Capítulo V
Sus relaciones amorosas e íntimas duraron casi dos meses, durante los cuales se hacían el amor varias veces a la semana, todas pensamos que por Julián, ella cambiaria, sólo que, no fue así, ya que ella termino esa relación, fuimos testigos de que Julián, le anduvo rogando por varios días para que volvieran a tener relaciones, y contralo que se esperaba, ella se mantuvo firme en la decisión que había tomado, incluso, hasta parecía disfrutar viendo sufrir al galeno, hasta que al final, hace unos días en el patio del Hospital, Julián, le volvió a hablar y ella lo rechazó de manera abierta por lo que él le dijo:
—¡Prefiero verte muerta a saber que otro cabrón disfruta de tu cuerpo! Si no regresas conmigo y volvemos a amarnos como antes, te juro que te mato, escúchame bien... ¡Te mato!
Aquello nos asustó a todas, sólo que, Perla, era de otra manera de ser.
—¡Huyy...! ¡Que matón te has vuelto...! Mira, será mejor que ya no leas tantas novelas cursis y trágicas, no quiero volver a verte, así que déjame en paz y lárgate mucho rumbo a la chingada. ¿Crees que por que tienes una macanota ya estoy de nalgas por ti...? Pues te equivocas, a mí me vale madre eso, yo voy a parchar con quien se me pegue la gana... ¿Entendiste, buey...? Me aburres con tus actitudes de machito cabrón.
El escándalo fue tan fuerte que hasta Danilo, se enteró, conociendo así las relaciones de ella y el cirujano, eso lo enfureció tanto que vino a verla a la escuela la esperó y cuando veníamos hacia la casa de huéspedes, sin importarle las que la acompañábamos la detuvo por un brazo y a gritos le reclamo su proceder indigno y libertino.
—¡Eres una puta de lo peor...! Siquiera ellas lo hacen por dinero, tu ni eso... ni siquiera cobras… No sé cómo me fui a enamorar de ti... ¡Pérdida!
Aquel día conocí a Perla, con todo su cinismo y desfachatez:
—Sí, soy una puta que lo hago por placer, sólo que, para eso son mis nalgas y mi vagina... No le pido nada a nadie y me doy por placer... ¿Y eso qué te importa a ti? ¿Te enojas porque no te di lo que querías y me suplicabas? Pues nunca lo vas a tener, te lo juro… vete a la chingada y deja de estarme fregando… después vienes como niña a llorarme.
Danilo no se detuvo, con todo su coraje salió a relucir su brutalidad y su carácter violento, la tomó por un brazo y con la mano derecha le dio dos pinches cachetadones que hasta a mí me dolieron, haciendo que la sangre brotara de los carnosos y ricos labios de Perla al tiempo que gritaba con toda esa frustración que sentía y que se le veía en el rostro.
—¡Puta infeliz!
—¡Ay hijo de tu pinche madre...! ¡Me pegaste…! ¡Puto… cobarde…! ¡Vete, no quiero saber nada de ti! ¡Lárgate mucho rumbo a la fregada! Y te lo advierto, no me vuelvas a buscar o me cai que chiquita no te la vas a acabar, ya no quiero ni oír tu nombre, para mí ya estas muerto y enterrado, así que vete o te juro que te vas a arrepentir —gritaba ella llorando de coraje.
—Yo si quiero saber de ti, y te advierto que si no cambias tu forma de vivir te voy a matar, me conoces y sabes que hablo en serio... ¡O te portas bien o te mato! —la amenazo Danilo.
—¡A mí no me adviertas nada! ¡Maldito maricón...! Con las mujeres te sientes muy fregón, pero no eres capaz de enfrentarte a un hombre… Eres un castrado que no se te para el chile, por eso no me has parchado. Te da coraje que otros disfruten lo que tú no puedes.
Ahora ya no fue una cachetada, sino un brutal derechazo con el puño cerrado, provocando que ella cayera de nalgas en el suelo con toda la boca sangrando abundantemente.
—¡Eso no lo vuelvas a decir, puta! Si hasta ahora te he respetado es por amor, tu también tienes que darme respeto o pagarme con tu propia vida... ¡Te lo advierto!
