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Capítulo 4: No Sé Qué Clase De Hechizo Me Lanzaste

Fay.-

Entré a la cocina con la mirada de todos sobre mí, como si sospecharan lo que hice con el jefe, en el fondo estaba siendo paranoica lo sé, tomó mi mano frente a todos, solo espero que ninguno de los empleados lo haya notado.

Ese hombre me pone los nervios de punta, nunca pensé que aquel desconocido que me hizo suspirar de deseo y excitación la noche anterior se presentaría frente a mí como el dueño del hotel, como Mi Jefe y además con novia incluida, en mi mente se repetía como eco esa frase “Novia” cuando lo escuché de la boca del mesero contando el espectáculo que había presenciado. En ese momento me sentí hastiada no soy la clase de mujer que se involucraría con un hombre comprometido.

— ¡Fay! –La voz de Camila me hizo pegar medio brinco.- ¿Estás bien? ¿Oliver te salió con una de las suyas?

— No, no hasta ahora lo vi fascinado con la comida –Sonreí sin separar los labios, sentía mis mejillas arder con solo me mencionaran su nombre.

— ¡Oh entiendo! Tú eres una de ellas –Camila dijo sonriendo con picardía.

— ¿Una de ellas? ¿De qué hablas? –Me giré quitando el paño de mi hombro y comencé a limpiar el mesón para que no notará mi nerviosismo ¿La habrá descubierto? Pensé.

— No te preocupes, todas las mujeres se sienten intimidadas por la belleza de Oliver –Dijo riendo- la mayoría se muere por meterse entre sus piernas, creo que las únicas que no, somos la gerente general porque es gay y yo, pero no vayas a caer Fay, Oliver es un hombre muy… complicado.

— No sé porque me lo dices, yo acabo de terminar un relación de varios años y aún no me repongo de eso –Le mentí descaradamente, si supiera que ya me comí completico, completico.

— Camila –La voz de Oliver retumbó en mis oídos como un como un canto que hacia vibrar cada centímetro de mi cuerpo.- Excelente trabajo una vez más me recuerdas que no cometí un error al dejarte a cargo y señorita Makris –Mis piernas comenzaron a temblar, no quería darle la cara sin embargo no podía levantar sospechas por lo que me giré quedando expuesta ante los hermosos ojos grises que hacían que sintiera que todo a su alrededor se desvaneciera.- Excelente presentación digna de un rey, tienes un buen elemento aquí Camila, no lo desperdicies. Dice con su mirada aun clavada en mis ojos.

— Por supuesto que no, valoro mucho el trabajo de mi equipo y el de Fay –Camila observó mi mirada sonriendo con picardía

— ¡Ah, sí! Agradezco el comentario señor –Dije bajando la mirada- me pone feliz que le haya gustado –Tragué grueso temiendo que alguna otra palabra pudiera salir de mis labios, como por ejemplo papacito.

— Camila necesito el listado de tus platillos, tengo en mente una idea que quisiera discutir luego contigo –Camila asintió y se alejó dejándonos solos, donde nos encontrábamos nadie podía vernos, fue cuando con solo dos pasos Oliver se acercó a mi dejándome sin escapatoria.- En diez minutos, te espero en la suite presidencial, es una orden –No pude articular palabra, solo me enfoqué en el aroma de su fragancia, asentí, justo cuando creí desmayarme por la falta de oxígeno, se alejó los mismos dos pasos quedando en la misma postura y el mismo lugar cuando Camila se alejó.

— Ten Oliver, estos son los platillos diseñé para este hotel –Oliver asintió alejándose, volví a sentir como mis pulmones se llenaban nuevamente de aire. Fay te ganaste un descanso regresa en quince minutos por favor.- Asentí era lo justo lo que necesitaba, caminé rápidamente hacia el baño, suspiré con fuerza, vi mi rostro en el espejo estaba colorado empecé a negar viendo mi reflejo.

— Esto está mal Fay –Pensando en la propuesta de Oliver.- Pero aun así quiero escuchar su explicación –De inmediato solté mi cabello mi melena larga y ondulada caía en suaves y naturales ondas, creando un aspecto desenfadado y elegante a la vez.- ¡Ok, veamos que tiene que decir!

Me apresuré a entrar al ascensor de los empleados presioné el botón que me dejaría en piso número diez, conocía cada rincón y cada espacio del hotel la suite presidencial se encontraba dos pisos más abajo, pero era una costumbre de algunos empleados subiéramos a la azotea del hotel para descansar, con esa acción no levantaría sospechas.

Al llegar bajé los escalones sintiendo cada paso como si tuviera un yunque en cada uno de mis pies, antes de abrir observé a cada lado cuando vi salir a un hombre de la suite, por la rendija observé al chico con la mirada fija en su Tablet.

— Es guapo, no tanto como Oliver… -dije entre dientes, cuando escuché el timbre del ascensor supe que podía salir, caminé rápidamente hasta quedar frente a la puerta alcé mi mano y con duda toqué, esperé solo dos segundos cuando se abrió dejando frente a mis ojos el ímpetu adonis que se mostraba en ese momento con el torso desnudo, mi quijada casi termina en el piso, la noche anterior no lo había podido detallar bien, si pude sentirlo, pero verlo era digno de un espectáculo visual que podía alterar los nervios de cualquier mujer.

