora sus dedos arañaban las sabanas.

- Ayyyy... me estas rompiendo. .. auchh —se quejo.

Temí que se arrepintiera, le dije que no le iba a doler, pero su ano era muy estrecho, con semejantes nalgas no quedaba mucho espacio para su pequeño agujero. Comencé a acariciarla, se relajo, al menos su ano no estrechaba tanto mi pene, que ya me comenzaba a doler…

- Sigueee... aunque me partas termina —me dijo con voz entrecortada.

- Esta bien.

Inicie mis movimientos con cierta oposición de su esfínter. Unte más gel como pude. Su anito lucia rojo, pero poco a poco fue cediendo, con cada ida y vuelta de mis caderas, le iba introduciendo un poco más.

- No, no... Espera —la escuchaba quejarse.

Sin embargo al poco rato, ella misma se contradecía pidiendo que continuara.

- Esta bien... dame más... Ufff... Vamos... uhmmm... ouuuu…

- Ya casi... ya casi entra toda —la animaba.

Cuando al fin pude empujarle mi verga hasta la raíz, ella se desmorono; sus codos y su cabeza presionando la cama, sus manos haciendo puños... así ella soportó la ultima arremetida…

- Ay... caraj... suave.

Quiso huir, pero mantuve mis manos aferradas a su cintura, quería que sintiera toda mi verga dentro suyo, perforándole las entrañas... que se acostumbrara a ser clavada…

- Ayayaay... sueltameee.

- Esperaa... que ya va a pasar.

- Salvaje... no te diferencias mucho de Javier —me increpo.

- A diferencia de él... yo te tengo clavada por el ano —respondí con sorna.

- No por mucho —exclamo con cierto enfado.

Intento salirse, pero nuevamente le empuje mi verga hasta la raíz, sus abultadas nalgas chocaron contra mi ingle, el temblor que originó este choque en su carnoso trasero se propago por sus caderas, su columna se contrajo.

-Ohhhh! —suspiró hinchando sus pulmones.

Intento huir y nuevamente me la clave.

Durante unos segundos repetimos esa operación que pasó de ser un forcejeo a un incipiente acto sexual.

Cada shock eléctrico que le producía mi pené perforándola la hacían desistir de escapar. Su ano más elástico me permitía ingresar y salir con menor dificultad. Ahora ella no huía, sino empujaba su trasero hacía mi, cada vez con mas fuerza, y yo también arremetía contra Mili.

El dulce sonido del golpeteo de sus abultadas nalgas contra mi ingle fue uniéndose a sus gemidos que iban en aumento.

-¡Uhmmmm.... ahhhh! —la escuchaba gemir.

-¿Te gusta? —me atreví a preguntar.

- Siii... me encanta... ¿Cómo no hice esto antes?... uhhh —respondió súper excitada.

Mis manos en su estrecha cintura guiaban su voluminoso trasero contra mi ingle, veía desaparecer mi largo pene entre sus redondas nalgas.

Los movimientos eran cada vez más rápidos y fuertes, el sudor nos invadía. Sus gemidos, mi respiración, sus nalgas chocando contra mi, la cama chirriando, todos estos sonidos inundaban armoniosamente mi cuarto.

- Asi, asi... ay que reviento... acábame.

- Ya casi —le respondía, sintiendo como mi torrente de leche estaba próximo a salir.

En un ultimo empujón en que le enterré hasta el fono mi musculosa verga, ella se contrajo toda, su espalda arqueada a más no poder, con sus dedos desgarrando mis sabanas, fue entonces que mi pene inundo por primera vez su pequeño agujero con semen hirviendo.

- Ohhhh! —fue su última exclamación antes de dejarse caer a un lado.

Su cuerpo disfruto por primera vez de un salvaje orgasmo proporcionado por el sexo anal. Mili, recostada de lado, respiraba forzosamente, entre la maraña de sudor y cabellos.

Su rostro encendido aun saboreaba todo el placer que le había proporcionado aquella experiencia.

Contemplé maravillado sus entreabiertos muslos, por sus nalgas aun escurría mi blanquecino semen. Era para estar satisfecho, aquel monumento de mujer había sucumbido ante mí.

Cuando ella al fin abrió los ojos, me miro incrédula, no dando fe a lo sucedido... no creía que aquello que se negó a hacer durante tanto tiempo pudiera depararle semejante placer…

Me observo con mi expresión satisfecha y mi pecho aun jadeante, con mi semi erecto pene que aun tenia algunos líquidos. En un último arranque pasional, se arrastro entre mis sabanas hasta llegar a mi pene y mamarlo en agradecimiento por todo el placer que le había proporcionado.

Esa chica que más de uno ansió poseer, se convirtió en una especie de ninfomana debido al adiestramiento anal que le di. La chupaba con gran pasión, se desvivía por acariciarlo, lamerlo hasta limpiarlo completamente.

Solo me atreví a acariciarle el cabello y observar su semidesnudo cuerpo. Finalmente se hizo a un lado..

- Vaya... no puedo creer lo que hicimos —dijo suspirando.

- Yo tampoco…

Como volviendo en si, luego de un ataque de locura, se aparto un poco, cubriendo parte de su desnudez con mis sabanas... volvió a su estado racional, ese en el que las culpas y arrepentimientos tienen lugar, donde mora la conciencia…

- Júrame que no se lo vas a decir a nadie —me dijo preocupada.

- Esta bien —respondí, intentando calmarla.

- ¡Júramelo!...

- Lo juro —le dije, y solo así vi que se tranquilizaba.

Hubo un incomodo silencio, no sabíamos que hacer o decir. Decidí dejarla unos momentos sola, hice un ademán de que iba a salir, no me dijo nada. Fui al baño, me limpie mis partes intimas, esperando que Mili se calmase y que, al menos, al regresar, parte del bochorno se le hubiera pasado.

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