Danilo no esperó una respuesta, dio media vuelta alejándose furioso, nosotras nos acercamos a Perla, y la ayudamos a levantarse, se limpió la sangre y sonriendo nos dijo:
—No se preocupen, estos sólo son, golpes de la vida, ese buey pega como señorita, ya verán que pronto se le pasará el coraje y vendrá a pedirme perdón de rodillas y a suplicarme que vuelva con él… Así es de pendejo… nos comentó y eso es todo lo que yo sé —terminó Natalia.
—Pues sí que es bastante y sobre todo muy interesante... tal vez demasiado diría yo… eso nos deja varias líneas de investigación, gracias por todo, señorita Natalia —respondió Juan.
En esos momentos se acercó su compañero, Vicente, con un cuchillo manchado de sangre y de una empuñadura especial, ya que tenía dos víboras con las bocas abiertas entrelazadas, las que se conocen como el caduceo, Juan, volteó a verlo cuando le dijo:
—Esta fue el arma asesina, los Peritos encontraron huellas en él.
Natalia y Claudia, no pudieron evitar los gritos de exclamación sincera que brotaron de sus gargantas al ver el arma homicida:
—¡Oh no! —dijo Natalia.,
—¡Dios Mío! —secundo Claudia.
Juan lanzo una pregunta al aire de inmediato aprovechando aquel momento de descontrol tan importante para el asunto:
—¿Reconocen el cuchillo?
—Sí, Perla, se lo regalo al cirujano Julián Juárez, yo misma la acompañe a comprarlo, tiene grabadas dos letras J en la hoja del cuchillo, ella quiso que fuera así, pues dijo que si la iban a matar que el asesino dejara sus huellas en su pecho —dijo Natalia
—Fue justamente después de que ellos pelearan en el Hospital y terminaron Perla lo hizo como una burla hacia el cirujano —dijo Claudia contestando con tranquilidad.
Mientras ella terminaba de hablar, Juan reviso el cuchillo y encontró las iniciales grabadas, no había duda que se refería a esa arma, sin embargo, no dijo nada y guardo el cuchillo entre sus ropas, después se despidió de ellas de mano:
—Bueno, les agradezco su cooperación, si necesito algún dato vendré a molestarlas, hasta la vista.
—Hasta luego agente.
—Queremos que atrape al asesino, aunque sea para saber quién tuvo el valor de hacerlo ya que todos la ado¬raban hasta el delirio —dijo Natalia
Juan y Vicente Noriega salieron de la casa y abordaron la patrulla para dirigirse al hospital:
—¿Qué es un caduceo? —preguntó de pronto su pareja.
—¿Qué?
—Es que cuando encontramos el arma, una de las alumnas dijo: tiene el caduceo.
— Caduceo, es un vocablo de origen griego que significa "vara de olivo adornada con guirnaldas". En la mitología griega esta vara era llevada por los heraldos o mensajeros como Hermes. La vara posee dos serpientes entrelazadas, en lugar de las guirnaldas.
De acuerdo al mito, Hermes, vio luchar a dos serpientes y las separó pacíficamente con el caduceo. Las serpientes dejaron de luchar en el momento y se separaron.
Las dos serpientes entrelazadas del caduceo también representan el número 8 y son el símbolo del equilibrio entre fuerzas antagónicas. Representan el eterno movimiento cósmico, base de regeneración y de infinito. Es la verticalidad formal del símbolo del infinito.
Ahora bien, en la medicina, es un símbolo de autoridad, emblema de paz e insignia de oficio, se conoce desde la más remota antigüedad el caduceo médico.
El origen de la palabra Caduceo proviene del griego cadux, que significa heraldo o embajador y del término latino caduceum derivado de cadere (caer) y se le atribuyen a ese símbolo dotes para calmar o apaciguar.
En principio se aplicó este nombre a una vara o caña que representaba autoridad.