— Hola –Dijo Oliver sonriendo.- Pasa –Caminé lentamente observando toda la habitación mi mirada se clavó en la enorme cama haciendo que a mi mente llegaran pensamientos indebidos de él y yo haciendo de todo sobre ella.

— No… tiene que explicarme nada, lo de anoche fue… de haber sabido que tenía novia nunca –Antes de proseguir mis labios fueron silenciados por los de Oliver, su aliento fresco mezclado con el aroma de su loción me hicieron perder el hilo de mi dialogo, el jugueteo de su lengua adueñándose de la mía y extrayendo leves gemidos de mis labios me estaba haciendo perder la poca cordura que me quedaba ante él.- No… -Mi voz apenas audible y jadeante lo detuvo- Oliver… espera –Me alejo de él, mis labios ardían como un tizón y mi pecho bajaba y subía intentando recuperar el aliento. Dijiste que solo íbamos a hablar.

— Yo nunca dije eso… dije que iba a explicarte, pero me dijiste que no lo hiciera –Sonriendo con seducción acercándose como un león a punto de atrapar a su presa, me tomó por la cintura pegándome a su cuerpo.- sin embargo te explicaré, ella no es nada para mí, tuvimos algo en el pasado, pero ahora no es nada –Mis ojos se perdieron en los de Oliver, atenta a cada una de sus palabras, no pude evitar que mi corazón brincará de la emoción, era realmente lo que anhelaba escuchar.

— Todos dicen eso –Dije en un susurro sin apartar mi mirada de la de él.

— Mira a tu alrededor, no hay nada aquí que le pertenezca a ella, puedes revisar si quieres –Negué no sabía porque, pero creía en cada una de sus palabras.

— Está bien, uhm… ahora debo volver a trabajar –Intenté soltarme pero sus brazos me aprisionaron con más fuerza, pude sentir su rigidez golpeando mi pelvis.

— ¿Crees que voy a dejarte ir? No sé qué clase de hechizo me lanzaste, pero no puedo sacarte ni de mi cabeza, ni de mi cuerpo –No me dejó reaccionar cuando sus labios nuevamente tomaron posesión de los míos, me dejé llevar perdiéndome en aquel beso que fue un encuentro de pasión desbordante; nuestros labios se fundieron en un baile ardiente, buscándose con avidez en un vaivén de emociones lujuria, excitación, necesidad, cada roce era un susurro de deseo, y el palpitar acelerado de nuestros corazones marcaba el compás de nuestra entrega. ¿Estaba mal? Sí, tal vez, pero lo deseaba igual o más que él a mí.

(…)

— Debo volver ya me tomé más de quince minutos, Camila me va a matar –Oliver rodeó su brazo sobre mi cintura.- No Oliver debo volver –Dije sonriendo, terminado de abotonar mi camisa.

— ¿A qué hora termina tu turno? –Preguntó escaneando cada detalle de mi cuerpo.

— Tú eres el jefe, ya debes tener esa información –Dijo con picardía para luego salir de la habitación.

¿Era una locura lo que estaba haciendo? Sí, pero de algo si estaba segura era que mi corazón no me mentía, Oliver es mi destino y no lo iba a dejar escapar.

Oliver.-

Luego de mi encuentro con Fay había salido del hotel con la única intención de hacer que Amara por fin se fuera de allí, en mi oficina mi mente no me dejaba concentrarme en la reunión en la que me encontraba, solo pensaba en los labios de la hermosa mujer que adueñaba de cada uno de mis pensamientos, solo pensar en ella mi cuerpo comienza sentir la necesidad de estar con ella.

— ¡Oliver! –La voz de mi abogado me sacó de mis pensamientos.

— ¡Perdón! ¿Qué? –Pregunto con las miradas de todos sobre mí.

— ¿Qué si estás de acuerdo con las modificaciones de las clausulas en los contratos con los proveedores? –Aclaré mi garganta, removiéndome en mi asiento.

— Sí, por supuesto has lo que tengas que hacer, ¿Terminaron? –Pregunto con la seriedad que me caracteriza, luego que todos asintieron. Perfecto a trabajar

— ¿Estás bien? –Pregunto Nick mi abogado.

— Sí, es solo lo típico de siempre, intentando huir de Amara, tuve que despedir a la asistente de Gabriel, le dijo dónde estaba anoche –Mi abogado suspiró.

— ¿En verdad ya no la amas? Una mujer como Amara… cualquiera quisiera tenerla su lado

— Pues entonces te la regalo Nick, yo no quiero saber nada de ella, en un pasado si la quise y mucho, pero cuando se volvió la celestina de mi padre, no… la marioneta –Asevero con sarcasmo. Hasta ahí llegaron mis sentimientos por ella y ya no quiero hablar del tema, vete a trabajar –Nick asintió sin dejar de observarme fijamente, como si quisiera decir algo más, pero eligió muy bien no hacerlo. Solo contaba las horas para volver a ver a mi hechicera, miré mi reloj para confirmar que faltaban aun diez horas para volver a tenerla entre mis brazos.

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