La composición de éste ha, cambiado a través de las épocas y según las ideas y creencias religiosas de los pueblos. Se consideraba proveniente de la mitología griega, pero se ha podido conocer, a partir de descubrimientos realizados por arqueólogos, que, en civilizaciones anteriores a la griega, como la Caldea y la Asiria, ya se utilizaba este símbolo.
En excavaciones en Caldea, se hallaron vasos que tenían en sus aristas la maza con 2 serpientes enroscadas y una inscripción dedicada a su dios, llamado Nin-Guin-Zi-Da, por la cual se calcula data del 3 000 a.C.
También en Europa hay investigaciones pertenecientes a la Edad de Piedra; en las grutas de los Pirineos, que revelan 3 bastones de mando en astas de reno con cabezas de serpientes esculpidas.
¿Por qué las serpientes? Te preguntarás, bueno pues, es conocido que los pueblos primitivos veían en este reptil el símbolo de la cola de una de las constelaciones polares.
Según la leyenda, Esculapio en sus funciones de médico estaba atendiendo a Claucus, que estaba gravemente enfermo, cuando ve a una serpiente que reptaba hacia su bastón; él la mata y en ese momento otra serpiente se dirigió con unas hierbas en la boca hacia la que acababa de matar y al tocarla le devolvía la vida. De ese modo Esculapio, conoce las hierbas que resucitan a los muertos.
La interpretación de lo que significa la serpiente varía según las leyendas de distintas culturas. Para algunos al cambiar frecuentemente la piel, el ofidio simboliza el rejuvenecimiento, para otros, por ser animales proféticos y encantadores, alejan las enfermedades, y para otros, significa poder.
La figura del Caduceo ha ido cambiando a medida que evolucionaron las civilizaciones, impregnándole características de cada pueblo, según sus costumbres e ideas.
La vara significa la fuerza usada por el hombre para su protección física y como compañera de la vida nómada, al reunirse los hombres en grupos, tribus o clanes, pasa a ser un atributo del jefe que dirigía esa primitiva sociedad, siendo ya un tronco más grueso con un extremo doblado en forma de cayado, como el báculo utilizado por los pastores jefes de rebaños y representa mando o jefatura en el meridiano celeste del equinoccio de primavera.
Por tanto, el origen del Caduceo de la medicina actual es el símbolo del culto estelo-solar prehistórico de la Edad de Piedra.
En las tierras que más tarde serían de América, encontramos que en México se le llamaba el símbolo de vara, y la serpiente "signo astrológico de la serpiente", culto que aún se mantiene entre los indios del Amazonas, designándose con el nombre de "Anaconda" y en Haití, entre los que profesaban el rito vudú se practicaba el culto a la serpiente.
En el antiguo Egipto, el Caduceo estaba constituido por 2 serpientes que representaban las relaciones entre astros y cirugía. En la cultura grecolatina hay 2 tipos distintos de Caduceo, que tienen en común ser atributos divinos colocados en manos de algunos dioses de la mitología grecorromana.
Una fecha significativa en la definición de Caduceo se puede señalar la de los 3000 años a.C. cuando aparece el dios Hermes, o Mercurio para los romanos, primero entre los 2 caduceos conocidos en nuestros días; muy rudimentario en su origen, simplemente un bastón sin ornamentos, donde de uno de sus extremos nudosos nacen 2 ramas enroscadas que se bifurcan y arriba finalmente se aproximan.
Con el transcurrir del tiempo y en una evolución artística, las 2 ramas se transforman en serpientes y en la parte superior de la vara se agregan 2 alas.
Paralelamente a este símbolo evolucionó otro Caduceo distinto en forma y significado: el de Esculapio que apareció en el Siglo IX a.c. y corresponde al Dios Apolo, que en el culto estelo-solar representaba el equinoccio de primavera.
Este diseño está formado por un tronco o maza de cabeza nudosa, enroscada en este una serpiente que exterioriza la cabeza, separada y erguida.
Los historiadores han buscado similitud entre éste y los símbolos encontrados en tiempos remotos, como el árbol de la vida de los Caldeos, y en el curioso hecho de que a veces, Esculapio se representaba con la figura de la serpiente en su santuario de Epidanto, lo cual le diferencia de los otros dioses de la mitología.